Oportunidad

Así pasaron 3 semanas, con lo mismos tratos que antes y las mismas palabras hirientes, Raph ya había perdido la cuenta de los días que llevaba ahí metido, se sentía desanimado, su espíritu había sido roto y ahora no hacía más que lamentarse de su jodida existencia, lloraba todos los días y se lastimaba más al pensar en los pocos momentos que podía aún recordar que había tenido con sus hermanos y padre...los mismos que lo abandonaron y no quisieron luchar más por él; cada que pensaba en eso su corazón se encogía y gruesas lágrimas caían con rapidez de su rostro. A su corta edad vivió muchas cosas, dolor, sufrimiento, desesperanza, abandono, pero lo más importante: Odio.

Era de mañana, un día nublado y con riesgo de venirse una tormenta en cualquier momento, nuestra pequeña tortuga se encontraba tirada a un costado mirando los árboles moverse por la leve ventisca que hacía, todo a través de aquella ventana rota, la cual era un  escape a su horrible situación.

Escuchaba la televisión prendida (que provenía de la otra habitación) todo estaba oscuro y podía escuchar el sonido de alguien masticando papas mientras una asquerosa risa reía con fuerza. No sirve mentir diciendo que no sentía odio hacia esos sujetos, a su corta edad, podía saber con dos dedos de frente que eran unos hijos de puta o la peor escoria del mundo, no del mundo no, ¡del universo!

Pronto escuchó pasos acercarse a él, se tensó y rápidamente se acurrucó en una esquina de la jaula con miedo. El muchacho de ojos azules venía nuevamente cargando una pequeña olla que era donde le traían las sobras que él comía. Al verlo sonrió.

—¡Hola alimaña!—saludó animado.—¡Te traje tu comida favorita en el mundo! Trozos de carne revueltos con frijoles, pasta, pan y muchas cosas que ni recuerdo.—dijo mientras acercaba su nariz a la olla y olía profundamente— ¡Mmm!~ y lo mejor, acompañado del delicioso aroma de comida agria.

Raph hizo una mueca de asco y su estómago se revolvió con fuerza, había estado comiendo cosas de ese estilo durante los días que se dignaban en darle de comer.

El muchacho sonrió de lado y le echó todas las sobras encima mientras reía.

Raph cerró los ojos y al quitarse las sobras de su cara dió un pequeño salto en dónde estaba por el miedo al ver que el muchacho se había agachado y acercado por fuera de la jaula lo suficiente para mirarlo detenidamente y de paso, intimidarlo.

—¿Qué pasa renacuajo? ¿No te gustó tu comida?—decía en un falso tono amable. Raph se mantuvo callado.— Tú sabes que si algo no te gusta puedes decirnos pequeñín, sabes que buscaremos todo lo posible para que estés cómodo.—decía todo esto con una gran sonrisa al ver al pequeño Rapha asustado.—¿Entonces? ¿Todo bien? ¿Oh quieres que mejoremos algo para ti?

Raph negó rápidamente, no podía permitirse darles razones para poder torturarlo más de lo que ya hacían.

—¿Te vas a comer todo? ¿Cómo un niño bueno?

Raph volvió a asentir, causando que el muchacho sonriera con más satisfacción.

—¡Marcus!—llamó el otro muchacho desde la otra habitación.—¡Deja de estar hablando con ese fenómeno y ven aqui!

Aparentemente, Marcus, puso una cara de fastidio y se levantó dejando la olla sobre unas cajas que estaban apiladas al lado de la jaula de Raph y caminó hacia allá.

—¿¡Qué diablos quieres!? ¡Me estaba divirtiendo!—se escuchó decir a lo lejos.

Rapha, al ver que Marcus se había ido se quitó los restos de comida que le habían caído encima con enojo, las lágrimas no tardaron en aparecer por la frustración y el enojo que sentía, ¡Lo trataban como un animal! Incluso peor que eso, disfrutaban humillarlo y lastimarlo sin razón, sin más, solo por haber nacido así; se llevó las manos al rostro para llorar amargamente, ¡él no tenía la culpa! ¡No escogió nacer así! ¡Cómo un monstruo! ¡Un fenómeno!

