5. Ardor
Lincoln recordó con cierta nostálgia sus lunes matutinos cuando era un niño, ya que eran un completo e irremediable caos, sin embargo, esto se queda pendejo cuando vió por primera vez como 6 mujeres despertaban a sus hijas e hijo para prepararlos y mandarlos bien desayunados a la escuela.
Y digo 6 porque Lily tenía que regresar en la madrugada a la universidad mientras que Lisa le hacía el favor de cuidar a Lani. Lori tenía ciertos problemas con su hija y esta última iba la universidad en línea. Leina había dejado la universidad para trabajar en el negocio de moda de su madre porque le gusta diseñar ropa. Y Lisa porque tiene un bebé y aparte trabajaba dentro de un búnker casualmente construido en el patio de la casa.
Mientras veía como se preparan para comenzar el día, Lincoln toma una taza de café chopeando unos cuernitos, ya que no tenía vela en el entierro.
—Oye papá ¿Puedo pedirte un favor? – llegó Lemy con su mochila en la espalda y su almuerzo en su mano.
—¿Cuánto? – preguntó el albino confundiendo al su hijo.
—¿10? – Lemy recibió diez dólares.
—¿Algo más? – Lincoln quitó el cuernito de su boca y bebió un poco de café.
—Gracias, pero no me refería a eso... Más bien quería me fueras a dejar a la escuela.
—¿Por qué? ¿Qué no viene el autobús por ti?
—Si... Pero... Necesito que vayas... Porque... Es el día día que los padres vayan a contar de su trabajo... – habló Lemy sonrojado por lo que decía.
—Eso es muy conveniente por ser mi día libre y por estar aquí ¿No?... Es mucha casualidad para no ser planeado.
—Tienes razón, pero enserio quiero que vayas. Ya no quiero que digan que mi papá es el pelirrojo de la zona rosa.
—Está bien... ¿Y tus hermanas?
—¿Cuáles?... – por unos instantes se le olvidó que sus primas son sus hermanas. —¡Oh! Pues vamos en la misma escuela... Es preescolar, primaria y secundaria siendo la escuela más completa y grande del lugar.
—Sigo diciendo que es mucha casualidad, pero he visto escuelas así... ¿A qué horas quieres que vaya?
—A las 9 en adelante, solo pregunta por mi nombre y te dirán donde estoy.
—Ahí estaré Lemy... Ahora largo antes que se vaya el autobús.
Con una sonrisa Lemy salió corriendo fuera de la casa y fue de los últimos en subir al autobús.
Lincoln fue testigo como todas sus hermanas se iban a sus respectivos trabajos donde sólo Leni se despidió de él con un beso mientras que el resto de sus hermanas les preocupó más llegar temprano a su trabajo. Lori estaba un poco alterada porque de las tres cafeteras de la cocina solo había un jarra para una taza de café, sin embargo, normalmente toma dos o tres dependiendo del día o la situación.
Cuando la casa por fin estuvo sola, el albino no podía dejar de pensar en sus hijas y de alguna manera, quería regresar en el tiempo para estar con ellas desde el primer momento en que llegaron al mundo, pero no podía.
Terminando su café, Lincoln fue a la cocina a lavar su taza y cuanto estaba apunto de irse, escuchó a alguien salir de una habitación del segundo piso.
La únicas personas entre comillas que había en la casa son Lisa y las bebés que estaban con ella, aunque pensara que por Luan y Lisa había el doble de seguridad en la casa, no quería correr riesgos.
Caminó sin hacer ruido y se dirigió a la cocina donde escuchó el ruido de alguien preparando un desayuno. Se asomó unos centímetros por el marco de la puerta y vió como una chica rubia un poco más alta que él, preparaba su desayuno.
Conocía a Loan porque Lori la mencionó un par de veces ayer en la cena. Le contó que tenía problemas en poder controlar sus emociones y que no era una buena intentar hablar con ella, ya que la asustaría y haría que gritara hasta que volviera a Leina de su trabajo debido que Loan le tiene pavor de conocer gente nueva.
Lincoln vió su reloj y le falta poco para ir a la escuela de sus hijos. Tragándose las ganas de hablar con Loan, el albino se fue lentamente sin hacer ruido a la escuela al evento de sus hijos.
•~{ ❁ }~•
Se sentía nervioso, la última vez que entró en una escuela fue porque el salón de maestros se estaba incendiando porque un pendejo metió un Taco Bell bien culero al único microondas descompuesto de la habitación, provocando un corto circuito y quemando las cortinas.
