Capítulo 22

—¿Enserio sigues molesto por ese beso, Dean? —preguntó su hermano.

—¡¿Qué?! ¡No, nada que ver! —alzo sus manos.

—Tu expresión dice lo contrario. Esa mujer, Kelly; me parece una buena mujer.

—A ti todas te parecen buenas mujeres, Sammy.

Es Sam-refutó el menor. A el no le gustaba que le llamaran con ese sobrenombre.

—Como sea—El menor rodo los ojos—, Cas desde que hemos llegado casi no ha salido de esa habitación—señaló el pasillo que daba a las habitaciones del bunker—. Esa mujer no me agrada, no porqué lo que piensas; es por el bebé que lleva, recuerda que es el hijo del diablo.

Sam no podía decir nada en contra de eso, el sabia que tener a ese bebé en el búnker les traería muchos problemas; como el que tuvieron el día que llegaron. Justo después de ver la escena del "beso" las alarmas sonaron en todo la fortaleza al averiguar de quien se trataba se dieron con la sorpresa que Enias junto a otro angel estaban parados en medio de la sala; los Winchester creyendo que el arcángel venía a verlos se llevaron la sorpresa de su vida. El moreno les atacó y pidió que les entregara a la mujer, pero Castiel dijo: No; el no estaba dispuesto a entregar a Kelly.

Hubo una pequeña pelea que Enias y su acompañante terminaron perdiendo, no tuvieron de otra que dejar el búnker.

De esos hechos ya han pasado dos días y lo que no ayuda es que hay dos polizones en su vida; Magnus y su novio. Ni hablar de Crowley y la bruja de su madre.

Gracias a Gabriel se enteraron de las cosas que habían pasado en los últimos meses en su ausencia. También les contó cómo dieron con la futura madre y la verdad de su estado; los hermanos se sintieron agobiados por la noticia; claro que Dean no le caía esa mujer, pero no quería que esta muriera.

Regresando al tiempo actual los cazadores preparaban todo los necesario para el nacimiento; Sam leía libros sobre nacimientos de ángeles, pero Castiel le dijo que los seres celestiales eran creados no nacían como los humanos. Dean por su parte se obligo a tratar a la mujer que le quitaba tiempo con su mejor amigo.

La tal Kelly no era mala, era una buena mujer que solo cometió el error de creer en Lucifer, sin imaginar que arruinaría su vida por completo; lo que más admiraba de ella, es que sabiendo que no viviría para ver a su hijo, ella estaba dispuesta a ser ese sacrificio; le recordó a su madre, que dio su vida por Sam.

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Mientras que los Winchester tenían sus asuntos en una habitación al final del pasillo un incendio se apagaba; con sus cuerpos cubiertos de sudor por la actividad realizada se hallaban en la cama el brujo y el ojiazul. Sabían ambos que deberían ayudar afuera en el caos, pero el tiempo sin verse les pareció eterno y Magnus propuso que una sección de sexo arreglaría el problema, bueno su problema.

Se dijeron entre ellos que debían arreglar su tensión para poder idear un plan para abrir un portal; el cual Magnus podía hacer, pero que en este mundo sus poderes se veían limitados. Ahora echados más relajados y concentrados en el tema, hablaban de posibles soluciones para volver a su mundo y averiguar cómo es que se cerró el portal.

—Tal vez fue Lucifer —dijo Alec entrelazando su mano con la del brujo.

—Eso mismo estaba pensando yo, seguro que no desea más cazadores por este territorio.

—Es lo más seguro, pero me alegra haber podido ingresar a este mundo, no resistía la idea de estar lejos de ti—le confesó el cazador.

El brujo recostó su cabeza en el pecho del cazador.

—Por lo que debemos preocuparnos ahora es la llegada de ese bebé.

—¿Del anticristo?

—No le llames así, es un bebé.

—Lo siento, pero en los libros así le llama a ese bebé.

—Los libros no siempre dicen la verdad, además es mujer tiene un Alma buena, la pude sentir.

—No sabía que podías ver almas.

—Yo no veo almas, solo tengo un sexto sentido de brujo que me permite saber si alguien es bueno o malo. Me paso contigo.

Alec sonrió de lado; para acto después besar a su pareja.

—Te amo.

—También te amo, Alexander -ahora fue el turno del brujo en besar al cazador. Al separarse se miraron a los ojos; Magnus sabía que era tiempo de romper la magia así no quisiera era necesario—. Ya es hora de volver, tenemos trabajo que hacer.

Alec soltó un suspiro.

—Si, debemos ponernos a trabajar—El brujo asintió dando pequeñas caricias al rostro del ojiazul.

