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Camila

Uno de los secretos ocultos de Celeste es que, además de preparar un café exquisito, también sabe hacer manicura y es una excelente oyente.

Tiene las tres cosas que necesito, tomar café, arreglar el desastre de mis uñas y hablar para desahogarme, por eso, le pedí que se quedara un rato más conmigo después de cerrar el negocio, pero como no tenía su set de manicura, me llevó hasta su casa. Bueno, la de mis tíos.

Vamos a su habitación y pone algo de música baja mientras comienza a preparar las cosas, incluso sus oídos.

—De verdad, no puedo creer lo que hace ese idiota de mi ex —es lo primero que digo tirándome a la cama—. Llega al negocio de ese modo y encima invita a Andrés a la boda, ¿no tiene vergüenza?

—Sabés que no, Cami. No te hagas mala sangre con ese tipo. Tenés que enfocarte en Daiana y en Andrés, que este último parece ser tu salvación. —Esboza una sonrisa y bufo—. ¿Qué?

—Siento que Andrés es como un tornado, me va a llevar puesta y después me va a dejar devastada. Tengo miedo, es muy intenso y al mismo tiempo demasiado dulce. No sé si dejarme llevar o seguir poniéndole freno cada tanto —contesto sentándome mientras ella toma mi mano para limar mis uñas. Rueda los ojos.

—Ya me cansaste con eso.

—¿Con qué?

—Con ese dilema de dejarte llevar o no. Sí, el tipo era un mujeriego, quizás puede dejarte de un momento al otro y posiblemente puede ser infiel, cosa que dudo demasiado porque se nota de acá a la Luna que él está más que enamorado de vos. Entonces, o te arriesgas de una maldita vez o no, porque le estás haciendo perder el tiempo. ¡La pileta está llena, tiene agua! Tirate de una vez —replica con tono hastiado.

Miro hacia abajo y suspiro. Ella tiene razón, debo admitir que hasta yo misma estoy cansada de mis dudas, tengo que confiar de una vez. Además, anoche me hizo sentir de una manera tan especial, que si lo dejo ir voy a ser una estúpida.

—Es cierto, y la verdad es que yo también estoy enamorada de él —murmuro—. Y no sé si lo sabe, creo que no se lo demuestro mucho.

—Ja, deberías hacérselo saber.

Termina de arreglar mis uñas, solo me pintó de un rosa muy clarito porque soy bastante clásica, y justo me llega un mensaje.

Andrés // 20:49

¿Qué te parece si vamos a McDonald's con Dai?

Le muestro el mensaje a mi prima, que hace un gesto de ternura y forma un corazón con sus dedos.

—¿Hoy Dai está durmiendo con su amiga, no? —pregunta. Asiento con la cabeza.

—Sí, mañana temprano tienen la práctica de teatro y van juntas —replico.

—Entonces andá con Andrés... —Nos quedamos en silencio—. Cami, hace mucho que no te veo sonreír, ni con ese brillo en los ojos, él te hace feliz y te merecés toda la felicidad del mundo.

Sonrío y la abrazo.

—Gracias —murmuro.

Le escribo a Andrés que mi hija no está en casa, pero que igual podemos ir a comer, y me responde que enseguida me pasa a buscar. Le tengo que pasar la dirección de la casa de Celeste porque estaba por ir a la mía.

Quince minutos después, tocan bocina desde la calle y mi prima se asoma por la ventana.

—Es él, pasalo lindo. —Nos saludamos y salgo.

Corro hasta el auto, ya que hace mucho frío comparado con el calor del hogar, y me sonríe en cuanto entro.

—Se te está haciendo costumbre robarle el auto a tu hermano —le digo. Suelta una risa.

—¡Me lo regaló! Yo no sé qué se le habrá pasado por la cabeza, estaba de muy buen humor, así que agarré las llaves antes de que se arrepienta —replica arrancando.

—¡Que buen hermano! —exclamo—. El mío me regala comida.

—Yo prefiero comida. —Se ríe por lo bajo—. Hablando de eso, ¿vamos a McDonald's o a un lugar más caro pero más tranquilo?

—Me da igual —replico encogiéndome de hombros—. Donde quieras.

—O vamos a mi casa y pedimos pizza... —Sugiere con tono seductor. Muerdo mis labios con expresión pensativa y arquea una ceja—. ¡No se diga más!

Da un giro inesperado con el auto y acelera. Me río y lo miro como si estuviera loco, pero no digo nada. En cinco minutos llegamos a su casa alquilada y me sorprendo al entrar. Está mucho más linda que hace unos días, tiene más muebles y hasta está pintada.

—¿En qué momento hiciste todo esto? —quiero saber.

—Yo no lo hice, contraté a unos tipos para que lo hagan. —Se encoge de hombros—. Entonces, ¿de qué te gusta la pizza?

—De lo que sea —respondo sacándome el abrigo.

—Parece que hoy te da todo igual —comenta—. ¿Jamón y queso?

—Perfecto.

Mientras llama a la pizzería, me acerco a él y comienzo a desabrochar los botones de su camisa. Me observa entre sorprendido y divertido y se relame los labios cuando me saco la blusa hasta quedar en sostén. Me acerco un poco más a él y toma mi cintura.

—Morocha... —murmura en tono de reproche cuando mi mano pasa de manera "accidental" por su entrepierna—. Hola, sí, quisiera una pizza de jamón y queso —dice con tono nervioso en cuanto lo atienden.

Contengo una carcajada y meto mi mano por su calzoncillo. Noto que su miembro se endurece ante el roce y resopla mientras le pasa la dirección a quien contestó. En cuanto cuelga la llamada me mira con intensidad y en un parpadeo me gira para dejarme apoyada entre la pared y su cuerpo, sin escapatoria.

