Capítulo 2
Pronto, ambos se enzarzaron en la búsqueda de saciarse en su totalidad a besos escandalosos sin importar nada más que buscar la satisfacción propia.
Duncan dejó que Yekaterina tomara el control quitando su chaqueta, la pajarita y pronto también la camisa y sacándosela de inmediato.
El beso de la joven se volvió más demandante que nunca y pronto Duncan se vio retrocediendo los pasos buscando la cama.
Se sentó sobre ella y sin esperar nada se quitó los zapatos y los calcetines para después seguir con el pantalón y la ropa interior quedando completamente desnudo frente a ella.
La joven entonces llevó sus manos atrás y bajó con delicadeza el cierre de su vestido. Este cayó en un rugoso bulto a sus pies dejando a la vista sus turgentes senos.
Llevó entonces sus manos al cabello y lo liberó horquilla por horquilla, tomando su tiempo a sabiendas de que ahí no la buscaría nadie y que de buscarla tardarían en encontrarla.
Duncan por su parte, veía anonadado la silueta de la mujer frente a él, con su perfección, su belleza etérea y la seguridad que transpiraba.
Enfundada en solo tacones gigantes y una ligera braga de encaje blanco logró despertar el deseo del rey que se manifestó a través del enhiesto pene.
Yekaterina se acercó a él a paso seguro mientras veía a Duncan tocar su pene arriba y abajo con su mano, complaciéndose a sí mismo.
Se acercó a la cama y tomó una de las almohadas que tiró a los pies del rey para después acercarse y besarlo nuevamente.
Los labios de Duncan se abrieron para responder sabiendo que aquello no estaba bien, que no debía perder la cordura en un lugar como ese, con una mujer que acababa de conocer y que seguramente era la amante del dueño de aquel hotel.
En cambio, sabiendo todo aquello se vio tomando la boca que Yekaterina con pasión, recorriendo sus labios y adentrando su lengua para juguetear con la de ella.
Llevó sus manos a los senos de la joven para acariciarlos, retorciendo los exquisitos pezones de la chica que pronto se alejó de él.
Ella se arrodilló en medio de las abiertas piernas de Duncan y con total maestría tomó con una de sus manos el erecto pene para masturbarlo. Sin alejar su mano y sin perder contacto con él acercó su cabeza al vientre del rey metiendo el miembro dentro de sus labios.
Duncan cerró los ojos unos segundos al sentir el calor de su boca pero inmediatamente los abrió para observarla. Ella por su parte seguía con los ojos sobre él llevando cada vez más profundo el pene y solo liberándolo para lamer cuál helado el capullo ardiente que pulsaba por atención.
Inmediatamente las manos de Duncan fueron a su cabello de oro y lo tomaron en una coleta mientras una de sus manos se apoyaba en la cama y gemía sin control disfrutando la soberana mamada que le estaban dando.
Sin duda, pensó, ella chupaba y lamía como una profesional, tanto que lo tenía al borde y pronto se vio acariciando el cabello de la joven mientras se estremecía y bamboleaba las caderas al encuentro de ella.
Yekaterina seguía el vaivén de la pelvis de Duncan y se dejaba follar la boca en un rápido sube y baja llevando cada vez más profundo aquel venoso miembro.
Lo llevó tan dentro y succionó tan fuerte que lo sintió tensarse sabiendo que aquella rigidez solo anunciaba la poderosa corrida de un hombre.
Sintió las manos del rey apretar su cabeza tan fuerte, obligándola a ir más profundo cada vez, y ella lo hizo, lo llevó tan dentro hasta que su nariz estaba pegada al vientre del rey dónde sintió la expansión del miembro y posteriormente la descarga de semen que fue directo a su garganta.
Duncan rugía corriéndose en la boca de la mujer y echaba la cabeza atrás, jadeante y sudoroso pero satisfecho con aquello.
Se quedó largo rato disfrutando aún cuando ella lo había liberado pero seguía chupando, lamiendo y limpiando su miembro aún semierecto.
