Capítulo 23

Duncan se paseaba de un lugar a otro frente a sus hermanos mientras esperaban a que alguien saliera y les dijera algo.

Habían desocupado esa área precisamente para que solo estuvieran ahí ellos.

Por un momento el rey se desconectó de todo y trató de creer que aquello no estaba pasando.

—Siéntate, Duncan y toma un café —dijo Winston—. Necesitas calmarte, van a salir a decirnos en un rato pero necesitas estar bien.

Duncan ni siquiera contestó, siguió andando de un lado a otro sin percatarse de lo que pasaba a su alrededor.

Miraba su reloj constantemente y trataba de no pensar lo peor mientras sus amigos le observaban consternados de verlo así.

Rudolf sabía que su hermano había perdido demasiado en su vida por ellos y no le parecía justo que ahora que era medianamente feliz, se le arrebatara de esa manera. Los pensamientos de Winston eran parecidos a los de su hermano, después de todo, Duncan tuvo la desgracia de ser el mayor y le tocó sacrificar mucho para mantener a su familia unida.

—Tomá un café —dijo Archie quien recién llegaba junto a Andrew y cinco hombres de seguridad que permanecieron parados ahí para garantizar que los príncipes y el rey estuvieran bien—. Necesitas calmarte, todo estará bien.

Andrew le sonrió y le dio una palmada en la espalda.

—Sé cómo te sientes, no hay en el mundo una sensación tan asquerosamente dolorosa que esa —dijo el espectro, como le llamaban a Andrew—, pero solo trata de pensar que todo estará bien.

—¿Por qué lo hizo? —preguntó Duncan—. Yekaterina habría hecho cualquier cosa por traerla de vuelta y ella le pagó disparándole.

—Estamos en eso —dijo Andrew—, pero por ahora lo que importa es que ella esté bien. No pienses en los porqués.

Duncan asintió y miró el piso sosteniendo el café en sus manos sin beberlo.

Se recargó sobre la pared y después se sentó en el piso desesperado por no tener respuesta alguna.

—¿Dónde está Mehmet? —preguntó después de un rato en el que intentó pensar en algo más.

—Resolviendo un asunto, no debe tardar —dijo y él asintió.

Volvió a guardar silencio y miró un punto fijo en la pared hasta que escuchó la voz de Rudolf.

—Toma el café, no has comido nada en todo el día —dijo su hermano—. Te hará daño, solo bebe al menos eso.

Duncan le dio un sorbo de mala gana aunque ya estaba frío y con pésimo sabor, quizás era eso o simplemente el hecho de que en ese momento todo le sabía amargo.

Volvió a tomar un sorbo y miró una vez su reloj. Habían pasado más de cinco horas y nadie salía a decirle absolutamente ninguna información.

Apretó el vaso buscando sosiego pero parecía imposible conseguirlo y contrario a todo, el hueco en su estómago producto de la ansiedad, se hacía más grande.

Finalmente, después de muchas horas después vio salir al doctor por el pasillo sin nadie más.

Se puso de pie de un golpe y fue directo hasta el médico cuyo semblante no era el mejor.

—¿Ella está bien? —preguntó Duncan mientras le miraba con los ojos muy abiertos.

—Me temo que no lo logramos, majestad —dijo mientras un silencio se cernía sobre todos los hombres—. Hicimos lo humanamente posible. El embarazo era muy frágil aún, fue lo primero que perdimos. La paciente resistió la cirugía pero hace unos minutos se fue. Lo lamento.

Miró al rey unos segundos quien seguía mirándolo y finalmente el doctor se dio la vuelta para dejarlos solo.

Andrew agachó la vista y sintió tanta pena por su amigo mientras Archie apretó los labios. Rudolf no apartaba la vista de Duncan, Winston temía que su hermano se perdiera y el mismo rey aún no reaccionaba.

—Duncan —dijo Rudolf tocando su hombro.

Finalmente el primer estallido de Duncan llegó varios minutos después de escucharlo lanzó el vaso de café a la pared y gritó furioso golpeando el muro hasta herirse las manos.

—Se hizo lo que pudo —dijo Winston ante un Duncan que no era capaz de procesar las palabras cegado por el dolor y deshaciéndose en lágrimas de rabia y dolor a la vez.

Entre sus hermanos lo llevaron a una de las sillas y lo intentaron calmar pero parecía imposible controlarlo.

El rey miraba al frente y por un momento se perdió del todo en la nada, recordando a Yekaterina. El sonido de su risa parecía tan lejano ahora, como si no fuera posible evocar el sonido; imposible de recordar. El doloroso vacío en el pecho, en ese momento, era incluso más lacerante que todo aquello que una vez pudo haber sufrido.

Se puso de pie a pesar de que sus hermanos intentaban calmarlo y caminó a prisa por el pasillo dispuesto a buscarla en todos lados.

Winston preguntó a una enfermera que veía atenta todo lo que sucedía. Le preguntó dónde la tenían.

—Déjeme verificar el nombre —dijo la joven y se apresuró a ir a la barra de información.

