II • Inesperado invierno ~ ♀

"No soy una buena persona", es lo que me hago creer y de esta manera no volver a sufrir en el intento, dejando siempre las oportunidades de ser feliz, cerrándome a ellas por instinto.

A mi expareja lo conocí en un cambio de curso, congeniamos inmediatamente, eso sí, él era de piel, mientras yo era la chica fría; pero ya saben, los polos opuestos se atraen ¿no?, y simplemente me dejé llevar por esa filosofía.

Terminé la enseñanza obligatoria y era hora de pensar en el futuro. "Tienes que aprovechar tu talento", me decían mis padres, "que nunca como nosotros estés en un apuro", concluían.

Pasó el tiempo y él se mostró a mí en un verano. Por diversión comenzamos a salir, pero estaba presente la distancia, sí, él por trabajo se había marchado y como saben, eso no funciona. Con ello terminó aquel otoño, después de un par de meses concluyó por fin esa historia.

Julio fue especialmente extraño ese año, no me gustan para nada los días helados, pero claro, diferente es cuando llueve, es el camuflaje perfecto de cuando lloras. Jamás creí en ese tiempo que aquel clima me comenzaría a entusiasmar, jamás creí que a mi vida una luz comenzaría a llegar.

Mi rutina era la misma, después de clases caminaba por aquella plaza, cuando un día alguien comenzó a caminar a la par. No soy de aquellas que se asusta con facilidad, así que solo lo miré de frente y me di cuenta de que era una persona muy diferente; aquel chico que alguna vez conocí ya era un hombre en el presente.

"¡Tanto tiempo!", era un antiguo compañero. La verdad es que solo recordaba que teníamos un amigo en común, pues en el aula nos separaban los extremos. Él era el carismático y yo de bajo perfil, Él era el simpático y yo a quien las respuestas solían pedir.

¿Química? No lo sé, pero intercambiamos números inmediatamente. Caminamos juntos hablando y riendo aquel día, y desde entonces nos reuníamos sin falta mientras el clima lo permitía, sí, mientras no lo impedía.

Entre exámenes y prácticas se iba mi semana, pero mi libertad llegaba cada fin de semana. Estaba a pasos de lo que mis padres deseaban, pero para mí no era algo que me entusiasmaba, y entre fiestas con mis amigas me liberaba.

Una noche coincidí con Él, se encontraba mal, me entristeció verlo así, pero con eso me dio a entender, Él estaba sufriendo de un mal querer. En nuestro tiempo juntos nunca deseé preguntar, el porqué si tenía una gran sonrisa sus ojos no reflejaban esa emoción; pero esa noche Él se sinceró, y por fin su historia me contó.

No crean que simplemente fue por indiferencia, es solo que persistentemente había puesto una barrera, no quería saber más allá de las personas, ya que ante cualquier error siempre te traicionan. Pero esa vez fue diferente, sus vivencias me llegaron a lo más hondo, y es que cómo una mujer con su persona más preciada podía actuar así, cómo dejar a alguien simplemente sufrir.

Desde entonces podría decir que nos hicimos amigos, creo que era una manera de sostenernos, de apoyarnos, pero también de contenernos, de no hacer estupideces que luego podríamos llegar a arrepentirnos.

En ese tiempo no quería involucrarme con nadie, pero eso no significó que conocí a aquellos con los cuales relacionarme. No tenía el deseo de estar con una sola persona para decir que había llegado a amar, pero sí diré que mis labios se hicieron expertos en cómo besar.

Con Él las coincidencias se presentaron muchas veces, era porque «ya somos amigos» razoné, y de hecho ambos conocimos a nuestras amistades. Sin saberlo una rutina entre nosotros comenzó a formarse y desde entonces el estar juntos se hizo natural, todas esas ocasiones, para mí se volvieron una normalidad.

En una oportunidad fuimos juntos a una fiesta y teníamos que entrar en pareja, en ese momento no lo pensé dos veces y me acerque a Él con la intención de que mi compañía acepte. Él me miró asombrado frente a esa decisión, mas yo tan solo no quería recibir de otro alguna atención.

Bailaba con mis amigas cuando Él se acercó. "¿Bailamos?", fue lo que me preguntó. Acepté sin recelo y me acerqué, y ante el ritmo de la música su piel tocó mi piel. Seguimos hablando hasta que más se aproximó, no creí que fuera posible, pues, mi rostro acarició, y de un momento a otro Él me besó. «¿Podré culpar al alcohol?», me pregunté y es que sin pensar correspondí. "¡Esto es un error!", reaccioné, pero ya no pude borrar lo que sucedió.


Desde ese día el invierno realmente lo sentí, 

desde ese día, me alejé de ti.

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