Capítulo 9

Como era de esperarse no lo derribó pero al menos lo obligó a retroceder al mismo tiempo que jadeaba de cansancio.

—Tranquila, preciosa —dijo Mehmet, te vas a romper un hueso y no vas a derribarme.

En un descuido la lanzó al suelo e intentó alejarse pero Blanchett enredó sus piernas en las suyas llevándolo al suelo y se lanzó sobre él con rapidez. Quedó sobre Mehmet mientras jadeaba cansada.

—¿Están entrenando o flirteando? —dijo una voz a la entrada.

Kathleen entró con ese contoneo que Archie tanto criticaba.

—Un día se va a romper la cadera de tanto que la mueve —dijo haciendo reír a Winston.

—De nuevo se acerca una pelea —dijo Rudolf—. No sé cómo vamos a sobrevivir a esto.

—Como sobrevivimos durante años —dijo Duncan.

—¿Haciendo oídos sordos? Me temo que la técnica ya no es tan eficiente —afirmó Winston.

—Estoy esperando una respuesta —dijo Kathleen—. Blanchett es una empleada que pago yo, no me gusta que le quiten el tiempo.

—Estábamos entrenando y de paso estaba tratando de conseguir su número —dijo Mehmet—. Ya sabes, para no perder la costumbre, pero como siempre eres tan inoportuna.

La tensión se sintió de inmediato antes de que el turco volviera a hablar.

—A las nueve debes estar lista junto a la señorita —dijo mirando a Blanchett—. No quiero distracciones, mucha gente vendrá esta noche, muchos extranjeros estarán llegando en cuestión de minutos y no sabemos cuáles son sus intenciones.

—Se supone que la seguridad los investiga —dijo Kathleen.

—La seguridad de palacio de encarga de mantener sanos y salvos a la familia real... —dijo con autoridad—. Nunca se ha encargado de violar la privacidad de sus visitantes, estoy seguro de que si me pongo a indagar en los asuntos de cada invitado, voy a terminar por deshacer más de un matrimonio.

—Como si te importara —dijo sacando una carcajada a Mehmet.

—Me importa pero solo cuando se trata de mis empleadores —respondió antes de darse la vuelta y salir de ahí.

La dejó hablando mientras los demás podían ver el rostro descompuesto de rabia de la joven pero nadie dijo nada y menos cuando se anunció que nuevas personas estaban llegando.

Aquello hizo que Duncan saliera a recibirlos y que cada quien tomara su rumbo para estar listos a tiempo.

Duncan por su parte, tuvo que ir al encuentro de su esposa quien bajaban para recibir a la pareja recién llegada.

Se tomaron de la mano como la pareja amorosa que se suponía debían ser y caminaron hacia la gente para recibirlos, una vez lo hicieron, saludaron y pusieron su mejor semblante. Poco después fueron capaces de enviarlos a sus habitaciones no sin antes ir rápidamente hacia la suya para mantenerse listos.

Duncan se dio una ducha y se colocó la ropa y el traje a la medida mientras veía el tiempo encima y trataba de apurarse.

Su esposa en cambio aún no iba ni a la mitad cuando él ya estaba listo.

—Aprésurate Sabrina —dijo mirándola acomodarse el cabello—. Debemos estar abajo para recibir a la gente.

—¿Quién es tu amante? —preguntó antes de girarse hacia él una vez terminó—. Te pusiste demasiado nervioso cuando la esposa de Parker mencionó a la supuesta esposa rubia.

—Estás loca —dijo ignorándola—. Estoy ocupado y tenemos una fiesta que atender, por favor no empieces a arruinarlo todo.

—¡Siempre soy yo! —dijo ella alzando la voz—. No te das cuenta que me faltas al respeto.

—¡No te importó faltarme al respeto cuando nos casamos mientras escondías un embarazo de otro! —replicó molesto—. Tampoco te importó faltar al respeto cuando te involucraste con tu amante.

—Creí que habíamos superado esa parte —respondió ella.

—Por supuesto, debemos superar tus errores pero cuando se trata de los míos ahí no se puede —dijo molesto—. Será mejor que te calles y vayamos abajo que hay que dar una imagen bella de nuestra porquería de matrimonio.

Sabrina le siguió todo el camino al menos hasta las escaleras con el semblante enojado mientras veía la espalda recta de Duncan quien era evidente, bullía de rabia.

Al llegar ahí él le ofreció su brazo y ella lo tomó fingiendo una sonrisa.

Abajo, los hermanos de Duncan esperaban vestidos acorde a la ocasión, al menos Winston y Rudolf. Archie, como siempre, portaba un pantalón de cuero ajustado y una camisa que se ajustaba a sus músculos.

—Podrías usar algo más decente —dijo Duncan.

—Esto es muy decente —dijo divertido—. Me hace ver fashion y sexy.

Mehmet apareció entonces con el traje de etiqueta a la medida y con los auriculares al oído en espera de alguna novedad.

