Capítulo 64
—Vamos a celebrar —dijo Winston descorchando una botella y derramando su contenido en el piso—. Fue él quien comenzó a servir la bebida.
Todos convivieron en medio de risas y disfrutaron de la compañía de sus amigos. Archie bebía sin control y miró a sus hermanos.
—Ya me voy a controlar o el suegro se puede enojar —dijo divertido mientras Parker sonreía y negaba—. Mi novia debe saber que tiene un novio al que le gusta el alcohol.
—Ya deja de ser un incordio —dijo Rudolf—. Nadie va a casarte con la pobre chica, pero si sigues bromeando, Dios te va a castigar muy fuerte con una mujer peor.
—No es posible, porque no me pienso casar —dijo Archie—. Lo digo y lo sostengo.
—Creí que estabas comprometido —dijo Andrew—. Con suerte es linda y te terminas enamorando.
—No —dijo Archie sacudiéndose como si tuviera escalofríos—. No quiero saber nada de amor. Así estoy bien, solo espero dos cosas, que la chica tenga un arranque de amor y se fugue con un noviecillo por ahí y que además de todo su familia pague la penalización. Voy a sentirme muy ofendido de que desprecie un príncipe como yo, pero tomaré el dinero, aunque repito, lo haré muy ofendido.
—Deja de decir estupideces —dijo Winston—. Ni siquiera sabes quién es la chica.
—Sakura no es, estoy seguro —mencionó Archie.
—Se llama Samantha y no, no es tu prometida —dijo Duncan—. Esa jovencita no es como las que conoces, jamás te dejaría que andes por la vida correteando sin calzones.
—Parece peligrosa —dijo el menor de los Rockefeller—. No importa. Ya pronto volverás al trono y dejaré de ser un maldito infiel con las dos prometidas que no conozco.
Comenzó a reír divertido mientras le lanzaba vino a Mehmet para festejar que ahora era el rey. El ánimo de todos, no podía ser mejor. Cada vez más felices de verse entre sí después de una batalla ganada ante Neil.
—¿Ya han sacado la ropita de Neil a la calle? —preguntó Kathleen—. Me da miedo que sus pulgas vayan a esparcirse por el palacio y contaminen el lugar.
—Puedes hacer los honores —dijo Mehmet—. Ve a pedir que saquen sus porquerías de esta casa. No importa que sea un barón, simplemente no va a vivir aquí y menos esa familia de parásitos.
—¡Duncan! —gritó una voz desde la entrada que no dejaban pasar.
Roman entró con una cara de fastidio e hizo una inclinación hacia él antes de hablar.
Afuera está la madre y hermana de la señora Sabrina, insisten en verlo y tal como dijo no se les ha dejado pasar.
—No te preocupes, yo iré —dijo Duncan avanzando hasta la entrada del palacio donde se encontró con las mujeres al otro lado de la verja. Las miró cómo quien mira una rata deshecha en el piso—. ¿Qué es lo que quieren?
—No vas a salirte con la tuya —dijo la madre de Sabrina—. Le negaste a mi hija todo lo que merecía, fuiste un infeliz con ella. Merecía ser una reina, la más grande de todas, la más poderosa y no se lo permitiste, pero yo voy a hacerte caer a ti y a todos los tuyos. Te lo juro.
—Saquen a esta señora de aquí —dijo Winston dando unos pasos delante de Duncan en el mismo instante en que la mujer aprovechó una distracción de uno de los agentes y quitó el arma para apuntar.
Su pulso era tan malo y sus nervios eran tales que no pensó sus acciones. De inmediato los disparos de los agentes abatiendo a la mujer no se hicieron esperar y Terrence permaneció parada como si no creyera que aquello acabara de pasar.
Miró el cuerpo de su madre afuera del palacio y giró hacia el sendero que llevaba a la entrada de la pluma sin poder creer que muchas personas gritando y festejando a su nuevo rey hubieran impedido que se dieran cuenta de las detonaciones.
—Mamá —dijo mientras los hombre miraban el otro lado, impasibles y a la espera de cualquiera de sus movimientos—. ¡Mamá!