Sollozaba debilmente por temor a que lo escucharan y todo fuera peor para él, estaba abrumado, no quería vivir más así, no quería vivir enjaulado toda su vida, maltratado, humillado, golpeado... ¡Y eso sin pensar en que podrían venderlo a cualquier cosa!

Miró a su alrededor aún callendole lágrimas de sus ojos y al oler la comida echada a perder se tapó la nariz con asco.

—Tsk...que ashco...

Podía escuchar a los otros dos pelear, pero no entendía muy bien por qué. Juntó las sobras en una esquina de la jaula lejos de él, no podía simplemente botarlo todo, ya que si los dos chicos se enteraban le darían una paliza y segundo, no le volverían a dar comida en un tiempo, cosa que no queria, porque ellos aprovecharían para comer cosas que olían muy bien solo para torturarlo. Se talló la cara con estrés al pensar en todo eso, esa situación lo hacía sentir bien enfermo, estresado por todo lo malo que ocurriría si el se negara a algo; se arrastró a una esquina de la jaula y se acurrucó en ese lugar, se abrazó a sí mismo, quizás buscando la calidad que hace mucho no sentía y que más que extrañarla le dolía, sus labios formaron pequeños pucheros y varios sollozos aparecieron, para terminar llorando amargamente de nuevo.

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Un fuerte trueno se hizo sonar en el cielo opaco, ocasionando que nuestra tortuga despertara exaltado debido al fuerte estruendo.

Miró alrededor con miedo, hasta que subiendo su mirada por aquella ventana rota notó que una suave llovizna caía rápidamente. Se acarició los brazos con frío y se sentó lentamente mirando alrededor, esa pequeña siesta lo había hecho sentir un poco mejor, estaba más descansado; escuchó pasos cerca suyo por lo que se hizo en la esquina otra vez esperando lo peor, escuchó atento:

—¿A dónde vas Bran?—pudo escuchar a uno de ellos.

—Voy a reunirme con alguien—contestó de manera simple.

—¿Alguien? ¿Alguien interesado en ese fenómeno?—preguntó Marcus interesado.

—Asi es

Raph se tensó y su respiración empezó a acelerarse: ¿Alguien interesado en él? ¿Alguien querrá comprarlo?

—Wow y...¿En qué cosa trabaja o que?—seguía cuestionando Marcus a su compañero.

—No estoy seguro, si te soy sincero poco me importó, solo se que es con relación a estudios o algo así.

¿Estudios? ¿A qué se refería con estudios?

—¿Estudios?—preguntó confundido Marcus.

—Si ya sabes, ehh investigar, creo que abrirlo y mirar que tiene por dentro y estudiarlo.—explicó Bran.

Raph sintió su garganta secarse, entendía casi, pero el pensar que podían hacer eso con él lo aterraba.

—Ahhh creo que entiendo, igual, que lastima, creo que extrañaré divertirme con él.—expresó Marcus con una sonrisa.

—Necesitamos el dinero, si tanto te gusta joder, cómprate un perro.—dijo Bran mientras caminaba a la salida.

—Hmmm buena idea, un pitbull como el de aquí al lado.—respondió Marcus interesado.

—Ese si te muerde.—admitió Bran mientras abría la puerta con las llaves.

—Trae algo de comer.—ordenó Marcus mientras caminaba a la otra habitación para seguir viendo televisión.

Al cerrar la puerta y estar todo en silencio Raph reaccionó, había quedado en shock en toda la conversación.

—Ño...ñ-ño quielo.—susurró con la voz temblorosa.

Su pequeño cuerpo temblaba del miedo, estaba aterrado, cuando él volviera estaría perdido, se lo llevarían y quién sabe qué sería de él. Creía que su situación no podría ser peor, pero hasta en eso tiene mala suerte, claro que podría ser peor.

