23

Merlina

Clavo mis ojos en Emanuel cuando veo pasar a su hermano cabizbajo y arrastrando los pies hasta el baño.

—¿Y a este qué le pasa? —le pregunto llevando la taza de café recién hecho a mi boca. Se encoge de hombros mientras unta mermelada en una tostada.

—Hace días que está así, no sé qué tiene. Creo que lo deprimí porque le dije que la chica de la cafetería lo ve con mirada de madre —replica.

Suelto una carcajada y arqueo las cejas con curiosidad.

—¿Qué mirada es esa? —quiero saber agarrando la tostada que acaba de hacer, me mira con reproche y diversión y le saco la lengua porque sé que estaba haciéndola para él, así que comienza a hacer otra.

—Es mirada como de cariño y lástima a la vez —expresa—. Siento que lo mira como si lo quisiera, pero que nunca le va a dar una oportunidad.

—Mmm... qué bien que sabés leer a las mujeres —comento por lo bajo con tono burlón y se ríe—. A ver, si lo quiere tiene que darle una oportunidad. Me voy a hacer amiga de ella para influenciar en su decisión porque nunca vi a tu hermano tan triste. Además, él nos ayudó a nosotros.

Hace una mueca. Ayudó intentando conquistarme, lo que me es un poco desagradable, pero eso fue lo que hizo que Emanuel se diera cuenta de que sentía cosas por mí y Andrés sabía que no tenía ni una sola chance conmigo.

—No sé si es buena idea, preciosa —termina diciendo y le da una mordida a su tostada—. Es cosa de ellos, ¿no te parece?

—Sí, pero soy organizadora de eventos y de corazones. —Le guiño un ojo y no puede evitar reír.

—Mirá, él ama que le diga que no. Puede verse triste, pero por dentro le encanta que esa chica se la haga imposible, así que no te preocupes. Solo se está haciendo la víctima —responde—. Es como el meme de esa mujer que llora por fuera y ríe por dentro.

Suelto una carcajada y asiento con la cabeza.

—Esta tarde voy a llevar a Vale y Ramiro a la cafetería y voy a averiguar el nombre de esa chica, aunque no se lo voy a decir a Andrés porque por algo será... —murmuro.

—¿Qué vas a hacer con ellos? —interroga.

—Les estoy organizando la boda, tenemos que hablar sobre eso. ¿Querés venir?

—No puedo, tengo una reunión con mi padre. —Bufa y se cruza de brazos—. ¿Y qué vas a hacer esta noche? —inquiere con tono coqueto y se acerca a mí para abrazarme por la cintura. Suelto mi taza y paso mis brazos alrededor de su cuello para atraerlo más a mí.

—Probablemente voy a salir con un hombre muy hermoso.

Sonreímos y nos besamos con lentitud hasta que escuchamos una aclaración de garganta.

Nos quedamos desayunando en silencio ya que Andrés apareció y se sienta con expresión derrotada. No para de suspirar, lo que significa que quiere que le preguntemos qué le pasa.

—¿Estás bien? —cuestiono con expresión preocupada. Se encoge de hombros y vuelve a suspirar, debo contener una carcajada para que no se ofenda. Este tipo debería ser actor.

—Creo que no estoy bien —replica él un minuto después—. Al fin caigo en la trampa del amor, pero parece que el destino es más cretino de lo que pensaba, y no tiene buenos planes para mí, esto es demasiado abrumador... al final todo va a terminar en una ilusión.

—Guau, qué sentimental —expresa Ema con ironía. Me atraganto con el café al intentar no soltar una risa.

—Estoy componiendo una canción, esa sería la primera estrofa, pero siento que todavía no queda muy bien —contesta mi cuñado.

—¿Todavía no sabés el nombre de tu jefa? —pregunto levantándome y dejando la taza vacía en el lavavajillas, aunque ya sé la respuesta. El interpelado niega con la cabeza y suspira por enésima vez.

—Me hace sentir idiota no saber su nombre... ¿Y si le preguntan ustedes cómo se llama y después me dicen? —inquiere con tono esperanzado. Luego vuelve a soltar un bufido de frustración al ver en nuestros rostros que no pensamos hacer eso—. Bueno, mejor me voy, no quiero llegar tarde o me va a echar, ya estoy avisado.

Agarra su chaqueta de cuero, se la pone con rapidez, me saluda con un beso en la mejilla y a su hermano con una palmada en la espalda y sale corriendo.

—Me preocupa —dice mi acompañante revolviendo su pelo—, nunca lo vi así. Pensé que era una actuación, que al final se iba a olvidar de ella en cuanto estuvieran juntos, pero no...

—Esperá —lo interrumpo—, ¿cómo que ya estuvieron juntos?

—Eh... —Se queda en silencio y resopla—. Según Andrés el sábado estuvieron juntos y ella lo sigue rechazando.

—Ups, eso debe ser un golpe bajo para su dignidad —opino. Él asiente y se pone a lavar los platos sucios—. Con más razón tengo que hacerme amiga de esa chica, tengo que saber porqué rechaza tanto a Andrés.

