Capítulo 18
De primeras creo haber escuchado mal.
—¿Perdona? —Necesito que lo repita.
Alec se inclina hacia delante hasta quedar a poca distancia de mí.
—Ya me has oído.
—Pero... tú... quiero decir... —Resulto de lo más estúpida con ese balbuceo, así que decido callarme hasta ser capaz de elaborar una frase coherente.
—Mi madre murió cuando tenía doce. Después de eso, como bien sabes, no me quedaron muchas ganas de hacer vida social.
Lo entiendo demasiado bien.
—Pero ya ha pasado mucho tiempo.
—Cierto. Y ahora ya no es igual que antes. Salgo, aunque no muy a menudo. Es solo que, no me encuentro cómodo hablando de mí y cuando conoces a alguien enseguida surgen las típicas preguntas que no me apetece contestar. Entonces ahí ya se levanta una barrera insalvable. ¿Sabes lo que quiero decir?
—Perfectamente. Soy una experta en esquivar temas personales. —Le sonrío—. Tengo un master y todo.
—Vaya, me tendrás que decir dónde se estudia eso —dice siguiéndome.
—Volviendo al asunto —insisto por pura curiosidad—, ¿entonces solo te van los rollos de una noche? ¿Te presentas y al lío para que no haya preguntas?
Alec se acerca un poco más y busca algo en mi mirada. Evito hacer contacto visual y me entretengo recorriendo con el dedo índice el complicado dibujo de la colcha que cubre la cama.
—¿Qué es lo que intentas? ¿No te lo estoy diciendo suficientemente claro? No he estado con nadie.
"No he estado con nadie". Por algún motivo esa frase se me graba a fuego.
—Bueno, yo tampoco así que en eso estamos a la par —me solidarizo. No quiero que piense que pretendo fastidiarle con este tema—. Aunque claro, al menos tú sabes que cuando quieras tendrás una fila de fans más que dispuestas a cumplir todos tus deseos.
—De poco sirve si no son ellas las que ocupan mi cabeza.
Alzo la vista y apenas estamos a un palmo de distancia. ¿Cuándo se ha acercado tanto? Ambos tomamos aire a la vez y mi mente se cortocircuita. ¿Qué está pasando aquí? Sus ojos se deslizan por mi rostro y se detienen en mis labios.
Un móvil vibra sobre la cama, en el espacio entre los dos y no puedo evitar dar un brinco. Juraría que él también se ha sobresaltado.
—¡Qué susto! —protesto con una mano en el pecho—. Casi se me sale el corazón por la boca.
Aprovecho para ponerme en pie y alejarme de él. ¿Qué demonios ha estado a punto de pasar?
—Es mi hermana. Quiere saber si pide también comida para ti.
—Yo... —En realidad no sé qué decir. ¿Quiero quedarme? Sí. ¿Debería irme? Seguro—. Creo que va siendo hora de que me vaya a casa.
Alec se revuelve los rizos que se empeñan en caer sobre su frente en un gesto de puro nerviosismo. ¿Tiene el mismo debate interno que yo?
—¿Te esperan para comer?
—No es eso. Ya me has aguantado bastante por hoy, no quiero que te canses de mí antes de tiempo —miento. En realidad prefiero huir antes de que se me ocurra hacer una tontería. Como meter los dedos entre esos rizos rebeldes...
—Quédate.
Y me lo pide tan serio, que no soy capaz de negarme.
—Vale.
Sonríe y creo que está sorprendido de que haya aceptado. Yo también estoy sorprendida, o loca. Mientras intercambia mensajes con su hermana, paseo por la habitación, echando un vistazo aquí y allá.
—¿Algo interesante?
—Tienes muchos libros.
—¿Tú no?
Demasiados. Aún muchos están en cajas sin desembalar.
—Lo decía como un halago. Me gusta la gente que lee.
—Si alguna vez quieres coger uno prestado...
—Gracias, aunque la mayoría los he leído.
Acaricio el lomo desgastado de uno de ellos, echo un vistazo al título y después lo dejo de nuevo en su lugar. Hago lo mismo con varios, hasta que me doy cuenta de que me he olvidado de Alec. Me giro y le descubro con la mirada fija en mí.
—¡Lo siento! A veces me abstraigo y más si hay libros de por medio.
—No te disculpes, a mí me pasa lo mismo.
Me siento de nuevo en la cama, dispuesta a hacerle una confesión.
—Leer no me ha fallado nunca. En los peores momentos, una novela ha sido lo único capaz de hacerme olvidar lo que estaba sufriendo. Dejarme llevar por la historia y durante un rato sentirme otra persona... por eso adoro los libros. ¡Han impedido que me vuelva loca!
—Es difícil ocupar la mente cuando ocurre algo que trastoca toda nuestra vida ¿verdad? De pronto parece que ese "hecho" ocupa cada centímetro, cada segundo y no queda espacio para nada más. Surge constantemente, después de cada acción, después de cada pensamiento, como en un partido de tenis. Cada vez que rechazas la pelota, vuelve a ti con más fuerza.
Siento sus palabras como si fueran mías, lo que demuestra que aunque las circunstancias sean distintas, el dolor es el mismo.
—Se me hace raro escuchar a alguien decir justo lo que pasa por mi cabeza. Es como verme reflejada en un espejo —reconozco un poco cohibida.
—Creo que cada uno afronta las cosas de una manera diferente, pero el dolor de la pérdida es igual en todos. Ese mordisco en el corazón, ese trozo que falta y que nos ha hecho quedar incompletos. Esa sensación la compartimos todos aquellos que hemos dicho adiós a alguien que no va a regresar jamás a nuestro lado.
De pronto, me embarga la tristeza. Sus palabras son tan reales, que duelen. Ese picazón en mi pecho sigue ahí, igual que el primer día.
—¿Alguna vez dejaremos de sentirnos así?
Alec toma mi mano entre la suya y sentir su tacto se me hace extraño y familiar a la vez. Como si ya nos conociéramos.
—Creo que el dolor va mutando. En intensidad, en forma. No es igual el primer día, ni al de un año, ni al de cinco. Al menos así lo veo yo. A veces es una pequeña molestia en el pecho, otras, es capaz de nublarme el sentido. No sé, es complicado.
—Todavía le doy las buenas noches a Lili. Siento que si dejo de hacerlo, se romperá lo único que aún me une a ella. Te parecerá una tontería.
Alec aprieta mi mano y eso hace que levante la vista.
—Para nada.
La puerta se abre y nos soltamos como si nos hubiéramos dado calambre.
¡Hola gente de Wattpad! ¿Todo bien?
Ya os dije que la conversación iba a dar para mucho...
Para quien no me conozca (y no me haya leído con anterioridad), odio que las protagonistas sean vírgenes y ellos unos expertos que han tenido un montón de relaciones. Me parece totalmente irreal y más en estos tiempos. Por eso en mis historias o los dos ya han tenido sexo anteriormente o ninguno. Y en esta novela por ejemplo, me parece que está más que justificado que sea así.
¡Ay! ¿Y qué ha sido esa frase? "De poco sirve si no son ellas las que ocupan mi cabeza". Buaaa, qué momento. ¿Qué hubiera pasado si no llega a sonar el móvil?
La cosa es que poco a poco se van conociendo mejor. Compartir una pérdida aunque sea diferente une, pues como bien ha descubierto Tali, el dolor es el mismo.
¿Qué opináis de todo lo que ha ocurrido? Charlad un poquito conmigo...
Pronto más. Besitosss.
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