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En estado de zozobra se encontraba Dean después del ataque del arcángel, sabia que ese no sería el único intento de Enias. Es por eso que él y su hermano buscaban una forma de acabar de una buena vez con todo el asunto; pensaron que tal vez en los archivos de Los Hombres de Letras había algo que les pudiera ayudar.

El problema era que se enfrentaban a dos entes un ser celestial y Lucifer, aunque este último también era un alado. Según los informes que les dio Gabriel es que esos dos se habían aliado, pero conociendo al angel caído tenía un as bajo la manga y el riesgo que se apoderara del cielo eran altas ya que desconocían los acuerdos de aquella alianza.

Mientras se pensaba en alguna solución sintió un aleteo, pero en vez de asustarse solo levanto su mentón para toparse con los zafiros azules de su mejor amigo, por un breve momento el verde esperanza y el azul color del cielo se miraban intensamente. Sintiendo un impulso de lanzarse encima del angel desvió la mirada hacia la mesa vacía; Castiel se enderezó y también miró a otro lado, por un largo minuto la sala se quedó en un silencio incómodo. Para salir de la situación, Dean fue el primero en hablar.

—¿Cómo está?—El cazador preguntaba por Kelly.

—Bien, solo un poco cansada—El rubio asintió.

Otra vez el silencio incómodo, la tensión entre ellos se podía oler a kilómetros.

Según el cazador ya había dado el primer paso hace un momento y eso fue iniciar la conversación, ahora esperaba que el angel hiciera lo mismo. Para alivio del ojiverde su amigo lo hizo.

—Me alegra verlos aquí—Removió la silla para tomar asiento—. Vamos a tener un bebé.

—¿Vamos?—dijo Dean.

—Sí -afirmó Castiel—. El es bueno, me ha mostrado lo que desea y...

—Espera...—Levanto su mano en señal de alto—, ¿dijiste él? ¿entonces va ser un niño?—Vio a su amigo mover la cabeza en señal de afirmación—. Y eso que vamos a tener un bebé es mucha gente, Cas; la que va tener un bebe es ella.

—Dices eso porqué no has visto lo que ese niño puede llegar hacer, Dean—Se apoyó sobre la mesa—, no te imaginas lo que me ha mostrado—Dean miro los ojos del angel y estos brillaban con esperanza e ilusión, se quedo maravillado, pues nunca lo había visto así.

—¿Así?—Apoyo su espalda en la silla y cruzó sus brazos—. Pues eso no es lo que leí en los libros, esas cosas son...

—Bebé, Dean. Es un bebé.

—Lo que sea, lo que leí de ellos no es un cuento color de rosas.—Apoyó sus manos en la mesa—. El libro no miente, Cas o ¿si?

Castiel desvió su mirada.

—Lo sabía, tu también sabes eso.

—Sí—se puso de pie—, se lo que esos bebés pueden hacer, pero el es diferente. Me mostro un mundo sin dolor, sin guerras, un mundo en paz.

—Y le creíste—El también se puso de pie.

—¿Qué pasa, Dean?

—¿De qué? A mi no me pasa nada—Se llevo las manos a su cintura mientras miraba al ojiazul con enojo.

—Eso es lo que quiero saber—Rodeó la mesa para plantarse frente al rubio, que por inercia dio un paso hacia atrás—, desde el otro mundo tienes esa aptitud conmigo y no entiendo el porque.

Dean bufo molesto.

—¿De verdad no tienes idea, del porqué estoy así?—El angel negó—.Llegamos a ese mundo por ti, pasamos esas horribles cosas por tu culpa, ni siquiera nos dijiste que te ibas al cielo, desapareciste por meses... Pero no, el señor soy un Angel del señor—hablo imitando la voz de Castiel—, se metió en problemas y quien vino a avisarnos, ¿quién crees?...Pues si, el mismo que quiso matarnos hace poco y ¡Todo por tu culpa!—Le apuntó con el dedo.


—Eso es lo que crees—Su voz se escuchaba rota—. Pensé... que... bueno, no importa—retrocedió unos pasos, tenía la mirada perdida-, me iré con Kelly.

Sin decir nada más, camino hasta la salida de la sala; justo en eso Sam hacia su entrada.

—Hola Cas, ¿cómo vas?—preguntó pero el castaño fue ignorado por su amigo—.Ok... —Se quedo mirando como el angel se iba cabizbajo del lugar. Sam llevaba varios libros en su mano, así que cuando llegó a la mesa los dejo y busco la mirada de su hermano, percatándose que este lo evadió; supo ahí que algo había ocurrido entre ellos, y se decidió averiguarlo—¿Sabes que pasó con Cas?—Como lo esperaba no recibió respuestas, pero el era terco y haría hablar a su hermano—.Dean, ¿qué pasó?

