Capítulo 4
Pov. Adaria
Me doy la vuelta y empiezo a salir del bosque, ya empieza a ser un poco tarde, por mí no hay problema, si puedo evitarlo, no volveré al infierno hasta dentro de una semana por lo menos, pero dentro de poco volverán a casa los padres de Anatia, y no me apetece que esos señores se preocupen por su hija, básicamente, porque a lo mejor la castigan y no quiero que sea por mi culpa.
-Eh, Adaria - me llama Anatia y volteo.
-¿Qué pasa? - le pregunto algo seria.
La verdad es que me siento incómoda al pensar que me puse sentimental, ¡YO NUNCA SOY ASÍ!, lo bueno es que la única que me ha visto es Anatia, y sé que ella no dirá nada, es más, no hará ni una mención de ello conmigo si así se lo pido, otra cosa por lo que me cae bien, ella nunca juzga o cotillea nada, es muy discreta, aunque demasiado curiosa.
-Eh, dijiste que después de la ceremonia esa te salía una marca ¿no? - dice nerviosa.
-Yo no llamaría a eso ceremonia - a mí me parece que es una mierda de acción como para llamarse ceremonia, casi hasta parece que te estás casando con esa persona - pero sí, le sale una marca con el símbolo de la familia del contrario, ¿por?
-Por casualidad, el símbolo de tu familia no será una corona dorada con lo que parecen ser almas en pena a su alrededor ¿verdad? - me pregunta con una sonrisa forzada y muy nerviosa.
-¿Cómo es que lo sabes? - pregunto extrañada.
A Anatia se le borra la sonrisa y muestra una cara de puro pánico, ¿qué le pasa?, empieza a balbucear cosas pero no la entiendo nada, es entonces cuando me muestra su muñeca izquierda y es que lo comprendo todo, en su muñeca está el símbolo de mi familia, ésto no puede estar pasando.
-Puta vida - digo sin poder evitarlo.
-Podías haberme avisado - me recrimina aún con pánico reflejado en su cara.
-Yo no lo sabía - le digo casi gritando - nunca en la historia una humana ha sido guardiana de un demonio.
-Dime que se puede deshacer, por favor - dice intentando calmarse.
-Me temo que no, un guardián deja de ser guardián cuando muere o muere al que protege - digo pellizcándome el puente de la nariz, esto no me puede estar pasando.
-Estoy frita - le oigo decir.
-No tiene por qué, yo no necesito un guardián, no hay ninguna necesidad de que ejerzas de ello, todo seguirá como hasta ahora, amigas y punto - digo seria.
-Ésto es raro.
-¿Ahora te das cuenta? - me burlo con un poco de humor.
Ninguna de las dos dice nada más y nos dirigimos a su casa, una vez allí nos despedimos y yo me voy por ahí a dar una vuelta. No me puedo creer que ahora tenga una guardiana, no me puedo creer que sea humana, Anatia me cae bien, sabe escuchar, es discreta, no me juzga, ni se mete en mis asuntos, por eso es que ella es mi amiga y no la he matado todavía, pero de eso, a ser mi guardiana, hay un trecho abismal, yo no quiero un guardián.
¿Qué se supone que hago ahora?, la pesada de la reina siempre que me ve está jodiéndome para que acceda a tener un guardián, y ahora lo tengo, pero es humana, lo nunca visto, y estoy segura que a mis padres no les gustaría, lo bueno, o lo malo depende del punto de vista, es que mientras tenga a Anatia como guardiana, no podré tener un guardián, ya que solo puede haber uno y ella va primera, sí, definitivamente estoy jodida.
-No sé cómo lo voy a hacer - farfullo molesta.
“Mis padres” siempre han sido unos jodidos estirados, siempre con normas y reglamentos por cumplir, siempre insistiendo para que deje mi personalidad, y me vuelva la mujer hecha y derecha que en un futuro tiene que ser la reina, ¿sabéis qué?, que se jodan, no pienso dejar de hacer las cosas que me gustan para ser algo que yo nunca he pedido ni quiero ser, que les den a los reyes y al reino entero.
