7. Indecisa

Pese a todo lo que había pasado, pensaba únicamente en el piano y en como es que lo había dejado, lamentablemente para siempre.

No quería dejarlo.

Pero no tenía más opción.




De regreso a clases, nos tocaba Matemáticas, y el profesor gesticuló: -Dashton, pase a resolver el ejercicio.

A lo que ella, lo hizo de mala gana, o más bien con flojera, y pasó a resolver el ejercicio.

-Muy bien, ahora Gonzáles.

Una vez hecho eso, se regresó a su lugar y suspiró.

Creo que ella y yo pensamos lo mismo. Hoy va a ser un largo día.

[...]

Cuando dieron las 11:00 AM llegó el tan ansiado recreo, a lo que le dije a Paúl, recordando que hoy quedé con Melanie Dashton, que mañana nos juntemos. A lo que él asintió y así quedó todo.

Cuando Melanie Dashton me encontró, nos fuimos a las gradas y mientras tanto, mirábamos a los chicos jugar fútbol americano, cada una sumergida en nuestros pensamientos, hasta que decidí hablar.

-Nunca he jugado fútbol americano, ¿y tú?

-Tampoco yo -contestó y un instante después agregó: -¿Te gusta el fútbol americano? 

-No, ¿y a ti? -contesté.

-No me gusta -dijo-. Allison... Sé que no debería meterme, ¿pero puedo saber cuál es la razón por la que dejaste de tocar el piano?

Temía esa pregunta.

-Todo empezó desde la semana pasada -empecé a contar. De alguna manera, Dashton se veía confiable-. Tocar el piano se había vuelto más una carga que un hobby. Pero el verdadero problema surgió cuando varias chicas me presionaron para que les tocará el piano, ¿desde cuándo tocar el piano se volvió una carga emocional? No lo sé. Pero no me gustaba eso. Después de eso, noté que cada vez que tocaba el piano ya no sentía lo mismo que antes sentía. Ahora sentía una carga y presión emocional por tocarlo y no simplemente disfrutar de lo bello que es tocar el piano. Por eso... Lo deje. Aquí en bellas artes he tenido la oportunidad de competir en honor a mi bachillerato, pero... Ya es parte del pasado.

-Oh... No pensé que eso había pasado -dijo Dashton mirándome con pena. -Cuanto lo siento. Lamento haberte presionado ayer.

-No es tu culpa -dije yo. La culpa era mía.

-Aún así... Lo siento -repuso-. Pero Allison... ¿De verdad lo vas a dejar?

-Sí -respondí con una gran paciencia.

-Si dejas de hacer lo que más te gusta hacer, dejarás de ser tú mismo -me dijo y yo medite en sus palabras. 

¿Podría ser...?

-¿No lo crees? No dejes de hacer lo que más te gusta por otras personas -añadió-. Sigue siendo tu misma. A mi me gusta como eres.

-Supongo que lo pensaré mejor. Gracias, Melanie. -dije finalmente.

-Seguro.

Esbocé una pequeña sonrisa.

2:00 PM.

Hoy tampoco toqué el piano.

Aparqué mi auto negro afuera de la cochera de la casa de Paúl y me bajé del auto.

-Hola Ruby -lo salude.

-Hola darling -me dijo Paúl. Un instante después, alargué el brazo y lo abracé.

-Te extrañe, Ruby -confesé y entramos a su casa.

Al entrar, nos pusimos a jugar Jenga.

Con los populares, tenía que fingir una diferente personalidad.

Pero con mis amigos, como Paúl y Saúl, todo era tan diferente.

Podía ser yo.

¿Pero por qué finges? Es lo que muchos se pueden estar preguntando.

Pues... No muchos aprecian la bondad de las personas. Muchos populares, suelen tratar mal a los demás, por ser como eres. Y yo, tengo bastantes defectos, que sacar a relucir.

No trataba de pertenecer.

Pero si trataba de encajar.

Por eso fingía.

[...]

Al día siguiente, nos tocaba Educación Física.

Estaba trotando, hasta que de repente alguien tropezó contra mi.

-¡Perdón! -dijo bastante avergonzada esa persona-. ¡Es que me empujaron y...!

-No te preocupes -dije con una sonrisa. Era Melanie Dashton-. ¡Joder, siento que me muero!

-¡Me pasa igual! ¡Aunque tú haces ejercicio!

-¡¿Cómo sabes eso?! -indagé.

-¡Intuición femenina!

¿Intuición femenina? Jajaja, lo mismo me dice Paúl cuando le pregunto algo. 

-¡Jajaja! ¡Adivinó que tú casi no haces ejercicio! -dije yo cotilleando.

-¡Diste en el blanco! -respondió con otra risa. 

-¡Jajaja! ¡Deberías empezar a hacer más ejercicio si no así nunca podrás alcanzarme! -dije a modo de broma empezando a correr.

Un instante después, Melanie Dashton se puso mal y me preocupe.

-¡Eso es trampa! -dijo deteniéndose. Comenzó a dar varias bocanadas de aire y yo me detuve y me acerque.

-¿Estás bien? -le pregunté. 

-Sí, todo bien.. Sólo necesito... res... Respirar.

