🌧️


Parpadeaba repetidas veces tratando de acostumbrarse, pero no importaba cuantas veces abriera y cerrara los ojos, ella no era la ilusión que creía. La muchacha de cabellera castaña si se veía alegre mientras atendía a las personas con su característica sonrisa cuadrada.
"¿Cómo es que puedes estar tan feliz todo el tiempo?"
Le preguntaba Yoongi demasiado curioso al respecto.

—Debes entender porque sentiste todo lo que sentiste y porque ya no debes sentirlo—le respondía YeSol dejándolo aún mas confundido que al principio.

Si pudiese describirla con una sola palabra, Min Yoongi diría que era intrigante, tal vez hasta enigmática. Pocas cosas suponía de alguien, pero ella lo incitaba a suponer. Se preparaba para el examen de medicina, según los títulos de los libros que siempre le acompañaban, manejaba una motocicleta más grande que ella, parecía muy alegre todo el tiempo, pero su aspecto...¿Cómo describir su aspecto? ¿Bonita? Bonita era una palabra lo bastante común para siquiera empezar a describirle, ¿Cómo saber si era bonita cuando todos esos hematomas cubiertos erróneamente con maquillaje le eclipsaban tal belleza? Min Yoongi mentiría si dijera que no tenía curiosidad del porque tan descuidado aspecto. Es decir, la joven era tan delgada que temía por ella cuando hacía algún movimiento brusco, su tés era tan pálida como la del pelaje de un oso polar, como si fuese muerta en vida, sus ojos marrones, tan arrogantes como los de un labrador que sabe que ha nacido libre, la nariz punteaguda que podría pincharle un dedo, sus labios partidos, como si hubiesen estado expuestos a temperaturas bajo cero por mucho tiempo, y su cabello, parte trenzado y parte suelto, pero todos tan castaños cuán otoño.
Sin embargo, aún luciendo de tal manera, aquella joven le recordaba al atardecer. Era una persona que le hacía bien al mundo...porque ella brillaba, y lo hacía tan resplandeciente que sólo te quedaba contemplarla y disfrutar.

Min Yoongi deseaba ser como ella, libre y feliz, sin embargo, aún con simplicidad en su aspecto, una enorme complejidad rodeaba sus pensamientos. Y en ese momento no pudo evitar recordar la reciente sesión:

Creía que estabas mejorando—le menciono la doctora Kim con esa decepcionante expresión en su rostro.

Siempre decepción en su rostro.

—También creí eso, pero...

—Ella no volverá Min—le interrumpió la peli roja causando que su pecho se comprimiese—Y no puedes hacer nada para cambiar lo sucedido, no eres culpable de nada...

—Pero si responsable de todo—soltó con los ojos ya cristalinos—Yo...

—La amabas—le interrumpió sonriendo nostálgica—Pero ya debes dejar de torturarte con tales recuerdos, con las preguntas, estás enfermo de infelicidad y solo desarrollaras más tu fobia.

La doctora tenía razón. Tenía que aprender a vivir con lo sucedido, o seguiría enfermando.

Cansado, salió de aquel consultorio al que visitaba cada semana, desde hacia ya un año. Sin embargo aún no había mejoría alguna, y Min no podía simplemente culpar a la doctora, en realidad, conversar con ella acerca de su sentir y pensar le hacía sobrellevar las cosas tremendamente, si había alguien a quien echarle la culpa, era a él, a nadie más que a él por no permitirse mejorar.

El cielo esa tarde se hallaba nublado, caminaba de vuelta a su trabajo que relativamente se encontraba cerca, sumergido en vagos y triviales pensamientos. Su jefe le permitía salir a mitad del día para asistir a su sesión y luego volver desde hacía un año ya.

Sin previo aviso, gotas comenzaron a caer haciendo que su caminar se detuviera por completo. Recibía leves empujones por las personas que venían detrás suyo, y que no se percataron de su repentina pausa..

Con su corazón ya algo agitado, se alejo del paso y se recargó sobre el vidrio de la cafetería.

Su respiración comenzaba a fallarle, la garganta se le cerraba y le impedía tan siquiera que el aire pasara, su pecho se oprimía, sentía que se ahogaba, que moriría en cualquier segundo al recordar su piel bajo la suya, como sonreía cuando acariciaba su mejilla y como sus manos recorrían su torso, tan delicadamente como si del toque de una pluma se tratase.

Y comenzó a sentir pánico.

Su ansiedad lo poseyó como un virus, comenzó a llorar y se desmorono al momento en que sus piernas ya no reaccionaron.

"Su sonrisa antes era fácil causarla, ahora rogaba por verla aunque sea en un sueño, al menos un bosquejo de ella"

Empuñando sus manos se dejó caer mientras la lluvia lo envolvía como un remolino, todo estaba mal en él, su pulso, su respiración, cómo si dejara de existir todo a su alrededor, enfocándose así, sólo en el pasado, en esa noche...

Recién llegaba al lugar en donde había citado a su amada. Estaba nervioso, pero el nerviosismo era reemplazado por emoción al imaginar aquel anillo en su cuarto dedo.

De pronto notó como la gente se reunía en un punto específico, la lluvia estaba presente y por algún motivo, el no tenia un buen presentimiento. Con miedo, se acerco a la multitud a la mitad de la calle, percatándose al asomarse de algo que lo destruyó por completo. Ahí estaba su amada tendida en el suelo.
Y todo su mundo se derrumbó en mil pedazos.

Desde ese momento, todo había cambiado para el, se hundía lentamente en la tristeza y ya no sabía como salir, estaba tocando fondo.

La lluvia...Siempre traía consigo ese recuerdo, haciéndolo deambular, haciéndolo caer, de ahí su fobia a ella.

Una castaña lo observó angustiada desde dentro de esa cafetería, preocupada corrió hacia a él y lo tomó por los hombros.

—¡Min!—gritó, pero él la escuchaba en eco—Hey...—susurró posando su mano sobre la mejilla del peli negro haciendo que lo mirara a los ojos—Todo está bien—pronunció con dulzura—Todo estará bien, confía en mi.

No sé como explicarlo, pero se podía percibir como a su alrededor todo desaparecía, y sólo cruzaban miradas.

Estaban siendo abducidos por su mente, y esta los llevaba al momento en donde nacían las constelaciones, eran de otro mundo.
Aquel era un momento cósmico.
Sólo diré, que con solo mirar la sonrisa de esa chica de cabello castaño y mirada brillante, todos los miedos de Yoongi se durmieron, su respiración comenzó a volverse tranquila y...en sus brazos la vida nuevamente lo abrazó.

El silencio presionó su roto corazón, hizo secar y desaparecer el dolor, como un milagro.

Su voz lo elevó al cielo, sacudiéndolo suavemente. Después de todos esos sentimientos difíciles y la desesperada espera.

Por fin la suave lluvia cayó sin hacer un solo sonido.
Y cómo un rayo de esperanza, vino a su corazón.

Qué importaba ya el final, con semejante principio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top