Levantó la vista hacia los Rockefeller, quienes permanecían en su lugar, protegidos por los guardias, que hacían una punta de flecha delante de ellos para resguardarlos. Observó el indolente rostro de su excuñado y apretó los dientes al ver que estaba sin siquiera pestañear con lo que acababa de pasar.
Duncan se dio la vuelta sin mostrar el mínimo de compasión y tras él fueron sus hermanos. En la entrada, Parker le observaba y después de mirarse un rato, se incorporaron.
Mehmet pidió que atendieran el problema que tenían afuera con total discreción y que además pidió que fuera Roman quien resguardara de inmediato las cintas de seguridad y cercaran aún con más eficiencia el palacio.
Sus amigos lo miraban ir de un lado a otro pidiendo las cosas como si fuera el hombre más importante de seguridad y no el actual rey.
—Denle tiempo —dijo Archie—. Así son los jovencitos. Ya saben, todavía no lo cree ni se ha dado cuenta que puede tener un harén de mujeres u hombres si quiere, aquí no juzgamos a nadie. Voy a estar así de nervioso cuando me coronen junto a Samira.
Recibió un golpe en la cabeza por parte de Parker quien sonrió ante sus estupideces y se distrajo mirando a Mehmet disponer a diestra y siniestra, más aun cuando dijo que necesitaba que protegieran al rey más que nunca.
—El rey eres tú, querido —dijo la voz de Kathleen, quien entraba de lo más tranquila—. Debes comportarte como tal.
Mehmet le lanzó una mirada de odio que ella devolvió con una sonrisa de burla, que los demás entendieron a la perfección. La vieron acercarse y tomarlo del brazo y caminar hacia los demás.
—Si tocas un solo milímetro más de piel de mi brazo, vas a recoger tu pene a pedazos —dijo con una sonrisa que causó gracia a todos—. Sonríe y muestra tu sonrisa satisfecha de haber conseguido a la hija del duque de Saint Thomas. Mis padres están cruzando la pluma justo ahora, mi inocente madre ya está pensando en el menú de la boda y mi padre en si debe matarte después de firmar el acta de matrimonio o dejarte disfrutar el banquete.
—Buenas tardes —dijo el duque al entrar. Miró a Mehmet y solo apretó los labios en una clara muestra de que no soportaba al hombre con quien creía que su hija se había comprometido—. Duncan, me alegra ver que estás bien. Tu salida de trono fue atroz e anticonstitucional. Espero que el nuevo rey sepa rendirte el respeto que te mereces y sobre todo espero que esté a la altura de nuestra casa.
—Por supuesto que lo hará, querido —dijo la madre de Kathleen—. Dejemos de politiquear, lo importante es que nuestra niña, está en un lugar que le corresponde y con alguien que la quiere mucho y la cuidará muy bien.
Winston casi se ahoga con su bebida y Rudolf escondió su gesto tras un trago de su copa.
—Eso espero, no me gustaría tener que haber cancelado el matrimonio de mi hija con un duque por nada —dijo el hombre sin apartar la mirada de Mehmet, quien estaba impertérrito mirando al padre de la joven—. Yo espero la gloria de mi familia con este enlace. Espero no haber perdido al duque por nada.
Todos se removieron pero de nuevo la madre de la chica tomó la palabra.
—¿Qué va a ser? —dijo entusiasta—. Si se ven felices, si se comprometieron es porque se aman, de lo contrario nuestra niña no se habría aferrado a terminar su compromiso. —Mehmet se giró a ver a la joven mujer, observándola con atención y directamente a los ojos antes de fruncir el ceño—. ¿Verdad que los dos se ven felices?
—Me contagian su alegría —dijo Archie—. Cuando escuché la noticia, casi se me salieron las lágrimas de emoción.
Winston escondió la risa y sus hermanos le miraban para que se quedara callado. Perséfone tuvo que retirarse unos segundos alegando ir al sanitario pero en realidad solo intentaba ocultar la carcajada que apenas podía contener. El resto solo trataba de mantener la compostura lo mejor que podía.
—Estoy segura que mi hija será muy feliz a lado del rey —dijo de nuevo la mujer tomando la mano de su hija—. Es una chica muy buena y hacen tan bonita pareja juntos.