Dejando de lado esto último, la escuela era grande porque había tres edificios principales donde los niños cursan su periodo escolar. Cada uno de los tres tenía su desmadre, ya qur dependía mucho de la edad de los niños, si eras de preescolar tenía muchos juegos, si eras de primaria te quitan la mitad y te ponían hacer ejercicio, y si eras de secundaria te quitan todo y te ponían hacer ejercicio hasta hacerte llorar.
Cuando estaba apunto de entrar en el edificio de la primaria, se detuvo mirando al suelo.
Recordó que tenía a una niña de 3 años que tal vez tenía la ilusión que él fuera a presentarse como su papá y demostrar que la quería. Con remordimiento y dándole prioridad a la menor, fue al edificio de preescolar y le preguntó a una prefecto en donde podía estar su hija.
...
—Creí que me dijiste que tu papá era pirata Kaite – dijo Lizy sentada en una mesita a un lado de su amiga.
—Ya no, vino a vivir conmigo, mi hermana y mi mamá, ahora vende casas – habló una pequeña niña con un gorro en forma de gato recargando los brazos y su cabeza sobre la mesa. —¿Y de qué trabaja tu papá Lila?
—No sé, yo no tengo papá – dijo otra niña de piel oscura con una simple e inocente sonrisa. —¿Y vendrá tu papá Lizy?
—No, se me olvidó decirle que viniera – Lizy se sintió un poco triste mientras sus dos amigas intentaban animarla.
De repente tocaron la puerta, la señora que cuidaba a los niños del salón levantó su trasero de la silla de la maestra y abrió la puerta.
—¿Usted quién es? – preguntó la doña.
—Me llamo Lincoln Loud, soy el papá de Lizy y vengo por lo que dice este cartel – decía mostrando el papel que arrancó de la pared a un lado de la puerta.
La señora dejó pasar a Lincoln sorprendiendo a su vez a la pequeña Lizy. Mientras le sonreía a su hija, el albino tomó la silla del escritorio de la maestra y se sentó frente a niños como si fuera Chabelo.
—Buenos días niños, me llamó Lincoln y soy el papá de Lizy... Soy bombero y solo responderé preguntas ¿Alguien se anima? – un par de niños levantaron sus manos. —Si, el niño del fondo.
—¿Es viejo?
—No, así es mi color de cabello.
—¿Ha bajado gatitos de un árbol? – preguntó Kaite levantando su mano.
—Si muchas veces, hay un parque en frente de la estación y muchos niños que me piden bajar a sus mascotas de los árboles... Una vez bajé a un mono...
Lincoln continúo respondiendo las simples preguntas que le hacían los niños con mucha paciencia y amabilidad. Lizy se sentía muy emocionada porque creyó hizo magia usando su mente porque su padre llegó de la nada cuando pensó en él e intentó aparecer un dinosaurio.
Después de 10 minutos, la maestra entró al aula y lo primero que vió fue al albino sentado en la misma posición en la que llegó.
—Papi ¿hasta cuándo te vas a quedar? – dijo Lizy levantando su mano.
—Creo hasta que venga su maestra.
—Pues miss Darcy ya llegó hace un rato – respondió Lizy señalando a su maestra con el dedo detrás de su padre.
—Que curioso, conozco a alguien llamada Darcy – decía el albino levantándose de la silla.
Cuando giró su cabeza para ver a la maestra, sintió como si cayera a un abismo de espaldas nada más verla al rostro. Darcy observó a Lincoln con una mirada molesta y recordando la última vez que lo vió, no podía dejar de tener resentimiento por su abandono.
Nervioso, Lincoln pensó en la única manera de escapar ante esa situación.
—Eh... Niños, ya me tengo que ir para dejar que otro papá se presenté – cuando Lincoln estaba apunto de salir, miró hacia atrás. —Niños recuerden, si ven un incendio o ven un fuego de repente en cualquier lugar, llamen al 911 al departamento de bomberos, estaremos ahí en donde nos necesiten... Adiós... – El hombre salió corriendo fuera del edificio.
Darcy no podía dejar de sonreír, el momento de que su hija conociera a su familia paterna había comenzado y su cómplice sería nadie más que la pequeña Lizy.
...