Ahora lo importante es que nadie se entere que Anatia es mi guardiana, si no, tanto ella como yo estaremos en un lío, y aunque a mí no me importa meterme en líos, al contrario, me encantan, me dan la escusa perfecta para matar a la gente que considero insufrible; para Anatia podría significar la muerte, y eso es algo que no se merece, su único error fue aceptar ser mi amiga, no me parece justo que por eso pague con su vida.
Ya se ha hecho de noche, y me encuentro en la rama de un árbol observando la noche estrellada, en su momento pensé en ir y matar a alguien, pero tengo tantas cosas en la cabeza, que estoy segura que no pelearía como siempre, y aunque está claro que mataría a ese tipo, me avergonzaría a mí misma por el bajo rendimiento que tendría en su ejecución.
Suspiro frustrada, por más que dé vueltas al asunto, no se me ocurre nada, el lazo entre el guardián y su protegido es indestructible, solo la muerte lo puede romper, y ni Anatia ni yo vamos a morir para romper el vínculo, a ver, que no somos gilipollas, así que hay que pensar cómo lo haremos, aunque tal vez haya algún libro en la biblioteca de palacio que nos pueda ayudar, tengo que mirar, pero ag, para eso tengo que volver al infierno, solo espero no encontrarme con esa pesada.
Además, ahora que lo pienso, esos pesados plumíferos pueden ver todo desde debajo de la sotana de su papi, joder, espero que no hayan visto lo que hicimos en el bosque, porque entonces sí que estamos jodidas, es obvio que esos buenos para nada no se quedaran callados, sobre todo ese pesado de Gabriel, ¿no pueden enviar a otro?, ¿siempre tiene que ser el mismo pajarraco?, aunque admito que la presencia de Miguel me sorprendió ligeramente.
En fin, creo un portal al infierno y voy bajando las escaleras, porque sí, al infierno no hay una entrada como tal, sino que los demonios creamos portales para ir y venir entre ambos planos de la realidad, y siempre el portal se muestra como unas escaleras, para ir al infierno bajas, y para ir a la tierra subes, algo parecido hacen los ángeles, solo que ellos lo hacen volando y no andando.
Recorro las calles del reino sin prisa, todos lo que me ven prácticamente huyen de mí, y con razón, no por nada tengo la reputación que tengo. Llego al palacio e intento ir a la biblioteca, digo intento, porque, como me lo imaginaba, aquí está la pesada con los brazos cruzados y lista para volver a darme la puta charla, menudo día que llevo.
-Hola madre - digo sin ánimos e intentando no mostrar mi asco.
-¿Cuándo vas a madurar? - ya empezamos.
-Cuando me dé la puta gana - digo cansada de la misma maldita conversación.
-Esa no es forma de dirigirte a tu madre - me regaña.
-Me da igual - digo y continuo con mi camino.
-En verdad que no tienes remedio.
-¿Ahora te enteras? - me burlo de ella.
-Tu padre y yo creemos que ya va siendo hora de que tengas un guardián o guardiana, así a lo mejor entras en cintura.
Ya tengo una mujer, y ella es tranquila, no se mete en mis asuntos, ni me intenta convertir en una mejor demonio para ocupar mi futuro papel de reina de los demonios, ahora que lo pienso, a lo mejor que ella sea mi guardiana es lo mejor, es mi modelo ideal de guardiana, cumple con todos los requisitos que quiero, y que son los opuestos a mis padres.
-¿Me estás escuchando? - me giro a ver a esa mujer, al parecer me estaba hablando.
-La verdad es que no - digo y me encojo de hombros, ella suspira.
-Está decidido, hoy mismo tu padre y yo te buscaremos un guardián, lo quieras o no - dice y se va.
¿Quién se ha creído que es para meterse en mi vida?, me da igual que sea mi madre y la reina, ni ella ni mi padre van a elegir por mí, ¿qué se han creído?, ¿que yo soy una sumisa que aceptará lo que ellos quieran sin protestar?, ja, pues como que no, antes me clavo un cuchillo celestial en el corazón.
-¿Adaria? - oigo que me llaman, ésto no es posible.
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