06
Andrés.
No puedo evitar carcajear cuando noto la expresión de mi jefa. Si bien es cierto que les dije a los periodistas que tengo novia, no voy a obligarla a nada. Me mira con reproche, su labio inferior sobresale un poco y puedo jurar que me estoy aguantando con todas las fuerzas las ganas de atraerla hacia mí. Sé que anoche fui un idiota al no resistir mis impulsos, pero no podía dejar pasar el momento.
—¡No pienso hacer eso! —chilla finalmente. Hago una mueca de decepción y abro la boca para hablar, pero me calla levantando la mano—. No voy a caer en tus juegos, Andrés, te dejé pasar lo de ayer, pero la verdad es que te pasaste con lo que hiciste. ¿Y ahora esto?
Me da una escoba y me hace un gesto para que me ponga a barrer. Decido hacerle caso sin protestar, creo que está enojada de verdad. Sí, la cagué un poco, pero no puedo pensar cuando ella está a mi alrededor. Celeste entra y me saluda con sorpresa al ver que llegué temprano, luego comienza a ayudar a su prima a acomodar las mesas.
—Ya sé qué canción cantar el sábado —les digo cuando termino de barrer. La morena arquea las cejas en mi dirección—. Estoy entre Yo quiero de Camila, o Dime que no de Arjona.
Miro de reojo a mi jefa y mi compañera suelta una risita.
—Bueno, a mí me gusta más Camila —murmura Celeste tratando de no reírse más—. ¿Esa canción es por alguna razón en particular?
—Sí, tengo varias razones. Primero, porque habla de una cafetería y segundo, porque me siento muy identificado con la letra, sobre todo cuando dice "Yo quiero contigo, morena te lo pido" —replico.
La morocha se atraganta con un poco del café que está tomando y me mira con asombro.
—A mí no me gustan ninguna de las dos canciones —comenta haciendo un gesto de poca importancia con las manos—. Pensé que ibas a inventar una canción exclusiva para el negocio.
—Lo iba a hacer, pero anoche estaba escuchando música y encontré esas dos canciones con las que me sentí identificado y la de Camila me gustó mucho.
—A mí también me gusta Camila —me apoya mi pequeña compañera. Le sonrío en modo de agradecimiento, pero creo que ella está pensando en otra cosa. Frunzo el ceño, ¿por qué será que le causa tanta gracia que haya elegido ese tema?—. ¿Algún problema? Canto otra cosa si quieren...
—No, no, por mí está bien —interrumpe mi jefa—. Pasa que ella es así, se ríe de cualquier cosa.
Hago una mueca de incredulidad y termino asintiendo. De repente me siento incómodo al no entender las miradas que se están mandando las dos chicas, pero respiro hondo y me armo un caparazón para que no me toque la baja autoestima, yo no soy así.
Celeste cambia el cartel de cerrado a abierto y es cuestión de minutos para que el primer cliente entre. Lo atiendo con velocidad y enseguida le doy lo que pidió.
—Por favor, solo tenés que decir que estás conmigo, no hace falta que me beses ni nada de eso... —le pido a la morocha cuando tengo un momento libre. Resopla y sigue negándose.
—¡Pedile a mi prima! Ella va a estar encantada, le encantan las cámaras y siempre soñó con ser novia de un famoso —replica limpiando los filtros de la máquina.
—Pero ella es chiquita... me van a tratar de pedófilo o cosas feas, y no quiero.
—Es mayor de veintiuno, no te pueden decir nada.
Bufo y chasqueo la lengua. Yo la quiero a ella, no a su prima. Observo como aprieta los labios con concentración y admito que muero por volver a besarla. ¿Qué me está haciendo esta mujer? Me está volviendo loco. Nunca tuve tantas ganas de probar a una chica. Me mira con reproche al ver que no estoy haciendo nada y ruedo los ojos mientras hago de cuenta que limpio una mesa.
Desde anoche que no paro de escuchar esa canción de Camila y no sé porqué me gusta tanto, odio las baladas, odio la música latina y odio todo lo relacionado a música romántica. Hasta me aprendí los acordes con la guitarra para cantarla el sábado. Ya me estoy dando asco a mí mismo, y yo pensé que el cursi era mi hermano. Niego con la cabeza, sumergido en mis pensamientos.
Cuando llega el mediodía, voy al baño y me preparo para la entrevista. Me peino y perfumo un poco, cambio mi ropa y Celeste me mira con diversión cuando me ve.
—Estás muy galán —comenta acomodando mi chaqueta de cuero. La morocha arquea las cejas y me mira de arriba abajo, pero no dice nada. Le dedico mi mejor sonrisa ganadora, pero voltea su rostro.
