Capítulo 4
Trago saliva, incapaz de mirarle. ¿Estaré equivocada? Quizás no sea él...
—¡Alec! No sabía que hoy tenías turno —saluda Jorge.
Ya no hay duda de que se trata del mismo que ayer se coló en mi cuarto. Entonces me doy cuenta de que él no sabe quién soy yo.
—Sí tío. Miguel está enfermo y he venido a cubrir su turno. Veo que hoy has cambiado de compañía...
—¿Has visto? Hoy vengo con lo mejor de lo mejor. Ella es mi tía Inés y ellos mis primos, Leo y Tali. Han comprado la casa de la ladera, la mole. ¿Sabes cuál es?
—Claro. Esa casa tiene unas vistas únicas.
Su comentario me hace levantar la cabeza por inercia y me topo con unos ojos azules que me observan con interés. Bajo la mirada de nuevo, abochornada y rezo para que nadie más se haya dado cuenta de mi estúpida reacción.
—Es lo que me enamoró de ella —reconoce mi madre.
—Espero que la disfrutéis. Y bien —dice regresando a su papel de camarero—. ¿Ya sabéis lo que váis a querer?
Apunta nuestra comanda y yo pido sin despegar los ojos de la carta. En cuanto desaparece de nuestra vista, mi madre interroga a Jorge.
—¡Qué majo! ¿Es amigo tuyo?
—Sí, le conozco del instituto. Antes íbamos a la misma clase.
Ella me da un codazo sin disimulo.
—¿Has visto qué guapo es? No me importaría tener a alguien así como yerno...
—No me puedo creer que hayas hecho un comentario así, mama.
—¿Qué? ¡No estoy ciega! Ahora me dirás que tú no te has fijado.
—No, no me he fijado.
Me levanto molesta, dispuesta a desaparecer durante un momento con la excusa de ir al baño. En cuanto cierro la puerta, me apoyo sobre ella y suelto un sonoro suspiro. ¿De verdad? ¿Justo tenía que ser nuestro camarero? Y yo pensando que no volvería a saber de él...
Esta mañana, lo primero que recordé al despertar fue su voz, profunda y un poco áspera, sin embargo, alejé rápido ese pensamiento. ¿Acaso iba a dejar que una voz, que un desconocido me alterara desde primera hora de la mañana?
Me miro en el espejo y el alma se me cae a los pies: la nariz roja, el pelo recogido en un desastre de moño, la camiseta de los Ramones cedida y unos pantalones cortos de mi hermano. "Bien Tali. Una imagen estupenda la tuya. Seguro que le has causado una gran impresión".
Salgo, al convencerme a mí misma de que si tardo mucho, alguien vendrá a buscarme. "Me sentaré, comeré con mi familia e ignoraré a Alec, será fácil. No le dedicaré ni una mísera mirada".
Mi plan era muy sencillo, sin embargo con lo que no cuento es con encontrarme con él nada más abandonar el pasillo.
—Hola Tali. —Se acerca a mí como si me conociera de toda la vida y yo, cruzo los brazos en postura defensiva—. ¿Dónde has dejado tu escoba?
El tono jocoso hace que me hierva la sangre.
—¿Lo pregunta el que disfruta allanando propiedades ajenas? —levanto la vista para mantenerle la mirada, pero mis piernas flaquean cuando le observo a tan corta distancia. Mi madre tenía razón: es muy guapo.
Antes solo me había dado tiempo a fijarme en sus ojos azules, pero lo cierto es que no solo tiene unos ojos bonitos. Su nariz es un poco respingona y tiene unos labios que me recuerdan a los de Brad Pitt. Luce un bonito bronceado que resalta no solo su mirada, sino también los rizos rubios y revueltos que parecen formar una corona alrededor de su cabeza. Por suerte, mi análisis apenas dura unos segundos, tampoco es que me haya quedado mirándole con cara de idiota.
Da un paso más hacia mí y al igual que ayer, nuestras narices están a punto de tocarse. Aguanto la respiración mientras espero que me dé una respuesta ingeniosa a mi pulla, sin embargo en vez de eso, solo dice:
—Deberías volver o se preocuparán.
Se aleja hacia la cocina y yo recuerdo cómo se respira. Me palpo las mejillas y las siento arder. ¡Genial! Habrá pensado que soy la típica tonta que babea ante un chico guapo. Sabiendo que la impresión que se haya llevado de mí no la puedo cambiar, regreso a la mesa donde el resto están enfrascados en una absurda discusión.
El resto de la comida transcurre sin más y por si acaso, apenas levanto la cabeza del plato. Los chicos se ponen hasta las trancas de costilla y patatas, en cambio yo al final me he decantado por un plato de verduras y pollo a la parrilla. El apetito vuelve a mí en cuanto le veo la pinta a mi ración y doy buena cuenta de ello. Alec se muestra atento a nuestras necesidades y mi madre se deshace en alabanzas al despedirse de él. Cuando estamos dejando la terraza, no puedo evitar volver la vista atrás. Para mi sorpresa, nuestros ojos se encuentran de nuevo y una sonrisa de satisfacción se dibuja en sus labios. Cualquiera diría que había apostado consigo mismo a que le miraría antes de salir del local y se alegra de que haya cumplido sus expectativas. En cambio yo, me giro molesta por no haber podido evitar echar ese último vistazo.
Pasamos la tarde terminando de limpiar toda la casa ya que mañana llegará el camión de la mudanza con nuestros muebles y el resto de cajas.
Al acabar el día, estoy agotada y decido irme a la cama en cuanto Berta y Jorge se van. Ni siquiera me apetece cenar. Me doy una rápida ducha y me desplomo sobre la cama, necesitada de un largo sueño reparador.
Como cada noche, un último pensamiento asalta mi mente.
—Buenas noches Lili.
¡Hola gente maravillosa de Wattpad! ¿Qué tal estáis por ahí?
He de decir que aunque este es el capítulo 4, voy como un tiro con esta novela y ojalá la inspiración me llegue hasta el final. De momento, me gustan tanto Tali y Alec que me está encantando escribir su historia y espero que vosotros y vosotras también la disfrutéis.
Bueno, como habéis podido comprobar, sí se trataba del mismo que se coló en su cuarto. Y una de las cosas que más gracia me hace del capítulo es la madre de Tali diciendo lo guapo que es, jajajaja. ¿Nos ha quedado claro? Alec es guapo. Por si había alguna duda...
¿Qué os ha parecido el capítulo? Sé que es cortito y que no pasan muchas cosas, pero ya veréis, en el próximo, va a pasar algo que cambie la relación entre los dos hasta un punto que no os podéis imaginar. ¡Ay! ¿Qué seraaaaaa?
Si os está gustando, dejadme votos y sobre todo comentarios y así charlamos un poco.
Si alguien que me lee está participando también en el ONC, que me cuente qué tal lo lleva.
¡Os adoro! Pronto más. Besitosssss
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