Levantó la vista para ver a la joven relamerse, como si disfrutara en su paladar el sabor de su simiente, toda vez que se ponía de pie recogiendo la almohada y devolviéndolo a la cama.
Él se apoyó en el colchón al verla montarse sobre él y volver a besarlo, esta vez más apasionada mientras se movía adelante y atrás mojando su erecto pene con los fluidos de su sexo.
De nuevo gimió ante aquello, estaba dejando que una mujer lo follara a su antojo y no le molestaba en absoluto.
Se recostó en la cama y se movió para ir más al centro mientras ella estaba montada a horcajadas y él disfrutaba tocando y saboreando sus senos.
Los mordía y chupaba sus aureolas con frenesí, disparando sus pezones en pequeñas rocas en busca de satisfacción.
Torturó sus pezones largo rato, al mismo tiempo que una de sus manos viajó a su sexo para tocar la humedad que había en él.
La tomó de la cintura y la dejó de inmediato debajo de él antes de volver a besarla, esta vez mucho menos considerado y más resuelto a finiquitar aquello.
Vagó lento por su cuerpo a besos hasta llegar a su sexo antes de mirarla. Separó los sonrosados labios vaginales con ambas manos y paseó con descaro la lengua por toda la hendidura. Yekaterina se estremeció como pocas veces y apretó las sedosas sábanas en puños mientras sentía la lengua de Duncan lamer traviesa por todo lo largo de su sexo, reparar en su clítoris y concentrarse ahí en lamidas poderosas y succiones bestiales
Siguió lamiendo mientras ella soltaba las sábanas y se arqueaba tocando su cabello, cerrando las manos en puño y llevando su sexo hacia la boca del hombre buscando más.
Duncan, obediente, paseó su lengua por todo el sexo, torturando su clítoris, viajando por toda la hendidura, penetrando su vagina con ella y lamiendo su ano en una clara muestra de que no tenía límites.
Por si aquello fuera poco recorrió de nuevo su sexo para apoderarse del clítoris y se detuvo ahí para chupar con fuerza al mismo tiempo que sus dedos se adentraba de golpe en el coño de Yekaterina.
El placer se disparó y pronto la mujer estuvo gimiendo, gritando y buscando desesperadamente la liberación apretando con sus piernas y sus manos la cabeza de Duncan.
Las lamidas incesantes y la búsqueda del placer la llevó a gritar más fuerte cuando uno de los dedos del rey penetró su ano venciendo su esfínter y comenzó a moverlo dentro y fuera de forma lenta. La excitación fue tal que ella misma cogió la cabeza de Duncan y comenzó a contonear su sexo sobre la boca del hombre antes de sacudirse en medio de gritos y temblores cuando el éxtasis la avasalló hasta dejarla sin aliento.
Se desvaneció en la cama mientras aún temblaba de placer y gozo, al mismo tiempo Duncan se incorporaba y se acercaba a ella para verla tendida y desmadejada sobre las sábanas.
La escena se le antojo la más sexi que había visto en su vida. Tenía los ojos brillantes, tanto como seguramente él tenía los labios por sus fluidos. La besó en los labios y ella respondió aprisionando de nuevo su cuello y profundizando aquel beso que parecía no tener fin.
Se miraron unos segundos en los que ella aprisionó su cuerpo con las piernas y lo miró a los ojos mientras el rey cegado por el deseo no pensó en nada más que en estar dentro de ella y olvidando cualquier pensamiento que lo invitara a detenerse.
Se colocó en medio de ella separando completamente sus piernas mientras Yekaterina de inmediato tomó su pene y lo dirigió a la entrada de su sexo, lo lubricó con sus fluidos y movió con desesperación sobre su clítoris gimiendo antes de guiarlo a la entrada de nuevo donde él comenzó a empujar para adentrarse en su vagina.
La sensación fue exquisita para ambos, no solo para a él quien en ese momento le parecía tener una diosa debajo de él, sino para ella también puesto que acostumbrada a otro trato, para nada gentil, sentía que aquello era la gloria.
Los suspiros de la joven lo alentaron rápidamente y colocaron la erección más dura que nunca; sobre todo cuando ella pidió que se moviera duro, cuando suplicó que la follara sin piedad.
