Capítulo 71: Venganza...

Y hola todo el mundo.

Lamento tanto la tardanza, pero ya estoy trabajando en las escuelas, y para mí mala suerte tengo que dar matemática avanzada a cursos altos, imagínense dar eso a adolescentes de 17 años, si, un reto difícil, pero acá de cabeza para plantarle frente, como todo latino que se respete.

Y bueno, aunque ahora los capítulos son una publicación de cada mes o más desgraciadamente, agradezco mucho el apoyo de todos que me dejaron sus comentarios, por gestos como estos sigo aún haciendo historias.

Y como saben la de Una llegada está inesperada en su última saga, estemos atentos.

No le quitó más tiempo, disfruten del capítulo.

Disculpen los errores ortográficos.

"hablar" personaje hablando.

"Hablar" personaje pensando.

"Hablar" nombres de las técnicas.

(Hablar) palabras del autor o aclaraciones.

############ Cambio de escenario o lugar.

Capítulo 71: Venganza…

Ya habían pasado dos días desde que se fueron de ese pueblo, liberando a las personas que habían sido secuestradas por Hama, algunos de ellos traumatizados y con cicatrices que tardarían toda su vida en tratar de olvidar.

Los lugareños han sentido tan agradecida con ellos, que juraron no decir nada de que el equipo Avatar había estado en su pueblo, y qué la muerte de la bruja del bosque quedaría solo como un secreto.

Todo parecía haber estado bien, ya recuperados de todo el daño decidir tomarse un descanso en una isla pequeña desolada.

"¿Ah comido algo?"

Sentados alrededor de una fogata, todo el grupo de adolescentes se quedó viendo la tienda de campaña en la que estaba encerrada por los dos últimos días Katara, que se negó a comer.

"No…" Sokka dejó con cuidado el plato frente a la tienda, con la esperanza de que su hermana menor saliera a tomarlo.

"Tranquilo Sokka, solo necesita tiempo" consoló el monje a su amigo.

Todos sabían que el encierro de la maestra agua del grupo era por Hama, una mujer que les había mentido, engañado e incluso dañado, por no decir que también casi les cuesta la vida.

"¿No cree que alguien tenga que entrar a hablar con ella?" cuestionó a Ty Lee que se sentía mal por la chica, y aunque ella se ofrecería a entrar y tratar de levantarle el ánimo, no sabría qué decir o hacer para hacerlo.

"No es una buena idea, hoy es un pésimo día" Sokka tiro de inmediato cualquier intento de que alguien entre a querer hablar, hoy era un pésimo día.

"¿Ah qué te refieres?" Mai y el grupo miro confundido al mayor de los hermanos de la tribu agua, que tenía una mirada triste.

"Hoy se cumplen ya trece años desde la muerte de nuestra madre, normalmente en estos días, Katara no quiere hablar con nadie"

"¿Su madre?" Azula miro de reojo la tienda.

"Si" con una mirada baja, Sokka empezó a recordar cosas, que a veces quería que fueron diferentes, "Todo parecía normal, era un día soleado y brillante, algo bueno en el polo sur, Katara y yo jugábamos con los otros niños de la aldea, hasta que la nieve negra empezó a caer"

Los de la nación del fuego sabían de ese apodo que los maestros agua le pusieron a las cenizas que dejaban sus barcos, como un aviso de mal augurio de su llegada a las aldeas.

"Los ataques de la nación del fuego eran poco comunes, desde que los maestros agua fueron erradicados de nuestra comunidad, no vinieron más. No sé porque vinieron, todo fue demasiado rápido, atacaron y luego de media hora de enfrentarnos a ellos, solo se fueron…" dando un profundo suspiro, se quedó mirando fijamente la tienda, "Hubo heridos, nada demasiado serio, pero si una muerte"

Sokka y su padre tenían varias teorías a lo largo de los años del porque fue ese ataque repentino, y hace tiempo decidieron el guardar el secreto entre ellos.

Todo sea para que Katara pudiera dormir tranquila.

Al menos eso es lo que ellos querían.

"Yo hablaré con ella"

Mas de uno casi se rompió el cuello al voltear a mirar con incredulidad a la princesa Azula.

"No te ofendas, pero hasta Momo sería más de ayuda que tú" Apunto Sokka, que tenía sus dudas de si dejar o no que la princesa fuego entrara a la tienda.

Ignorando a todos, la adolescente entro a la tienda y no tuvo que buscar mucho en la oscura tienda, para ver en una esquina a Katara, acostada dándole la espalda y con su mirada puesta en la pared.

