Capítulo 12

"Paso a buscarte en 20 minutos. ¿Está tu madre en casa? Me gustaría saludarla".

No puedo evitar reírme, si no fuera porque la situación es muy distinta, casi parece que Alec es un pretendiente que quiere pedir permiso a mi progenitora para salir conmigo...

"Esta vez, toca al timbre. No creo que a ella le parezca bien que te cueles por la terraza de su hija" respondo.

"Ni se me ocurriría. No quiero dejar de gustarle ;P".

Y sé que lo dice en serio. Revuelvo mi armario hasta rescatar un bikini y un peto vaquero. Hemos quedado en dar un paso por la playa, así que esto será más que suficiente. Me hago una coleta alta y miro la imagen que se refleja en el espejo. Quizás debería cortarme el pelo, quizás tomar un poco el sol, quizás comprar ropa nueva... Quizás, quizás, quizás...

Mi madre está sentada en el sofá leyendo y no baja el libro hasta que nota que quiero decirle algo.

—Voy a ir con Alec a dar una vuelta.

—Vale.

—Hemos quedado aquí. Creo que quiere presentarse... debidamente.

A ella también le da la risa.

—¿Estamos en una novela de Jane Austen y no nos hemos enterado?

—Se toma muy en serio lo de ser mi acompañante y quiere que confíes en él.

—¿Ves? Lo que yo te decía, ese chico es un buen partido.

Le lanzo una mirada asesina.

—Ya sabes lo que hay.

—Quizás debería hablar con Elia para que te asigne a otra persona...

—¡Ni se te ocurra! —digo levantando la voz más de lo que pretendía—. Si hicieras eso Alec pensaría que es porque él ha hecho algo mal. Y eso no es justo.

—Tienes razón —reconoce, aunque tuerce un poco la boca en señal de disgusto.

Suena el timbre y corro hasta la entrada antes de que ella añada nada más. Recibo a Alec, que me sigue hasta el salón.

—Ya conoces a mi madre, Inés.

Ella se levanta a toda prisa y le tiende la mano.

—Hola —saluda mientras se la estrecha con firmeza.

—Hola Alec. Tengo entendido que te vamos a ver bastante a menudo.

—Así es. Espero no resultar una molestia.

Mi madre esboza una sonrisa enorme. Le encanta este chico.

—No digas eso. Estoy segura de que vas a ser de gran ayuda. Siéntete como en casa, puedes venir a comer o cenar cuando quieras.

Y ahí creo que mi madre ya se está pasando de rosca. Tampoco hace falta que lo adopte como hijo.

—Gracias.

—Sí, sí... me encanta toda esta cordialidad pero no creo que Alec tenga pensado pasarse el día aquí, mamá. Me imagino que tendrá su casa, sus amigos...

Ella pone los ojos en blanco.

—Oh, venga, no seas así. Lo dicho, estás más que invitado.

—Lo tendré en cuenta.

Le cojo del brazo y comienzo a tirar de él hacia la puerta.

—Muy bien. Ya le has oído. Lo tendrá en cuenta. Nos vamos. Vendré en un rato.

—Adiós y ¡gracias de nuevo!

Me lo llevo a rastras y antes de cerrar la puerta, escucho a mi madre una vez más:

—Ha sido un placer, Alec.

Me giro hacia él, que me observa divertido.

—Me encanta tu madre.

—Y tú le encantas a ella. Así que todo genial. Seguirá pensando que es una pena que no puedas ser su yerno.

Y para mi sorpresa, Alec se acerca a mi oído y me dice:

—Estoy de acuerdo con ella. Es una verdadera pena.

Abro la boca de puro asombro pero no me salen las palabras. ¿Qué ha querido insinuar con eso?

—¿Qué... qué dices? —balbuceo como una tonta.

—Ey, no te pongas nerviosa. —Echa a andar hacia el camino que baja al pueblo y yo me apresuro a seguirle—. Solo lo digo porque tiene que ser genial tener una suegra como tu madre.

Suelto el aire que estaba conteniendo sin darme cuenta y le miro suspicaz. ¿Me está diciendo la verdad o está disimulando? Al final elijo la primera opción pues la segunda no tiene sentido. ¿Por qué me haría una insinuación de ese tipo dada nuestra situación?

Bajamos hasta la playa hablando de la "estupenda" reunión del grupo de duelo y se alegra de que al menos haya servido para que Miriam y yo nos hayamos conocido.