—Hemos visto las inconmensurables muestras de cariño que se dan por todo el palacio —continuó Archie—. Nos tenían empalagados con tanto derroche de amor. Ese intercambio de palabras tan cariñosas nos erizaba la piel cuando las escuchábamos.
Mehmet tosió para esconder la carcajada mientras Kathleen sonreía, divertida y animada, a su madre antes de darle una mirada asesina a su primo para que se callara.
—Vamos a destapar otra botella de vino para festejar —dijo Rudolf—. No podemos desaprovechar la oportunidad.
—¿Qué es todo eso que hay en la entrada principal? —dijo el duque—. Veo a la seguridad muy activa.
—La mamá de Sabrina intentó atacar al rey y le dispararon —dijo Winston mientras la mujer del duque se llevó las manos al pecho y mostró un semblante preocupado—. Está muerta y es muy probable que luego de su hija mayor tengamos aquí a la central de investigación también de nuevo. Afortunadamente están las cámaras de seguridad y podrá verse cómo la mujer apuntó al rey con el arma.
—Sí, es mejor que tengan todo —dijo la mujer—. Dios es que esa gente está loca. No sé cómo tu hermano permitió la boda de su heredero con Sabrina, tan debajo de él. Aún me pregunto cómo es que apoyaste esa locura. —El duque se removió incómodo e intentó que su esposa se callara—. Duncan pudo casarse con alguna princesa extranjera y traer no solo mayor riqueza al país, también pudo tener un reino más normal y no con una reina que no estaba a la altura. Después de todo ella no tenía nada más que unos padres marginales y un título de cortesía por la honorabilidad de su padre.
Duncan observó a su tío y lo vio removerse e intentar cambiar el tema.
—¿Ya saben cuándo se casaran? —preguntó a su hija e ignorando la retahíla de su esposa—. Será antes o después de la coronación.
—Yo creo que debería ser antes —dijo su madre—. Cuando se coronen, ella debe estar a su lado.
—Pienso lo mismo —dijo el duque mirando a Mehmet—. Creo que lo más conveniente es hacer cuanto antes los tramites de los esponsales. Es muy probable que la constancia te la den en unos días apenas. La coronación se hará pronto, un mes a lo mucho, para ese entonces mi hija ya debe ser tu esposa. Nosotros podemos encargarnos de todo eso, pero exijo que empieces dándole su lugar público y las apariciones juntos sean constantes. Kathleen debe ser una reina deseada y amada por su pueblo.
Kathleen sonrió nerviosa y recibió una mirada de Mehmet para, con la mirada, pedirle que lo sacara del problema en que lo metió.
—Yo me encargo de todo —dijo su madre—. De momento solo debemos celebrar.
Duncan se excusó para decir que haría una llamada y fue hasta su despachó desde donde se conectó desde la laptop de su hermano para llamar a Yekaterina. Ella no aceptó la videollamada y de nuevo se vio insistiendo pero no lo hizo. Hizo un tercer intento que tuvo el mismo resultado y con ello se puso de pie para volver cuando escuchó la puerta abrirse. Parker le sonrió desde la entrada y caminó hasta su sitio para tomar asiento frente a él.
—No temas —dijo Parker—. No eres malo, no olvides cuál es tu lugar y cuál es tu trabajo. A los reyes no se nos permiten errores y muchas veces no debemos tocarnos el corazón para hacer nada. Vi tu mirada con lo de la mujer. Tus hermanos estaban ahí, tu amigo. Un rey no duda en usar su poder para matar y menos se arrepiente si esto fue por el bien de otros. Sacrificas uno por tus hermanos, así es esto.
—Suena tan fácil dicho de esa forma —dijo Duncan—, pero en la acción es diferente.