"Por favor sal"

"No"

"Quiero estar sola, sal de aquí"

"No" respondió de nuevo Azula, que se sentó con calma en el borde la bolsa de dormir de la maestra agua, que siguió dándole la espalda, "¿Por qué derramas lágrimas por una anciana decrépita que intento asesinarte?"

"…"

"No es como si la hubieras matado, yo fui quien pinto de rojo el suelo con su cerebro" La princesa no tuvo una pisca de delicadeza al hablar, no tenía porque hacerlo, o mejor dicho no quería.

Le gustaba ser clara y breve.

"¿Si tanto te afecta la muerte de la anciana? ¿Significa que te arrepientes de haber salvado la vida de mi hermano y la mía?"

"No…" respondió de inmediato Katara, removiéndose en la bolsa de dormir, se abrazo a si misma, "Se supone que Hama era de nuestra tribu, y en nuestra tribu todos cuidamos, porque todos somos familia"

"Ya no estás en tu tribu, estás en el mundo real, donde todas tus creencias son irrelevantes" las palabras de la maestra gueog fueron como brasas sobre la piel de Katara, que la hicieron estremecerse.

"No me trates como una tonta, también fui parte de esta guerra"

"Lo se, como médica" Azula mantuvo todo el tiempo una mirada afilada y expresión de piedra, "Tu recibes gente moribunda, rota y acabada, y depende de ti el salvarlas, yo fui quien mando a muchos al hospital, a otros a la tumba, dependía de mi el cuánto viviría mi enemigo"

"…"

"Escucha, Hama se convirtió en el enemigo en el momento que quiso lastimar a las personas que aprecias Katara, en una pelea todo lo que importa eres tú y las personas que amas, eso es todo, así es el mundo…"

Azula no quería ser tan extensa en esta charla, pensó que con todo lo que dijo sería suficiente para hacer que la chica madurara y se levanté, aceptando lo que hizo.

Pero seguía perdida en su propia culta y desesperación.

"Se quien mató a tu madre"

Y la ira es mejor que la desesperación.

"¿Qué?" Katara se levantó de golpe de dónde estaba recostada para mirada incrédula a la princesa.

"Hace 13 años la flota de los cuervos de mar fue la última que invadió la tribu agua del Sur"

Azula recordaba todas esas clases que su padre la obligaba a tomar, más a ella que a Zuko, que fue desterrado antes que su entrenamiento militar más estricto empezara.

Sus más grandes victorias.

Sus más grandes fracasos.

Todos eran eventos y batallas que como la princesa de la nación del fuego tuvo que aprender, para algún día será una general más que excelente que estuviera bajo las órdenes de su padre.

Ahora toda esa información vino con ella.

No le sorprendería si su padre hizo un cambio completo a la estructura militar, solo para evitar que ella le dijera algo que sirviera a la resistencia.

Dejando eso de lado, recordaba una de las más grandes 'victorias' de la nación del fuego, y esa era la erradicación de la última maestra agua de la tribu agua del polo Sur.

"¿Por qué haces esto?"

Por su lado Katara aún trataba de entender lo que acababa de escuchar, estaba confundida.

"La ira que impulsará tu venganza, es mucho mejor que una desesperación patética por la muerte de una anciana"

"…" Katara se quedó sentada un largo minuto en el suelo, con sus ojos rojos e hinchados, con marcas oscuras bajo sus ojos mostrando que también le había costado el dormir,

"Si en verdad lo quieres, deseas que pague por lo que hizo, te veré a la media noche en el risco, te estaré esperando…"

Sin mas, la maestra fuego salió de la carpa, dejando sola a una aturdida Katara, que pasó su mano por su collar, el collar de su madre.

Apretándolo con fuerza, su mirada se torno más sombría.

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El día fue pasando un poco mejor, al menos Katara los acompaño para el almuerzo y la cena, aunque en todo ese tiempo no le había dirigido la palabra a nadie, y la mirada que ella tenía tampoco ayudaba.

Parecía perdida en sus propios pensamientos.

La luna brillaba con intensidad en el cielo nocturno, ya se estaba haciendo tarde y todos se fueron a sus respectivas tiendas a dormir, al menos eso era lo que pensaba Katara, que salió a escondidas de su tienda.

Caminando en silencio, llegó hasta donde la esperaba una silenciosa Azula, que estaba tirando algunas manzanas a Nya, que extrañamente parecía dócil ante la princesa, que acariciaba su nariz.

"¿Estás lista?" sin voltear a mirar a la maestra agua, tiro su bolsa en la silla de montar.