—Gracias, tengo que conquistar al mayor público posible —respondo. Me aclaro la voz y me acerco a ella para hablar en voz baja—. ¿Tu prima te contó algo sobre lo de anoche?
—Mmm, no, ¿qué pasó? —interroga con interés. Me encojo de hombros y prefiero no decir nada.
—Nada, que se rompió la máquina y se desparramó el café por todos lados. Fue un lío tremendo —contesto con tono convincente.
Si la morocha no le dijo lo del beso, por algo será. ¿O Celeste sabe y no quiere decir nada? No, no creo, la chica habla de más y se le hubiera escapado en algún momento... ¡Claro! Debe ser por eso que la jefe no le dijo nada, para que no la haga pasar vergüenza.
—¿Estás bien? —cuestiona la chica sacándome de mis pensamientos. Asiento con la cabeza.
—Solo estoy nervioso, hace mucho que no doy una entrevista —miento—. Necesito que alguien se haga pasar por mi novia, yo dije que iba a presentar a alguien y tu prima no quiere saber nada... —Termino de decir esas palabras, cuando veo que el vehículo de los periodistas se detiene en la puerta del local—. ¡Ayuda!
—Tranquilo, tranquilo, creo que sé quién puede ayudarte... —responde ella, sacando el celular de su bolsillo y sonriendo mientras teclea.
La dueña del negocio sale a recibir a los entrevistadores con una sonrisa de oreja a oreja y los hace pasar con rapidez. Trago saliva y me acerco a ellos. Son mis amigos gemelos, Tobías y Eugenio, ambos son idénticos, pero uno tiene el cabello castaño y el otro se lo tiñó de rosa hace poco. Sé que uno se encarga de grabar y el otro de entrevistar, son para un noticiero de YouTube. Ahora trabajan con el chino en un canal al que me invitaron un par de veces para que sea el productor musical, pero me negué porque yo solo quiero tocar música, no dirigir a nadie.
—¿Cómo están, chicos? —cuestiono esbozando una sonrisa. Lo bueno es que al ser mis amigos, no me siento tan incómodo—. Ah, ella es... —comienzo a decir señalando a mi jefa, pero hago un gesto sin importancia al ver que se esfumó de mi lado y que, además, ni siquiera sé su nombre.
—Linda la morocha —dice Tobías, el de pelo rosado. Le dedico una mirada de advertencia y bufa—. No nos dejaste conquistar a la chica que nos presentaste en tu fiesta, ahora no nos dejas con esta...
—La otra chica es mi cuñada, y esta es mía. Si quieren una, allá está. —Les señalo con la cabeza a Celeste, que está esbozando una sonrisa muy tierna mientras habla con un cliente.
Los gemelos la miran de arriba abajo y asienten. Yo solo suspiro, son demasiado obvios cuando miran de más a una mujer, espero ser más disimulado que ellos.
—¿Entonces la de rulos es la que va a hacer de cuenta que es tu novia? —interroga el otro gemelo. Niego con la cabeza y froto mis ojos.
—Les soy sincero, no tengo idea de quién va a ser mi novia... mientras podemos empezar con la entrevista. Siéntense en el rincón, ¿quieren algo para tomar?
—Es raro verte trabajar... —comentan los dos a la vez. Río entredientes.
—El poder de una mujer —respondo—. ¿Van a tomar algo sí o no?
Después de diez minutos, mientras terminan de tomar su café con leche, se enciende la cámara y comienzo a responder las preguntas relacionadas con mi carrera, qué pasó con mi banda, cómo sigo después de haber tocado fondo y, finalmente, el tema más esperado: mi pareja.
—Creo que no va a venir —digo riendo con nerviosismo. La morena está mirando desde el mostrador con aburrimiento, pero no tiene pinta de que me va a rescatar—. Bueno, tengo que decir que...
—¡Acá estoy, mi amor! Perdón por la tardanza —me interrumpe una voz femenina.
Me doy vuelta para ver quién es, pero al instante se sienta sobre mis piernas, rodea mi cuello con sus brazos y me da un beso completamente apasionado que me deja tonto por unos segundos. Cuando logro recomponerme, la observo bien y me quedo duro al ver quien es: la pelirroja de las miradas desafiantes de la otra vez.
Le sonrío con gentileza y la atraigo hacia mí de nuevo para devolverle el beso más desaforadamente. Necesito acostarme con alguien con urgencia, quizás esto me haga borrar los labios de la morena.
Sé que la voy a embarrar, pero necesito confirmar que no estoy enamorado de mi jefa.
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