Capítulo 2

Sunagakure

-El camino se me esta haciendo algo largo- comenta la chica algo aburrida mientras miraba todo a su alrededor
-Estamos a mitad de camino, de seguro ya el ninja que la va a recibir está en la puerta de la aldea- eso hizo que la muchacha suspirara
-Eso espero- cierra un poco los ojos mientras siente una oleada de calor venir hasta ella.

Konoha

Sasuke caminaba aún con Sarada en brazos.

-Papi ¿Quién vendrá?- cuestiona la pequeña mientras se le mira
-No lo sé pequeña, solo se que es una mujer y que se viene a vivir...- no pudo terminar la frase
-¿Con nosotros?- los ojitos de la pequeña de 4 años tenían un brillo es especial- ¿Mamá ya viene?- pregunta alegre la pequeña Uchiha
-Sarada...- Un suspiro sale de los labios de Sasuke- ¿Estas bien papi?- el Uchiha detiene su caminar
-No Sarada, no estoy bien- otra vez los pasos se hacen presentes, solo que más lentos de lo normal.

La mente del Uchiha fabricaba una nueva excusa para su pequeña.

-¿Quieres una flor?- pregunta mientras la mira
-¡Si!- contesta con una sonrisa la pequeña.

A Sasuke le alegraba ver la sonrisa de su hija, pero también le apenada mucho el tener que cambiarle el tema y el no responderle la pregunta por medio a que reaccione mal y por que aún no llega a la edad adecuada para entender el por que de que ella no viviera con una familia completa.

Entre los pasos se arrastraba aquel peso, que el tanto quería quitar de ensima...Pero no sabia el como.

Cuando llego a la puerta, dejó a Sarada que caminara un rato, estirara sus pequeñas piernas y cuando ella quiso, volvió a tomarla en brazos, esperando a que aquella mujer llegara.

Entrada de Kanoha

Aquellos ninja que de entre ellos llevaban a la mujer, se hicieron presentes en la entrada de Kanoha. Siendo captados por el Uchiha.

-¿Usted es el ninja que se encargará de esta mujer de ahora en adelante?- cuestiona el líder mientras miraba de manera seria a Sasuke, recibiendo sólo un asentimiento de cabeza por parte de este.

La pequeña Sarada, que había vuelto a pedir que la bajaran, se acercó a la mujer que tenia una capucha que impedía que se le viera la cara y el cuerpo.

Una de sus pequeñas manitas, agarro parte de la tela que cubría a la contraria, llamando la atención de esta.

La mirada de la chica se fijo en la pequeña, que mantenía un dedo en su boca mientras le miraba con curiosidad.

-Hola pequeña- saludo, al escuchar la tranquila y melodiosa voz Sarada sonrio
-¡¡Hola!!- comenzó a reír y a aplaudir cautivando a la mujer, puesto que a ella le encantaban los bebés y los niños
-Sarada- el Pelinegro tomó en brazos a su pequeña, la cual se colocó un dedo en la boca y después de algunos segundos paso a preguntar

-¿Tu eres mi mami?...

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