"Si" antes que Katara pudiera subir, se quedó quieta al ver varias siluetas detrás de ella, no tuvo que girar para saber quiénes eran.

"¿Qué hacen?" Pregunto con sequedad Sokka, que levanto una ceja al ver a la princesa fuego y su hermana menor vestidas de negro, con bolsas en sus espaldas.

"Justicia" Katara arrojó su bolsa sobre la silla de montar, pero un torbellino de viento hizo que volara a las manos de un angustiado Aang.

"Katara… Azula nos dijo lo que quieres hacer"

Katara le dio una mirada mortal a la maestra fuego, que se encogió de hombros.

"Lo que haremos no es asunto suyo" respondió con sequedad al tomar su bolsa de nuevo de las manos del Avatar.

"El matar al hombre que te quito a tu madre…" esa frase fue suficiente para que Katara se detuviera en seco y le devolviera la mirada al Avatar, que tenía una expresión de inquietud ante lo que su amiga haría, "¿Qué planeas ganar con eso?"

"Paz"

"La paz nunca es traída por la muerte de otro"

"Esto no es un templo aire Avatar" está vez fue el turno de Azula se hablar y sorprendentemente se puso a la defensiva del lado de Katara, "Las enseñanzas de esos monjes no sirven en el mundo real"

"El perdón es una de las enseñanzas más grandes del mundo, y sin ella tú no estarías aquí Azula" fulminó Aang mirando a los ojos a la princesa.

Aang se mantuvo firme en sus ideales, negándose a qué las personas menospreciaran las enseñanzas de su pueblo, no los obligaría a pensar como su pueblo, pero al menos quería hacer que lo escucharan.

Volviendo a mirar a la maestra agua, siguió hablando, "Yo se lo que el perder Katara, de un día a otro perdí a todo mi pueblo, amigos, a cada persona que me importaba en el mundo ya no estaba, ¿Y tú crees que eso no me lleno de irá? ¿De odio contra la nación del fuego?"

Por cada pregunta que hacía, Aang se acercaba a Katara, hasta quedar cara a cara con ella.

"Tu estuviste ahí, viste en lo que el odio y rabia me convirtió, casi los lastimó a ustedes, casi mato a Naruto, por ser consumido por el odio de algo que no estuvo en mi control, yo no pude salvar a mi pueblo antes, y tú no pudiste salvar a tu madre, con la muerte ninguno de ellos volverá"

"No todos somos el Avatar" Katara dio un paso atrás y le dio la espalda al maestro aire, sin saber que su respuesta hizo que el se sintiera herido, "No puedo vivir conmigo misma si no hago esto"

"Yo digo que la dejen hacer esto" Zuko sabía reconocer la mirada de alguien enojado, y los ojos de la chica lo decían todo, si se ponía en sus zapatos, el haría lo mismo.

"Yo también, si en verdad es lo que quieres" Toph asintió con la cabeza, si Katara quería matar solo al hombre que mató a su madre, le parecía correcto que lo haga.

"Creo que hay cosas que son cosas que uno tiene que hacer" con su corazón de guerrera en su mano, Suki no negaría que ella haría lo mismo, sin dudarlo.

"Yo creo que es una mala idea" Ty Lee tímidamente levanto su mano, ella estaba lejos de entender la posición en la que estaba la maestra agua, pero ella no creía en lo que haría, "Yo… no creo que tú madre hubiera querido eso, a ella le hubiera gustado que seas feliz, no con la sangre de ese hombre en tus manos"

"Ty Lee tiene razón" Mai le dio una mirada penetrante tanto a Katara como Azula, "Esto no solo es la muerte de un soldado de la nación del fuego, ¿Cómo crees que se tomará la nación del fuego que uno de los suyos fue asesinado por una de las personas más cercanas al pilar Naranja y Avatar? Estamos en una guerra fría ahora, la menor provocación hará que todo empiece de nuevo"

"No si no nos descubren" respondió con calma Azula, "Nadie sabrá que si quiera estuvimos involucrados"

"Es un riego demasiado alto para algo como esto" Sokka encaro a su hermana menor, serio por la decisión que estaba por tomar, "A mi también me duele la muerte de mamá, y por más que quiera meterle una bala en la cabeza del hombre que lo hizo, no estoy dispuesto a adelantar la guerra y perder miles de vidas por una"

"Entonces no amaste lo suficiente a mamá"

*Golpe*

Todos se quedaron sumidos en un silencio incómodo y con la boca abierta, al ver como Sokka le dio una dura bofetada a Katara.