Miraba alrededor desesperado, no quería que se lo llevaran, de manera asombrosa, si lo hacían decidir entre ir con ese señor o quedarse, preferiría quedarse ahí; por lo menos ellos no se encargarían de matarlo, o eso pensaba, él les era útil almenos.

Las lágrimas otra vez volvieron a caer, está vez por miedo, por impotencia de no hacer nada; miraba alrededor desesperado y sin saber que hacer se abrazó a sí mismo y lloró mientras temblaba cerrándose en su situación.

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Después de 5 minutos aproximadamente, otro trueno sonó sobresaltándolo, trayendolo de su pequeña pesadilla, respiró hondo; sabía que no podía hacer nada si solo lloraba y esperaba a que el tipo malo llegara, sería rendirse.

Se limpió las lágrimas determinado y miró alrededor, fijó su vista en la guerra de la jaula, por lo que se acercó e intentó forcejearla con lo que podía, pero poco tardó en notar que esta estaba cerrada con candado, por lo que era imposible de abrir; miró alrededor buscando algo que pudiera romperlo o algo que le permitiera salir...pero solo había basura.... nada que le sirviera.

—Ño....*sniff* Po favol....Po favol ño, quielo...Ño.. *sniff* Necheshito ilme...—susurró otra vez siendo un manojo de nervios y nuevamente llorando.

Escuchó como la tele del otro cuarto subía su volumen, quizás su llanto estaba molestando al tipo ese.

Seguía llorando, se sentía molesto pero más que todo impotente, no podía creer que no hubiera nada que hacer cuando estaba peligrando su vida, sollozaba y cerraba sus puños con fuerza, sin más que hacer empezó a patalear haciendo un berrinche y sin querer golpeó una esquina de la jaula.

—¡Au!

Rápidamente se tomó la mano con fuerza quejándose bajito haciendo que se sintiera más miserable, pronto sintió como un líquido salía de su mano, pues se había alcanzado a lastimar.

—Mielda...*sniff*

Alzó la vista para encontrarse con la agradable sorpresa de que se había abierto un poco la jaula de ese lado, pero no lo suficiente como para que pudiera salir.

—¡Quieto fenómeno! ¡No me dejas escuchar!—gritó furioso Marcus.

A Raph le dió igual, una pequeña llama se esperanza había sido encendida en su pecho, se sentía más valiente y más confiando. Ahora necesitaba de algo más fuerte o pesado que pudiera abrir más la esquina, miró alrededor apurado, pero seguía encontrándose con lo mismo de antes, movió sus manos nervioso, en cualquier momento podría llegar el otro tipo y su pizca de suerte se podría acabar  en menos de nada, entonces algo pareció encenderse, miro hacia arriba buscando cualquier opción y para suerte suya, encontró su salvación: ahí encima estaba la olla que habían utilizado en la mañana para alimentarlo, y estaba mal puesta.

Raph sonrió ampliamente, no había duda, esa era su salida de ese infierno. Ya lo había decidido, tendría que hacer que esa olla callera sobre la jaula y aprovechar para escapar; por lo que respiró hondo, se alejo y con toda su motivación corrió con todo lo que podía contra esa esquina la cual empujó las cajas ocasionando que la olla callera sobre la jaula, sin duda haciendo todo un escándalo, pero cumpliendo aún así con su objetivo: la abolladura de la jaula se hiciera lo suficiente grande para que pudiera salir.

—¡QUÉ MIERDA ESTAS HACIENDO!—gritó el hombre alterado corriendo al lugar.

Eso fue un foco verde para Raph, que sin pensarlo salió rápido de esa jaula y corrió alejándose de esa habítacion, llegando a la puerta principal pero se encontró con que no había para donde ir, ya que está se encontraba cerrada.

—¡Vuelve aquí!

