Capítulo 8

Perséfone se quedó callada mirando a su esposo quien contenía la risa y después a Andrew que se veía divertido.

—Debe hablar de Kathleen. —Fue Mehmet quien sacó del embrollo al rey en ese momento—. ¿Era una rubia tipo tapón? ¿De ojos de víbora y lengua también? ¿De pies de Barbie, chiquitos y delgados? —preguntó mirando a Perséfone.

—En realidad no me fijé en sus pies —dijo la reina con una risilla.

—Entonces confirma que era diminuta con los ojos y lengua de víbora, esa no era otra que Kathleen. No me engaña —dijo mientras el rey le miraba divertido y agradecido a la vez.

—No sabía que había llegado —dijo su esposa luego del arranque que había tenido y completamente avergonzada.

—Sí, llegó esta mañana —dijo Duncan.

La puerta se abrió dando paso a Archie junto a sus hermanos.

—Pero miren nada más quienes están aquí —dijo Rudolf—. Dos bellezas insuperables.

La esposa de Duncan sonrió.

—Sin afán de faltarles al respeto señoras, hablo de esos dos señoritos rubios —continuó divertido.

—Nuestros divos llegaron —dijo Winston—. Me alegra verlos.

—Hoy tenemos noche loca de solteros —dijo Archie bailando en su lugar.

—Archie, me temo que la reina consorte de Parker está aquí —dijo un Duncan divertido.

—¿Parker? ¿He vivido engañado y ese no es Alfred mi amigo y compañero de juergas? —preguntó sonriente—. Es igualito.

—Tengo la sospecha de que eso se debe a que son gemelos —dijo Winston—. Me sorprende que no reconozcas a tu amigo de su hermano.

—Pues qué crees, son las mamás las que reconocen a sus críos en medio de una estampida y como yo no soy la mamá, se me perdona todo —dijo divertido—, además soy el menor de aquí, el bebé.

Se acercó a darle un abrazo de bienvenida a los amigos y esperó a que hicieran las presentaciones.

Perséfone estaba de lo más divertida con los hombres mientras hacía algunas interacciones, al menos las suficientes para embobar a todos quienes sorprendidos miraban a la reina ser tan diferente a todas las mujeres que ellos conocían, al menos a aquellas que tenían un vínculo con la aristocracia.

La esposa de Duncan en cambio estaba molesta e incómoda de ver cómo todos prestaban atención a una mujer que evidentemente no tenía la menor clase y que parecía ser de todo menos una mujer de mundo.

—¿De dónde eres? —preguntó Sabrina mirando a Perséfone.

—Nací en Irlanda —respondió—. Pero soy de dónde mi esposo sea.

—¿Y dónde conociste a tu esposo? —inquirió Sabrina.

—En un bar, yo servía los tragos. —Volvió a responder y a nadie pasó desapercibido el gesto de Sabrina.

—¿Qué hacía una reina sirviendo tragos? —preguntó con una risa de burla.

—En ese momento no era una reina, él no era un rey, caminaba, vestía y brillaba como uno, pero no tenía la corona —dijo sin amilanarse.

—Parker siempre brillando —dijo Duncan.

—Ya sabes, siempre luminoso —dijo Parker—. Nada brilla más que yo.

—Y si algo brilla más, Parker se coloca más reflectores —dijo Andrew.

La puerta se abrió dando paso a Kathleen seguida de su guardaespaldas quien sin más tomó su lugar al verla con sus primos.

Todos los hombres se pusieron de pie.

—Lamento la interrupción —dijo con una media sonrisa—. ¿Nos presentas? Aunque creo que la reina y yo ya hemos tenido el placer.

Duncan respiró más tranquilo al escuchar a su prima confirmar que efectivamente había conocido a la esposa de su amigo.

—Sí, siento la confusión, creí que eras la esposa de Duncan —dijo y Kathleen sonrió con dulzura—, pero aquí tu primo. —Señaló a Mehmet—. Me ha aclarado de forma peculiar que no.

—Mehmet no es mi primo —respondió Kathleen—. De hecho no es de la familia, es solo el guardaespaldas del rey.

Un silencio se hizo tras la declaración que hizo pero nadie dijo nada, fue Duncan quien se atrevió a darle una mirada de reproche a su prima.

