X • Sublime verano ~ ♀
Mi rutina universitaria por fin había concluido, eran mis preciados días de libertad. Disfrutar del sol, la brisa del aire, o presenciar el mar, mas mi vida se esfumaba en solo suspiros, por pensar en Él, y desear a su lado estar..."¿Qué?"
Había prometido comunicarme, y así cumplí: un "hola ¿cómo estás?", por la tarde, o simplemente un saber "y ¿qué hay de ti?". Realmente hablar con Él me entusiasmaba, haciéndome saber todo el daño que causé, ¿será que podremos recobrar la tranquilidad en esas semanas? Que la distancia nos dé esa oportunidad, que nuestros corazones no sufran más, de recuperarse, sí, de sanar, y tener el valor de pedir por fin ¿volver a amar?
"Prontamente estaré de vuelta", fue un mensaje que no esperé, los dos meses pasaron muy rápido, y muy pronto lo podría volver a ver. «Él estará nuevamente a mi lado», y otra vez un "¿qué?" por aquello que pensé. Pero, ¿qué era lo que me estaba pasando? Sin embargo, mi corazón lo sentía, ya lo sabía, es solo que mi mente una vez más se quería interponer.
Sus vacaciones serían donde siempre, en aquella cabaña que pertenecía a su familia, y esta vez estaría yo presente, pues me invitó y sin pensar acepté enseguida. El receso que tenía era gratificante, pero aún necesitaba despejarme, prontamente comenzaría mi rutina, así que con Él deseaba relajarme. Pero lo cierto era que también quería cerciorarme, si acaso yo... yo de Él, yo..."¡Ah!" No podía ni nombrarle.
Ese día el verano sí estaba presente, una jornada de mucho calor. Me encontraba a unos cuantos kilómetros de mi destino, y ya estaba perdiendo el valor; pero, el momento de encontrarnos fue increíble, mi corazón saltó de emoción, y esa abrasadora temperatura del ambiente, sinceramente ya no importó.
Nuestros ojos se encontraron rápidamente, y una sonrisa en mi rostro se formó, sí, con Él estaría esa tarde, también al día siguiente, y desde entonces mi mente ya no entró en confusión. Me fusioné en un instante en sus ojos chocolate, perdiendo como si nada el aliento. "¿Muy cansador? ¿Estuvo bien tu viaje?", preguntas que me hicieron reaccionar avergonzada por ese momento.
Luego de dejar mis pertenencias, dimos un paseo por el lugar, notamos que ya estaba anocheciendo, pero eso no nos hizo parar. Llegamos a la playa ya desolada, pero la luna, una compañía que apreciar, la sensación de la arena era agradable, y una suave brisa que se hacía notar. Conversamos por mucho tiempo, era como si hubieran pasado años sin hablar, descansamos del andar por un momento, y en ese instante me di cuenta del hermoso cielo estelar.
¿Quizás fue muy apresurado de mi parte? Pero me recosté en la arena sin dudar, deseaba que Él también apreciara la misma vista, y jalé de Él hacia mí sin titubear. Apuntaba las constelaciones, preguntado si las sabía nombrar, pero al no escuchar su respuesta giré el rostro, y Él solo estaba en silencio, hacia mí, con su mirar. Me conmoví.
De la nada su mano comenzó a acariciar mi rostro, cerré mis ojos y a su lado me acerqué, quería sentir su compañía, su esencia, me estremecía, ya no desperdiciaría la ocasión... y una sonrisa le ofrecí. Pero, jamás esperé su reacción, culpó al alcohol y con eso tan solo me reí. Era verdad, era culpabilidad, pero esa era la palabra, 'era' pues desde ese día ya no quería perder más, quería amar. "Esto es mi decisión, ya no quiero pensar en que es un error", y efectivamente, no lo fue.
Él de alguna forma lo procesó. «Tierno», al verlo fue mi pensar, se aproximó más a mí sin dudar, y por un momento mi corazón no lo soportó. Rozó mi rostro con más intensidad, toques sutiles que me hacían vibrar, mi cordura y locura se habían fusionado, haciendo que mi cuerpo se moviera hacia Él en un solo acto. Aquellos centímetros fueron escalofriantes, sentir su presencia así de cerca me embelesaba, era emocionante, porque me di cuenta de que de Él, sinceramente ya estaba enamorada. Nos besamos.
Dos días duró ese "amor de verano", donde no hubo cuestionamientos, ni inquietudes, solo éramos los dos de la mano. Esos días los disfrutamos, ya no dudábamos, pero era tiempo y tenía que irme de su lado. Las vacaciones ya estaban acabando, teníamos que volver a la realidad, y aunque nos prometimos seguir hablando, mantener el contacto, nuestros ojos revelaban algo más, un tal vez, un quizás, que si lo ocurrido en esos días, lo podíamos..., o más bien: ¿lo deseábamos continuar?
Desde ese día en verano, viví la más hermosa experiencia,
desde ese día, a ti, te quiero en mi existencia.
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