"¡Fue la madre de los dos Katara! ¡No te atreves a decir de nuevo que no la amaba lo suficiente!" grito más que enojado Sokka que por primera vez en toda su vida, le levantó la mano a su hermana menor.

Katara le devolvió una mirada cargada de furia, "¡Entonces demuéstralo! ¡Ayúdame acabar con el monstruo que nos quito a nuestra madre!"

"¡Estas cometiendo un error!"

"¡Pues que así sea!" Viendo que todo estaba yendo de mal a peor, Katara se sintió aprisionada por todas las miradas sobre ella, pero sus ojos se quedaron en la única persona que aún no decía nada, "¡¿Y tú?! ¡¿No tienes algo que decir?!"

Todas las miradas se dirigieron hacia un silencioso Naruto, que estaba sentado sobre una roca, con una mirada difícil de descifrar.

"No puedo decirte que hacer Katara, tu tomas tus decisiones, como también la que lidiara con las consecuencias" Naruto se levantó de la roca y camino con tranquilidad hasta su bisonte, tomando las amarras, se las tendió a Katara, "Pero, si yo también tuviera la oportunidad de ir por el hombre que arruinó mi aldea, asesino mis padres y daño a tantas personas, yo también lo buscaría"

"…" Katara tomo las amarras aliviada de que el le diera está oportunidad, o al menos eso pensó hasta que vio que no soltó la cuerda.

"El camino de la venganza es uno oscuro y dañino, muchos se pierden en ellos sin saber cuándo parar, espero tu sepas cuando hacerlo antes que sea demasiado tarde" soltando las amarras, Naruto le dio una última sonrisa a la maestra agua, que junto a princesa subieron al bisonte, que de un solo golpe de su cola.

Ya estaba elevándose en lo alto del cielo, perdiéndose en la oscuridad de la noche.

El resto del equipo Avatar se quedó mirando el cielo, hasta que poco a poco, cada uno de ellos volvieron a sus respectivas tiendas, para tratar de seguir durmiendo, pocos lo lograron.

"¿Estas seguro de esto?" cuestiono el Avatar, que se quedó para poder hablar con el shinobi, que le respondió encogiéndose de hombros.

"Todos tenemos historias que tienen que tener un final, solo espero que esto no haga que se extienda más y se termine arruinando a si misma, todo depende de ella"

Monje y shinobi se quedaron mirando como ambas se perdían a la distancia volando en el bisonte, que flotaba suavemente en los cielos de una noche estrellada.

De luna llena.

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El viaje no fue largo, la bisonte era mas rápida que cualquiera de las naves, globos o invención que la nación del fuego podría haber creado hasta ahora.

El primer punto de llegada fue el corazón de la comunicación de la nación del fuego, por dónde toda la información valiosa o banal pasaba.

De forma silenciosa, Nya sobrevoló la torre de comunicaciones, y sus dos únicas pasajeras saltaron hasta el techo de la torre, por dónde de inmediato ubicaron una ventana por donde podrían entrar.

Evitando ser visto por cualquiera de los soldados, las dos maestras elementales corrieron por los pasillos, escabulléndose de los pocos guardias que vigilaban, llegaron hasta su objetivo.

Derribando la puerta de una patada, Azula ni siquiera le dio tiempo de reaccionar al General detrás del escritorio, cuando corrió hacia el y envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, fue solo cuestión de apretar hasta que se desmayara.

Empujando sin cuidado al soldado a un closet, la princesa dio un suspiro de molestia al quitarse la máscara, que estorbaba más de lo que hubiera querido.

"Busca lo que sea que nos diga dónde esta la flota del cuervo de mar"

Acatando las palabras de la princesa, Katara la ayudo a revolver la oficina y solo fue cuestión de pocos minutos, hasta que encontraron lo que estaba buscando, un mapa que decía el recorrido de la flota del cuervo de mar.

"¿General?" desde fuera de la habitación, un soldado se exaltó al ver la puerta rota, entrando de inmediato a la oficina se quedó viendo la única ventana de la habitación, que estaba abierta de par en par.

Alejándose de la torre, Katara y Azula compartieron una mirada al ver el mapa, solo era cuestión de unas horas más de vuelo.

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El tiempo pasó, y se vio en medio del mar a un solitario barco circular, los tripulantes ignoraban que encima de ellos volaba un bisonte, que dejó que sus dos pasajeras abordarán el barco.

"¿Así que… tu suegra ahora vive en su casa?"

"Si, y estoy considerando seriamente el irme a vivir con mi hermano hasta que se vaya"

Los soldados parecían demasiado centrados en charlas sin sentido, que notar que entre las sombras dos figuras entraron a la cabina del capitán.

