Capítulo 3

Pov. Anatia

Cada vez tengo más claro que debo de estar loca para ser amiga de Adaria, ¿¡¿a quién se le ocurre describir así a los ángeles?!? Obviamente solo a ella, solo espero que no aparezca ningún ángel en mi habitación a regañarla, no sé muy bien cómo reaccionaría a ello, por un lado mi amiga, y por el otro un ángel, sí, definitivamente debo de estar loca.

-Deja de mirarme así - me dice Adaria sin ni siquiera dirigirme la mirada.

-¿Cómo quieres que te mire?, a veces dices cada burrada, solo a ti se te ocurre hablar así sobre los ángeles, y decir a una humana de que si fuera al infierno, no lo pasaría tan mal - ella se encoge de hombros.

-Es la verdad, así son los ángeles, y para ti, siendo mi amiga, acabar en el infierno no sería algo de lo que te tengas que preocupar.

-Por favor, deja de hablar de ese tema, no me apetece que un ángel te regañe delante mío.

-Descuida, tanto ángeles, querubines, e incluso arcángeles, se han rendido conmigo, así que descuida que no verás a ninguno regañándome.

-Eso espero - murmuro por lo bajo.

-Ya verás como sí - dice y se sienta en la silla de mi escritorio mirándome - ¿y tú qué tal todo?

-Como siempre - digo y me encojo de hombros - ¿no quieres seguir hablando de tu madre?

-No gracias, no quiero enfadarme de nuevo, además, no me gusta que hagas mención de esa mujer como mi madre.

-Lo siento, a veces se me olvida.

-No pasa nada - dice y se levanta - ¿te apetece ir al bosque?

-Eso ni se pregunta - digo y me levanto de la cama.

Ambas salimos de mi cuarto y de la casa, por el camino hablamos de cosas triviales, o al menos lo son para ella, yo sigo alucinada de todo lo que me cuenta acerca del infierno, no se parece mucho a lo que tenía entendido de ese lugar; a ver, sí, las almas son torturadas individualmente por toda la eternidad, pero el lugar en sí no es como siempre lo habían descrito.

Por lo que me ha contado Adaria, ni toda está prendido en fuego, ni huele a azufre, como siempre lo ponen en las películas, ni es un estado del alma como dice en el Evangelio; el infierno es un lugar “físico”, donde cada alma está en una sala particular donde es torturada con sus propias culpas, o a veces por los demonios, depende de la persona, y donde existe el reino de los demonios, que por las descripciones de Adaria, me hace pensar en una ciudad con castillo de la edad media.

-¿En qué tanto piensas? - me pregunta Adaria.

-En tu descripción del infierno, nunca la había oído - le digo sincera.

-Pues esa es la realidad, te invitaría a verla por ti misma, pero los humanos no podéis ir al infierno estando vivos.

-Entonces prefiero no ir, soy muy joven para morir - digo algo nerviosa, y ella se ríe.

-En verdad que eres divertida - dice sin dejar de reír.

-Si tú lo dices - yo no veo lo divertido por ninguna parte, pero bueno.

Adaria sigue riendo por un par de minutos, pero después se relaja y sigue hablando de su vida en el infierno, yo la verdad es que la escucho embobada, parezco una niña pequeña a la que le están contando un cuento fantástico de aventuras, pero eso me da igual, la oportunidad de oír hablar a una demonio de estas cosas, es única, muchos querrían estar en mi lugar, y no les culpo.

-¿Alguna vez tus padres han intentado obligarte a hacer algo que tú no querías? - me pregunta y se apoya en el tronco de un árbol.

-La verdad es que no - digo confundida por la pregunta, pero sobre todo por su cambio de semblante - mis padres siempre me han dado la opción de elegir, nunca me han obligado a nada, salvo a respetar las normas de la casa, claro.

-Te envidio - me dice y yo me le quedo mirando - vosotros los humanos tenías las cosas más fáciles, y parece que tus padres han sido bastante permisivos contigo - dice y hace una mueca.

-No todo es tan bueno, tú sabes mi historia - digo con una mueca.