—¿Está todo bien? —preguntó Duncan.

—Sí, por supuesto, solo se están revisando pequeños detalles pero ahora está todo en orden —dijo mirando alrededor—. Los invitados están empezando a llegar y se hace la revisión perfecta en la entrada.

—Bien —dijo Duncan—. No sé dejará entrar a ningún extraño, ni dejes que Yaroslav pase. Estoy seguro de que va a intentarlo o alguno de sus hombres.

—Ya está previsto todo eso —respondió Mehmet.

Kathleen se unió entonces seguida de Blanchett quien seria como siempre se mantuvo detrás de su protegida.

—Te ves preciosa —dijo Winston a su prima.

—Gracias —respondió Kathleen—. Está noche los cuatro van a bailar conmigo.

—Me haré el borracho y si me obligas me haré el borracho mano larga en la pista —dijo Archie.

Kathleen se acercó y le dio un beso en la mejilla no sin antes pasar frente a Mehmet muy pegada y haciendo un gesto para que se hiciera a un lado.

Él lo hizo sin más y tomó su lugar en la mesa donde poco después se unieron los demás.

La fiesta estaba aburrida aunque pronto se volvió una tortura cuando la gente comenzó a llegar y halagaba todo lo que veía, incluso Archie era quien peor la pasaba al ser el menor, dado que lo trataban como bebé y peor aún, el saber que tenía dos títulos nobiliarios lo convertía en el blanco de las mujeres quienes no sabían que uno de sus títulos era solo provisional.

Pronto las chicas solteras sonreían a los hermanos e incluso a Mehmet quien a pesar de ser guapo y con mucho dinero, no gozaba tanto de la atención femenina, simplemente porque lo veían como el guardaespaldas de la familia real, aún cuando el rey incluso le daba una silla como a sus hermanos cuando emitía algún comunicado.

Poco a poco los hermanos se fueron esparciendo, Archie tomó a Andrew y lo llevó a ver mujeres según sus palabras.

Winston platicaba con Parker y Rudolf bailaba con Perséfone mientras Duncan seguía en su lugar junto a Sabrina quien no abría la boca en absoluto.

Mehmet estaba a su lado, en apariencia mirando al frente pero Duncan sabía que estaba al pendiente de todo.

La gente bebía y disfrutaba la reunión que tenía como función hacer aliados con el rey.

La vista de Duncan se desvió entonces hasta la entrada donde Yekaterina cruzaba la puerta. Enfundada en un vestido color acero, los labios rojos y un ahumado en los parpados que resaltaba su tono de piel y forma de sus ojos le pareció a Duncan que opacó inmediatamente al resto de las mujeres.

Su dorado cabello recogido de un moño perfecto, dejaba al descubierto su lechoso y estilizado cuello.

El escote pronunciado de su vestido resaltaba sus senos firmes y turgentes y los tacones enormes daban a su figura un aspecto perfecto.

—Podrías disimular un poco —dijo Mehmet—. Que no se te note lo arrastrado por tu amante.

Duncan lo miró antes de ponerse de pie para ir a saludarla.

En ese momento Archie aparecía junto a Andrew para sentarse con Mehmet.

—¿Va a ser tan descarado de presentarlas? —preguntó Archie.

—Ni Hitler se atrevió a tanto —dijo Mehmet.

—El colmo sería que se hicieran amigas —dijo Andrew—. Eso es no tener perdón de Dios.

—No voy a juzgarlo por ser infiel —dijo Mehmet.

—Entonces —dijo Archie—. ¿Por qué vas a juzgarlo?

—¡Hombre, por nada! —respondió Mehmet—. Que lo juzgue su Dios, yo solo soy el sirviente y soy igual de descarado que él. Es más, ven al sujeto de allá. —Señaló con la vista a una de las esquinas dónde un sujeto algo gordo hablaba con su esposa bastantes años más joven.

—Eres el amante de su esposa —dijo Andrew—. ¿Y decían que yo los iba a llevar por el mal camino? Soy un santo frente a ustedes.

—No soy su amante, es solo que ella es bastante querendona y yo a veces necesito amor —dijo Mehmet haciendo reír a ambos—. Su esposo ha tomado algunas copas conmigo y me ha pedido consejos para que su esposa no busque un amante.

La carcajadas de Andrew llamó la atención de algunas personas.

—No tienen perdón de Dios —dijo divertido.

—Yo no estoy haciendo nada malo. —Se excusó Archie.

—Acostarte con tu novia y con tu suegris es igual de malo —dijo Parker añadiéndose sin apartar la vista de su esposa quien bailaba con Winston.

—Un pequeño desliz sin importancia —dijo divertido—. Es más no desviemos el tema y observemos cómo un verdadero macho alfa que no teme a su esposa presenta a su amante y las hace darse un besito más hipócrita que el que Judas Iscariote le dio a Jesus.