Este último estaba disfrutando de un té, hasta que se alerto al escuchar el cerrar de la puerta de la cabina, antes que pudiera moverse, sintió unos dedos tocar su cuello.

"Te mueves, te mueres" murmuró Azula al oído del capitán, que trago cuando fue empujado lejos del timón y arrojado al medio de la cabina, "Hoy te enfrentas a tu destino"

"¿Qué-e?" el hombre no entendía que sucedía, gruño cuando sus piernas fueron pateadas y se vio obligado a estar de rodillas ante la otra intrusa, "Estamos-s en un cese al fuego-o ¡Esto es traición!"

"Eso no te salvará" Azula tomo de forma brusca el cabello del capitán y lo obligó a levantar la cabeza, para que mirara a los ojos a Katara, que lentamente hizo que una larga cuchilla de hielo se formará en su mano derecha, "Vamos, es todo tuyo"

"¡Espera-a!" los intentos de gritos del capitán terminaron cuando los uñas de la princesa se clavaron en su cuello.

Katara levanto su mano derecha y por fin haría lo que tanto había querido hacer desde que encontró el cuerpo de su madre en su hogar.

Matar al monstruo de sus pesadillas.

Pero antes que la hoja de hielo pudiera tocarlo, miro sus ojos.

Azula levanto una ceja al ver como la cuchilla de hielo se volvió agua, y la maestra agua dejó su postura para solo quedarse parada.

"No es él"

"¿Qué?" Azula levanto una ceja.

"Nunca olvidaría su cara, mucho menos sus ojos… no es el" murmuró Karata mirando fijamente al rostro del capitán, no era el maestro fuego que estaba buscando.

"Carajo" Soltando al capitán de su agarre, Azula dio un profundo respiro, "Esto se está complicado más de lo necesario, dígame capitán, ¿Hubo otro maestro fuego que haya dirigido está embarcación los últimos años?"

"No diré nada" gruño el capitán a las dos enmascaradas.

"Habla" Azula lo pateó contra la pared y piso su cuello como advertencia de lo que vendría, "Es tu única opción"

"¡Jamás entregaré a un hermano de la nación del fuego! ¡Un gran soldado! ¡Un gran camarada! ¡Un gran hombre!"

El capitán sabía muy bien de la postura en la que estaba, y no diría una palabra, por su honor como soldado de la gran nación del fuego.

Lastima que Katara no lo viera de esta forma.

"¿Un gran soldado?"

El agua que corría por las tuberías del barco se empezaron a agitan, haciendo que el metal empezara a expandirse y fisurarse.

"¿Un gran camarada?"

Azula tuvo que soltar al capitán y sostenerse de dónde pudo, cuando las olas del mar se empezaron a mover de forma brusca, empezando a sacudir la nave y todos los soldados pensaron que una tormenta se avecinaba.

Sin embargó, lo único que había en el cielo, eran las estrellas y la brillante luna llena.

Todo creado por una sola persona, que sentía su propia sangre hervir de furia.

"¿Un gran hombre?" murmuró con una voz fría Katara, que extendió sus manos hacia adelante, con un brillo que nadie había visto en sus ojos.

El Capitán del barco no sabía que sucedía, de un momento a otro su cuerpo se congelo, no podía mover un solo músculo.

Confundido grito cuando fue arrastrado por una fuerza invisible, al menos fue lo que pensó al principio, cuando en realidad era la sangre que circulaba por su cuerpo, cada gota de ella estaba a merced de la maestra agua.

Qué movió sus dedos.

*Crack*

Un hueso.

*Crack*

Otro más.

En una melodía repugnante, los huesos del maestro fuego se empezaron a romper ante la presión de su cuerpo, que se torció de formas Anti naturales.

Azula fue testigo de cómo Katara hizo su voluntad sobre el cuerpo del capitán, que grito en agonía ante un dolor inimaginable que hizo que gritara con todas sus fuerzas.

"¡Capitán Yosua!"

Azula tomo una silla y la trabó contra la puerta de la cabina que fue golpeada por los demás soldados, que escucharon los gritos de su capitán que se volvían más fuertes a cada segundo.

"¡Al que proteges no es un gran soldado, un camarada ni un buen hombre! ¡Es un monstruo!"

Katara separó sus manos y como alguna vez lo hizo la mujer de la que aprendió la técnica, sus dedos tiraron los hilos que controlaban el cuerpo de su marioneta.

