Capítulo 32
Viscoso, textura de dudosa procedencia.
Amarillo, parecido al puré de papa.
Chicloso igual que un queso.
El aroma era queso, evidentemente.
—¿Qué está mal con el nombre y la coherencia con lo que veo?—preguntó en voz alta.
El jugo de calabaza fue una deliciosa elección, natural, fresca y limpia. A diferencia de todas opciones dichas por la cabeza vudú.
Con decisión, introdujo la cuchara en esa sustancia pegajoso. Y lo extrajo como para introducirlo a su boca.
—¡WAaaaaah! —un grito rotundo se escuchó venir de la porción.
Su mano soltó la comida. Su corazón estalló en pánico y empujó la mesita unos metros lejos suyo. Casi cayendo de la cama por esa cosa.
La mesita de ruedas rodó un poco. Encima de la mesa, la cuchara se movía como si tuviera vida propia. Gritando y mirándolo como si... Estuviera con vida.
«¡Carajo! Allí está el grito»pensó totalmente perturbado, pálido y con el corazón a mil.
—Esto no puede ser cierto...—negó estupefacto acercándose con cierto escalofrío recorriendole la espina dorsal, tocando con valentía la masa y ésta volvió a repetir el grito.
—Claro que puede ser cierto, eso es un Queso Grito. —se escuchó la voz masculina del padre de Mavis.
Sam volteó rápidamente su cabeza hacia el ventanal, tragó saliva, avergonzado por haber quedado en ridículos seguramente.
—¿Cómo se come esto? De esto no hay en mi tribu...—contesta tratando de recobrar su postura.
—Común. Esto no me sorprende, después de todo eres un... Humano —expresa con desinterés Drac, mientras se encuentra sentado en el marco del ventanal— Eso se come como cualquier otra cosa, se traga y ya. No hay truco alguno, ¿O es que un mestizo como usted le tiene miedo a esto?
Sam percibió la ironía y gracia en el tono de voz que utilizó Drac, por lo que, miró de vuelta a la comida y luego tragó saliva. Demostraría que era valiente, y que a eso no le temía.
—No le tengo miedo.
Y tras la guía previa de aquella frase de que no hay truco, agarró, aguantó sus nervios, temblores y arcadas ante el grito que aquella comida dio, por lo que sin miramientos se lo metió a la boca y se lo tragó como mas pudo.
La boca de su estomago repercutió como una arcadas que disimuló no haberlo tenido, pero siguió comiendo hasta acabar con el plato de aquellos gritos que erizaron continuamente su piel tras cada bocado hasta que finalmente se lo acabó.
Es frío sudor, el estómago vibrando como si fuera intolerante a esa comida y la necesidad de tomar urgentemente la bebida, lo hicieron tragar como loco el ponche de calabaza.
—¿Y... Estuvo rico?—bromea Drac. Divertido al verlo pálido, tembloroso.
—Muy rico, señor. —contestó como pudo, Sam.
«Debo hacer que se vaya pronto, no siento muy bien mi estomago»pensó totalmente arrepentido de haberse querido creer más que justo comerselo en un ataque de orgullo.
—Bien, entonces, necesitamos tener una charla. Usted y yo. —dice Drac, sin cortarse ningún pelo, cruzado de brazos al haberlo mirado.
—Diga usted...pues.
—¿Cuánto quiere usted para alejarse de mi hija? ¿Dinero? ¿Vacaciones pagadas? ¿O mejor le borro su memoria?—pregunta Drac totalmente serio.
Sam se tensó como una liña al momento de escucharlas.
—No aceptaré ningún soborno. ¿Le he hecho algo malo a Mavis o a usted como para llegar a ese extremo?—preguntó serio, incapaz de siquiera aceptarlo.
—Tu existencia me roba toda la atención de mi hija. Ella no necesita a otro hombre que no sea yo, en su vida. ¿Puede comprender eso, usted?
Sam tensa su mandíbula. Nervioso.
—Usted siempre será su padre, yo no busco alejarse de su familia. Ella es mi vida pero se hará lo que ella desee hacer con su vida, yo solo velaré por el que sus sueños se cumplan —afirmó totalmente determinado, fiel a su impronta y su amada.
—Si ella te pidiera que te marches, ¿Lo harías?—preguntó extrañado.
—Si ella lo necesita, lo cumplo.
—¿Porqué? ¿Que ganas con eso? No finjas nada, tus intenciones aún no me las creo en absoluto —expresa Drac, apático y serio.
—Mi existencia se basa en cumplir las necesidades de mi impronta. Si ella es feliz lejos o cerca mío, cumpliré la petición que ella me pide. Ella es mi prioridad en esta vida —expresa nuevamente sin titubear.— Gano su felicidad, su paz y que ella esté feliz con lo que más quiera obtener.