Solicitó el nombre que Winston dio de inmediato y ella se apresuró a buscar la información. Finalmente le dijo dónde y Winston asintió.

Fue hasta su hermano, que cuál borracho andaba por el pasillo y lo guió diciendo donde podía encontrarla.

—Duncan —entregarán el cuerpo—. Deja que hagan su trabajo.

El rey no escuchó y siguió buscando el área.

—Lárgate —dijo a su hermano—. ¡Lárgate, maldita sea. No quiero a nadie cerca!

Winston se detuvo y miró a su hermano seguir para ir hacia ella.

Finalmente, el rey se detuvo frente a donde su hermano le dijo que la enfermera mencionó descansaba aún el cuerpo de la joven.

Respiró varias veces ante lo que sentía y con la poca fortaleza que le quedaba antes de derrumbarse abrió la puerta.

Cerró los ojos y los abrió al ver el cuerpo de Yekaterina sobre la cama.

Solo entonces pudo romperse por completo y dejó que el llanto lo derribara en la soledad de su desgracia.

Sintió la mano de alguien en su hombro y se giró para ver a Mehmet quien le dio una sonrisa amable a pesar de que tenía el labio roto.

—Necesito sacarte de aquí —dijo sin más—. Van a matarte.

—No voy a irme —dijo mirando a su amigo con rabia—. No ahora. ¿Qué más da?

—Amigo, vámonos. Para matarte deben derrocar a la el reina y la vamos a usar —dijo Mehmet.

Duncan frunció el ceño sin entender, aunque en ese momento tampoco tenía cabeza para nada y solo quería que lo dejaron junto a ella pero parecía que Mehmet no dejaría pasar nada.

🌹🌹🌹🌹

Los siguientes días se fueron en una bruma gris para todos. Duncan volvió a palacio esa misma noche con un semblante oscuro. Faltaban solo unos días para las festividades oficiales y aunque no tenía ánimos, lo cierto es que no tenía opciones.

Los funerales de Yekaterina se llevaron a cabo al día siguiente de su deceso; se hicieron en el santuario familiar a disposición del rey quien no aceptó réplica de nadie, ni siquiera de su esposa que más humillada que nunca, protestó ante el atrevimiento del rey. Todo fue hecho en completa intimidad. Evitaron a toda costa que las cosas se salieran de control o llegara a la prensa.

Dhuska fue enviada a la fosa común y aún investigaban sobre ella en completo secreto. Todo esto después de que Mehmet le comunicara que se planeaba atacarlo y asesinarlo, por lo que habían ideado el plan de último momento.

El turco trabajaba duro en la investigación y mantenía a raya a Kathleen quien tras un secuestro express estaba de vuelta temerosa de salir y desconfiada de todo y todos.

Afortunadamente no le habían hecho daño y solo la habían dejado atada a una cama en una cabaña lejana en medio del bosque.

Él cómo la había encontrado Mehmet era un misterio para Duncan pero en ese momento tampoco tenía cabeza para eso y por más que le explicaban no lograba entender.

Despidió a Andrew dos días después, quien le deseó la mejor de las suertes y le dio un abrazo cariñoso.

Duncan se encontró ese día parado frente a la ventana en espera de salir para recorrer el pueblo y dar inicio a las festividades más importantes del año.

Sabía que sus hermanos deberían estar listos ya y Mehmet dando la última revisión a todo antes de partir.

Escuchó la puerta abrirse y supo quién era sin necesidad de girarse.

Las manos de la mujer se aferraron a su cuerpo por lo que se giró para ver a su esposa mirarlo con una sonrisa de inocencia.

—Es hora de bajar —dijo ella.

—Bien —dijo Duncan con seriedad.

—Me gustaría que después de las festividades te replantearas continuar con Mehmet. No me gusta. —La mirada de desprecio de la reina al mencionarlo no le pasó desapercibida.

—Mehmet es mi hombre de confianza, no el tuyo —dijo enojado—. No irá a ningún lado.

—No me respeta en absoluto —dijo ella.

—Gánate su respeto —respondió tratando de ir hacia la salida.

Sabrina lo detuvo.

—¡Duncan! Estos pocos días han sido tan confusos, pero creo que podemos empezar de nuevo —dijo mirando al rey—. No me alegra lo que le pasó a esa mujer pero tampoco sé cómo sentirme. Estamos en la única oportunidad de recobrar nuestro matrimonio. Tal vez nos hace falta alejarnos un tiempo de todo, pasar tiempo juntos. Nos hace falta intentarlo.

Duncan se quedó callado unos segundos antes de apartarse e ir abajo donde ella le siguió pero tras no verlo estallar de rabia, mantuvo la esperanza de lograr algo que le funcionara en un futuro cercano. Sacó su celular e hizo una llamada antes de seguir su camino rumbo a la salida donde el rey subía con toda la protección que un monarca necesitaba.

—Hay más protección que nunca —dijo Sabrina molesta de ver a Mehmet entre los integrantes de la camioneta donde iba toda la familia.

—Voy a estar frente al país entero —dijo Duncan—. Muchos viajan solo para esto.

—Claro, solo me sorprendió —dijo mientras sentía la mirada de Mehmet sobre ella.

