13

Camila

Al fin llegó el sábado. Estoy expectante ante el hecho de inaugurar el bar. A partir de las ocho, encenderemos las luces y los clientes podrán pasar para beber alcohol, café y disfrutar de la música hasta las tres de la madrugada.

Aunque, debo admitir, lo que me pone más ansiosa no es la inauguración, sino el show de Andrés. No me presentó lo que planeaba hacer, dijo que era sorpresa y me pidió que confiara en él. No le tengo mucha confianza aún, por lo que temo que haga desastres. Sé que es capaz de hacer cualquier cosa y eso me preocupa. Me preocupa no tener el control de mi propio negocio.

Le pregunté a Celeste si el músico le había adelantado algo, pero solo se encogió de hombros y contestó que él es un buen artista y no haría nada para dañar a la cafetería. Ojalá sea así.

—¡Tierra llamando a Cami! —me llama la atención mi hermano. Arqueo las cejas en su dirección—. ¿Todo bien? Te quedaste mirando tu té como si estuvieras traumada y ya es tarde. ¿No vas a ir a trabajar hoy?

—Sí, todo bien —contesto rápidamente—. Solo estoy nerviosa por la inauguración del bar, no pegué un ojo en toda la noche y me quedé dormida cinco minutos antes de que el despertador sonara. Cuando volví a levantarme ya eran las diez de la mañana, Celeste abrió por mí.

—Tranquila, seguro te va a ir bien. Tu cafetería tiene muchísimo éxito, el bar también lo va a tener. —Me guiña un ojo y se sirve un poco de café con leche en una taza antes de sentarse en una silla frente a mí—. Quisiera ir, pero hoy me toca hacer guardia —agrega haciendo una mueca de tristeza.

—No te preocupes, lo entiendo. Quizás el sábado que viene —respondo tomando mi té ya frío.

—Sí, lo prometo.

Nos sonreímos con calidez y termino de tomar mi infusión. Té de manzanilla, nunca falla en calmar mi ansiedad. Con un suspiro, me pongo de pie y lavo la taza que acabo de usar.

—Cami, ¿te puedo hacer una pregunta indiscreta? —pregunta Marco ubicándose a mi lado, apoyándose en la mesada de la cocina. Lo miro con interés y se rasca la ceja con expresión pensativa—. Con Solange te vemos un poco más distraída que de costumbre y tememos que sea por Jonathan.

—¿Qué? —interrogo atónita—. ¡No! Claro que no, no pienso volver con ese tipo ni aunque me implore. —Hace una mueca de incredulidad y ruedo los ojos—. Te estoy diciendo la verdad. Puede ser que esté un poco más distraída, pero quizás es por la cafetería, todos los cambios y preparativos para hoy... debo estar estresada.

Me encojo de hombros. Pienso en Andrés y en su manera de ser tan descarada y atrayente a la vez. El otro día, cuando fui a su casa y estaba con la pelirroja, fui dispuesta a aclarar todos mis sentimientos con él. Había tomado fuerzas para volver a besarlo y decidir si solo fue sensación de una vez o si me sigue provocando calor en mi cuerpo, pero al ver que estaba acompañado, me paralicé y me sentí una estúpida.

Ir a la casa de un mujeriego por la noche quizás no fue la mejor idea, y me impacienta pensar en él como si fuera algo más que un simple empleado, porque he llegado a fantasear que nos volvíamos a besar en la cafetería, y él me hacía suya contra la pared y...

Sacudo la cabeza. Debo estar volviéndome loca o muy necesitada. O quizás ambas.

Se nota que el tipo sabe cómo engatusar a una mujer, con esas miradas brillantes, labios carnosos, palabras halagadoras... podría volver loca a cualquiera. ¡Pero yo no voy a caer en eso! Me niego completamente a entregarme a él, solo estoy confundida porque ningún otro hombre se me había acercado desde que me separé de Jonathan. No me voy a dar por vencida y voy a decir "no" las veces que sean necesarias.

Miro a mi hermano, quien me está observando con diversión porque estoy refregando la taza hace cinco minutos y la esponja ya hizo demasiada espuma. Chasqueo la lengua y termino de lavar rápido.

—Voy a saludar a Dai y me voy a la cafetería —comento secándome las manos con un trapo.

Él hace un sonido de afirmación, le doy un beso en la mejilla a modo de saludo y subo las escaleras en dirección al cuarto de mi hija. Entro con lentitud para no despertarla y deposito un pequeño beso en su frente mientras vuelvo a taparla un poco mejor. Esbozo una sonrisa al verla tan tranquila, es lo mejor que me pasó en la vida y todo mi esfuerzo en el trabajo lo hago por ella. Espero que podamos pasar más tiempo juntas en unos meses. La saludo en un susurro y salgo de la habitación en puntitas de pie.

Me coloco el abrigo, la bufanda, el gorro y los guantes y me preparo para el frío invernal que me espera afuera. Camino rápidamente hacia la parada del colectivo, el viento fresco me pega fuerte en la cara y me enfría la nariz, por lo que me subo la bufanda lo más arriba posible. Creo que lo única parte del cuerpo que se me ven son los ojos.

Le escribo un mensaje a mi prima comentándole que en un rato ando por el negocio, así también dejo avisado que estoy esperando el transporte público.

Me siento en el banquito que se encuentra en la parada, con el torso casi duro a causa del frío, tengo la sensación de que soy una piedra. Doy gracias a Dios cuando el colectivo llega a los cinco minutos de estar esperando, así que pago mi boleto y me voy a sentar al fondo.