Miraba para todos lados, pero todo estaba cerrado, Marcus vino hacia el pero pudo esquivarlo y correr para la otra habitación, dónde estaba el televisor y el sillón además de un gran basurero alrededor, pero notó rápidamente una ventana al fondo, que sin dudar corrió con todas sus fuerzas para allá, seguido de Marcus que no paraba de gritar palabrotas para que se detuviera, pero eso no estaba en sus planes.

Al llegar notó que esta era muy alta para él, por lo que tomando otras cajas pudo alcanzarla sin problema, de la nada, nuevos olores junto al aire fresco tocaron su nariz, sintiendo una gran alegría subir por su pecho, la cual duró poco, ya que unas manos lo tomaron fuertemente del brazo. Raph soltó un grito.

—¿¡Qué mierda crees que haces!?—gritó furioso mientras le daba una fuerte cachetada que dejó a Rapha algo aturdido por un momento—¡Verás lo que te espera ahora!—sentenció mientras lo acercaba a su cara tratando de intimidarlo.

Raph, recuperándose del golpe y al verlo tan cerca juntó todo su enojo y le dió una fuerte patada en la cara, logrando así que ese hijo de puta lo soltara del otro lado de la ventana.

—¡AHORA SI JURO QUE TE MATO!—rujió Marcus mientras corría determinado hacia la puerta.

Raph calló con fuerza en el frío césped, y su piel se estremeció al sentir las finas gotas de la lluvia callendo sobre él. Se arrodilló y miró alrededor: ¡Estaba afuera!

—¡VEN AQUI!

Raph volteó y ahí estaba Marcus, con una correa para perros y a la otra un látigo, que había sido usado anteriormente para maltratarlo. Pasó saliva y corrió hasta el fondo encontrándose con una gran cerca, la cual cancelaba su escape. Sintiéndose acorralado volteó a ver a uno de los hombres que lo había humillado, con una expresión entre miedo y odio.

—Desearás estár muerto cuando acabe contigo—siseó con odio mientras se acercaba y cuando estuvo enfrente de él levantó el látigo y lo mandó con fuerza hacia nuestra pequeña tortuga, que una vez el cuero tocó su verde piel soltó un grito de dolor.

Marcus seguía con furia hacia el pequeño que trataba de cubrirse de todos sus golpes.

Raph tratando de buscar un escape mientras intentaba cubrirse el rostro  notó que a su lado había un pequeño agujero por el que podría pasar al otro lado de la cerca y volteando un poco más para su gran maravilla había una manguera abierta a su lado, ¡Ese día escapaba o escapaba de ese infierno!. Sin pensarlo dos veces la tomó y disparó el agua hacia los ojos de Marcus el cual se quejó y soltó todo lo que tenía en las manos para quitarse el agua de la cara.

Raph se levantó y escavó con lo que quedaba de sus fuerzas por el agujero pudiendo dejar a Marcus atrás, que no paraba de gritar o maldecir. Pero su suerte se acabó cuando se encontró de frente con esa bestia.

Tenían de vecino un pitbull

El animal sin darle de tiempo ni de gritar se abalanzó sobre él para morderlo, pero gracias a su caparazón no pudo morder mucho, pero si lo movía y empujaba como si fuera una pelota, rasguñandolo y lastimandolo sin piedad, Raph lo único que podía hacer era patalear y retorcerse buscando quitarse a esa bestia de encima, pero para desgracia, el animal logró morder una parte de su plastron y lo sacudió con fuerza de lado a lado, para que en menos de nada esa parte que mordía se quebrara y nuestra tortuga saliera disparado hacia la calle lastimandose enormemente contra el pavimento y golpeándose fuertemente en la cabeza contra un poste de luz para que al final, con el impulso que traía terminara dentro de un callejón oscuro y solitario.

Lo último que escuchó fue el perro ladrar y carros pasar antes de sumirse en la oscuridad.

FIN CAPITULO 5⁰

Bueno, aquí otro capitulo jeje, espero les guste, perdón por cualquier falta ortográfica.

Att: Maryturtle7


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