Capítulo 13


Antes que nada, lamento el tiempo que pase sin actualizar, de verdad lo lamento tanto, pero espero recuperar el tiempo perdido, mil gracias por leer. Disfruten el capitulo, se que no compenso el tiempo que pase sin publicar, me converti en lo que habia prometido jamas hacer, dejar incompleta una historia.


MELANCOLIA

Las penumbras se cernían sobre aquella amplia habitación, el sonido del tic tac se mantenía constante provocando cierto eco que dejaba impaciente al hombre que reposaba sobre la cama, una silueta que mantenía la mirada perdida en el horizonte y que al final era nada.

Ya había pasado un mes, un tortuoso mes en el que sus muchos pensamientos lo martirizaban sin dejarlo conciliar el sueño, y con eso, su mejor amigo y compañero; el tabaco.

El cenicero había llegado a plantarse como mala hierba sobre su mesilla, junto con las cajetillas que comenzaron a llegar como hormigas atraídas al artefacto de cristal. Y él quien sería el pobre hombre hambriento que no lograba saciar su apetito, siendo aquella fuente su único alimento, sabiendo así, que las hormigas provocan dolor y te carcomen lentamente; no le quedaba de otra más que seguir alimentándose de esa mala hierba, no hasta que su fruto anhelado algún día volviera a sus brazos.

El sol ni siquiera había asomado sus rayos y ni una sola ave dejaba escuchar su dulce melodía aún y por supuesto, aquella soledad seguía y reclamaba todavía su tiempo. Harto de esperar, de no mover ni un solo dedo por tener fe y confianza a que aquello solo serían unos días, que estúpido de su parte al pensarlo, de nada había servido la incompetencia de quienes debían proteger a los ciudadanos. Antes que nada, se sentó primero en el borde de la cama, recargo sus antebrazos en sus piernas, suspiro y giro la mirada hacia el celular pensando una y otra vez, que al momento de marcar aquellos números tendría que volver un poco a su pasado, y no, no es que fuera algo malo como algunos de ustedes pensaron, sino, era la simple melancolía de lo que surgió de aquellos trabajos, los momentos y las penas, era volver a lo que una vez le rompió el corazón. Deslizo sus manos por su rostro yendo directamente hacia su cabellera azabache, masajeando así aquella zona.

-Maldición-. Aquello había salido como un murmullo de sus labios, estiro su brazo hasta tomar aquel artefacto y comenzó a presionar cada número para luego colocar el celular en su oreja, esperando a que aquellos sonidos continuos se detuvieran. Hasta que supo que había llegado el momento, después de un corto silencio su llamada había sido atendida.

- ¿Quién habla? -. Preguntó el individuo detrás del teléfono con una pizca de duda en el tono de su voz.

- Habla Jotaro, Kujo Jotaro -. Sus ojos permanecían fijos sobre el suelo incluso por ese corto momento se había quedado sin más palabras. No hubo contestación alguna, en cambio, un corto silencio reinó hasta que la voz a través del teléfono cambio.

- ¿Señor Jotaro? ¡No puede ser, hace tanto tiempo que no sabíamos nada de usted! dígame ¿a qué se debe el honor? -. Jotaro no necesito ver el rostro de aquella persona para darse cuenta de la alegría que esta emanaba.

-Si, ha pasado tiempo-. Una fina sonrisa se formó en sus labios y con ella "nostalgia". -Espero que todos estén bien por allá -.

-Por supuesto que lo estamos, ya sabe, de vez en cuando alguna complicación, pero nada grave, después de todo su amigo es el que está a cargo y es realmente un gran jefe para nosotros, pero dígame ¿hay algo en que lo podamos ayudar? No creo que esta llamada se deba a un simple saludo-. En la voz del hombre había curiosidad y Jotaro se dio cuenta de ello, pues sabía muy bien que en aquel trabajo el tiempo era un factor muy importante y como bien sabia, no muchas veces eran llamadas por cortesía.

-Es correcto, en realidad necesito que me hagas un favor, pero esto tiene que permanecer en secreto -. De manera lenta y con pesadez se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana de su habitación, recargando su cuerpo pesado en la pared justo al lado del marco. -Solo debe quedar entre los dos-.

-Por supuesto, para mi será un honor poder ayudarlo, usted sabe que siempre contará con nosotros y la fundación Speedwagon, señor Jotaro-.

-Gracias-. Dejo salir un suspiro y continuo su andar hacia la salida de aquel cuarto. -Ahora necesito los siguientes datos, y aún más importante, una identificación-. Y tras de sí, la puerta se cerró y el día comenzó.

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No se molestó en tener siquiera sus ojos cerrados, no tenía ni idea si era de mañana o noche y aquello no era algo que realmente le preocupara, y por supuesto, el sueño ni siquiera era un problema. Mas bien aquello que lo mantenía sin poder conciliar su descanso era la "duda", ¿Qué planeaba con exactitud? ¿de verdad estaría mucho tiempo en aquel lugar?, el olor a humedad era horrible, extrañaba su hogar, la pintura fresca, el pasto lleno de rocío de la mañana e inclusive, el tabaco de los hombres que paseaban con descaro por las calles. Tantas cosas pasaban por su cabeza que al mismo tiempo no tenían sentido alguno.

-Josuke...Josuke-. Hablo Reimi quien al mismo tiempo posaba su mano en el hombro del chico, sacudiéndolo un poco al ver que se encontraba con la mirada perdida. Justo al momento de sentir su cuerpo moverse Josuke reaccionó, logrando volver en sí.