—¿Porque es una prioridad complacerla a ese nivel extremo? —pregunta incómodo e inexpresivo.
—Porque ella es la razón de mi existencia. Si no es feliz, yo no merezco serlo. Si no la he protejo como debo, no merezco siquiera vivir. Daría mi vida tan solo por mantenerla a salvo, ella es el motivo por el que existo, vivo y sigo en pie. Estoy unido a ella desde que conectamos miradas, seré lo que ella necesite, Señor. Si necesita un amigo, lo seré. Si necesita un hermano, lo seré y si necesita un romance, seré su pareja. Lo que ella decida, lo seré en su vida y seguiré estando feliz con esa decisión —expresó fielmente Sam.
—¿Y eso no te molesta?—pregunta Drac incrédulo y ceñudo.
—No. Nací para ser esto. Cada miembro de la tribu Quileute debe ceder a la existencia de su impronta, debe luchar por su bienestar y si el destino lo permite, tener la bendición de tener descendientes. Pero, no busco por ello a su hija, amo su felicidad, su excentricidad, lo diferente que es a cualquier criatura que haya conocido y con más razón por ser una impronta diferente, la protegeré con mi vida. —determinó Sam— Dejeme demostrárselo, por favor.
—¿Y qué ganas con eso? No es útil lo que pides, humano. No ganarás nada con demostrarmelo —expresa Drac.
—Tal vez no gano nada. Pero al menos sabré que le demostré que puedo hacerla feliz. Señor Dracula, quiero pedirle el permiso para cortejar a su hija tal y como ella se lo merece, mi deseo es que ella sea feliz. Y me ha demostrado que si ambos tenemos un buen relacionamiento, ella estará contenta. Somos sus hombres más importantes en su vida. —comenta Sam
Sin embargo, Dracula levanta la mano y un hilo verde luminoso empuja a Sam contra la pared, totalmente abnegado.
—¡Ugh! ¿Pero qué le pasa?—se queja el nativo ante el dolor desprevenido.
—Eres demasiado bueno para ser verdad, tú escondes algo. Y no descansaré hasta descubrir cada una de tus mentiras. —contestó Drac.
—¿Y como hará eso?—pregunta Sam molesto, y frustrado.
—Contigo en el calabozo. Lejos de mi hija, hasta que te desenmascare —aclaró sentenciando el veredicto.
—¡Nos matará si nos separa!—rugió nervioso e histerico Sam.
—Mavis es inmortal. El único que morirá eres tu. —contesta con una sonrisa divertida— Sé que no eres tan perfecto como deseas agradar.
Sam se tensa molesto, pero en cuánto los ojos de su suegro brilla. Su cuerpo pierde movilidad, su corazón se paraliza y percibe el escalofrío de intromisión en su cabeza.
—¡No es justo! No está siendo justo.
—Nada debería serlo con los humanos.
«Si necesitas ayuda, llama a Blobby..»
Sam lo recordó y sin entenderlo. Como si fuera lo único que podría hacer para defenderse gritó:
—¡Ayúdame Blobby!
Drácula lo miró totalmente incredulo. Con los labios entreabiertos para luego mostrar su cara iracunda.
—¡Nadie te ayudará!
Pero aquello no dura mucho, ni más de medio minuto pasa, ya que de porque de un momento para otro, su cuerpo, nariz y boca perciben de nuevo un cambio de ambiente diferente. Uno verde, viscoso y carente de aire.
Su estomago se vuelca tras ver todo verde, engullido por una masa verde. Quiso gritar pero aquella masa, solo lo hizo hacerse un bolillo en su interior, y acelerar su movimiento rastrero en dirección hacia la ventana, Drácula no pudo hacer nada más que ver aquello con incredulidad.
Sam sólo logró ver como su cuerpo fue aventado con esa masa verde cubriendo su cuerpo por la ventana, cayendo por una gran distancia hacia el suelo, su corazón estaba a punto de tener un paro cardíaco con todo lo que parecía invadir su existencia y la proxima muerte a una altura bastante considerada y muy cercana.
Gritó mudo.
Pero solo sintió como rebotó.
Fue sacado de aquel interior, y toda cosa viscosa que lo había engullido, protegido de Drácula lo dejó de invadir al punto de sentir escalofríos que estaba seguro que permanecería en su memoria como un trauma.
Porque descubrió que Blobby era un monstruo de slime baboso.
Y era el único quién era el punto ciego para cualquier ataque de Dracula.
Blobby era un monstruo inmune a los poderes de Drácula.
Y se había salvado gracias a la recomendación de su impronta.
¿Pero a qué costo?
Su estomago no pudo más y terminó vomitando todo lo que había digerido previamente, sintiendo como su corazón pudiera salirse por su garganta. Su estado actual era exactamente lo que se podía denominador como: descompuesto.
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