Las miradas fueron hacia el rey quien caminaba del brazo junto a su esposa hacia una Yekaterina que miraba alrededor sin saber exactamente qué buscaba.

Duncan estaba consciente de que sus hermanos lo estaban mirando y seguramente burlándose pero también sabía que no dirían nada irresponsable frente a Sabrina.

—Buenas noches —dijo Duncan cuando estuvo frente a ella.

—Buenas noches, majestad —dijo con una media sonrisa.

Hizo una venia también para Sabrina quien le dio una sonrisa tensa.

—¿Nos presentas, amor? —dijo mirando a Duncan.

—Por supuesto, quiero presentarte a Rachel Cadbury. —Mintió—. Una empresaria recién llegada.

—¡Oh! —dijo Sabrina—. Un placer señorita. Yo soy Sabrina Rockerfeller.

—Un placer —respondió Yekaterina.

—Me alegra mucho que haya podido venir —añadió el rey sin apartar la vista de ella.

—Muchas gracias por la invitación, majestad —respondió.

—Esperamos que disfrute la noche —dijo Sabrina.

Yekaterina sonrió con coquetería.

—Espero que sí, estoy segura que incluso después de la recepción tendré una mejor noche —dijo alterando el pulso del Duncan—. Buenas noches.

Se alejó de ahí con ese andar de diosa que ponía a Duncan tan fuera de sí.

—No me gusta esa mujerzuela —dijo la reina.

—A ti no te gusta nadie —dijo molesto mientras la guiaba a la mesa de nuevo.

Pronto se vieron entretenidos durante largo rato por personas que saludaban e incluso entablaban conversación en un cuento de nunca acabar. Estaba desesperado por al menos hablar con ella pero se sintió rebasado cuando la vio hablar con más de uno con ese aire coqueto que conquistaba de inmediato.

No le gustó que Yekaterina se comportara con otros de la misma manera que con él; no obstante sus alertas se encendieron cuando vio a Mehmet ponerse de pie e ir a la salida no sin antes darle una mirada a Yekaterina quien un par de minutos después salió de ahí rumbo al mismo lugar donde Mehmet había salido.

Aquello llamó su atención y empezó a desesperarse cuando vio que ninguno de los dos aparecía luego de un rato.

Se puso de pie para salir un momento con el argumento de que iría a fumar un cigarrillo. En la entrada se topó con Mehmet, este se acomodaba la pajarita y tenía el cabello despeinado.

—¿Dónde estabas? —preguntó mirando los ojos azules de Mehmet.

—Por ahí, necesitaba aire —dijo en respuesta—. ¿Por qué?

—¿Viste a Yekaterina? —preguntó molesto.

—La vi ir hacia el invernadero —dijo frunciendo el ceño—. Ten cuidado con lo que haces, alguien puede verte.

Duncan no hizo caso y salió de ahí rumbo al invernadero mientras escuchaba la frase: sin duda pueden más dos tetas que dos carretas.

El rey avanzó hacia el lugar y se adentró en medio de las enredaderas buscándola.

La encontró parada mirando una de las paredes cubiertas de flores. Estaban escondidos de todos y apenas se podía ver lo que sucedía afuera. Se acercó a ella y tomó su cintura por detrás con una de sus manos y con la otra hizo a un lado uno de los tirantes de su vestido para darle un beso en el hombro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó olvidando que estaba molesto.

—Quería sentir el aire fresco —dijo girándose a verlo—. No he salido de la casa en absoluto y quise recorrer los alrededores ahora que puedo. Me gustaría decirte algo, más bien, pedirte ayuda.

Duncan la miró y tomó su barbilla.

—Puedes pedir un pedazo de cielo y se te dará —dijo haciendo que ella riera.

—No soy tan pretenciosa —respondió abrazando su cuello—. Tal vez puedas ir a verme al final de esto, hablamos y quizás... te puedas quedar conmigo.

—Iré a verte —prometió mirando sus labios.

Ella le sonrió agradecida pero se vio sorprendida cuando el rey la jaló para darle un beso en los labios y apretarla a su cuerpo de forma apasionada.

Le tocó el trasero y soltó una palmada que hizo a Yekaterina soltar un gemido amortiguado por los labios de Duncan.

—Así que tienes una amante —dijo una voz detrás de ellos—. Me lo imaginaba...

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Ya vine. Siento la demora y no sé si a todos les está pasando pero a mí no me deja poner imágenes, hace días no me dejaba entrar y recién pude restaurar mi contraseña, así que aquí están. 

Posiblemente pueda hacer un maratón la otra semana. Igual estaré avisando por redes. 🙂

Nos leemos más noche y bueno si quieren ver a mi Mehmet, está en ig y facebook, es mío y no sé lo sabroseen. Gracias, espero sus suculentos y sensuales comentarios que vamos a empezar el drama. Si ya saben como soy pa que me dan la clave del wifi.

INSTAGRAM: Landa.lucy

FACEBOOK: Lucylanda escritora. 

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