Capítulo 14

Erika estaba algo asustada. ¿Por qué había aceptado cuando se supone que se iba a divorciar de su, aun todavía, esposo?

Fácil, porque la amaba. Por encima de todo lo que pasaba Drácula, amaba y respectaba a su hija. Y lo más importante, a veces, hay que hace ciertos sacrificios por la persona que quieres. Y para Erika, Mavis era lo más importante que tenía. Y si debía de cuidar de su nieto, aun cuando se iba a separar del Conde Drácula. Bien, que así sea. Aunque claro. Aquello no sería lo único que tendría que hacer por Mavis. Pues a parte, tendría que entregar una carta que la vampira le había dado. Una carta que marcaría el fin y principio de una nueva fase.

Es así en como Erika, con un nudo en la garganta, decide hablar con Drácula para razonar con él, por última vez.

No tardo mucho para encontrarlo, se hallaba nada y menos en la plata baja del hotel impresionando algunos asuntos de la administración.

-¿Drácula, puedo hablar contigo?

-Ahora no, tengo cosas importantes que debo hacer-

-Sólo será un momento-

El conde no entendía porque había tanta urgencia en hablar con él. Pero sea lo que fuera, de parte de ella, no le interesaba en lo más absoluto. No obstante, se podía notar el rostro de frustración que tenía Erika, incluso para él era bastante notorio. Dicho esto, se tragó todo su orgullo y decidió hablar con su, muy pronto, ex-esposa.

-Está bien, ¿de qué quieres hablar?

-Es sobre Mavis, me preocupa la forma que está tomando todo esto. Creo que deberíamos que hacer algo al respecto-

Drácula se quedó pensando sobre lo que le decía Erika. Y ciertamente tenía razón, debían de hacer algo.

-Mavis me pidió personalmente que cuidara de Dennis después del ritual. Y la única forma de hacerlo es volverme en un vampiro. Sé que debe ser una impresión enorme lo que te estoy diciendo. Pero tal vez, la mejor forma para que eso suceda, es que tu mismo me conviertas en una de tu especie. -

-No, es una estupidez- era claro que para nada le había gustado su respuesta.

-Entiendo, solo piénsalo. Cuando llegué el día, será demasiado tarde-

Y fue lo último que dijo antes de irse, no sin antes de verlo unos segundos a los ojos. Muy dentro de ella quería seguir creyendo que aun existía el clic entre ellos dos. Pero no fue así, ya no había nada.

Pasaron los días, las semanas y el tan esperado día había llegado. Cada miembro de la familia se había reunido en una gran sala del hotel, con cortinas rojas, piso de mármol y pared completamente negra. Todo se encontraba listo y es aquí donde ocurre el desenlace de la historia.

-Bien, ¿ya todos están aquí? - pregunto el Doctor, observando que todos estuvieran presentes

-Sí- pronunciaron todos en coro, serios a lo que vendría de ahora en adelante.

-Mavis, tu primero. Ya sabes lo que tienes que hacer- dijo el Doctor

Y ahí se encontraba Mavis, cargando a su hijo en su regazo, sosteniéndolo tan suave y delicado como podía. Al otro lado, se encontraba su padre con la copa de sangre. Y con cuidado, le tendió la copa a su hija para que la tomara.

Su madre observo a su hijo de pies a cabeza, y pudo notar lo pálido que se encontraba y eso, era algo que no podía seguir permitiéndose. Era doloroso verlo de esa forma. Y por mucho que le había traumatizado matar a muchas personas inocentes, ella sabía exactamente por qué lo hacía. Debía traer de regreso a su hijo, tal y como siempre lo había conocido: feliz.

-Mamá- llamo a su madre, quien a verla, pudo notar su tristeza.

-Estoy bien, cariño- Trato de tranquilizar con un delicado beso en la mejilla. Ya era hora.

-Tengo miedo- tenia miedo de que algo sucediera mal y por alguna razón sentía que en cualquier momento todo seria inútil.

