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Haerin hizo todo su esfuerzo y se levantó de esa maldita mesa. Eran un tanto infantil las cosas que le producían vergüenza, como encargar una pizza por teléfono, pedir un libro en la biblioteca o hasta recibir el vuelto cuando iba a pagar. Se ponía nerviosa, mas Hanni, con su increíble personalidad extrovertida y sin filtro, la había obligado a superar un tanto sus miedos, así que esta vez quiso hacer el "esfuerzo" por sí sola.

Llegó hasta el mesón y vio a una chica distinta a la que les tomó la orden con anterioridad.

Ese rostro... de algo le sonaba.

—Hola —susurró Kang, decidiendo ignorar su fugaz pensamiento.

—Hola, ¿necesitas ayuda en algo?

—Sí, quería saber cuánto le quedaba a mi pedido, si es posible, por favor.

—Claro —sonrió ella, con el trabajo que tenía esa joven había vivido muchos encuentros con diferentes clientes y algunos muy distintos a otros. A la castaña que tenía enfrente la reconoció de inmediato como los que ella llamaba «tímidos». Era adorable, por supuesto. Pero es que cualquiera que intercambiara unas pocas palabras con la de ojos gatunos se daría cuenta de ello—. ¿Qué fue lo que pediste?

—Un sándwich con...

—Espera —le interrumpió, acercándose un poco para observarla mejor. La castaña se sintió muy analizada—. ¿Haerin? —extendió su sonrisa—. ¡¿Kang Haerin?! ¡Por Dios, en serio eres tú?! ¡Con razón me llamaste la atención! ¡Estás toda una mujercita ahora, ¿desde hace cuánto no te veía?!

—¿C-cómo?

—¡Haerin, soy Goeun!

—¡¿Cho Goeun?! —sonrió también, por fin reconociéndola. Sabía que algo de ese rostro le sonaba familiar.

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