once

Es su cuarto mes de embarazo, a fines de este, y Haerin está recostada en la camilla, con gel frío sobre su vientre mientras Sehun, su médico, realiza la ecografía. Hanni está a su lado, sosteniendo su mano con emoción apenas contenida.

—Todo luce muy bien. El bebé está creciendo a un ritmo saludable y eso es bueno. Aquí lo pueden ver entre el saco gestacional —anuncia el doctor, mirando la pantalla.

—¿El saco gesta... cuánto? —cuestiona Hanni, pero no se ve interesada en que le expliquen algo de biología y sigue con sus preguntas—. ¿Eso es una antena? —señala la pantalla con el ceño fruncido y su esposa la mira como si estuviera mal de la cabeza, cosa que no descarta.

—Es la columna. Los bebés no tienen antenas —responde Sehun, divertido—. Y aquí están las piernitas.

—¡Piernitas! —la vietnamita se inclina emocionada hacia el aparato que muestra a su bebé—. ¿Ya puede patear por voluntad propia? ¿Como si dijera "voy a practicar fútbol" o algo así?

—Bueno, en esta etapa los movimientos son más reflejos que intencionados.

—¿Pero no puede pensar: "voy a asustar a mamá con una patadita"?

—Claro, Hanni, aparte de eso, seguro está planeando su debut en las olimpiadas —comenta Haerin, rodando los ojos.

Ignorándola, Hanni vuelve a hablar.

—Y... ¿puede oírme si le canto? Porque anoche le canté y juraría que pateó.

—A partir de esta etapa, el bebé puede empezar a percibir sonidos, aunque más adelante reaccionará con claridad —dijo el hombre.

—¡Lo sabía! Anoche le canté esta canción... "Diles, que yo me sé tu' pose' favoritas..." Seguro le gustó.

—¡¿Le cantaste eso?! —exclama Haerin con los ojos abiertos.

Sabía que dormirse antes que Hanni era un peligro.

—¡Es un clásico, amor! —reclamó.

El médico reprime una risa mientras sigue moviendo el transductor sobre el vientre de la chica.

—Si quieren, en esta cita también podemos ver el sexo del bebé.

Hanni jadea dramáticamente.

—¡Es el momento que he estado esperando toda mi vida!

—Si puede verse, adelante —pide Haerin, mirando al mayor e ignorando a la mujer con la que, gracias al cielo, o al infierno -todavía no está clara- se había casado.

Sehun ajusta el ángulo de la pantalla mientras Hanni se inclina más y más hacia adelante, casi empujándolo.

—Bueno, parece que...

—¡No me diga aún! ¡Quiero grabar esto!

Hanni saca su teléfono apresuradamente, pero lo deja caer en el gel que Sehun está usando. Kang se pregunta si deberá pagarlo porque no está segura si se pueda volver a usar.

—Dios mío, Hanni, ¿puedes sentarte? —suspira, pero una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

Verla hiperactiva gracias a los nervios era lindo.

—¡Es culpa del bebé! —trata de limpiarlo—. Seguro me distrajo mentalmente para hacer esto más emocionante.

—¿Listas para saberlo? —pregunta él, entretenido con ese par.

Hanni y Haerin se toman de la mano.

—Díganos. ¡Pero no se confunda!

El hombre ríe y asiente.

—Es un niño.

—¡¿Un niño?! ¡¿Tendré un mini Louis?!

—¡No se llamará Louis, animal! —reclama su esposa, pero pronto no puede evitar que sus ojos se pongan llorosos, muriendo de alegría.

Un niño... un niño sonaba bien. Lo que sea que fuese sonaba bien si tendría a Hanni a su lado.

La mayor se acerca a su esposa para abrazarla, sin importarle que su antebrazo se manche con gel. Le habla al oído, diciéndole que no podría tener una vida más bonita y Haerin solo puede llorar con más entusiasmo.

Siente que ha cumplido un sueño.

—Te amo tanto, mi amor —Hanni se separa solo para tomarle las mejillas y deleitarse con esos ojitos de gato que desde que la conoció le han fascinado.