-Lo siento-. Murmuro, y cabizbajo tomo la mano de la chica, quién sonrió y recargo su cabeza en el hombro del chico. -Es solo que...estoy cansado, y molesto por que no sé de qué manera lograre sacarte de aquí-.

-En eso estas equivocado, la forma correcta de decirlo es "saldremos" de que manera saldremos de aquí-. Y ambos se miraron directo a los ojos, cada uno con gran determinación.

-Entonces debemos de elaborar un plan, no podemos confiar en que alguien nos encontrara, no cuando sabemos que se trata de un asesino serial-.

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Mientras tanto, la ciudad era bendecida por un hermoso día, el sol brillaba intensamente y todo estaba tranquilo como de costumbre, por supuesto para Kira este era un día perfecto. Caminaba por las calles con su maletín en mano, su traje en perfecto estado y como siempre con aquel semblante lleno de paz y tranquilidad. Porque para él, la suerte siempre estaba de su lado. Su andar termino justo frente a una de las que él consideraba la mejor panadería, abrió la puerta del lugar haciendo que la campanilla sonara y ya con la mirada puesta en su objetivo, decidido a tomar su sándwich favorito. Pero al extender su mano se percató de que otra más estaba en camino, lo que para él era una molestia, giro la vista hasta la persona que estaba a punto de arruinar su día, notando que se trataba de un jovencito de cabellera plateada que al observarlo sonrió de forma nerviosa.

-Lo-lo siento...adelante tómelo-. Dijo al tiempo que dejaba el último de los sándwiches y se lo cedía al individuo al lado de él.

-Gracias-. Fue la única palabra que salió de la boca de Kira, que con un poco de amargura en su boca tomo el bocadillo y fue directo a la caja a pagar, y justo antes de salir vio nuevamente al chico de reojo haciendo una mueca al observar con detenimiento las manos de este, pues en ellas pudo divisar como algunas de sus uñas estaban mal cortadas, y con una mínima suciedad, algo que para Kira era imperdonable y asqueroso, pues la sola idea de que alguien así tocara su comida le provocaba nauseas.

Por su parte el jovencito de nombre Koichi quedó un tanto pensativo al recordar la mirada de aquel sujeto justo en el instante en el que él estuvo a punto de tomar el pan, eran como si lo hubiese petrificado, sus ojos estaban cargados de ira, casi como la de un asesino.

-Que miedo-. murmuro para sí mismo. Pues había logrado provocarle un susto, y sabía que nada bueno saldría de tratar con una persona como esa. Pero algo dentro de él decía que no sería su último encuentro.

Mientras Kira iba de regreso a su vivienda, el celular en su bolsillo comenzó a sonar, lo cual hizo que el rubio contestara la llamada. - ¿Bueno?

-Señor Yoshikage, me alegra mucho informarle que su pedido está terminado-.

-Bien, estaré por allí en unos minutos-. Sin más, terminó la llamada y así, desviándose de su rutina. Una total molestia ya que si no hubiese cometido aquel descuido no tendría por qué estar cambiando sus planes, no supo en qué momento se había desprendido el botón de uno de sus trajes, peor aún, era uno de los que solía usar para su trabajo. Por lo que fue necesario que lo llevara con su sastre, ya que cada uno estaba hecho a su medida y con botones que no eran fácilmente de encontrar en cualquier lugar.

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El rechinido de la puerta era la señal de que su verdugo había regresado y el sonido de la madera crujiendo al bajar las escaleras era la segunda señal de que bajaba a fastidiarlos, y Josuke al verlo le sonrió burlonamente, al tiempo que se acomodaba de la forma en la que Reimi le había enseñado, espalda recta de rodillas y con el empeine de los pies sobre el suelo.

-Vaya, y yo que creí que se había olvidado de nosotros, pensé que nos mataría de hambre-.

Kira se acercó y lo tomo de la barbilla, consiguiendo arrebatarle un quejido al menor. -Realmente te gusta hacerme enojar mocoso, si no fuera porque me encantan tus manos ya estarías muerto-. Y de un empujón lo hizo caer al suelo causándole daño. -Como sea, en un momento les bajare la comida-. Nuevamente Kira se marchó dejando a los jóvenes solos.

- ¿Te encuentras bien? -. Pregunto Reimi mientras le ayudaba a levantarse. - ¿Te lastimó mucho? -.

-Tranquila, no fue gran cosa-.

-No deberías provocarlo de esa forma, solo conseguirás que te haga más daño y tal vez logres que...te mate-. Aquello último lo dijo en voz baja mientras se acomodaba un mechón de su rosada cabellera, mientras Josuke le dio una pequeña sonrisa y paso su mano por la cabeza de la chica pues la había hecho preocuparse, mientras su mano recorría los cabellos ajenos pudo sentir algo duro al tacto.

Reimi se apartó rápidamente apenada por lo ocurrido. -Ah, lo siento-. Volvió su mano a sus cabellos sujetando con sus dedos un pasador, el cual desprendió con cuidado ya que estaba un poco enredado. -Había olvidado que lo traía puesto-. Lo observó recordando la mañana en la que se arreglaba para ir a la escuela, justo antes de que fuera secuestrada.

Josuke quién no apartó la vista de ella quedo sorprendido, pues ante sus ojos aquello era prueba de que las cosas estaban a su favor.

- ¡Reimi! -. Exclamó con emoción sujetando a la chica de las manos. -Este es nuestro boleto de salida-. Y el plan de ambos chicos recién había dado inicio.

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