"¡Basta-a! ¡Por favor-r! ¡Basta-a-a!" los gritos de suplica del capitán cayeron en oídos sordos, cuando quedó suspendido del suelo, y cada una de las extremidades de su cuerpo estaban a punto de separarse de su cuerpo.

"Mierda… es una técnica monstruosa" Azula empujó la puerta para que los soldados se mantuvieran afuera, y fue testigo de una habilidad que incluso a ella hacía que gotas de sudor frio bajaran por su frente.

La sangre control… que técnica más aterradora.

"Dime…" torciendo sus dedos Katara estaba a punto de romper al hombre en pedazos, quería hacerlo, era posiblemente la única oportunidad que tenía para encontrar al monstruo que arruinó su familia.

Tenía que encontrarlo.

Tenía que enfrentarlo.

Tenía que hacer justicia.

Finalmente la moral del capitán del barco, antes que su cuerpo.

"¡Yon Rha! ¡Su nombre es Yon Rha! ¡Vive retirado en la isla Jade al noreste de la nación del fuego!"

Ni bien dijo eso, el capitán cayó con pesadez contra el suelo, jadeando de dolor y agonía.

Katara de quedó mirando fijamente al soldado, varios pensamientos pasaron por su mente, le había roto sus huesos, rasgado sus músculos y dejado secuelas que tardaría incluso años en recuperarse.

¿Qué había hecho?

"Yo…" Por instinto quiso acercarse sacando agua de su bolsa, al manos tratar de aliviar el dolor y hacer que su recuperación sea más rápida.

"¡No-o! ¡Aléjate-e! ¡Aléjate-e de mi!"

Los gritos del soldado fueron interrumpidos por la ruptura de una ventana, provocado por una silla lanzada por Azula, qué al ver cómo están por entrar los soldados, tomo a la maestra agua de la muñeca y la arrastró para saltar por la ventana de la cabina.

Justo en ese momento los soldados entraron y dispararon sus llamas contra los intrusos, afortunadamente no llegaron a tocar el suelo, cuando fueron atrapadas por Nya, que de inmediato salió volando a toda velocidad, alejándose del bote.

Dando un suspiro de alivio, Azula se dejó caer con pesadez en la silla de montar, en su mano derecha estaba la palanca del motor del barco, la rompió como un seguro para que no la siguieran.

"¿Katara?"

"…"

La maestra agua estaba sentada abrazando sus piernas, con una mirada perdida en sus ojos, aún podía escuchar los gritos de ese hombre.

Su dolor.

Su agonía.

Su miedo.

"¿Quieres seguir con esto?" Azula se le quedó mirando fijamente, pensando en que tal vez pediría dar media vuelta y solo irse a dónde estaban los demás.

"No…" sin embargó, ese chispa de sed de venganza seguía encendida en sus ojos. Katara negó con la cabeza y pasó sus manos por su cabello, con su suficiente fuerza para tirar de su cabello y hacerla gruñir de dolor, una distracción que la haría centrarse de nuevo, "Quiero seguir"

"Llegaremos en seis horas, será mejor que duermas un poco"

"Yo no-"

"No era una sugerencia Katara"

Apretando los dientes, la chica no tuvo más opción que asentir con la cabeza, para luego recostarse y tratar de descansar, muchos pensarían que con tantas cosas en mente, le costaría dormir. Y está no fue la excepción.

En el largo viaje que le esperaba a las dos maestras, ninguna pego un ojo hasta que en el horizonte se vio salir el Sol, su brillo rápidamente fue opacado por nubes negras que empezaron a cubrir el cielo.

"¿Estaré haciendo lo correcto tío?"

Fue la pregunta que se hizo a si misma Azula, al ver de reojo a Katara, que estaba sentada abrazándose a si misma con seguro miles de pensamientos pasando por su mente.

La princesa creía firmemente que esto era algo necesario, algo que fortalecería y haría crecer como persona a la chica de la tribu agua, cerrar un círculo que la marco en su infancia.

Ahora no estaba tan segura.

"No hay vuelta atrás" pensó al ver a la distancia la isla que era su destino.

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Malditos gusanos, estaban arruinando su huerto.

Y el clima, esperaba que no lloviera, arruinaría las plantas más delicadas que había plantado la semana pasada, tenía un encargo para la florista que no podía arruinar.

Yon Rha dejó de trabajar en la tierra al mirar sus manos.

¿Cómo pasó esto?

El antiguo comandante de la flota de los cuervos del mar, el fue uno de los soldados más dedicados y condecorado de su nación, por haber cumplido una de las tareas más importantes es su tiempo.

