Capítulo 7

Mavis se encontraba en el techo, el mismo donde su padre le dio su regalo número 18. Cada vez que sostenía aquel libro, podía sentir a su madre, era como si ella estuviera viva y le hablara a través de este. Y al tenerlo entre sus manos, se preguntaba si había hecho lo correcto. 

-¿Mavis?- Preguntó una voz bastante conocida para ella, era Érika. Quién había estado paseando a los alrededores del castillo, y a ver a Mavis tan cabizbaja, decidió acercarse hacia ella. 

-Sí-respondió. Secándose una pequeña lágrima que amenazaba por salir. Érika, quien no era exactamente alguien afectuosa y toda su vida había recibido la espalda del mundo, hasta que, conoció a Drácula, no sabía que tenía que hacer. Por lo que se dejó guiar por su instinto, y puso su mano izquierda encima de la mano de Mavis. Mientras que con la otra mano trato de secar esas pequeñas lágrimas que salían-Oh mi niña, no tienes que ser fuerte conmigo ¿qué sucede?- Ella se encontraba muda y solo quería reír de impotencia, más no lo hacía, pero quería entenderlo y encontrar una respuesta, pero para ello, debía de cumplir con su promesa - Érika, necesito que me escuches atentamente y sepas que lo hago como madre y no como un deseo- imploro Mavis, que ya con los ojos secos por las lágrimas y con los puños bien cerrados, prosiguió-Dennis, necesita beber sangre humana, pero antes de eso, alguien tiene que morderlo para que él sea un vampiro por completo. De esa manera conseguirá beber sangre humana sin que está afecte o tenga consecuencias a su cuerpo. Pero una vez mordido, la enfermedad será transferida a la persona que lo muerda. Érika… yo quiero ser esa persona. Por favor, Érika, cuida bien a Dennis-. Imploro Mevis, que está vez, sólo se quedó callada y dio un gran suspiro. 

Al otro lado del hotel de Transilvania, se hallaba el Conde Drácula que se dirigía a la habitación de Jonathan. Quién con el desmayo, aún se encontraba dormido. 

-¿Puedo pasar?-Preguntó una vez, y si bien eso hubiera sido suficiente para no entrar, le preocupó bastante que algo le hubiera pasado al joven. Se cuestionó más de una vez si era buena idea pasar o no, pero ¿si este tuvo un accidente? Se preocupó aún más cuando tocó una segunda vez y tampoco respondió, fue entonces que decidió entrar. 

El conde sólo pudo respirar tranquilo cuando vio que se encontraba bien. Se alivió aún más al ver como respiraba. Se sentía en el cielo cuando lo veía, más no entendía el ¿por qué? 

Era algo que no le pasaba ni con Érika. Algo que tragaba y pesaba en su cuerpo casi desde que lo conoció, para ser exactos, desde el juego de las mesas. Fue como volver a recordar una parte de él que pensó que ya no tenía, felicidad. Se sentía feliz cuando estaba con el muchacho, y si bien no sabía el por qué, no se lo podía permitir, algo dentro de él le gritaba que debía de alejarse. Por qué así ha sido desde que llegó y así tenía que ser. Pero si era así, entonces ¿por qué hoy era diferente? ¿Por qué no podía dejar de verlo respirar? 

Sé cuestiono y sólo pudo pensar que debía haber sido por aquella conversación que tuvieron. De algún modo, aquel abrazo se sintió algo más que solo familiar. Y sólo por curiosidad, se acercó un poco más, quería poder sentir más de cerca su respiración. Fue entonces que lo vio, sus pestañas, sus labios y ese rostro que transmitía ternura y hermosura a la vez. Iba a besarlo, la idea se le cruzó por un instante, entonces se dio cuenta que ya ni se podía reconocer al él mismo. Le pesaba y le dolía estar cerca d él. Pero se prometió, que por su nieto y familia, ignorarla sus sentimientos y los haría a un lado. Ahora lo primordial era encontrar la manera pasa que Dennis pudiera tener una vida normal. Si es que aún existía la manera.

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