Su madre, a notar la preocupación de su hijo, lo sujeta con firmeza; observa; y lo abraza con todo su amor posible.

-Nunca olvides lo mucho que te amo- poco sabia, que aquellas palabras serian las ultimas hacia su hijo.

Tomo la copa y con mucha precaución se lo dio de beber a Dennis. Se sentía amargo, con un toque de metal. Su primera reacción fue vomitarla, pero sabía por lo que había pasado su madre para conseguirla y el sacrificio que tuvo que hacer, así que, con mucho esfuerzo, se la trago. Mavis no perdió tiempo y tan rápido que vio que la sangre bajaba con la garganta de su hijo, lo mordió.

Todo se puso negro, pero podía sentir como su cuerpo ardía en llamas, cada centímetro le dolía. Pudo sentir como la sangre se acumulaba en cada parte de su cabeza hasta las puntas de sus pies. Las náuseas se hicieron presentes. No lo soporto por más tiempo y cayó al suelo. Y luego, nada. Todo quedo en absoluto silencio.

Dennis fue llevado nuevamente a su habitación y trasladaron a Mavis hacia la oficina del doctor de la familia. Mientras su padre, quien había corrido detrás de ella para saber cómo se encontraba, No le permitieron el paso y tuvo que quedarse atrás.

Pasaron las horas y horas, hasta que, finalmente, el doctor salió de su consultorio y fue directo hacia la familia, su rostro lo decía todo.

El silencio se hizo presente, y solo se podía sentir la inquietud en la atmósfera. El doctor tomó una gran bocanada de aire, miro a la familia, a los presentes de la sala y con fobia miro al padre, se sentía pequeño, insignificante.

-Hicimos todo lo pudimos, en verdad lo siento-. Y sin ser directo, logro dar a entender lo que trataba de decir y fue más que suficiente para saber que, algo estaba mal.

Drácula fue el primero captar lo que sucedía, y sintió como su cuerpo caía al mismo infierno de ida y de regreso. Su vista se nublo, su garganta ardió y su corazón se rompía. Ni siquiera se percató en qué momento había corrido con toda su velocidad hacia donde se encontraba Mavis.

Unas de las brujas, quien había ayudado al doctor Gillman, intento detener a Drácula a que diera un paso más. Pero ni siquiera fue un problema, tan solo la empujo y quedo lejos de su vista. Entonces ahí la vio, su pequeña, su lagartija.

Todos los demás se quedaron afuera, Jonathan quería llorar, pero no lo hizo, en realidad no sabia que hacer, nadie lo sabía. Solo que se quedaron afuera, esperando...

Cuando finalmente el Conde recupero la compostura, se acerco lentamente hacia su hija. Tomo con dulzura su mano derecha y se agacho a su altura. Parecía que todavía estaba viva, Es más, ¿cómo es que todo esto era posible? ¿No se supone que lo vampiros solo morían con una estaca directo al corazón?

No, la respuesta fue un no. Algo entro en la sangre de Mavis justo en el momento que mordió a su hijo. Y como sacrificio, dio la vida por él, por su hijo. Y solo fue por amor, por puro amor de una madre.

Drácula solo quería creer que estaba dormida, no aceptaba el hecho de que ya no estaba su pequeña ratoncita. Y con todo el dolor y el sufrir de su viejo corazón, comenzó a cantar.

-Sufre, sufre, sufre con pavor...sangra y pe-na con dolor...-Algo se rompió dentro de Drácula, las palabras apenas salían de su boca. Creía que si le cantaba su canción de cuna cuando era bebé, ella despertaría-. Zombis te comerán, de terror te harán gritar- pero eso nunca paso-. Sufre, sufre, sufre con pavor, ya no vas a respirar...- Y no lloro, tan solo se quedó cantando la canción una y otra vez. Donde los segundos se hicieron eternos y los minutos apenas se podían percibir.

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