—¡Sigue sin venir el adefesio de tu padre, como siempre Leia! – decía una niña con traje de exploradoras violeta y mostraba en una sonrisa sus dientes afilados y con aparato dental.
—¡Eso no te importa Stephanie y no me estés mirando pinche síndrome! – expresó Leia desde el otro lado del salón de clases.
—Leia... Sabes que puedo encargarme de esto si tú me lo permites – decía una niña castaña sentada detrás de la rubia.
—Por supuesto que no Gwen – habló Leia molesta. —Para hacer eso, tendrías que derivar a Rufus, pero lo que tiene de bruto lo tiene de inamovible.
—Una opción sería ensuciar imagen, pero ella conoce todos nuestros trapos sucios – decía una niña de piel oscura delante de Leia.
—Sería muy estúpido hacer eso Marsha... ¿Que tal si nos metemos con su mente? – expresó Gwen hablando con la de lentes.
—Hice pruebas sutiles en para cambiar su forma de pensar, pero su mente es inmune a cualquier otra forma externa que no forme parte de sus principios.
Sin previo aviso, Leia vió como su padre entró al salón de clases con mucha seguridad y serenidad. Se colocó enfrente del salón de clases para observar principalmente a rubia de coletas, ya que los niños a esa edad son bien mierdas porque usando cualquier error, lo usaban para burlarse de alguien aunque fuera solo una vez.
—Buenos días, mi nombre es Lincoln, soy bombero de oficio y el padre de Leia... Solo responderé preguntas... – dijo el albino con mucha calma hasta que un niño del fondo levantó la mano. —¿Si niño?
—¿Es viejo?
—No, tengo 35 años y así es mi color de cabello.
—¿Cómo los bomberos pueden distinguir de un incendio provocado por uno accidental? – preguntó Marsha levantando su mano y sacando de onda a sus amigas por la pregunta.
—Sencillo... Tienes que ver dónde se extendió la llama hasta su punto de inicio. Los incendios provocados siempre hay restos como por ejemplo las marcas de la gasolina en el suelo y eso incluye el olor...
Mientras que Lincoln seguía respondiendo las preguntas de los niños, Gwen se inclinó un poco para susurrar algo a Leia.
—Creí que tú papá era uno de esos asquerosos empresarios que pagaron millones por estar con tu mamá.
—Yo también... Cuando se lo pregunté me dijo que jamás haría eso... Aunque por lo menos no es un pordiosero... Al menos hace un servicio a la comunidad, aunque suene cursi.
No quería expresar lo que sentía, pero Leia le agradó muchísimo que su padre viniera a presentarse en su salón, no para cerrarle la boca a Stephanie, sinó saber que si le importa sus sentimientos.
Pasó un cuarto de hora y los niños dejaron de preguntarle cosas relacionadas con los bomberos y el fuego para preguntar cosas que nada que ver.
—¿Usted sabe quién es el changoleón?
—No niño... ¿Alguien quiere que le responda sus preguntas relacionadas con mi trabajo? – dijo Lincoln para luego ver qué todos los niños dejaron de levantar su mano. —¿No?... Bueno, yo procedo a retirarme... Sin ven un incendio contacten al 911 al departamento de bomberos, estaremos ahí en menos de 5 minutos.
Lincoln procedió a irse no sin antes mostrarle una sonrisa a su hija aunque ella se mostrara indiferente. El albino se fue asegurándose que la maestra del salón de clases no era alguien que conozca.
...
Impaciente, Lemy mira puerta del salón de clase esperando que su padre llegara.
Puede que esté tardando un poco más de la hora acordada, sin embargo, seguía con la esperanza que llegaría en cualquier momento. Ni siquiera le importa que el padre de uno de sus compañeros fuera el vocalista de su banda favorita, esos momentos le parecía molesto e irritante.
—Vamos... Largo... – habló Lemy entre dientes.
Cuando el músico por fin se fue del salón, Lincoln se asomó por la puerta asegurándose que Lemy estuviera adentro y que no tuviera un algún pasado con su maestra. Y no era su culpa, o tal vez si, en la clase de Lizy vió a una niña con rasgos parecidos a los suyos, no quería saber si que tenía más hijas de aquí a 20 años.
Por otro lado, Lemy se sentía aliviado y feliz, ya que por fin le quitarían un enorme peso de encima y lo dejarían de señalar por rumores absurdos difundidos por Lupa.
—¡Es él wey! – alzó la voz un niño apuntando a Lincoln.
