Capítulo 28

—Duncan condujo durante largo rato en soledad por el camino mientras el viento soplaba cada vez más fuerte y como si supiera cuál era su estado de ánimo, se volvió tan lúgubre, denso, incluso se sintió asfixiado por él.

Por un momento, mantuvo la mente en blanco, no quiso ni siquiera pensar en él mismo, en su vida. Fue el sonido de su teléfono el que lo hizo salir de sus pensamientos.

—¿No estoy para reprimendas, Mehmet? —dijo totalmente molesto de que no lo dejaran ni a sol ni a sombra.

—¿Qué diablos haces fuera del palacio y sin protección? —preguntó Mehmet en tono alto.

Duncan iba a responder pero tuvo tanta pereza de hacerlo que decidió colgar sin dar explicaciones. Pocos segundos después, el teléfono volvía a sonar, esta vez no respondió.

Siguió avanzando lento, sin detenerse, hasta que se vio rebasado por una moto que le cerró el paso. La neblina le impedía ver bien por lo que se detuvo al verlo bajar y tomó el arma de su guantera.

Archie bajó de la moto y se quitó el casco tranquilizando a Duncan que hizo señas a su hermano para que le siguiera hacia al claro cercano. Era peligroso quedarse a medio carril.

Archie subió de nuevo a la moto y le siguió solo unos metros hasta que lo vio detenerse. Se bajó de la moto y avanzó hasta el carro de su hermano, escuchando los seguros sonar al ser desactivados.

Duncan pensó que entraría al copiloto; no obstante, su hermano menor abrió la puerta del piloto, lo cogió de la chaqueta y lo sacó a tirones del auto.

Apenas lo tuvo afuera el puño de Archie se estampó en la mandíbula de su hermano, tan fuerte que lo lanzó al suelo.

—¡Qué diablos te pasa! —gritó Duncan llevando su mano al labio para ver si estaba sangrando.

Se puso de pie mirando los claros ojos de su hermano menor quien lo observaba con atención y lucía bastante enojado.

—¿Se puede saber por qué demonios fue eso? —preguntó acercándose a Archie que de nuevo lo recibió con un golpe que esta vez sí lo hizo sangrar.

—¡Carajo, qué te pasa! —gritó limpiando su boca.

—¿Qué diantres haces fuera de palacio, arriesgándote y arriesgándonos? —dijo Archie—. Pareces un niñato, ¿te cuesta mucho atender las indicaciones de nuestro niñero?

—Necesito verla —dijo esperando que comprendiera.

—Hasta donde sé, Yekaterina está en cama y muy débil, por lo tanto dudo mucho que vaya a salir de rumba después de un balazo —ironizó el chico de los ojos grises perdiendo toda esa jovialidad que le caracterizaba-. Sales de palacio, sin protección, dejando que Sabrina se entere y por supuesto, envíe a otro matón a terminar lo que el otro imbécil no pudo. ¡Pero claro, es que Duncan tiene dudas de que su estúpida esposa sea una asesina! No te das cuenta de que ella es peor de encantadora que la maldita serpiente que embrujó a Eva. ¿Sabes por qué no te das cuenta? Porque en el fondo la sigues queriendo. No te hagas el imbécil que hasta yo que nunca he querido una mujer puedo ver tu estupidez por ella.

—No sabes lo que estás diciendo —dijo Duncan escupiendo las palabras con furia contenida—. No voy a seguir escuchando tus estupideces.

—Entonces ve, sigue haciéndote el imbécil —dijo Archie en el mismo instante que un auto derrapaba detrás de su moto. Winston bajó junto a Mehmet y Rudolf pero no se acercaron al ver la tensión de ambos. Duncan solo blanqueó los ojos al verlos.

—Me largo —dijo Duncan.

—¡Claro! —dijo divertido—. Lárgate, engáñate. No piensas. —Hizo una pausa—. Aún recuerdo la noche en que lo supiste, lloraste como Magdalena toda la noche, borracho y más de una vez dijiste que la perdonarías por tu bien, después la perdonaste por la corona, según tus palabras, no soy estúpido aunque lo parezca. La perdonaste porque en el fondo querías hacerlo. Esa horrible mujer sigue presente y te duele la maldita separación, si es que vas a separarte. Me daría asco que te quedes y no tengas los pantalones de dejar a una mujer tan... mala, pero en honor a mi palabra de darte mi lealtad, toda mi maldita vida y en agradecimiento por tu sacrificio, voy a respetarla como la reina y esposa modelo que no es, majestad. Ahora, haz por lo menos algo bueno y deja de darle trabajo a Mehmet que lo único que esperan es hacerlo a un lado, sabiendo que es nuestro protector. Deja de poner en riesgo a Kathleen y a Feriha. Si quieres que te maten, pues ponte en el blanco pero deja de poner en riesgo a Mehmet y las chicas. El turco ni siquiera debió salir herido.