—Siempre he creído que los amigos son la familia más poderosa —dijo Perséfone dispuesta a salvar la incomodidad—. Mi esposo tiene un hermano, uno sanguíneo quiero decir, pero tiene seis más que son hermanos por amor. Supongo que a Duncan le pasa algo así con Mehmet. Lo he visto interactuar como si fuera uno más.

—Probablemente —dijo Kathleen—. No tiene importancia.

—Depende de quién le dé la importancia —replicó Perséfone no dispuesta a dejarse vencer—. Si quien no le da importancia carece también de esta, da igual su opinión.

Mehmet soltó una risa que hizo a Kathleen atravesarlo con la mirada.

—Tal vez quieran descansar —dijo Duncan para finalizar la discusión—. La noche nos espera y ustedes deberían descansar después del viaje.

—La noche estará bellísima —dijo Sabrina.

—No lo dudo —dijo Perséfone—. Sin embargo, sí deseo descansar y relajarme antes de que llegue la noche y me dé mucho sueño. Este tipo de eventos me provocan aburrimiento.

—¡Ay Dios mío, Parker! —exclamó Archie—. Me tienes que llevar a Irlanda uno de estos días. Allá parecen existir chicas fuertes y malas. De las que me gustan.

—Tal vez te puedas dar una vuelta por Londres —intervino Andrew—. Yo prometo llevarte por los bajos tugurios de Londres.

—Creí que eras casado —dijo Mehmet—. Y aunque no me has invitado, me apunto a que me lleves a perder.

—Andrew no respeta ni a Dios, mucho menos la institución del matrimonio —dijo Parker divertido.

—Esos son los hombres que me gustan —dijo Winston haciendo reír a todos—. Yo iré haciendo mis maletas porque también me uno a la expedición.

—Yo solo voy a ir por mera experiencia cultural —dijo Rudolf—. Siempre es bueno conocer el mundo.

—Yo tengo amigas solteras —dijo Perséfone y atrajo la atención de todos—. En busca de un novio.

—Con amenazas no, majestad —añadió Archie—. Así no juego.

—Tengo amigas casada —dijo.

—Eso me interesa mucho —dijo Mehmet.

Todos comenzaron a reír con las bromas mientras Sabrina se sentía ofendida de que estuvieran hablando de aquello aunque no esperaba menos de sus cuñados que eran todo menos buenos chicos y en su opinión, unos cínicos.

Poco después salieron todos de ahí y Duncan ordenó a la servidumbre llevar a los recién llegados a sus respectivos aposentos.

Una vez se quedaron solos Sabrina miró a su esposo.

—Esa mujer es tan... simple —dijo para no usar otra palabra.

—A mí me parece encantadora —dijo Archie—. Lo que pasa que tú eres aburrida.

—Para ti todo parece ser aburrido —dijo ella y Archie rodó los ojos.

—Todo aquello que es simple, sí —dijo divertido—. Aborrezco a la gente protocolar y es por ellos que huyo de las chicas aristócratas porque son como leprosos. Me matan y yo no soy Lázaro, si me matan no revivo.

Duncan comenzó a reír antes de mirar a su hermano.

—En fin —dijo Archie de nuevo—. Voy a ir a mi habitación a preparar mi traje espectacular para esta noche, me debo ver regio y bello o Parker y Andrew van a quitármelas a todas.

Duncan sonrió divertido.

—Necesito hablar contigo —dijo Sabrina—. Ahora.

—Ahora debo supervisar a Blanchett y Mehmet —dijo mirándola—. Dame unos minutos y hablamos.

No esperó respuesta, simplemente avanzó mientras veía a su prima hacer un gesto de desagrado al ver que Mehmet ya iba rumbo a la sala de entrenamiento que solo él, el rey y los príncipes usaban.

Blanchett siguió a Mehmet y detrás de ella fueron los cuatro hermanos para ver el espectáculo, aún cuando dijeron que irían a descansar.

En cuanto cruzaron la puerta vieron a la chica quitarse la chaqueta para mayor comodidad.

Winston se quedó mirando un momento a Blanchett quien quitó sus armas y las dejó sobre la única mesa en el lugar.