—Buenos días – el albino entró al aula siendo reconocido por algunos niños. —Soy Lincoln, el papá de Lemy... Ya me conocen y saben de que trabajo... Solo preguntas – cuando terminó de hablar el niño del fondo levantó la mano. — ¿Si niño?
—¿Es viejo?
—No niño, tengo más de 30.
—¿Alguna vez se le ha quemado una persona cuando entró en un edificio en llamas? – preguntó un niño de piel oscura con rastas sentado a un lado de Lemy.
—Legalmente no puedo decirlo, ni mucho menos a niños...
Pasó un tiempo, Lincoln terminó de responder las preguntas de los niños, no daré más detalles porque me da hueva.
—¿Alguien tiene otra pregunta? – expresó Lincoln un poco cansado.
—¿Conoce al hijo del chapulín? – dijo el mismo niño del fondo.
—No... Bueno niños, ya me tengo que ir... Si ven algún incendio llamen al 911 y esperen a que vengan los bomberos... Adiós...
Lincoln salió del salón de clases con un enorme agobio, su última parada sería en el edificio de la secundaria para ir a ver a Lacy, Lynn III y Lupa.
Hace 13 años, Lincoln vivió la época más ninfómana y fuera de control de su vida, ya que tenía relaciones sexuales sin límite con cualquier mujer que se le puso enfrente y a su vez tocando fondo. Lo curioso es que ninguna se negó, al contrario, aceptaron encantadas por Lincoln aún tiene la fama de hacerlo tan fuerte que se rompen los condones, y el miedo de toparse con una de sus bendiciones no reconocidas en el edificio era palpable y lo tenía nervioso.
Pero decidió mantener la calma y dejar de pensar en sí mismo, para hacerlo por sus hijas.
...
Mientras que esperaba su turno fuera del salón, Lincoln dejó de sentirse nervioso porque no tenía una justificación lógica. Era casi imposible que todas sus "ex novias" tuvieran una hija de él, y más que fueran a la misma escuela, y mucho más que compartieran la misma aula.
Cuando por fin salió la parodia gay de Viruta y Capulina, Lincoln entró confiado y sin temor al salón de clases, sin embargo, en era lo que esperaba.
...
Lupa comenzaba a quedarse dormida porque los padres de sus compañeros eran bien aburridos y eso que algunas no tenían papá. Lacy y Lynn III jugaban a lanzarse una pelota sentadas en sus lugares mientras que la albina se encontraba entre ellas.
—¿Cuánto va Lynn? – preguntó Lacy sin dejar de lanzar y recibir la pelota.
—Dos a una, pero no cantes victoria – decía Lynn III con total concentración, pero desapareció cuando vió a su padre entrar por la puerta, lo que provocó que no atrapara la pelota.
—Tres a una, si sigues así me deberás un chocolate extra – Lacy tomó la pelota que rodó a sus pies. —Pero quita esa cara, pienso compartirlo contigo ¿Y a quién señalas?
Lacy giró la cabeza y vió a su padre entrar por la puerta, lo que provocó que se quedara estática. Por instinto, le dió un fuerte zape a Lupa.
—¿Cuál es tu problema? – habló la albina molestándose con ahora su hermana. —No ves que ver vejestorios contando chistes mucho más malos que de los la tía Luan me dan dolor de cabeza – en unos segundos se dió cuenta que su padre estaba dentro. —¿Quién de las dos le dijo que viniera? Se supone que no le íbamos a decir nada para no romper la costumbre.
—A mí ni me mires – habló Lynn III acercándose a Lupa. —Los únicos que han hablado con él fueron Lemy y tú.
—Entonces fue Lemy... Que bueno que sé dónde están escondidos sus discos de colección...
...
—Eh... Buenos días... – el albino vió a sus tres hijas. —Mi nombre es Lincoln Loud y soy el padre de Lynn, Lacy y Lupa... – después vió a una niña pelinegro con una diadema rosa. —Soy bombero... – luego vió a una niña rubia con un mechón azul turquesa. —Trabajo en la estación número 2 de Royal Woods... – observó a una niña morenita de lentes y coletas. —Soy de primera línea... – seguido vió a una niña narizona con ropa deportiva. —Y solo responderé preguntas, ¿A..alguien se..se..se anima?
En el silencio el niño del fondo levantó su mano.
—¿Es viejo?
— Nmms.
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