—¿Te estabas divirtiendo? —interroga a pocos centímetros de mis labios. Asiento con la cabeza.

—Mucho.

—Debo admitir que me sorprende que hayas tomado la iniciativa... —Desprende mi corpiño y deja mis pechos al desnudo para tocarlos.

—Bueno, soy una caja de sorpresas —contesto.

—Y eso me encanta. —Roza sus labios con los míos en un beso lento y apasionado. Su lengua recorre mi boca para saborearla y suelto un suspiro—. Quiero confesarte una cosa —agrega. Toma mis muñecas y sube mis brazos hasta dejarme aprisionada. Se acerca a mí oído—. A mí me gustaría hacerlo rudo, en posiciones imposibles, hacerte gritar hasta que te quedes sin voz y dejarte tan mojada que las sábanas tarden dos días en secarse.

Mi rostro se pone rojo y no logro articular palabra. Su tono de voz es tan bajo y sensual que me estremece y manda corrientazos a mi intimidad como si lo necesitara más que al aire. Trago saliva mientras me sostiene la mirada.

—Estoy dispuesta a correr el riesgo —murmuro.

Decir eso fue como soltar una granada un segundo antes de su explosión. En un instante me está besando con intensidad y desesperación, sus manos sueltan mis brazos solo para desvestirme con rapidez. Él también se desnuda, se coloca la protección que ni Dios sabe de dónde sacó y en una milésima de segundo me está embistiendo contra la pared. No mentía cuando dijo que le gustaba hacerlo duro. Es algo totalmente nuevo para mí, pero admito que me hace sentir un placer indescriptible.

Me da vueltas por toda la casa, me apoya en cada lugar sin parar, y en cuanto me sube a la mesa para terminar tocan el timbre.

—Mierda, la pizza —masculla.

Me río y sale corriendo a ponerse los pantalones para abrirle al tipo de delivery. Escucho que hablan y Andrés vuelve a entrar con la caja en su mano, cierra de un portazo y estalla en carcajadas. Lo miro con las cejas arqueadas y vuelve a acercarse a mí. Apoya la pizza en la mesa.

—Ese tipo nos habrá escuchado como por diez minutos, estaba rojo —expresa sonriendo—. Bueno, ahora tengo dos cosas para comer, la comida y el postre —agrega besándome.

—Me voy a vestir —comento.

—No te esfuerces demasiado, que después de la comida seguimos donde lo dejamos —replica mirándome de arriba abajo mientras me alejo para buscar la ropa. Aprovecha que estoy de espalda para darme una nalgada que me hace reír—. ¿Te molesta comer con la mano? —me pregunta—. No tengo platos todavía.

—No tengo problema —respondo ya vestida—. Deberías poner calefacción, y ponete la camisa porque te va a agarrar frío.

—Sí, señora —dice sonriendo con expresión burlona—. Todavía no tengo estufa, pero voy a pedirle a mi hermano haciéndome el pobrecito de que tengo frío.

—Pobre Emanuel —comento divertida agarrando una porción de pizza.

—Morocha, en realidad hice todo esto así de rápido porque... bueno, tenía pensado que si necesitás una casa y una pareja para ganar la custodia de Dai, podrías quedarte acá. —Se aclara la voz—. Podrían quedarse acá las dos.

Lo miro confundida y frunzo el ceño.

—No —respondo tajante negando con la cabeza.

—¿Por qué no? —interroga.

—No vamos a llegar a eso, seguro que en la mediación nos ponemos de acuerdo. No creo que vayamos a juicio porque no le conviene. Y dudo que nosotros sigamos juntos en tres meses o lo que sea —digo sin pensar.

—¿Por qué dudas de que sigamos juntos? —inquiere con seriedad. Apenas me estoy dando cuenta de lo que dije y suspiro.

—No quise decir eso, es que tengo la sensación de que las relaciones a base de sexo son efímeras y de poca duración.

—Nosotros no tenemos una relación a base de sexo —expresa.

—Andrés, no podemos sacarnos las manos de encima.

—¡Porque nos gustamos!

—Desde el primer día que intentaste conquistarme tenías pensado llevarme a la cama —agrego.

—Morocha, lo admito, si fuera por mí te haría mi esclava sexual. Entiendo que no estás acostumbrada a tener una relación con mucho sexo, pero creeme que lo que tenemos no es solo eso. ¡Me gustás de verdad!

—Lo sé, lo sé —contesto recordando que le prometí a Celeste que iba a confiar más en él y arriesgarme del todo. Lo miro a los ojos y no puedo evitar acariciar su mejilla—. Voy a pensarlo, ¿sí? Por ahora no hace falta que aceleremos las cosas, no es necesario que venga a vivir acá con Dai, creo que tienen que conocerse un poco mejor.

—Tenés razón —murmura—. Pero sabés que llegado el caso vas a poder venir acá.

—Gracias.

Esboza una sonrisa y se acerca para besarme.

—Tenemos que pensar un plan para impedir que mi vieja se case con ese tipo —manifiesta un momento después comiendo su pizza—. Sería impedir su boda, u opacarlos.

—Creo que la segunda opción es más factible —contesto y me río por lo bajo—. Vos sos perfecto para llamar la atención y opacar momentos.

—No sé si eso es bueno o malo —dice—. Pero lo que sea que estás pensando, mejor que me lo cuentes.

—Solo sé vos, mi amor. —Le guiño un ojo y me sonríe antes de plantarme un beso apasionado.

—Me tenés a tus pies, morocha.

Continuamos comiendo en silencio mientras no paro de pensar que en realidad soy yo la que está a sus pies, pero se ve que lo disimulo bien.

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