—¿Me estás culpando? —preguntó enfrentando a Archie.

—Eso no habría pasado si hubieras tomado a Sabrina y le hubieras sacado la verdad a patadas de ser posible —dijo furioso—, pero claro, en cambio prefieres jugar al matrimonio perfecto y la perra no se frena, ¡la maldita igual se quiere quedar viuda a toda costa! Creo que es la primera vez que me siento decepcionado de mi hermano mayor.

Duncan no dijo nada, en cambio miró a su hermano quien había perdido todo rastro de simpatía y si bien, los reclamos siempre los había obtenido de Rudolf, el hermano más racional de todos, parecía que ahora Archie había explotado.

—Nunca he querido que Mehmet sea lastimado —dijo Duncan—. Ninguno de los que me rodean.

Archie no dijo nada y solo pasó a su lado dándole un empujón y abordó su moto.

—Archie —dijo Duncan—. Archie, detente. ¡Archie!

Salió del claro y se reincorporó a la carretera mientras los otros tres lo miraban desde el auto y en silencio.

—¿Qué haces aquí, Mehmet? ¿Qué hacen todos aquí? —preguntó apretando los dientes.

—Yo debería estar recostado luego de dar la rueda de prensa —dijo Mehmet—. El costado me duele como el infierno, pero claro, decides escapar y sacarme del amoroso descanso que me abrazaba.

Duncan miró el rostro pálido de su amigo y recodó que lo llevaron desangrándose luego de varios minutos en los que estaba a punto del desmayo.

—Gracias —dijo a sabiendas de que corrió tras el hombre y aun cuando estaba herido, no descansó hasta atraparlo y asesinarlo—. Gracias por todo. Ve a casa, estaré bien. —El turco suspiró—. Yo necesito este tiempo a solas, de verdad lo necesito. No va a pasarme nada porque no van a arriesgarse a hacerlo todo tan pronto, solo vayan a casa, les prometo que hablaremos cuando llegue pero justo ahora necesito esto.

Ninguno respondió nada. Winston se subió a su auto, seguido de Rudolf quien jaló a Mehmet que acostumbrado a no dejarlo solo jamás, se resistía a irse.

Finalmente, Duncan miró con el corazón apretado como el auto se iba y las palabras de Archie resonaban en su cabeza.

Subió a su auto y se mantuvo en silencio unos segundos en los que trataba de ordenar sus pensamientos recordando una de las últimas conversaciones con su padre.

‹‹—No sé si sea bueno casarme con una mujer que no he visto jamás —dijo mientras sujetaba la mano de su padre.

—No te olvides nunca, Duncan que sin importar qué, solo hay un rey y solo una reina —dijo el hombre mayor—. No importa si la conoces o no, tu función es conservar el trono en nuestro apellido. Ella será tu reina, pronto y lo debe ser para siempre.

—Pero ¿y si simplemente no hay química? —preguntó y lo vio sonreír.

—No tiene que haber química, debe florecer la responsabilidad —dijo acariciando sus manos—. Yo fui feliz así. Tu madre no fue el amor de mi vida, probablemente yo tampoco el suyo, pero tuvimos hijos hermosos, dimos lo que teníamos que dar.

—¿Se enamoraron? —preguntó mirándolo.

—Sí y no —respondió su padre—. El amor es otra cosa, a nosotros nos unió una complicidad, quizás hasta un cariño y respeto. Ninguno fue un santo pero sabíamos cuál era nuestra función. En el amor puede haber todo eso pero con algo más fuerte que no podría describir. No te preocupes por el amor. A veces no necesariamente es ese amor tórrido y romántico, a veces solo es de compañerismo y entendimiento››.

Duncan recordó esa conversación en la que las la última frase resonaba claramente en su cabeza como si se la estuviera diciendo en ese mismo momento.

Arrancó su auto y condujo hasta la casa donde Yekaterina estaba. El amanecer comenzaba a despuntar y él se vio cerrando los ojos y recostando la frente unos momentos sobre sus nudillos entrelazados sobre el volante.

Dio un suspiro y se armó de valor para salir del auto para caminar a la pequeña propiedad.