Limpia sus lágrimas y la besa como si estuviesen a solas, importándole un carajo el mundo entero.

Haerin, Louis y ella. Solo son ellos.

La menor la aparta lento, sensible y avergonzada de que el pobre médico deba presenciar cómo su esposa le devora la boca.

Pero él está acostumbrado y solo las mira con una sonrisa. La maternidad es preciosa. El amor lo es.

—Bueno, todo está perfecto. Las veré en su próxima cita para continuar con el seguimiento —habló Sehun un tiempo después.

Les entrega algunas imágenes de la ecografía mientras Hanni prácticamente las abraza con devoción. Saliendo del consultorio, camina orgullosa con las imágenes en la mano como si fueran un trofeo.

—¡Es un niño! ¡Tengo el heredero de mi imperio! —grita la extranjera, mostrándoles a todos allí la ecografía.

—Hanni... —susurra, sintiendo la sangre subir por sus mejillas—, deja de gritarle a estas pobres personas.

Ella no la toma en cuenta y se gira hacia una señora.

—¿Verdad que es el bebé más guapo del mundo? Mire su perfil. ¡Es un modelo en construcción, como su mami! —la señora sonríe incómoda, sin entender demasiado—. Haerin es modelo, ¿sabía? Debo admitir que odio cuando la hacen posar en ropa interior y...

—¡HANNI PHAM! —Haerin la agarra de las solapas, ahora roja hasta las orejas y la arrastra lejos, disculpándose con la mujer y los presentes.

Ya afuera de la clínica, Hanni se inclina hacia el vientre de su esposa y lo acaricia sobre la ropa. Debería estar con la camiseta que le compró a Haerin, piensa, esa donde aparecían los esqueletos. Pero da igual, luego haría que se la pusiera.

—Te amo, pequeño demonio. Sé que serás igual a mí —le besa arriba del ombligo.

Haerin suspira, corriendo su cabello hacia atrás.

—Ojalá y no, que temo por el bien del país.

Ambas ríen y se dirigen al auto. Hanni la guía, posicionándose tras su espalda y envolviendo en sus brazos la panza de Haerin.

—¿Te imaginas hubieran sido gemelos? —pregunta, colocándole el cinturón a la coreana.

—Por Dios, no —Haerin ve cómo Hanni hace una mueca, ofendida—. Pham, con suerte puedo contigo y solo con un milagro podré con ustedes dos.

—A ver, Haerin —frunce el ceño, poniendo las manos en el estómago de esta. Se ha vuelto su lugar favorito—. Tendrás al menos dos más de mis bebés, así que no me vengas con cuentos.

—¡Ni lo piensen, Pham!

—¡Necesitamos cinco para completar a One Direction! —argumenta ella.

—Cuatro, Zayn se salió si mal no recuerdo —Haerin sabe que está jugando con fuego, y lo disfruta—. De hecho, tres. Liam...

—¡KANG HAERIN! —Hanni no la deja terminar, tapándole la boca y mirándola como si fuese el peor ser humano en la tierra—. ¡Me gusta el humor negro, pero aquello es muy reciente y no lo toleraré!

Haerin ríe, negando con la cabeza. Está bien, lo entiende. Si algo le pasara a Kim Jisoo, Haerin perdería la cordura.

—Lo siento, lo siento —habla entre los dedos de la mayor y esta le quita la mano, aunque sigue con expresión de molestia, así que Hae le da un pico en los labios—. Pero si quieres un segundo hijo, esta vez serás tú la embarazada, ratoncita —y carcajea al ver el shock en su rostro.

—¡Haeeeeeeeeeee~! —reclama, asustada de la simple idea.

Haerin también se asustaría, debe admitir. Hormonas de embarazo + Hanni, alias, Taz, el Demonio de Tasmania... vaya, definitivamente sería firmar su muerte y asegurarse de un Seúl ardiendo en llamas.

—¡Eso o nada, Pham!

—¡Olvídalo!

—¡Pues olvida One Direction!

—¡¿Cómo me pides eso?! ¡Inhumana!

Haerin ríe y la besa para que se calle de una buena vez.

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