Había sido un gran soldado, que nunca había dado un paso atrás en todo el tiempo en que estuvo al servicio de la gran nación del fuego.

Dado de baja por su edad, nunca olvidaría el día en que fue despreciado al negarle un lugar en la mesa del señor del fuego como un concejero de guerra.

¿Acaso no había dicho suficiente?

¿Acaso no había besado suficiente pies ni soportado suficientes insultos?

¿Acaso la pila de cadáveres que dejó por su nación no fue suficiente?

¿Y está era su recompensa?

"¡Estos tomates son una mierda!"

El comandante retirado frunció el ceño cuando unos tomates fueron arrojados a su espalda por su madre, que como siempre escupía y denigraba que lo que su huerto podría ofrecer.

"¡Ve al pueblo y trae verduras de verdad!"

"…" apretando sus puños hasta hacerlos temblar, el viejo soldado dejo lo que estaba haciendo para ponerse de pie, "Si mamá"

No sé había casado.

Estuvo más enfocado en ser soldado como para algún día tener una familia propia. Tal vez uno de sus mayores arrepentimientos.

Sin esposa.

Sin hijos.

Sin amigos.

Sin nada.

Solo una madre senil que la odiaba tanto como odio a su padre, que a diferencia de el, tuvo las pelotas o la cobardía para decir basta y solo irse.

El quedarse con su madre, había sido una de las peores decisiones de su vida.

Se había arruinado su propia vida, era la simple conclusión que sacó al ver su vida entera.

Resignado Yon se fue hasta el pueblo, fue un viaje de media hora en comprar todo lo que su madre le pidió, y cuando estaba de regreso, tuvo que apretar el paso ante las gotas de lluvia que empezaron a caer.

Aunque de un momento a otro, se detuvo en seco. Al ver a dos siluetas en su camino.

Cómo soldado no dudo en arrojar sus compras y disparar una bola de fuego contra los posibles ladrones, que fueron los suficientemente tontos para intentar robarle.

Las llamas ni siquiera llegaron a tocarlas, cuando un remolino de fuego azul consumió su ataque.

"¿Qué?" solo había una persona quien tuviera esas llamas y el pánico lo invadió, por reflejo intento darse la vuelta para huir.

El agua que había a sus pies por la lluvia, se congelo haciendo que cayera, esto volvió a ser liquido para esta vez ser látigos que lo tomaron de sus tobillos.

Tuvo que gritar cuando fue levantado del suelo y estrellado contra un árbol, ya pudo escuchar el sonido de varios de sus huesos romperse que lo hicieron gruñir de dolor.

"¡¿Qué quieres de mi?!" grito en pánico tratando de arrastrarse lejos de sus atacantes, pero unas estacas de hielo lo atraparon contra el árbol.

La maestra que controlaba el agua se acercó a el, quitándose la máscara que cubría su rostro, dejando ver una seria y gélida Katara.

"Tu vida"

Azula levanto una ceja cuando en un radio de cien metros, las gotas de lluvia se quedaron flotando, para rápidamente formar un domo de agua.

Esto definitivamente llamaría la atención.

"¡¿Y tú quien eres?!" varias posibilidades venían a la mente de Yon, en su vida como soldado había hecho muchos enemigos.

¿Una maestra agua?

¿Alguna de las dos tribus? No, tenía que ser de la tribu norte, el se sabía muy bien que la tribu del Sur ya no había más…

El comandante se quedó mirando fijamente el rostro de la chica, cada característica de ella, su tono de piel, su cabello, sus ojos, esa mirada.

"¿Me recuerdas?"

Katara había esperado tanto este momento, lo había repetido incontables veces los últimos años, cada palabra que diría, cada cosa que haría.

"¿Tú eras la maestra agua?" Yon estaba en shock, en su mente las piezas fueron tomando su lugar, una de sus mayores proezas en la guerra, había sido una mentira, "Tu madre me mintió… tu eras la que debió morir ese día"

Katara sintió un nudo en su garganta y lágrimas que empezaron a acumularse en sus ojos.

Su madre lo era todo, era la mujer que admiraba, que más amaba, por hacer lo que toda madre debía de hacer, proteger a sus hijos sin importar que.

"¡Espera-a!" viendo como las estacas de hielo parecían crecer y apuntar directo a el, "¡Tome la vida de tu madre-e! ¡Toma la vida de la mía! ¡Y estaremos a mano!"

El silencio luego de esas palabras fue tan pesado y sombrío, solo interrumpido por el caer del domo de agua y las gotas de agua que cayeron encima de ellos.

