36. La Fiesta de Elizabeth Parte 2
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Seguimos besándonos, como si no hubiera un después.
Posteriormente coloqué mi mano contra la pared blanquecina y sujete su barbilla acercandome aún más a ella.
-Tú en verdad me hinoptizas -hablé cuando nos despegamos de nuestros labios.
-En verdad me pones nerviosa -confesó.
-Eres tan adorable -le dije acariciando su mejilla.
Ante mi respuesta, ella esbozó una sonrisa y me besó de nuevo.
Posteriormente, correspondí a su dulce beso, hasta que nos detuvimos, porque escuchamos a alguien entrar por la puerta. Y ante eso, gruñí.
-Hallo -habló Paúl-. ¡Ay! ¡Amiga! ¡¿Con la chica pato?!
Las dos nos separamos a una velocidad sorprendente y actuamos como si no nos hubiésemos besado hace un momento.
-Maldita sea, Paúl, ¡estás bien borracho! -recrimine al verlo en ese estado. Pues venía, con la camisa desabrochada, y con lápiz labial e forma de besos en su mejilla y cerveza en su mano.
-Lo que tengo que contarte -habló Paúl-. Saúl estaba conmigo. Ese paquete y esos ojazos verdes... Está jodidamente guapo.
-¿Qué haré contigo, Paúl? -expresé tocandome mi sien-. ¿Ya no sales con Alexander?
-No me hables de ese pendejo -dijo Paúl cambiando repentinamente a un humor melancólico.
-Ese pendejo no vale la pena -repuse yo-. Brindemos hoy por ti.
Por lo que, los dos, alzamos dos copas de vodka y nos las tomamos, sintiendo como nos quemaba la garganta. El sabor era agradable.
-¿Y tú no tomas o qué? -le preguntó Paúl con los ojos entrecerrados a Mel-. ¡Tómale!
-Ella no toma -hable a favor de Mel.
-¿Y por qué no? -siguió Paúl-. Déjala. Es una fiesta. Todos toman.
Y antes de que yo pudiese hablar, o de que Mel pudiese decir algo, ella agarró el vodka y se lo tomó entero.
-Todos los hombres son unos perros infieles -gritó.
-¡Simón! -la apoyó Paúl-. Chica pato, me caes bien. No entiendo porque Allison nunca te presento conmigo.
Y entonces, Melanie, comenzó a hacer cosas que jamás imaginé que haría. Y menos con Paúl.
Empezó a hacer pendejadas, simplemente cosas de borrachos, y locuras que obviamente no recordara al día siguiente.
Pero en medio de todas sus locuras, sonó el teléfono de Paúl, él contestó y escuché un claro: "¿Dónde estás?".
Segundos después, de que Paúl respondiera dónde estaba, apareció Saúl por la puerta con una actitud dominante. Y lo sacó a arrastras, del lugar, no sin antes de dirigirme la palabra.
-¿Allison qué tan bebido está? -me preguntó Saúl.
-¡Ni estoy tan borracho! ¡Ah, mira un unicornio!
-Lamento los inconvenientes que les hizo pasar Paúl, cuando se emborracha se pone así -agregó Saúl-. Tú lo has visto Allison. Como sea, disfruten la fiesta.
Tras haber dicho eso, Saúl sacó a rastras del lugar a Paúl y se fueron.
-Hey, chica bonita -le hablé a Mel cuando finalmente se fueron-. ¿Continuamos?
-Claro -respondió tímida.
[...]
-Bailas terrible chica con complejo de escritor -me dijo ella con una sonrisa.
-Y tú bailas perfecto chica nerviosa -repuse con otra sonrisa.
-Oye...
Antes de que Mel, pudiera siquiera decir algo más, volteó al igual que yo, hacia donde estaba todo el mundo bailando y lo que vimos, nos dejó, pero sobre todo más a Mel, impactadas. Vimos a Lucía y Camila besandose con la canción de fondo: "I Kissed a Girl" de Katty Perry.
