XIII • Aniversario solemne
Desde ese día el amor tocó sus puertas, para quedarse.
Llevaban años de relación, con altos y bajos como cualquier pareja, aun así muy fuerte se hizo su unión, es por eso que Él tuvo una nueva idea, una nueva propuesta, tener más días de ilusión, despertar cada mañana junto a Ella.
Para Ella ya no había más deberes, se cumplieron aquellas obligaciones académicas, su carrera había terminado por fin, Ella amaba esa sutil independencia. Para Él todo era normal, de su casa a su trabajo, sí, su rutina laboral, pero que culminaba con ese esperado abrazo; la ansiada espera de Él por estar con Ella. ¿Cómo no desearlo todos los días?
Esa tarde para Ella fue como cualquier otra, una que siempre apreciaba, esperando puntualmente a su amado, en aquella plaza sentada. Sin embargo, para Él, era una tarde esperada, la de recargar las energías agotadas, cada vez que con su amada se encontraba. ¿Será que aquella petición de sus labios saldría?
"¿Te parece este fin de semana salir a pasear?", fue lo que Él pronunció, "claro, me encantaría", lo que Ella respondió. Y ese final de día sus manos entrelazaron, iniciando su caminar con rumbo a lo impensado. Ella no sabía que Él tendría una sorpresa, una inusual promesa eterna. ¿Acaso el ambiente se llenará de alegría?
Ese día Él estaba muy nervioso, y si bien planeó todo con sumo cuidado, por nada quería que fuera un momento bochornoso, no cuando su intención es que por siempre, desde ese y todos los días fuera amado. Fue a buscarla a su hogar, era un día agradable y soleado, pero para Él era aún más especial, pues sin lugar a dudas marcaría el inicio de algo preciado, el comienzo de una nueva aventura, algo que para ambos sería lo más sagrado... una familia. ¿Dejaría de ser una simple fantasía?
A Ella le encantaba salir, y un fin de semana así no era novedad, estar en la compañía de Él la hacía feliz, no tenía nada que dudar. Pero, el comportamiento de su compañero era extraño, hizo que se cuestionara, "qué era aquello que le inquietaba", aquello que incluso su presencia le hacía exaltar, "qué sería aquello que titubeaba en expresar". ¿Quizás sospecharía?
—Lo sabes ¿verdad? Que te amo con todo mi ser.
—Y eso ¿por qué? Pues claro que lo sé.
—Entonces me permitirías ¿vivir mi vida junto a ti?
—¡Espera! ¿Una propuesta?... Desde luego que ¡sí!
Y desde ese día estarán juntos por muchos años, con una nueva ilusión, el comprometerse de por vida, unidos, al fin, llenos de amor.
Ese día la felicidad inundaba la jornada, era un momento especial, uno solemne que iniciaría esa mañana, uno que los uniría hasta el final. Expectantes ambos estaban, ansiosos ante ese "sí", Él la esperaba con su traje negro, y Ella ingresó de blanco con un bouquet carmesí. "Hermosa" fue su comentario, cuando por fin se reunieron, Ella solo sonreía nerviosa, mas Él contuvo su miedo, entrelazando su mano con seguridad, y brindándole un tierno beso. "Acepto".
Ambos habían sufrido decepción... Él una terrible traición y Ella algo de lo que no tuvo control, ambos se habían cerrado a la felicidad, de encontrar en alguien aquella libertad, de hallar aquel corazón ideal, del cual se pudieran enamorar. Tomó tiempo, una completa estación, pero ambos por fin reconocieron, lo que dudaban por tanto temor, de que por fin ese cariño, tuviera un receptor.
Diez años han pasado desde ese momento, celebran sus bodas de "estaño, aluminio o de cristal", aunque independiente del nombre que se les dé a su fecha, ellos siguen pensando en la eternidad, de estar siempre juntos, de vivir sus vidas, sus sueños, su amor, como hasta ahora... en completa complicidad.
Desde ese día, de invierno a otoño, dejaron de ser dos desconocidos.
Desde ese día, en su matrimonio, ellos se juraron amor eterno.
Desde ese día, en su aniversario, ellos siguen aún más unidos.
Desde ese día, y aún hoy, se expresan sus mejores versos.
"Feliz aniversario"
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