Duncan obedeció y tomó las manos de la chica llevándolas arriba de su cabeza con una sola mano mientras con la otra se apoyaba sobre la cama al mismo tiempo que arremetía dentro de ella una y otra vez. El ritmo bestial de las acometidas sacaron gemidos de la joven que se revolvía e iba al encuentro de su amante.
Le soltó las manos y se arrodilló frente a ella embistiendo con dureza mientras la tomaba de la cintura y empujaba dentro con toda la rapidez que podía. Al mismo tiempo ella se tocaba los senos ante la visión del rey. Le tomó las piernas y las llevó a su hombro tomando sus tobillos y arremetiendo aún con más velocidad que antes regocijándose en los violentos gemidos de la joven que pasaban de pequeños gritos a maldiciones por el placer.
Duncan estaba disfrutando como nunca en su vida lo había hecho en el sexo.
—Eres una maldita diosa en la cama —susurró mientras la embestía y disfrutaba el ardor que las uñas de Yekaterina provocaban en su espalda—. Quiero seguir hasta que no puedas más.
Un ligero grito de ella cuando la embistió con toda su fuerza lo hizo ponerse cuál toro embravecido; sin embargo, pronto terminó en la cama con la chica cabalgando sobre el, mostrándose como una verdadera profesional montando un semental.
Subía y bajaba por el miembro enhiesto y disfrutaba de la boca de Duncan mordiendo sus pezones.
—¡Joder! —dijo él en medio de la cabalgata de la chica.
—¿Te gusta? —susurró ella mientras rotaba las caderas y sacaba un alarido al rey.
—Mucho —dijo en tono lastimero al mismo tiempo que gemía al verla sacarse el miembro casi por completo y dejarse caer sobre él.
—¿Cuánto es mucho para ti? —preguntó sobre sus labios haciendo círculos con la cadera viendo cómo Duncan cerraba los ojos controlándose.
—Deja de moverte así y no voy a soportar más —dijo tomando su cintura.
—Podría darte más que esto —musitó colando la lengua en su oído y estremeciendo a Duncan.
Él se vio reconociendo que había tenido muchas mujeres en su vida pero jamás se había puesto tan caliente por una.
Llevó sus manos al trasero de la chica y la agarró fuerte embistiendo y buscando su placer pero ella lo frenó.
—¿Cuánto es mucho para ti? —Volvió a preguntar—. Puedo darte mucho más. ¿Qué estarías dispuesto a dar?
Tomó la mano de Duncan y la llevó a la parte de atrás separando sus nalgas mientras se dejaba caer sobre su cuerpo para dejar claro lo que podía hacer.
Los dedos de Duncan buscaron esa parte que siempre había quería probar pero nunca había podido tener de ninguna por diversas razones.
—¿Te gustaría? —preguntó empujando el trasero y dejando que tanto el miembro como su dedo fueran profundo.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó directamente.
—Además de que termines lo que empezamos —dijo sobre sus labios—. Quiero que me lleves contigo, quiero ser tu amante, la mujer que caliente tu cama. No me importa nada, conviérteme en tu esclava sexual, en solo tuya.
Las palabras taladraron la cabeza de Duncan que en ese momento estaba tan caliente que no podía pensar en nada más; así que rápidamente la tomó de la cintura y la colocó a cuatro patas sobre la cama antes de adentrarse en ella de golpe sacando un grito y arremetiendo contra ella sin detenerse mientras la escuchaba gritar y correrse en medio de gritos que lo alentaron a salir de ella cuando no pudo más y correrse sobre sus nalgas al mismo tiempo que su pulgar invadía la entrada trasera de Yekaterina.
Ella cayó desmadejada en la cama con la mano de él aún en su trasero.
Lo vio levantarse luego de un rato y volver con algo para limpiarla.
Permaneció ahí hasta que ella se incorporó y comenzó a vestirse al igual que él que no tardó en estar listo.
El teléfono de Duncan comenzó a sonar y solo entregó a la joven una tarjeta antes de abandonar la habitación.