Tocó la puerta y pronto fue recibido por el anciano dueño de la propiedad quien lo dejó pasar.

—Ella ha estado callada pero bien —dijo el hombre—. La doctora fue a dormir hace un par de horas al verla descansar.

—Gracias —respondió y sin más avanzó a la entrada de la habitación donde ella estaba.

La sorprendió encontrarla despierta, mirando a la ventana de enfrente y sollozando en silencio. No se giró a verlo y él miró a la ventana cubierta por la cortina.

Se acercó hasta sentarse en la cama y sujetar su mano unos segundos para después acariciar sus mejillas y limpiar sus lágrimas.

—Hicieron lo que pudieron —dijo sin saber si le estaba escuchando—. No pudieron salvarlo.

Miró sus lágrimas engrosarse y supo que ella lo escuchaba.

Guardó silencio unos segundos antes de decir lo de su hermana.

—Tú hermana...

Un sollozo lastimero irrumpió la habitación como si ella supiera lo que iba a decir.

—No puedo entender por qué lo hizo pero pensaba matarte y no podían permitirlo —dijo mientras la veía alterarse—. Era ella o tú.

La vio luchar por incorporarse, así que trató de ayudarla, levantando un poco la cama. Sabía que le costaba llevar aire y con la posición y el llanto seguramente le estaba siendo muy difícil.

—Ella... era... buena —dijo Yekaterina y él asintió incapaz de contradecirla.

—Mataron a nuestro hijo porque era el heredero —dijo Duncan con los ojos llorosos—. Aún no entiendo por qué tu hermana hizo lo hizo pero están investigando eso, mientras tanto no puedo sacarte de aquí por tu seguridad.

La vio girarse con los ojos rojos y las lágrimas derramándose.

—Quiero... ir... a casa —dijo en medio de jadeos.

El corazón del rey se disparó ante la petición e intuir a lo que se refería mientras los ojos de ella estaban sobre los suyos. Si habría tenido alguna duda al respecto a su separación, sin duda se había hecho polvo al verla.

Llevaba más de una década casado con Sabrina y no sabía si a todo mundo le pasaba sentir un deje de nostalgia y temor, quizás no porque aún hubiera amor, al menos no en su caso. Había entendido lo que Sabrina quiso decir esa tarde y todos lo habían malinterpretado, pensó en quedarse con ella, más por culpa que por otra cosa, después de todo ella tenía una relación antes de eso, sacrificó su relación por el bien de su familia, se casó y se resistía a dejar ir el matrimonio porque entonces perder todo lo que perdió no habría valido la pena. Duncan lo entendió a la perfección, Sabrina se mentía a si misma diciendo que lo amaba para sentir que su sacrificio había valido la pena y después de entenderlo, la culpa le empezó a consumir; al final, él nunca lo había visto desde su zapatos, aun así no justificaba sus mentiras, pero era claro que la culpabilidad lo consumió. A pesar de no haber sido feliz con ella, de que la quiso y tal vez más de lo que admitiría, a pesar de todo eso, no podía negar que no había más y que la culpa que sentía era menos que lo que sentía por Yekaterina.

—No puedo llevarte a casa ahora —dijo refiriéndose al castillo—, pero te prometo que...

—A mi... casa —dijo ella mientras Duncan la miraba y negaba desesperado sabiendo lo que quería decir.

—Ahora estás triste y te sientes mal, pero eventualmente estarás mejor y nos iremos a casa, vamos a empezar bien y de nuevo —dijo de forma apresurada—. Voy a dejarla, no seguiré siendo el rey pero estaremos bien, solos, sin todo este dolor. Vamos a hacerlo.

Dio un par de besos en sus pálidos nudillos.

Ella negó sin dejar de llorar y Duncan comprendió que ahora tenía un reto más fuerte: sacarla de la depresión, devolverle la esperanza y hacerla creer en que ellos podían hacerlo juntos, después de todo Yekaterina no solo había perdido un hijo, también hizo tanto por su hermana menor que aún no entendían el porqué la había atacado y, se sentía perdida.

—Descansa, preciosa —dijo tomando su rostro—, me quedaré aquí para cuidarte. Vamos a estar bien, tú tienes que estar bien, por ti y por mí.

Ella ni siquiera le miró incapaz de poder sentir algo más que dolor...

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Duncan las va a mandar a la horca por no darle un voto de confianza. Nos leemos pasado mañana. 😂😂😂

Ya volví bellezas. Gracias por la espera, ya viví mi duelo y espero estár más constante. 

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