XII • Otoño deseado ~ ♀
Muchas pudieron ser las palabras, pero cómo expresarlas, tan solo mencionar que quedé maravillada, por sus atenciones, su cariño, compartir con la persona indicada. Un sentimiento que por fin era definido, uno que me tenía encantada, fascinada, emocionada, ilusionada. Sí, estaba enamorada.
Me había marchado hace tan solo unos días, y ya lo extrañaba, deseaba su compañía, deseaba que el tiempo volara; quería verlo de nuevo, lo anhelaba. ¿Podría ser lo acontecido no solo un sueño?
Acabaron las vacaciones y nos reencontramos al fin, nos reuníamos ciertos días, era muy feliz. Pero, mi timidez y el miedo una vez más se hicieron presentes, no hablamos de lo ocurrido, nada de lo sucedido, de aquellos días extraordinarios, de ese sentir, de esa emoción que no olvido.
En cada encuentro, había un detalle nuevo, seguíamos siendo amigos, pero sinceramente ya era más que eso. Una flor, una mirada, una canción, simplemente una acción, entre líneas leía un "dime que tú, sientes lo mismo que yo". ¿Qué? ¿Cómo responder? Sí, seguía yo con mi silencio.
Una noche recibí un mensaje, un "Hablemos" que me estremeció; me imaginé que se trataría de ese hermoso viaje, y efectivamente es de lo que se trató. Recibí un gran escrito, uno que me conmovió; letras con un "te quiero"; palabras de un "algo más"; frases llenas de sentimientos y una propuesta que me emocionó. "¿Te enamorarías de mí?", fue lo que preguntó.
Mi corazón palpitaba sin demora, mas mis labios no paraban de temblar, mi respiración se agitó en un instante, y mi mente no podía procesar. ¿Qué debía responderle? ¿Cuáles son las palabras que debo usar? ¿Cómo expresarle lo que siento? Decirle que mi todo, gracias a Él, aprendió a amar.
Realmente quería señalarle todo lo que sentía, pero por mensaje no sería suficiente, así que propuse vernos al siguiente día, y Él accedió a aquello enseguida. Nos despedimos con un "ten muy buenas noches", pero lo cierto es que para mí fue imposible, jamás había deseado tanto que el día llegara. ¡Ah! Indudablemente este sentimiento es increíble.
El otoño ya era parte del ambiente, con su visible cambio de color, mismo entorno donde por fin mi ser también estaba cambiando, floreciendo para Él, que me enseñó la palabra amor. Aquella mañana era sutilmente fría, pero en un instante la temperatura cambió, al encontrarme con esos bellos ojos chocolate, que en tan solo un parpadeo me cautivó.
Me acerqué a Él sin apartar la vista, un silencio entre nosotros se formó, mis nervios no me dejaban formular palabras, y mi corazón solo latía de emoción. Un "Hola" escuché de su parte, y tan solo respondí con una sonrisa, nos sentamos en aquella banca como siempre, y el silencio del comienzo volvió sin medida.
"Cálmate, cálmate" era lo que pensaba, era mi turno de iniciar ese día, comencé comentando su mensaje, y Él respondió enseguida, que nada de lo expresado, nada, "nada de lo escrito fue mentira". Lo sabía, no solo por sus palabras expuestas, eran sus acciones, aquellas demostraciones, que siempre estuvieron ahí, pero era yo quién no veía, o más bien no quería, reconocer que amar no es sinónimo de desilusiones.
Alejé mi mirada por un momento, tenía que buscar las palabras indicadas, la verdad es que nunca había sido buena en eso, y de pronto una acción que no esperaba. Él tomó mi mano con firmeza, me vio directamente a los ojos, pronunció palabras teñidas de rojo, una confesión de suma belleza.
No aparte mi vista en ningún momento, mi ser se llenaba de emoción, rememoraba todo aquello que habíamos vivido, e imaginando aún más al escuchar su confesión. En mi rostro sentía un calor agradable, mi vergüenza no se pudo camuflar, nuevamente mis labios temblaban, y mientras escuchaba, no tenía palabras que pronunciar.
"Quiero que seas tú... quiero entregarte mi corazón sin medida", esas últimas palabras me dejaron cautivada. Era algo que muy dentro de mí siempre deseé, que existiera esa persona, la indicada, aquella que le entregara por completo mi ser, sin miedo a sufrir, ni a perder, sin temor a compartir, de amar hasta desfallecer.
Y, una gran sonrisa de mi parte, un "Sí" como respuesta, su emoción no se hizo esperar, y una nueva propuesta. Acercó su mano a mi rostro, una cálida caricia. "Desde hoy siempre juntos", y un beso de poesía.
Desde ese día en otoño, se concretó lo que nunca pensé,
desde ese día, a Él mi amor entregué.
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