—Te entiendo, para mí resulta fácil porque me lo quitaron todo por ese mismo poder. Yo no conozco la compasión con quien amenace a mi familia o seres queridos —dijo Parker—. Crecí con amor y de repente me llenaron de rabia. Nunca perderé esa rabia, no voy a cometer el error de confiar en nadie a mi familia. Perséfone y mis hijos lo son todo y si debo eliminar a mil hombres en pos de su seguridad lo haré sin mostrar arrepentimiento. Mis manos ya están más que llenas de sangre, mi consciencia no conoce el remordimiento y mi corazón no se ablanda ante nadie. Tu caso es diferente, no tuviste la misma vida que yo y aun confías en la gente, pero no olvides que el ser humano es codicioso en un entorno como el nuestro y en esta vida solo hay dos caminos a la tranquilidad, o eliminas enemigos o vives huyendo y con temor toda la vida. Muéstrales a tu pueblo un rey al que amar y a tus enemigos el monstruo que temer. Eres un buen rey, sé una porquería para defender a los tuyos.
Duncan lo observó y le sonrió antes de asentir y pararse para darle un abrazo.
—Gracias por toda tu ayuda —dijo con sinceridad—. Espero que tus hijos estén muy bien y también espero que ya no sigas haciéndolos de par en par. Pobre mujer déjala en paz, con cuatro son suficientes. Si tienen un par más espero que ahora si se te caiga eso para que no haya más hijos.
—Mis bebes están perfectos y probablemente ella esté embarazada de nuevo pero vamos a esperar un poco más para que se haga la prueba y después de eso te prometo que no tendré más, menos si siguen llegando de par en par —dijo el rubio—. Los amo pero con cuatro a veces es tan difícil tener un momento de paz.
—¿Y por qué diablos no te cuidas? —dijo Duncan—. Ya todos sabemos que con cuatro hijos afianzaste la corona por generaciones.
—Mi esposa tiene problemas con las pastillas, le asientan muy mal. La última vez tuvimos un incidente con el preservativo y creo que está de nuevo embarazada —dijo con una sonrisa de resignación—. De cualquier forma ya me haré la vasectomía. Lo tenía pensado hace mucho pero por una u otra cosa no lo hice.
La risa que soltó Duncan se contagió a su amigo.
—Yo en cambio no tengo hijos, ni uno solo —dijo nostálgico—. Quiero tener hijos, no por la corona, quiero tenerlos, porque deseo ser padre y no he podido.
—La chica, ¿qué pasa con ella? —preguntó Parker—. Tal vez debas ver un especialista o tal vez debas trabajar más en eso.
—Todo lo que quiero es un bebé pero tengo tantos problemas que no sé si sea buena idea —dijo Duncan—. En fin, supongo que llegara cuando tenga que llegar.
—Sí, supongo que sí —dijo Parker.
Se quedaron callados unos segundos antes de que Parker anunciara que debía volver con su esposa puesto que habían dejado encargado a sus hijos y a ella no le gustaba dejarlos solos tanto tiempo.
Duncan entendió y pronto salió para despedirlos después de agradecer una y otra vez que lo haya ayudado. Afuera Andrew y su esposa se despedían de los demás al mismo tiempo que Melina e Ibrahim. Ninguno quiso hospedarse puesto que habían salido de improviso y debían volver. Parker tomó a su esposa de la cintura y la guio afuera donde una horda de agentes les acompañó cubriendo como siempre a la reina.
Duncan sonrió al verlos irse, los tres protegiendo ante todo a las mujeres que amaban. Sin embargo, la sonrisa se esfumó cuando vio a la agencia de investigación hablar con los guardias y a otro pequeño grupo hablar con Mehmet.
Se acercó hasta ellos mientras el turco le daba una sonrisa a medias, solo escuchó atento hasta que terminaron y solo entonces se giró hacia su amigo.
—Mientras estabas en el chisme con Parker, revisaron las cosas de Sabrina —dijo Mehmet—. Se han llevado varias cosas, entre ellas, un cuaderno de notas, algunos papeles y diversos cajones. También han tomado la declaración sobre lo que pasó con la mamá de Sabrina y se les ha entregado las cintas. Al parecer hay un segundo sospechoso y tengo la cuasi certeza de que su nombre es Neil. Solo él podría ser capaz de hacer algo tan ruin como callar a Sabrina de esa manera, estoy seguro de que ella sabía más de lo que nosotros creemos. Él seguramente tenía un plan y ella le estorbaba...
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