Caminó hacia un Mehmet que se quitaba la chaqueta de cuero y la lanzaba al piso.

—Blanchett —dijo Duncan haciendo valer su condición de rey—. Entiendo que tu trabajo ha sido siempre proteger a mi prima, incluso y por lo que veo hay una especie de amistad entre ustedes, pero aquí están en mi territorio y lo principal siempre será la seguridad de mi familia. Mehmet es mi hombre de absoluta confianza y letal en combate, siempre a pesar de tener un equipo de seguridad, un jefe de seguridad; todo, absolutamente todo debe pasar por los oídos de Mehmet. ¿Está claro?

—Muy claro, majestad. No hay ningún problema en sujetarme a nuevas normas —respondió con seguridad.

—Me alegra, Kathleen es bastante caprichosa con tal de llevar la contraria a Mehmet —dijo mientras la chica le miraba—. Ninguna orden de mi prima se realiza sin que Mehmet la sepa. No hay salidas improvisadas, sin seguridad y mucho menos a escondidas.

—Me queda claro señor —dijo en respuesta.

—Bien, voy a quedarme unos minutos para ver tus habilidades, aunque será el turco quien dé el visto bueno —dijo Duncan.

Ella asintió y sonrió a medias mientras se daba la vuelta para ver a Mehmet.

—¿Has hecho combate cuerpo a cuerpo? —preguntó.

—No en demasía, pero sí —dijo Blanchett—. Siempre ha sido defensa armada.

Mehmet se acercó hasta la pequeña mesa donde sus amigos estaban sentados esperando ver de lo que estaba hecha la chica.

—Eres ambidiestra —dijo Mehmet mientras tomaba el archivo que le habían pasado de Blanchett y lo leía—. Esa siempre será una ventaja, hay que saberla usar.

Siguió leyendo todas las habilidades de la chica frente a sí y de vez en cuando alzaba una ceja para dejar claro que le gustaba lo que veía.

Pasó una hoja, luego otra y se tomó el tiempo de leer antes de dejar la carpeta en su lugar.

—Vamos a ver qué tan deficiente o eficiente eres en las peleas —dijo llevándola al centro de la sala de entrenamientos.

Blanchett le siguió nerviosa e incómoda de tener la mirada de los cinco hombres sobre ella.

—¡Acábalo, bestia! —dijo Archie igual de entusiasmado que siempre.

Blanchett pensó en quitarse los zapatos y pelear descalza, tal como había aprendido.

—Déjalos puesto —dijo Mehmet—. Cuando estés cuidando a la señorita Kathleen, no vas a decirle al agresor que te dé tiempo a ponerte cómoda. Tienes que aprender a pelear en las condiciones que sea.

Se quedó mirando a la chica que solo sonrió antes de ponerse en posición de ataque.

—¡Vamos! —La alentó a dar el primer golpe y aunque Blanchett era muy buena en el uso de armas no era tan buena en las peleas cuerpo a cuerpo.

Mehmet sonrió y esperó el primer golpe, tanto que rodó los ojos al ver el primer movimiento totalmente predecible, solo se quitó y con un esfuerzo minúsculo la mandó a la lona.

Dejó que se pusiera de pie y se fue contra ella atacándola sin piedad y haciendo que retrocediera hasta nuevamente terminar en el suelo.

La levantó una y otra vez atacándola y dejando que lo atacara, siempre con el mismo resultado.

Duncan observó a Blanchett y de inmediato supo que la chica debía entrenar, no era necesario que Mehmet lo confirmara. Aquello podía verse a kilómetros.

Blanchett estaba furiosa de ver a Mehmet reírse cada que caía al suelo y levantarla de un tirón como si fuera una muñeca. Se giró a ver a los hermanos que mantenían la vista sobre ella, todos con diferente expresión.

Duncan la miraba con aburrimiento, Winston tenía una mirada rara que no pudo descifrar, Rudolf parecía fastidiado y Archie reía seguramente, pensó, burlándose de ella.

Se levantó dando un salto despertando a los hombres que recién se emocionaron al verla por fin reaccionar y tomó desprevenido a Mehmet que simplemente reía al verla atacar sin más...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top