-Tómalo con calma -dije colocando mi mano en su hombro.

-Sí...

-¿Ya estás mejor? 

-Sí, ya estoy mejor. Mucho mejor -respondió.

-Qué bien. ¿Entonces continuamos?

-Seguro.

Continuamos corriendo en compañía de la otra y cuando terminamos, comenté algo que había notado:

-Lograste correr más que antes. Es un avance.

-Oh, sí... Si. Si es verdad. -dijo ella y un instante después agregó: -Eh, intenta alcanzarme.

-¡Fácil! -respondí yo cotilleando.

-¡Oye! -dijo ella cotilleando. Un segundo después aceleró el paso, y termine por alcanzarla en cuestión de segundos. Al punto en el que ambas nos tropezamos y caímos al suelo sin más. -¡Ah!

-Disculpa -dije yo levantándome-. Ven -le extendí mi mano y ella la tomó.

-Ella puede levantarse por si sola -la persona que menos esperaba, apareció...-. Allison, ¿por qué no me has escrito?

-No he tenido tiempo -contesté seca.

-¡Y para ella si tienes tiempo! -dijo Greila-. Eres de lo peor.

-Oye, cálmate, te dijo que no tiene tiempo. Deberías ser más comprensiva -dijo Melanie, lo cual se lo agradecí.

-¿Así que ahora te diviertes con esta estúpida? Bien, Allison -dijo Greila-. Muy bien. Eres de lo peor.

-No me divierto con nadie -dije lanzandole una mirada fulminante.

-¿Y entonces por qué no me escribes? -dijo Greila atreviéndose a empujarme.

-Te lo diré una vez Greila, ya todo se acabó. No quiero saber más de ti -dije con total frialdad.

-¡Eres una estúpida! ¡Eres...!

-¿Y qué? Ahora vete.

-¡Te odio Rodríguez! ¡Todo el mundo debería alejarse de ti! -dijo Greila antes de irse.

No esperaba que Greila volviera a hablarme. Pero era de esperarse.

No es de extrañar que muchas personas me odien.

-¿Estás bien? -me preguntó Dashton. 

-Sí, no te preocupes -respondí-. Algunas son muy emocionales...

Aunque conocía poco a Melanie, decidí darle una oportunidad y ser amiga de Melanie, por Lucía. Ya que ambas son amigas.

-Ella... Era una chica con la que solía salir -hablé-. Pero después de un tiempo se volvió pesada. Quería que saliera solo con ella... Y que fuésemos novias. Y como no quiero compromisos y nada de amor, la rechacé, sin embargo siguió molestando.

-Suena duro -dijo-. Las personas deberían entender cuando alejarse por voluntad propia.

-Sí, pero ella no lo hizo... Se volvió cansante a la larga.

-Me imagino que sí -comentó -Bueno, ¿continuamos?

-Ya vamos a jugar fútbol -dije con una sonrisa.

-¡Ah! ¿Ya tan rápido?

-Así es.

Resumiendo el partido; metí tres goles fácilmente.

Era demasiado fácil para mi el deporte.

[...]

Salida.

Ya en el estacionamiento, me encontraba conversando con Paúl, hasta que observé a Dashton caminar como pingüino por Antártida.

-Bueno, nos vemos -dijo Paúl.

-Hasta luego Ruby -respondí un segundo después.

Cuando se fue Paúl, saludé a Melanie Dashton y ella me dijo: -Hola Allison, ¿qué tal?

-Todo bien, podría decirse, ¿y tú?

-También todo bien. Qué bueno que todo esta bien. Oye, ¿sabes qué horas son?

-La una trece, ¿por qué? -dije.

-A esta hora está desocupado el salón de música. ¿De verdad piensas dejar el piano? -me preguntó. Ya debería saber la respuesta.

-Melanie...

-Al menos solo vayamos quiero mostrarte algo.

-Está bien. -dije.

Con eso dicho, caminamos hacia el salón de música, el cual encontramos cerrado, pero yo tenía las llaves. Así que abrí la puerta.

-¿Qué es lo que querías mostrarme? -le pregunté una vez adentro.

-Esto -dijo señalando el piano-. Yo lo tocaré por ti.

Esas palabras me tocaron el corazón...

-Melanie...

Así que Dashton, se sentó en mi asiento y comenzó a presionar unas teclas emitiendo un sonido raro, ya que supuse que no sabía tocar el piano. Sin embargo, la miré afligida.

-¿Por qué haces esto? -le pregunté.

-Porque... Quiero que te des cuenta que yo aún deseo escucharte tocar el piano -respondió.

-¿Tú... Aún deseas escucharme tocar el piano? -dije sin poder creerlo.

-Sí -respondió.

Dashton continúo presionando las teclas de mi piano, mientras yo la miraba afligida y con dolor, ahora entendía todo. Todo era tan simple.

-Ahora entiendo todo. Gracias por abrirme los ojos, Melanie.

-¿Lo dices en serio? -dijo ella incrédula.

-Sí, y todo gracias a ti. Ahora sé que no debo dejar lo que más me gusta.

Y todo era gracias a Melanie.

Ella me abrió los ojos.

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