Capítulo 8

Legolas había entrado precipitado por la puerta después de correr casi arrollando a cualquier pobre que se le cruzara en el camino, esquivando con una sorprendente agilidad a los guardias que le veían. Había visto algunas doncellas al servicio de su madre por el camino, así que corrió con el corazón acelerado, deseando ver a su madre cuanto antes.

- ¡Nana!

- ¡Legolas, mi niño! ¿estas bien?- Lissiel corrió a abrazar a su hojita con el semblante preocupado y se arrodilló para cubrir su rubia cabezita con besos amorosos, Thranduil se les acercó en silencio y reprimiendo retorcer las orejas a cierto niño. Pero con su esposa presente eso no iba a suceder, Lissiel tenía protegido al travieso príncipe en su abrazo protector.

- Nana, necesito ayuda- pidió el elfing con los ojos llorosos y protegiendo al avecilla en su pecho con sus manos.

- ¡Mi olass, ¿qué sucede, ionneg?!- exclamó Lissiel revisando el cuerpo de su hijo y sus ojos se detuvieron en las manos puestas en su pecho, ella temió lo peor; Thranduil conservando más la postura se les unió preocupado también— dímelo Legolas, no temas ¿Qué sucede?

- Algo le pasa a Eliel, ¡creo que se está muriendo!- gritó el pequeño brotando de sus ojitos diminutas lagrimas como lluvia. 

- ¿Eliel...?- preguntó Thranduil con el ceño fruncido, Lissiel no reconoció el nombre, era la primera vez que lo había oído. 

- Legolas, cálmate....-¿quién es Eliel?- preguntó ahora con su niño más tranquilo, Legolas un poco temeroso les enseño a su nuevo amigo que tenía entre las manos.

Fue en ese momento que todos los presentes exclamaron y susurraron maravillados ante lo que estaba oculto en esas manos delicadas. Era una criatura que rara vez se dejaba ver y aquellos que podían admirarla se consideraban afortunados, ver aparecer a una de ellas ya era considerada una señal de buena suerte. El colibrí estrella soltó lo que parecía el canto del viento, un suave silbido que llegaba hasta sus corazones inmortales. Lissiel, sonrió ante la preocupación de su hijo por aquella preciosa criatura creada por Yavanna. Ahora si que podía respirar tranquila, había sentido una angustiante preocupación por los problemas que su hijo travieso pudiera haberse metido.

- Hay mi niño, no temas más... Eliel esta bien, solo un poco cansado pero nada grave por la cual preocuparse- dijo Lissiel acariciando los rubios cabellos de su pequeño hoja verde, Legolas suspiró aliviado y en un gesto protector acercó a la avecilla a su pecho.

- Estaba aterrorizado, nana... Tuve mucho miedo- susurró bajito él.

Thanduil haciendo un gesto con la mano a sus guardias para que les dejaran solos, se puso de rodillas frente a su travieso hojita verde. Mientras tanto, el resto de elfos y guardias dejaban a solas a la familia real para que tuvieran más privacidad. Lissiel miró con un profundo amor a su esposo, los había extrañado tanto, desde que había partido de Mirkwood las noches le parecían largas. Aunque le daba un poco de pena y alegría a partes iguales por el adorable colibrí estrella, pues ahora su destino estaba atado a su hijo muriera o antes algo le sucediera a esa ave tan valiente.

Cargando a su bello hijo vivaracho en un cálido abrazo, se puso de pie ayudado por su esposo que le mostraba una enorme sonrisa. El llevaba su capa de una tonalidad morada y azul oscuro, y llevaba una túnica gris. Sus cabellos rubios se mezclaban con las de ella, la pareja se abrazo mostrándose el amor que tanto tiempo llevaban sin decirse con Legolas soltando grititos de alegría. Fue entonces cuando Eliel comenzó a revolotear feliz alrededor de la familia real d Mirkwood.

— Me alegra de que volvamos a estar juntos, cada día que pasaba los he extrañado tanto— suspiró la reina besando también la coronilla de su hijo.

— Sí, aunque nuestro ionneg está en problemas, aún no decido cual va ser su castigo— masculló Thranduil dirigiéndole una dura mirada a Legolas que se había quedado paralizado de miedo.

— ¡Thranduil! Para ya.

— Te prometo que no seré duro esta vez, vanimelda— le aseguró Thranduil.

— ¡Nana, no me dejes!

— Oh, mi olass... No te preocupes, no te dejaré solo con tu adar— dijo Lissiel caminando hasta sus habitaciones, seguida de cerca por su esposo.

En tanto, Eliel se paseaba de un lado a otro dejando a solas a la adorable familia. Mientras que sus plumas celestes y morados relucían a la suave luz de las lámparas de los elfos silvanos. Los días a partir de ahí serían más tranquilas y amenas para los habitantes inmortales de las cavernas del reino de Mirkwood. Los guardias seguían vigilando la floresta para que ningún extraño peligroso se adentraran sin consentimiento del rey Thranduil. La reina Lissiel compartía tardes esplendorosas con sus doncellas y ordenaba las tareas de las jóvenes elfas silvanas y sindar, mientras tanto su adorable esposo se encargaba personalmente de los asuntos del reino y del manejo de las fronteras; y Legolas limpiaba los jardines con los sirvientes cumpliendo así su castigo impuesto por Thranduil, siempre acompañado por Eliel. Todo había vuelto a la normalidad.

— ¡LEGOLAS! ¡Ven aquí en este mismo instante!

— ¡Nana, ayúdame!

Las bellas doncellas dejaron un minuto lo que hacían  y levantaron las miradas divertidas hacía su reina, misma que no paraba de negar con la cabeza. Lissiel suspiraba entre cansada y también aburrida por las típicas disputas entre padre e hijo. Allá van los dos, otra vez... pensó ella.

— Creo que es mejor que vaya a ver que sucede... me pregunto qué habrá hecho mi hijo ahora— susurró Lissiel a la vez que se levantaba con sutil elegancia, tenía que ver de nuevo a esos dos o terminarían peleando como siempre.

Como había pensado hacía unos minutos, todo había vuelto a la normalidad.

Bueno 😋😋😋😋aquí  terminada este pequeño fanfic...🙌🙌🙌🙌🙌 Aunque estoy pensando hacer mucho más. 😚😚😚😚
Quién sabe, tal vez sí o tal vez no, por el momento disfruten de la lectura. 📃📃📃☀☀☀☀

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