-Eso es cierto, y déjame decirte que si hubiera estado ahí, los hubiera matado por imbéciles - dice con molestia, asco, e incluso ira - pero al menos tú has tenido toda tu vida la capacidad de elegir, sin embargo, mi destino está escrito desde el mismo momento en que nací.

Me quedo callada ante su confesión, nunca antes se había abierto de esta manera, siempre hemos tenido buena comunicación y hemos hablado de las cosas que nos molesta, principalmente ella, pero nunca había hablado de lo que sentía, y eso me deja sin habla, quiero ayudarla, claro que quiero ayudarla, pero no sé cómo, piensa Anatia, piensa.

-Pues yo tengo envidia de ti - le digo al final.

-Exactamente, ¿por qué? - dice incrédula.

-Eres fuerte, decidida, nadie se atreve a meterse contigo, jolines, eres la princesa de los demonios, eres alguien de temer y respetar, en cambio yo, soy una humana normal y corriente - digo y consigo que se ría.

-Si pudiera, me cambiaba contigo - dice sin dejar de reír.

-Por cierto, hay un par de cosas que me he quedado con duda.

-Tú dirás - me responde.

-Me has hablado muchas veces de los demonios guardianes, qué son, lo que hacen, pero no cómo se eligen - digo con curiosidad.

-Eso es muy sencillo, cualquier demonio puede ser demonio guardián, salvo un demonio que tenga un demonio guardián, si tienes uno, no puedes serlo - me dice con simpleza.

-¿Entonces tú podrías ser demonio guardián? - pregunto aún más curiosa, por lo que ha dicho, ¿podría serlo?

-¿Qué? - pregunta entre risas, ¿qué la pasa hoy que no deja de reírse?, a ver, que no soy un payaso para que se esté riendo de mí todo el rato - el demonio guardián tiene que ser de un rango inferior o igual al demonio que va a cuidar, no hay nadie que sea igual o superior a mí.

Eso tiene lógica, la idea es proteger al demonio de mayor rango, no tendría mucho sentido que el importante defendiera al otro, es un poco así como los nobles y los guerreros, los guerreros defienden al noble, no el noble a los guerreros; y nadie está por encima de Adaria, bueno, tal vez sus padres, pero nadie más.

-¿Y cómo se hace para que un demonio se convierta en demonio guardián? - lo sé, soy muy curiosa.

-Ah, eso es muy fácil la verdad - dice y se acerca a mí.

-¿Y cómo se hace? - vuelvo a preguntar.

-Dame tu mano izquierda - me pide y yo se la paso confundida - ¿ves esta parte? - me pregunta señalando la parte interna de mi muñeca izquierda.

-Sí - digo confundida, no entiendo por dónde van los tiros.

-Bien - dice y me coge de la mano para que esa parte quede a la vista - es tan sencillo como que el demonio que va a convertir al otro en su guardián, haga lo que yo te estoy haciendo ahora.

-¿Y ya está? - pregunto incrédula.

-No, claro que no - dice intentando no reírse - esta es solo la postura que se debe hacer en el proceso, el demonio le hace la pregunta al que será su guardián, el otro acepta y ya está.

-¿En serio?, ¿tan sencillo? - pregunto sin creérmelo, yo me imaginaba una ceremonia o algo parecido.

-Sí - dice como si fuera lo más normal del mundo.

-¿Y cuál es la pregunta?

-¿Aceptas convertirte en mi guardián por toda la existencia?, ¿acompañarme y aconsejarme siempre que haga falta y allí a donde vaya?, ¿e incluso dar tu vida por la mía si es necesario? - dice Adaria medio burlándose.

-Sí, acepto, y ya estaría - digo confundida, en verdad que es estúpido el proceso, no me extraña que se burle.

-Sí - dice y deja de sujetar mi mano - eso es todo, si el procedimiento se ha hecho correctamente, en el lugar donde te indiqué aparece una marca que es el símbolo de la familia a la que pertenece el demonia al que protege.

Dice y empieza a caminar hacia la salida del bosque, supongo que ya se cansó de estar aquí, me dejará en casa e irá a hacer algo que lo más probable es que no quiera saber. Antes de ponerme a caminar en su dirección, siento que la muñeca izquierda me arde, me la miro y veo como una marca empieza a formarse.

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