Día 1 (Parte dos)

Llegué a la oficina y lancé mi bolsa al escritorio. Estaba molesta, no sabía si estaba molesta con Leo por haberme besado o conmigo por haber sido tan estúpida y haber entrado en su juego.

Me tapé la cara con las manos y negué con la cabeza. Desde que lo conocí jamás nos habíamos besado, a lo mucho había sido un pico en los labios, pero jamás, lo habíamos hecho como en la mañana. 

Él sentir sus labios sobre los míos, sus manos recorriendo mi cuerpo, era una sensación que había dejado de sentir desde hace mucho tiempo, para ser exacta, desde el día en que había renunciado al amor y los compromisos.

Negué con la cabeza y suspiré pesado, necesitaba tener mi mente ocupada y dejar de pensar en Leo y sus labios perfectos, así que encendí mi computadora y casi al mismo tiempo tocaron mi puerta.

—Adelante. —dije y la puerta se abrió entraron Rebeca y una chica alta rubia.

—Alex ella es la chica de la que te hable. — dijo mientras entraban completamente a la oficina. Así que me levanté y sonreí.

—¿Eres la que sé casa el próximo mes?—pregunte y ella asintió la chica era muy bonita además parecía simpática, era de esas personas que te caen bien con el simple hecho de mirar.

—En realidad es mi hermana, pero ella no se encuentra en la ciudad así que me envió a ver que todo esté en orden. —asentí con la cabeza y señalé la silla frente mi escritorio

—Bueno, las dejo trabajar. —dicho eso Rebeca salió a lo que agradecí ya que Rebeca era una especie de bruja, ya que siempre sabía cuando me ocurría algo y aún no estaba lista para contarle lo que había pasado con Leo.

 Después de aproximadamente dos horas con mi clienta sonreí satisfecha al igual que ella y salió de la oficina, según ella su hermana quería que todo luciera elegante, pero no extravagante, el acuerdo desde un inicio especificaba tener color dorado y azul claro, casi parecido al celeste, además el menú era muy ligero y como casi todas las novias no quería ver niños en la boda. 

Invitaciones y todo lo demás ya estaba listo, solo faltaba que la novia se probara el vestido, pero ella insistió dejarlo para el final, cosa que me ponía los nervios de punta ya que si necesitaba algún ajuste no lo íbamos a poder hacer, pero al final ellos eran los que pagaban, así que no quedaba de otra más que acatar sus órdenes.  

Sonreí sin saber por qué, pero de repente los recuerdos me invadieron y cerré los ojos.

Me gustaba mi trabajo, pero también era un recordatorio de que los finales felices no existen, y que a algunas personas nos toca descubrirlo de la peor manera. Me levanté de la silla y caminé a la ventana cuando sonó mi celular, al mirar a la pantalla vi que se trataba de Leo, sin saber porque mis manos comenzaron a temblar y mi corazón a latir cada vez más fuerte.

Deslice la pantalla y al mirar el contenido la emoción desapareció.

"No llegaré a dormir, lo siento" 

Sabía que eso podría pasar ya que no estábamos realmente casado y una de las reglas del contrato decía que éramos libres y que podíamos mantener una relación fuera del matrimonio si era lo que queríamos, pero por alguna razón dicha cláusula la sentía bastante estúpida en este momento.

 No podía pensar en otra cosa que no fuera mi esposa, a pesar de que no me estaba permitido. No quería romper el acuerdo, la necesitaba para poder seguir siendo un hombre libre, pero después de aquel beso todo se había jodido. 

Negué con la cabeza y lancé mi vaso de whisky hasta el otro lado de la habitación. Todo había sido culpa de la estúpida de Tamara, aún no entendía cómo es que había dado con mi nueva dirección y el cómo se había enterado de mi boda si todo había sido casi un secreto. 

La puerta se abrió y entró Vanessa con un sobre en la mano. Al ver el vaso roto nego con la cabeza y se acercó hasta donde yo estaba. 

—¿No sé supone que tus problemas se iban a terminar una vez que te casaras? —dijo mientras sonreía de manera arrogante a lo que fruncía el ceño. —Llegó Tamara a mi casa. —al decir aquello casi cae del al piso , así que  caminó rápidamente a sentarme frente a mi.

—¿Y qué hiciste?— Hice una mueca y suspire pesado, sabía que contarle no era una buena idea, pero necesitaba soltarlo con alguien o me volvería loco. —Bese a mi esposa. — abrió la boca y la volvió a cerrar como si estuviera procesando la información.

—¿Qué hizo ella? —preguntó y negué con la cabeza. — No sé, estaba concentrado en lo mío. —al decir eso ella soltó una carcajada. —No me refería a la estúpida traicionera, me refiero a Alex. ¿Qué hizo ella?— me rasque la cabeza.

— Respondió al beso, después no sé salí corriendo. —Vanse levanto y me soltó un pequeño golpe en el brazo. —Auch. —me queje y aleje un poco. 

—Eres un idiota Leo, quiza era la unica oportunidad que ibas a tener de besarla y la desaprovechaste, no puedo ser lo estupido que eres. —fruncí el ceño y negué con la cabeza.

—¿Si recuerdas que mi matrimonio es falso verdad? —negó con la cabeza.

—Ella jamás había aceptado vivir con alguno de sus anteriores esposos y lo hizo contigo, ella nunca había conocido a las familias del esposo y conoce perfectamente a la tuya, así que no me vengas con que es falso. —quería defenderme, pero no encontraba argumento alguno. Así que solo me quedé pensando en la posibilidad de que Alexis realmente me quisiera y no me viera como uno más del montón, pero rápidamente deshice esa idea.

Me gustaba la soltería, me gustaba la independencia, por eso es que la había buscado desde un inicio, así que negué con la cabeza.

—Es su retiro recuerda, además solo fue para que se marchara Tamara. —dije a lo que Vane se encogió de hombros.

—Te apuesto un dia de spa a que ustedes terminen enamorados, he leído muchos libros y en todos los protagonistas terminan juntos. —negué con la cabeza. 

—Deberías dejar de leer tonterías y mejor buscar un novio. —ella negó con la cabeza. —Después de verte a tí y a Mario, prefiero la soltería. — iba a objetar, pero la puerta se abrió y Mario entró, Vane negó con la cabeza. 

—Sigo sin entender porque cada que hablamos de ti apareces. —Mario sonrió. 

—¿Has escuchado hablar de la ley de la atracción?—Vane negó con la cabeza y dio la vuelta.

—Juro que algún día va a caer. —al escucharlo negué con la cabeza, Mario y Vanessa decían odiarse, pero en realidad ambos se gustaban, solo que a mi amigo le gustaban todas las mujeres y Vane no estaba dispuesta a luchar contra eso, así que preferían hacer juegos estupidos. 

—Está noche hay una fiesta ¿Vas a venir? — iba a negarme, pero después recordé que en casa estaba Alexis y tenía miedo de que me reclamara sobre lo que pasó en la tarde, así que asentí con la cabeza.

Al recibir mi respuesta sonrió y salió de la oficina. 


Hola readers!

Primero que nada bienvenidos a esta nueva aventura en donde conoceremos a Leo y Alexis. Espero que disfruten esta lectura.

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