V • Primavera prometedora ~ ♂
Las semanas estaban en su curso normal, los días eran más largos y el frío ya no era estacional. Todo se veía en colores, de niños a adultos, todos admirando aquellas flores, que como siempre era la protagonista, aquella que resaltaba a la vista.
Con Ella también fue normal, pero ¿qué era lo normal? Conversar como siempre de lo rutinario; de cómo le fue en sus clases o cómo iba mi trabajo; de hablar de banalidades; de disfrutar un buen café y cómo no, con un pastel; de compartir con nuestros amigos; o de simplemente un mensaje en domingo... Todo eso era normal, pero, ya no deseaba eso, no, cada vez que estaba con Ella, solo anhelaba repetir aquel beso.
Esto ya no era correcto, necesitaba salir de eso, caso contrario, perdería más que nuestra amistad, odiaría si me viera con esos bellos ojos canela, diciéndome que ya no más..., pero ¿qué hacer? Mis ilusiones tenían que ser deshechas, tenía que decirle a mi corazón que no sintiera algo más por Ella, sí, tenía que obligarme a cerrar esa puerta, que Ella sin darse cuenta abrió con su cercanía, con su compañía, con ese día en que por un momento fue mía.
En una oportunidad volvimos a coincidir en una fiesta, era como si mi destino me obligara a estar con Ella. Había pasado algunos días en que no nos veíamos, su rutina universitaria la tenía ocupada, y por ello ya no nos habíamos reunido. Esa noche bailé con su amiga, una chica hermosa de bella silueta... Había bebido minutos antes, por lo cual no estaba cien por ciento en mis cabales. Ella culpó al alcohol esa vez, «¿por qué no podría culparlo también?» Sí, a su amiga besé.
Han escuchado el dicho: "¿un clavo saca otro clavo?", pues creí que estaba haciendo lo correcto, mas debo admitir que solo fue el calor del momento, con su amiga no busqué entablar alguna relación, fue tan solo un beso sin emoción. Pero jamás creí que eso marcaría un comienzo, pues cerca de nosotros estaba Ella observándonos; sus ojos no mostraban desprecio, sino más bien ¿celos? No podía creerlo, si eso era cierto, me aprovecharía de lo que había hecho.
Intercambiamos pareja y era mi turno de bailar con Ella. Al principio estaba reacia a nuestra sutil cercanía, y es que realmente su actitud era fría. "¿Estás cansada? Si gustas nos sentamos en la barra", mas Ella objetó, simplemente a mi lado siguió, bailando como siempre. "Somos amigos ¿no? ¿Por qué no me dices si algo sucedió?". La estaba presionando, quería saber, deseaba conocer, si realmente le había disgustado que con otra me haya besado.
"¿Te gustó?", preguntó. "¿Qué cosa?", respondí. "Eres idiota", se enojó, mas en su cara me reí. "¿Estás celosa?", proseguí, pero Ella lo negó. "Fue el alcohol, como aquella vez, tan solo un error", finalmente declaré. En ese momento vi su expresión, era una mezcla de dudas y sumisión; sin embargo, me miró intensamente, se aferró a mi cuello fuertemente, y a mi oído susurró: "yo también bebí alcohol", y otra vez mi razón se esfumó.
¿Cruzaría nuevamente esa línea? Si lo hacía mi corazón otra vez sufriría, pero ¿qué otra cosa podía hacer?, era lo que hace tiempo quería, tener la oportunidad de encontrarme con sus labios, ser la única persona reflejada en sus ojos, acortar nuestra cercanía, que aunque sea por un instante... Ella fuera mía. Me acerqué, mi brazo rodeo su cintura, con mi otra mano su rostro toqué, esa distancia fue por mucho una tortura, pero por fin, sus labios una vez más besé.
Un beso tan torpe como el primero, el ritmo de la música no ayudaba a ello, pero luego nada importó, éramos solos Ella y yo. Eso sí, nuestro nuevo beso tenía algo diferente, no era simplemente un hecho inconsciente, tenía una mezcla de ternura, miedo y también un deseo ferviente. Ambos lo sabíamos, todo lo que habíamos conversado aquella vez, se iría a la basura, pues para nosotros desde esa noche, la palabra "amigos" sería un inconveniente.
Éramos conscientes de que esa noche para nosotros marcaría un nuevo presente. Pero, no sería tan fácil, ambos habíamos sufrido rupturas en un periodo quizás no tan reciente, por causa de ello nuestros corazones tenían cicatrices, aquellas que nos hicieron acercarnos más de lo debido y también ser felices, pues nuestra amistad nunca fue falsa; sin embargo, lo cierto era que desde ese día todo sería diferente.
Desde ese día la primavera volvió a mi corazón,
desde ese día, renació mi ilusión.
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