—¿Será que no le gusta? —interroga mirándome con expresión obvia. Ruedo los ojos.

—Dejame creer que hay un motivo más que ese, mi amor.

—Está bien, confío en que vas a investigar a esa chica como si fueras el FBI.

Suelto una risita y busco mi abrigo.

—Me voy, muero de sueño por tu culpa —aviso. Esboza una media sonrisa y se seca las manos con un trapo mientras me mira con profundidad, provocando que me sonroje.

—No te quejaste porque no te dejaba dormir —replica pícaro—. Esperame cinco minutos que me visto para ir a la empresa, me queda de paso llevarte.

Y los cinco minutos se convirtieron en una hora cuando lo veo desvestirse a su paso.

************

Rama y Vale me están esperando en la puerta de la cafetería, abrazados, y sonrío al verlos. No puedo creer que vaya a preparar su boda cuando apenas se conocen, pero se ven felices y eso es lo que más me importa.

—Perdón por llegar tarde —digo luego de saludarlos—, es que me quedé dormida.

—No te preocupes, solo fueron cinco minutos —comenta mi amiga—. ¿Entramos? Me muero de frío.

Sin decir más, abrimos la puerta del local y el calorcito del aire acondicionado y el aroma a café nos llena de alivio. Andrés está sentado en una butaca, mirando de reojo a su jefa, quien está hablando con la otra moza. Si bien solo queda una mesa libre, parece que todo está tranquilo.

Nos sentamos y enseguida mi cuñado nota nuestra presencia. Supongo que fue la cresta roja de Ramiro.

—¡Hola, chicos! Qué alegría verlos por acá —expresa esbozando una amplia sonrisa. No entiendo cómo la otra no le da una oportunidad, es muy lindo y tierno—. Qué raro que no está Ema.

—Está trabajando —respondo—. Bueno, prácticamente yo también —agrego recordando sacar un cuaderno y lapicera de mi mochila. Ya que está te pregunto, ¿el Chino querrá ser DJ de una fiesta en verano?

—Mientras le pagues, no se va a negar —contesta Andrés asintiendo—. ¿Qué van a pedir?

—Tres cortados y seis medialunas, por favor —ordena Valeria que nos conoce a ambos. Me mira y asiento con la cabeza.

—Enseguida se los traigo.

Se va para desaparecer por detrás del mostrador y le dice algo en el oído a la morocha, que sonríe y lo mira con la expresión que mi novio me dijo, cariño y lástima a la vez. Va a ser difícil que dé el brazo a torcer con sus sentimientos.

—Chicos, necesito saber el nombre de la muchacha de rulos —susurro.

—¿Para qué? —inquiere la rubia.

—Es por curiosidad, no se lo quiere decir a Andrés.

—Se llama Camila —dice Ramiro—. Vengo a este lugar desde que se inauguró, así que lo sé. ¿Por qué no quiere decírselo a Andrés? ¿No es su empleado acaso?

Me encojo de hombros y suspiro, la verdad es que no tengo ni la menor idea de porqué no se lo quiere decir, pero es un nombre lindo, no creo que se avergüence de eso.

—Voy a averiguarlo.

Me pongo de pie y me acerco a ella con el cuaderno en la mano. Me mira con las cejas arqueadas.

—¡Hola! Soy Merlina, ¿te acordás de mí? Un día nos vimos —la saludo con tono entusiasmado. Se pone de pie y se coloca frente a mí asintiendo con una sonrisa incómoda. Noto la mirada inquisidora de Andrés sobre nosotras.

—Sí, ¿qué necesitás?

—Bueno, sé que los sábados hacés shows. Soy organizadora de eventos y me gustaría ayudarte —invento. Hace una mueca pensativa.

—No creo que necesite ayuda, ya tenemos todo en orden, pero gracias igualmente —replica.

Se queda esperando que vuelva a mi asiento, pero como no me muevo me observa con desconfianza. Cuando Andrés se aleja de nosotras para llevar el pedido a nuestra mesa y le hago un gesto a Vale para que lo distraiga, procedo a hacer mi investigación.

—¿Por qué no querés que Andy sepa tu nombre? —cuestiono. Frunce el ceño y suspira.

—Porque sé que si le digo mi nombre, todo va a ser más íntimo entre nosotros, y todavía no estoy preparada para eso.

—Decile un nombre falso, entonces. Yo no sé cómo es tu vida, ni por lo que pasaste, pero él es un buen chico... aunque no lo parezca.

—Lo decís porque sos su cuñada —masculla sonriendo.

—Quizás —admito—, pero antes de ser mi cuñado fue mi amigo, y lo conozco lo suficiente como para darme cuenta de que está verdaderamente loco por vos.

Se sonroja y mira en dirección del muchacho. Resopla y termina asintiendo.

—Está bien, aunque sea le voy a decir un nombre falso, estoy cansada de que me diga morocha.

Le guiño un ojo y vuelvo a la mesa más aliviada de que logré mi cometido.

Quizás en vez de ser organizadora de eventos voy a tener que ser organizadora de parejas, solo espero que todo salga bien entre estos dos. 

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