Tanto Katara como Azula, ambas chicas que habían tenido un lazo tan fuerte con sus respectivas madres, sintieron su estómago revolverse con asco ante tal trato, por parte de un hombre que lloraba y rogaba por su vida.

Bajo.

Patético.

Ruin.

Una basura.

Eran los insultos más 'suaves' que pasaban por las cabezas de amabas.

"Toda mi vida te odié…" la voz de la maestra agua se torno más sombría y fría, mirando con puro odió al hombre que lloraba a sus pies, "Pero también te temía, por ser el monstruo de mis pesadillas, uno que me atormento por años y el verte ahora… me das asco"

"…"

"No tengo que matarte, porque se que la vida de alguien tan patético como tú, es peor vivir una larga vida como lo que es… no vales la pena"

La lluvia continuo cayendo, todo el hielo se había derretido y la maestra agua solo miro con asco al hombre a sus pies.

Nunca había matado a nadie.

Tal vez nunca lo haga.

Y tampoco comenzaría con alguien tan bajo, que vería la muerte como un escape de una vida mediocre y vacía.

"Vive una larga vida, recuerda mi cara, como yo recordé la tuya, recuerda que fue la hija de la mujer que mataste, que te tuvo de rodillas, llorando y suplicando como un cobarde, dejando ver lo que siempre fuiste… un cobarde inútil"

Sin decir más, Katara se dio media vuelta y solo camino, alejándose paso a paso de ese lugar, dejando atrás de un roto Yon que tenía su rostro contra el barro aún de rodillas.

Azula se quedó mirando al comandante casi con pena, solo casi.

Su orgullo estaba roto.

Su honor perdido.

Y en su punto más bajo en su vida.

No había peor cosa para un maestro fuego, que son educados desde la cuna que no había nada más importante que el honor y la victoria.

Y ella no se equivocaba.

Yon sentía el mundo venírsele encima.

¿Qué fue lo que le sucedió? ¿Cómo pudo terminar así?

"Tu…" levantando la cabeza del barro, su mirada parecía perforar la nuca de Katara, sus emociones pasaron de ser miedo, pánico y estupor, a ser solo irá, "¡Muere!"

Katara apenas pudo voltear cuando vio un enorme tornado de fuego venir a quemarropa hacía ella, por instinto intento cubrirse, pero en ningún momento sintió el calor de las llamas.

El viejo comandante si lo sintió, cuando vio como su ataque fue tragado por llamas azules, que lo consumieron a el también.

Azula bajo lentamente sus manos, cuando su ataque dio de lleno contra ese hombre.

Las dos vieron su cuerpo cubierto de fuego y escucharon sus gritos de agonía mientras se retorcía en el suelo, en un vano intento de apagar las llamas giro por el suelo tratando de apagarlas.

Pero ni la lluvia ni lodo, pudo apagar las llamas azules, que en el momento que lo golpeó, ya había quemado la carne hasta sus huesos.

Fue solo cuestión de segundos, para que cayera de rodillas y diera unos últimos segundos, cuando finalmente cayó contra el suelo y no se movió.

Katara estaba paralizada, sin embargó no pudo despegar la mirada del cuerpo carbonizado, la peste de la carne quemada llegó a su nariz y solo vio carne negra en su rostro irreconocible.

Tembló cuando una mano rozó la suya, y lentamente movió la cabeza para ver a una callada Azula, que tomo su mano con suavidad.

"Se termino Katara…"

"…" los hombros de la chica empezaron a temblar sin control, se mordió el labio intentando ahogar sus sollozos, pero de sus ojos no dejaban de salir lágrimas.

Azula casi cayo cuando Katara se abalanzó sobre ella, para envolver sus brazos alrededor suyo, apretándola en un fuerte abrazo en que la maestra agua rompió en llanto.

Paralizada al principio, la maestra fuego devolvió el abrazo.

"Esta bien… déjalo salir"

Katara lloro como no lo hizo en toda su vida, cayendo de rodillas aún fue sostenida por Azula, que la consoló cada segundo.

La lluvia se había detenido, y las nubes empezaron a separarse, dejando que los rayos del Sol iluminaran a las dos chicas, que se quedaron ahí por varios minutos.

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Chan

Channnnnn

Channnnnnnnnn

Channnnnnnnnnnnnn

¿Qué les parece?

Déjenme en los comentarios que les pareció, su opinión siempre será importante. Cómo siempre les deseo la mejor de la suerte y salud a ustedes y sus familias.

Sin más CHAAAAAAUUUUUUUUU y que les vaya bien.


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