Su hermano le marcaba, declinó la llamada y algunos minutos después los encontró en la barra junto al ruso.
Recibió entonces un mensaje de un número desconocido, miró el teléfono antes de responder rápidamente y guardarlo.
—¿Dónde estabas? —preguntó Winston en cuanto lo tuvo enfrente.
—¿Me creerían si les digo que me perdí? —dijo con una risa cínica.
—¿Y mi acompañante? —preguntó el ruso.
—No lo sé, me perdí precisamente porque ella me dejó luego de recibir una llamada.
—Voy a buscarla —dijo el ruso frunciendo el ceño.
—Creo que es hora de irnos —dijo a sus hermanos y al ruso que en ese momento pensaba irse—. El hotel es magnífico y estoy seguro de que significará un gran paso para este país.
—Seguro que sí, majestad —dijo el hombre que miraba buscando a Yekaterina—. Tal vez podamos reunirnos un día de estos.
—Probablemente, espero haga llegar la solicitud a palacio —dijo con seguridad—. El hotel es enorme y espero tener una guía más eficiente la siguiente vez, tardé mucho tiempo en encontrar el regreso.
—Lamento el incidente —respondió—. No los entretengo más, nos vemos pronto.
Los cuatro hermanos se despidieron y sin más fueron escoltados a la salida donde Archie abordó su moto y sus dos hermanos subieron a la limusina.
Dentro vieron a la mujer y miraron a Duncan que no hizo ningún comentario en todo el camino y no hizo falta, Winston y Rudolf sabían lo que pasaba.
La limusina entró a palacio mientras todos iban en silencio y se estacionó donde Duncan pidió, en el ala oeste de la propiedad donde se instalaban a visitantes de renombre.
Bajaron y el mayordomo junto a otro hombre les recibió.
Miraron a la mujer y luego al rey.
—Asígnale una habitación a la señorita, Phillip —dijo a su mayordomo.
—Por supuesto, su majestad —dijo señalando el pasillo a la joven.
—Iré a verte mañana —dijo y ella asintió.
La vio irse y se giró para encarar a sus hermanos.
—Acabas de robarle la mujer a un hombre que seguramente vendrá furioso sin importar que eres un rey —dijo Winston con los dientes apretados.
—Soy el rey y nadie se atrevería a decirme nada —dijo abordando la limusina para ir al ala opuesta del lugar, al palacio, mientras sus hermanos hacían los mismo.
—No voy a hablar del asunto —declaró él silenciando a sus hermanos.
La limusina se detuvo frente al palacio real y bajaron de inmediato encontrando en el vestíbulo a Archie.
—¿Dónde se perdieron, pillines? No importa, me largo a dormir.
Sus hermanos hicieron lo mismo y Duncan caminó a su habitación con un suspiro frustrado quitando su pajarita en el camino.
Apenas entró a su habitación se quitó la chaqueta.
La luz se encendió y él cerró los ojos sabiendo lo que se avecinaba.
—Creí que no vendrías a dormir como muchas otras veces —dijo su esposa desde la cama...
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Buenas noches bellezas antes que nada muchas gracias por esta nueva serie que inicio y que espero que les guste. Es sensualona, romántica, graciosa, sarcástica y dramática, (faltaba más) así que bueno antes de que pregunten, sí, es gratis. Pueden leer con la bendición de Dios y la mía. Se actualizará de momento cada viernes tres capítulos, debido a que tengo que terminar algunas para enfocarme en estás pero de fijo, los viernes.
Si quieren conocer al rey vayan a mi Instagram dónde está este hombre y desde ya les digo que no se lo sabroseen que tiene dueña (yo). Gracias por sus comentarios, sus votos, todo; gracias porque no hay mayor retribución para nosotros que saber que les gusta y recibir una estrella, un comentario suyo. Eso nos alienta siempre a mejorar.
Les dejaré aquí mis redes para que puedan enterarse de mis chismes, sorteos, información; todo. Besitos. ❤️💋
Facebook: Lucylanda escritora.
Instagram: Landa.lucy
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