El castaño seguía sin recibir respuesta de su hermano, cansado de esa aptitud decidió irse por la tangente.

—Veo que no vas a hablar, entonces iré con Cas —Vio como su hermano se movió incómodo por sus palabras—, con suerte él me dirá lo que paso.

—¡No te atrevas! —gritó el rubio, mirando con enojo a su hermano—. Lo que pase entre Cas y yo no es tu asunto o ¿acaso te gusta?

—Sí —respondió. Aunque eso era mentira, pero quería ver la reacción de su hermano—. Por eso quiero ir a verlo, ya que no va llegar a tener nada contigo—hizo una mueca—, tal vez yo podría intentar no se, ser su no...

No termino se hablar porqué recibió un fuerte golpe; se percató después que su hermano le había roto el labio.

—No te acerques a Cas—amenazó—, no te atrevas, si lo haces te juro que...

—¿Vas a golpearme de nuevo?—Se puso de pie, pues con el golpe había caído al suelo.—¿Sabes? Me das lástima, Dean. Cas te ama, todos nos hemos dado cuenta de eso, pero tu solo lo alejas.

—Tu no entiendes la razón.

—No hay razón alguna para que hagas eso, nunca te das una oportunidad.

—Conoces como este negocio, todo lo que amamos muere; hemos perdido tantas veces a Cas...La ultima vez pensé que fue para siempre, no quiero eso.

—¿Tienes miedo? Por eso lo alejas, pero no te has dado cuenta que comparten este mundo.

—¿No entiendo lo que quieres decir?

—Eso, él es un angel y tu un cazador, no le tienes que cuidar o esconder de los demonios, por todos los cielos, Dean—Levantó sus manos—, ustedes dos han matado a tantas criaturas y hablas de miedo. Tu único miedo es el no querer confesar tus sentimientos y no puedes negar eso, ¿estoy en lo cierto, Dean?

El mayor aparto la mirada de su hermano, Sam no necesito una respuesta esa reacción era su respuesta.

—Sam tiene razón —los hermanos miraron al recién llegado—, no deberías esconder tus sentimientos.

Gabriel se puso a lado de Sam.

—Tu no tienes derecho a decirme que hacer.

—Sí, si lo tengo—El arcángel dio unos pasos hacia el rubio—. Castiel es mi hermano, mi hermanito; no voy a dejar que un tipo como tú le haga daño.

—Ni siquiera sabes el porque estábamos discutiendo, no puedes opinar.

—Kelly, ella es el motivo—Dean abrió los ojos de la sorpresa—, aja... era eso entonces—Volvió a dar unos pasos más hasta llegar frente al mayor de los Winchester—. Me has dado una buena idea, haré que Cassie se enamore de la mujer y veré si hay alguna manera que esta sobreviva al parto—Se llevo su mano derecha al mentón—. Eso es lo que haré, muchas gracias Dean. Cuando todo esté consumado de mandaré la invitación de la boda.

El truquero sonrió con burla al rubio y camino hacia la salida.

—Bye boys —salió agitando su mano.

—Hijo de perra —dijo entre dientes Dean. Que salió de la biblioteca enojado y dejando a Sam con una sonrisa de satisfacción.

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En la otra dimensión los cazadores de sombras leian los libros de la biblioteca en la casa de la hada; buscaban información acerca del porqué se había cerrado el portal. Jace era el más preocupado, pues la runa parabatai había cambiado de color, era gris; lo que le ponía más nervioso era no sentir a su hermano, muchas ideas pasaban por su mente.

Por otro lado Izzy apuraba a su esposo para que cargara montañas de libros a la mesa; ella más que nadie quería ver a su hermano claro sin olvidar a Magnus. Pero sabia que si hallaba al ojiazul también hallaría a su cuñado; conocía bien a su hermano, antes de pensar en regresar, Alec buscaría primero al brujo. Eso era una de las cosas que más amaba de su mayor, siempre dejaba todo por las personas más importantes.

Justo leía su tercer libro, cuando su teléfono comenzó a sonar, era el sonido de llamada; sin mirar el identificador contestó.

—Hola, ¿Si? ¿Quién es?

—Ya no reconoces la voz de tu padre, Isabella.

Pa...papá.

—Si, soy yo. Ahora dime ¿dónde está tu hermano y cómo es eso que la clave los busca?

Si algo hacía que a la chica se le erizara la piel, era dos cosas: una, Simón tocando su cuerpo y dos, que su padre esté enojado, pues sabía que ni Raziel mismo podrían controlar la furia de Robert Ligthwood.


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