—Esto estará bellísimo —dijo Kathleen—. Llevaba muchos años sin estar en la festividad.

Duncan estaba retraído mirando hacia la ventana sin poner atención y su prima comprendía que aún vivía su duelo.

Ella odiaba a las amantes pero no podía negar que se compadecía de su primo. Llevaba años en un tormentoso matrimonio. "El amor no tenía que ser mal visto" pensó para sí misma. Duncan desgraciadamente lo había encontrado fuera de su matrimonio y en un mal momento.

Colocó la mano sobre la de Duncan que ni siquiera notó el contacto mientras seguía mirando hacia afuera.

El auto se detuvo y Mehmet comenzó a hablar a través de su micrófono antes de mirar al rey.

—¡Duncan! —exclamó sacando al rey de sus pensamientos—. ¿Escuchaste lo que dije?

—No, lo siento —dijo y Mehmet dio un suspiro.

—No importa, solo mantente alerta y a mi lado —dijo y él asintió.

El rey respiró y tomó la mano de su esposa quien le dio una sonrisa que él no devolvió.

Salieron del coche y abordaron el carruaje que los pasearía por las calles de la ciudad.

En cuanto el paseo comenzó la pareja sonrió a la vista de un pueblo que aclamaba a la familia real sin imaginar lo que en realidad pasaba de puertas para adentro.

Duncan como el excelente actor que era, sonrió y saludó a su pueblo al igual que la reina y los príncipes.

Se giró a ver a su esposa y le sonrió antes de darle un beso en los labios que encendió a la gente en gritos eufóricos de ver a los reyes enamorados avanzar por la ciudad.

Cuando se separó de su esposa, sus hermanos le miraron y la reina se mostró tan animada que tomó la mano de su esposo y dejó un beso en su mandíbula mientras el rey tomaba su cintura y le sonreía dando al público un espectáculo memorable.

—A qué hora va a terminar esta maldita pantomima —dijo Archie entre dientes.

—Solo haremos el recorrido —respondió Duncan—. Volveremos a palacio y volvemos a la noche para la inauguración formal de las festividades.

Archie resopló molesto.

Guardaron silencio y siguieron sonriendo tanto de ida como de vuelta y dos horas después de andar en un recorrido volvieron a la comodidad de su casa.

Duncan fue a encerrarse en su despacho casi de inmediato hasta que Sabrina lo invadió y se sentó frente a él en el escritorio.

Acarició su rostro y le sonrió.

Duncan se puso de pie y la miró. Su esposa separó sus piernas dejando que su marido se colocara entre ellas.

—Estaremos bien —dijo con una sonrisa coqueta y él asintió dejando que la mujer le diera un casto beso y se recostara en su pecho mientras Duncan miraba a la entrada donde Mehmet le sonrió victorioso y le hizo una seña.

El turco tocó la puerta.

—Tenemos un problema, se ha descompuesto el riel del transporte tradicional —dijo Mehmet—. No sé si tengamos tiempo de arreglarlo para la noche.

—¡Demonios! Iré a ver —dijo apartándose de ella quien miraba de uno a otro.

—Podemos cambiar por esta vez —dijo Sabrina.

—Veré el daño y si no queda de otra —dijo y ella asintió.

Duncan salió y abordó el auto junto a Mehmet para partir a su encomienda.

Más de cuarenta minutos después de conversación entre ellos, el auto se detuvo y el rey bajó dejando a Mehmet en el carro, quien era el encargado de vigilar su vida.

Duncan abrió la puerta y se metió. Sonrió al hombre frente a sí y a la mujer que vivía ahí por lo que siguió su camino hasta la habitación donde apenas se abrió la miró con los ojos entrecerrados.

En cuanto Yekaterina le miró lanzó una sonrisa débil.

—Ha despertado hace unas horas —dijo la doctora—. Aún está muy delicada pero al menos ha dejado la inconsciencia y ese es un gran paso.

Duncan no respondió mientras miraba a la rusa frente a él respirar con mucha dificultad, pero al menos estaba a salvo. Había perdido a su hijo, pero no perdería a Yekaterina y si la única manera de mantenerla a salvo era en un amor clandestino, él no dudaría un segundo.

La doctora salió de la sala perfectamente acondicionada para Yekaterina y solo entonces el rey se acercó a verla.

—Hola mi amor —dijo mientras ella intentaba quitarse la mascarilla de oxígeno pero él no se lo permitió.

—Estarás bien —dijo mirando la lágrima silenciosa, de la rubia, rodar por su mejilla seguramente recordando lo que había pasado...

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🤣🤣🤣🤣🤣 Holis. 🙂🙂🙂🙂

PD. Nos leemos mañana con dos capítulos más. Os agradezco la espera, como muchas saben he tenido unos meses difíciles. Diagnosticaron a mi hermana con Cáncer y desgraciadamente hace unos días se perdió la batalla, así que estuve ausente y solo cumpliendo mis compromisos legales. Les envio un abrazo y mañana estaré publicando en redes la portada de PECADOS INFERNALES, la nueva novela que subiré por aquí. 

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