—Es una chica estupenda. Lo pasó fatal con lo de su novia y durante bastante tiempo ha estado aislada de todo y de todos. Sus amigos hace mucho que se dieron por vencidos y ya no quedan con ella.

—¿No es eso lo habitual? Sientes que nadie entiende por lo que estás pasando y encima la gente se empeña en que retomes tu vida como si nada. Y no es fácil.

—Cierto. Por eso es bueno hacer nuevas amistades si las viejas ya no están ahí.

Caminamos por la arena hasta una zona menos concurrida y nos sentamos mirando al mar.

—Por suerte o por desgracia, no dejé a nadie importante atrás. Apenas tenía un par de compañeras con las que trataba pero nunca las consideré amigas íntimas ni nada parecido. Siempre he sido un poco distante con la gente. Te dije que yo era la complicada de la familia ¿recuerdas? Veía a Lili y Leo, con su don de gentes, siempre rodeados de amigos, con planes para cualquier fin de semana... yo nunca he sido así.

—Tienes dieciséis, tampoco es que hayas perdido media vida.

En eso tiene razón pero a veces siento que no he hecho nada. Me muevo hasta estar de cara a él.

—Aun así tengo la sensación de que he desperdiciado un montón de tiempo. No sé si entiendes lo que quiero decir... Lili parecía tener la vida perfecta ¿sabes? Era buena estudiante, tenía amigos, salía por ahí... ¡y yo la admiraba! Era mi hermana mayor, mi ejemplo. Siempre pensaba: ojalá fuera como ella, ojalá supiera comportarme así, ojalá hubiera gente que me invitara a sus planes...

Alec me observa con interés, esperando a que continúe. Pero no lo hago.

—¿Y? —insiste.

—Pues que no todo era tan perfecto. Había gente que le estaba haciendo la vida imposible. La tomaron con ella, le mandaban mensajes, la insultaban... Nosotros no sabíamos nada, pensábamos que todo iba bien, pero no era así. Y un día, Lili ya no pudo más. Así de simple.

—No digas así de simple. Sabes que no es fácil tomar una decisión como esa.

Esa condescendencia suya me revienta.

—No voy a decir que fue una cobarde porque mi hermana no se merece que hable así de ella, pero lo difícil es decidir seguir viviendo. Lo difícil es plantarte frente a lo que está ocurriendo y buscar ayuda. ¡Por muy complicado que sea!

Me doy cuenta de que estoy apretando los puños cuando las manos de Alec se posan sobre las mías. Miro cómo las toma entre las suyas y espera con paciencia a que afloje la presión.

—En su momento, yo también pensé que mi madre dejó de luchar, que se dio por vencida. Luego me di cuenta de que esa idea era un poco egoísta porque nunca sabré lo que estaba sufriendo en realidad. No digo que sea lo mismo, pero no podemos saber lo insoportable que es para otros lo que están viviendo. Y a veces no pedimos ayuda porque no sabemos cómo. Cuanto más tiempo pasa, más nos avergüenza hablar y llega un momento en el que no somos capaces de lidiar con ello. El monstruo se ha hecho más grande que nosotros mismos.

—Lo sé pero cuando ocurrió la odié. Yo quería ser como Lili y en un momento todo se desmoronó. Ya no era la persona a la que respetaba y seguía, se convirtió en una desconocida de la noche a la mañana. Lo peor es que a estas alturas, la odio y la quiero a partes iguales.

—Algún día ese odio desaparecerá, te lo aseguro. Pero hasta entonces has de centrarte en ti y ahora que ella ya no es tu ejemplo a seguir tienes que decidir quién quieres ser, Tali.


¡Hola, hola! ¿Qué tal por ahí?

Espero que tuviérais ganas de un nuevo capítulo.

He de decir que me encanta ese momento "novela Jane Austen" y lo cierto es que me parece genial que Alec quiera que le tomen en serio con eso de ser acompañante (que no debe ser nada fácil la verdad).

¿Y qué pensáis de la conversación en la playa? Yo creo que es difícil mantener las amistades después de una situación así, porque la tendencia es a aislarse... Además, en el caso de Lili, engañó a su familia al no contarles lo que le estaba ocurriendo y eso es algo que esa familia también ha de superar. En fin... 

En un par de días, nuevo capítulo. Os espero. Besitossss.


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