Muevo mi pie con nerviosismo al pensar en esta noche, voy a intentar sacarle información a Andrés para que me diga qué planea hacer, si no me dice nada, lo voy a amenazar con echarlo. Aunque no creo que eso le importe mucho.

Llego a mi destino rápidamente, pareciera que es mi día de suerte. Me sorprendo cuando bajo del transporte y veo al músico esperándome con las manos en sus bolsillos y un cigarro encendido en su boca. Hago un sonido de desaprobación, tomo ese pedazo de porquería, lo tiro al piso y lo apago con mi pie. Me mira con expresión divertida.

—Ese era el último que me quedaba —se queja. Pongo los ojos en blanco.

—Bueno, el último de tu vida —replico con firmeza—. Espero que lo hayas disfrutado.

—Ajá, apenas le había dado una calada —responde con tono ofendido. Aunque luego esboza una media sonrisa seductora—. ¿Tanto me querés que te preocupas por mí?

—Mi abuelo murió de cáncer de pulmón por culpa de esto, no quiero que vayas por el mismo camino, es mucho sufrimiento —digo mirándolo a los ojos. Su gesto se suaviza y suspira.

—Está bien, voy a intentar dejarlo. Si mi hermano pudo, entonces yo también. —Asiente repetidas veces para darse ánimos a sí mismo y suprimo una sonrisa—. A pesar de que estoy cagado de frío, vine a buscarte, así que podrías darme un beso como agradecimiento.

Mi sonrisa se borra y bufo. Ya va a empezar con sus piropos baratos. Comienzo a caminar con rapidez y él me sigue.

—¡Era una broma! —exclama detrás de mí—. No vayas tan rápido que se me durmió el pie por el frío.

Suelto una carcajada y noto que también se ríe. Entonces, aprovecha mi momento de debilidad para tomarme de la mano y pegarme a su cuerpo. Lamentablemente, me es imposible apartarme. Mi corazón comienza a latir con fuerza, llevando más calor a mis extremidades. Trago saliva y solo espero que no se note mi nerviosismo.

—Andrés, tengo que ir a la cafetería —murmuro mirando hacia otro lado, esquivando sus ojos—. Por favor, soltáme.

—¿Me vas a decir porqué fuiste a mi casa el otro día? —interroga.

Muerdo mi labio y resoplo con resignación. Es el segundo día que me pregunta lo mismo, pero no pienso decirle la verdad.

—Ya te lo dije, para preguntarte sobre el show. Nada más ni nada menos.

Me suelto con brusquedad de su agarre y niega con la cabeza. Da un paso más para volver a tomarme, pero soy más rápida y me muevo con velocidad antes de que me toque.  

—¡Morocha! —me grita cuando salgo corriendo para escaparme de él—. ¡Cuida...!

No termina de decir la frase cuando me caigo hacia atrás debido a que pisé un tremendo charco lleno de barro.

—¡...do! —termina de decir antes de acercarse a mí con expresión preocupada—. ¿Estás bien?

—Sí, sí, aparte de perder mi dignidad, estoy bien —respondo.

Gracias a mi pelo y el gorro acolchonado de lana que tengo puesto, me salvé de un tremendo golpe en la cabeza. Me ayuda a ponerme de pie y me toma de la cintura cuando se da cuenta de que no puedo apoyar el talón en el suelo.

—¿Ves? A pesar de que intentes escapar de mí, siempre terminamos juntándonos —murmura tan cerca de mi rostro que puedo sentir el calor que emanan sus labios.

Hago un murmullo inentendible e intento caminar, pero me es imposible a causa del dolor que se expande por todo mi pie. La que me faltaba era esguinzarme en un día tan importante como hoy. En un movimiento rápido, Andrés me toma por los muslos y hace que rodee su cintura con mis piernas, como si fuera un canguro.

Siento dentro de mí un calor interno, y mi mente me juega una mala pasada, haciéndome recordar la fantasía en la que él me agarra así y me apoya contra la pared. Respiro hondo y subo mi bufanda nuevamente hasta mis labios, para que no intente nada raro. Se da cuenta de porqué hice eso y suelta una risita por lo bajo mientras comienza a caminar hacia la cafetería.

—¿Me vas a decir qué show vas a hacer? —interrogo con curiosidad para sacar los pensamientos horribles que están pasando por mi cabeza.

—Un striptease —replica con tono seguro. Abro la boca para protestar, pero se ríe—. Era chiste, preciosa. Solo voy a cantar, no te preocupes.

—Más te vale —digo con tono amenazador.

No responde nada, solo continúa caminando hasta que llegamos a mi negocio y el calor del interior me abriga. Aunque el calor que me genera el cuerpo de Andrés contra el mío es más fuerte.

Me deposita con lentitud en una silla y se agacha para mirar mi tobillo.

—Está todo bien, no tenés hinchado ni nada —expresa sonriéndome con tranquilidad. Asiento y veo a mi prima acercarse a mí con preocupación.

—¿Qué pasó? —cuestiona, pero yo no le respondo porque estoy perdida en los ojos oscuros del músico y él está perdido en mi boca—. Bueno... creo que sobro —agrega volviendo a irse para seguir atendiendo.

¿Qué mierda me está pasando y por qué no puedo dejar de mirarlo? 

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¡Hola! Mil disculpas por la demora en actualizar, muchas gracias por continuar esperando los capítulos.

Voy a comenzar a dedicar capítulos, la que quiera, me puede dejar un comentario. Lo voy a hacer por orden de llegada, muchas gracias por leer!

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