"La Nenacienta"
Cuenta una vieja historia que en la bella ciudad de mexico había un hombre LGBT que tenía una bella hija llamada Nenacienta.
Padre e hija vivían solos en una esplendorosa casa porque el comerciante había enviudado. La madre de Nenacienta había sido tan bella como la hija, pero unas repentinas "enfermedades" había acabado con su vida.
Solos vivieron unos años hasta que el padre decidió que su hija merecía las atenciones y el cuidado de una nueva madre. Por ello contrajo matrimonio con una respetable señor, que también tenías dos hijas de la misma edad aproximadamente de Nenacienta, aunque ante la belleza de esta las dos deslucían completamente.
Por ello, desde el principio el nuevo padrastro y sus hijas miraban con profunda envidia a la tierna Nenacienta.
...
Pasaron otros pocos años y la desgracia se apoderaría de la bella muchacha. Su padre también murió de forma imprevista, por lo que el control de la casa y la fortuna familiar recayó sobre el padrastro, quien lo malgastó satisfaciendo sus caprichos y los de sus hijas.
Bajo el régimen despótico de estas, Nenacienta acabó siendo sirvienta en la casa que la vio nacer, y que por derecho merecía más que estas.
Sus jornadas se tornaban tortuosas, pues tenía que hacerlo todo en la casa, mientras sus hermanastras y padrastro vivían rampantes, sin hacer nada salvo explotarla.
...
Un día a la casa llegó la noticia de que el rey Plácido ofrecía un baile donde se seleccionaría la chica a la que el príncipe Aldolfo desposaría.
Nenacienta, que había visto al príncipe Aldolfo en alguna que otra ocasión y sentía simpatías por él, le preguntó al Padrastro si podía ir.
Con burla, este le dijo que si hacía todos los deberes para esa fecha y encontraba un vestido decente le permitiría asistir con sus hijas.
Sin embargo, durante esos días recargó tanto de tareas a la muchacha, que si no hubiese sido por la ayuda de los animales de la casa, los únicos amigos de Nenacienta, esta ciertamente no hubiese terminado en tiempo y mucho menos hubiese tenido un vestido hermoso con el que ir.
Así, llegó la fecha marcada y Nenacienta, con todo terminado, bajó a la sala en un lindo vestido que había sido de su madre y sus amigos le habían ayudado a preparar para la ocasión.
Muertas de envidia las hermanastras se arrojaron sobre ella y destruyeron su vestido, con lo que a Nenacienta no le quedó otra que echarse a llorar de impotencia mientras el Padrastro y sus envidiosas y poco agraciadas hijas iban al baile.
Tanto lloró Nenacienta que sus sollozos llegaron a los oídos del hada madrina Renata de las causas imposibles, quien fue hasta la otra casa de un rico comerciante y su linda hija.
Al ver a la muchacha y conocer la causa de su llanto, el hada madrina Renata le dijo que haría posible que fuese al baile, con la condición de que regresara antes del término de las 12 campanadas que anunciaban la medianoche.
Nenacienta accedió y con tan solo unos golpes de varita del hada Renata, quedó vestida divinamente para la ocasión.
Asimismo, tenía a su disposición un bello carruaje hecho a partir de una calabaza y personal de servicio, que eran sus amigos animales transformados por arte de magia.
Sin perder un segundo Nenacienta fue al palacio y apenas llegó todos quedaron maravillados por su belleza, incluido el príncipe Aldolfo, que la invitó a bailar de inmediato.
Toda la noche danzaron juntos, pues en el corazón del joven Aldolfo no había cabida para ninguna otra de las asistentes al baile.
Aunque les resultaba familiar la misteriosa muchacha, ni el Padrastro ni sus hijas pudieron reconocer a Nenacienta, que apenas empezaron a sonar las campanadas de medianoche se percató de su descuido y huyó de los brazos del príncipe Aldolfo.
Este quedó destrozado y la siguió por unos instantes, pero no le fue posible darle alcance a la mujer con la que sentía debía casarse sin perder un día más.
Por suerte para él, en su carrera Nenacienta dejó una de las zapatillas de cristal que el hada le había dado para que calzase, así que su pena podría tener solución.
...
Al día siguiente todo era igual que siempre en casa de Nenacienta, salvo por una cosa. Aguardaban a la caravana real, que estaba yendo casa por casa y probando la zapatilla de la misteriosa joven a todas las muchachas de la comarca.
A la que calzase la zapatilla, sería llevada de inmediato a palacio para contraer nupcias con el príncipe Aldolfo.
Cuando llegaron a casa de Nenacienta, que había sido encerrada por su Padrastro para no optar por la rara prueba, las dos hermanastras se esforzaron por que les sirviese la zapatilla, pero todo fue en vano.
Como no parecía haber más nadie en ese domicilio la caravana estaba a punto de partir, mas una vez más los animalitos ayudaron a Nenacienta y la liberaron de su encierro.
La chica pudo probarse su zapatilla y casarse con el príncipe Aldolfo, con lo que puso punto final a todo su infortunio y ganó la felicidad total para toda su vida.
Perla: Y ese es el fin de la historia
La Nena: Woau fue la más hermosa historia que haya escuchado
Martina: Hay osea y porque escojiste a la naca de la nena como "Cenicienta" En vez de haber escojido a esta princesa
La Nena: De seguro lo hizo por una buena razón, verdad Cuñadita
Perla: Si cuñada te e escojido a ti como Cenicienta ya que por dentro sufras, tu siempre eres valiente y bondadosa 😉
Aldolfo: Y hermanita porque me elegiste a mi como el principe... Es por mi guapura
Perla: Jeje... No es porque fuiste el único en quien pensé para hacer el papel del príncipe
Renata: Y porque a mi me escojiste para el hada madrina
Perla: La escoji a usted como el hada madrina ya que usted siempre ha sido como una madre para la Nena
Renata: wow genial
Perla: Bueno familia es hora de ir a dormir el próximo domingo les leeré otro cuento donde estará de protagonista la niña Gaby y el niño Plutarco
Después de que todos se fueron a dormir Perla entra a la habitación donde ya sen dormido La Nena, Aldolfo y Victoria y deja cerca de la cómoda de la Nena un Collar con una Zapatilla de Cristal. 👠👑
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