-¿Ahora quién hace la boda, eh Lucía? -grité con una risa socarrona.
Mel me miró confundida y un instante después, se separaron las amigas de Mel, la una de la otra, y llegaron tambaleándose hacia nosostras. Y Lucía dijo a duras penas:
-¡Eh, tías! ¡¿Queréis?! -preguntó Lucía señalando un vaso con vodka.
¿Estarán saliendo?
-Lucía -dijo Mel sin saber que decir.
-Adiós tías -entonces dijo Lucía y regreso con Camila para seguir besándose de esa forma tan salvajemente.
-No creas que me he olvidado de ti chica nerviosa -le dije a Melanie poniendola contra la pared.
-Estás muy cerca... -susurro nerviosa.
-Tus amigas si que fortalecen la amistad -dije y ella soltó una carcajada.
-¿A quién me recuerdan?
-A nosotras, boba.
-Cierto -repuso con una tonta sonrisa.
Y sin previo aviso, tome sus mejillas, y le planté un apasionado beso en sus labios rosados.
Cerré los ojos, no sin antes ver el rostro lindo y precioso de Mel, su rostro sonrojado y apenado, y ella tímidamente, intentó seguirme el beso, pero no podía seguirme el ritmo. Y seguido de eso. Me separé de sus labios, para chupar su cuello, y ante eso, Mel gimoteo debajo mío.
Y en eso...
-¡Melly! ¡Vámonos ya! -apareció Lucía.
¡Maldición!
-¡Lucía! -dice tímida y cabizbaja Mel.
Mel me miró rápidamente mientras que yo miraba a Lucía con cara de pocos amigos.
-¿Podemos llevar a Allison? -le preguntó.
-Déjame preguntarle a Andrew -dijo Lucía.
Aunque quería seguir estando con Mel en esas circunstancias, aceptaría seguir estando con Mel en cualquier otra situación.
[...]
Una vez, que Andrew, el tipo que creo que era peruano, aceptara llevarme, salimos del penthouse de Elizabeth. Había gente, besandose como salvajes, y otras fumando y bebiendo. Ya estaba acostumbrada al típico ambiente de fiesta mexicana.
Posteriormente, apareció Andrew con su auto 4x4 y luego aparecieron, dos chicos, que de algo sonaban.
-¿No nos vas a dejar solos verdad? -preguntó Jeremy ladeando la cabeza.
-Venid -dijo Lucía.
Dudo mucho, que quepamos todos ahí.
-¡Que no os impresione el tamaño! -exclamó Lucía-. Venga, entrad todo el mundo. Moved el culo.
Aunque me sorprende, todos hemos cupido de forma perfecta en el auto 4x4 de Andrew. Mientras que, Lucía carga a Camila, yo cargo a Mel y esos dos chicos se cargan el uno al otro.
-Quédate en mi casa... -le susurro a Mel en su oído mientras sujeto su cintura.
-Allison... -murmura ella. -No sé si mi mamá se lo tome bien... Ella se enoja con facilidad y...
-Está bien, Snowball -dije con calidez-. Otro día será.
-Gracias por comprender...
Sonreí, y después dejamos a aquellos dos chicos, el primero de cabello pelirrojo y después al segundo de cabello caoba, en un edificio de renta, por lo que quedo un lugar vacío, pero ni loca quería dejar a Mel.
Sujete su cintura y en un movimiento rápido, hice que su cuerpo se resguardará en el mío.
El tiempo, desafortunadamente se paso jodidamente rápido, por lo que, tuve que separarme de Mel cuando llegamos a mi casa.
La luz estaba prendida, y eso solo significa una cosa...
Mi madre no se ha ido.
-Gracias por traerme -hable yo, Melanie me miró completamente roja y añadí un momento después: -Adiós, chica pato.
Ella sonrió gentilmente, y después salí del auto.
Lo que me espera...
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