04
Andrés.
Estoy a full preparando las cosas para el sábado. Sé bien cómo empezar, estoy creando una nueva canción para presentar las noches de karaoke, pretendo que sea algo cómica y seria a la vez.
Mi hermano me chista por décima vez en la noche debido a que estoy con la guitarra y cantando en voz un poco alta, pero no puedo callarme, estoy inspirado. La madrugada es la mejor hora para componer. Igualmente intento hacer el menor ruido posible, ya que en un rato él tiene que levantarse para ir al trabajo y si no duerme nada va a estar de muy mal humor...
Bueno, yo también trabajo temprano, pero no me molesta tanto no dormir. He estado días sin pegar un ojo y no me morí, así que una noche sin dormir no me va a hacer nada, ¿no?
Decido dejar la guitarra a un lado para hacerle un favor a Emanuel y me acuesto para mirar tutoriales de cómo usar la máquina de café del trabajo. No se ve difícil, pero repito, tiene tantas funciones que es lo que más marea.
Así, mirando esos videos, me quedo dormido.
Abro los ojos un instante y me doy cuenta de que estoy a dos minutos de mi horario de entrada. La morocha me había pedido que llegara temprano para enseñarme algunas cosas, pero ya no llego. ¡Me va a matar!
Me visto con lo primero que encuentro y salgo a toda velocidad, no me importa ni el frío que hace. Cuando llego al negocio, Celeste está girando el cartel de cerrado a abierto y pone una mueca de disgusto.
—Todo bien, pero tu jefa querida te va a dar un sermón —me dice después de saludarme.
—Perdón, me quedé componiendo una canción hasta tarde y me dormí, no escuché el despertador, me quiero morir —comento. Me coloco el delantal y mi hermosa morena me mira con mala cara—. Buen día.
—Te pedí que llegaras temprano, es tu segundo día y ya no cumplís con tus responsabilidades —expresa con soberbia. Bufo.
—Repito, me quedé hasta tarde haciendo una canción para el sábado y...
—No me importa, Andrés, si te pido que vengas temprano, me hacés caso —me interrumpe, empezando a preparar algunas tazas.
Aprieto la mandíbula y trago saliva. Por mucho que ella me guste, no puedo permitir que me trate de esta manera. Ni siquiera siendo mi jefa, yo me hago respetar.
—¿Quién te creés que sos para tratarme así? —pregunto sin ningún tipo de vergüenza.
—¿Perdón? —interroga arqueando las cejas, mirándome con expresión incrédula. Me encojo de hombros.
—Eso mismo. Serás mi jefa, pero no voy a dejar que me trates mal, no te hice nada. Sí, admito que llegué un poco tarde, aunque ni siquiera quisiste escuchar mis razones —respondo.
—Mirá, Andrés, si no te gusta mi trato, sabés que te podés retirar y no te lo voy a impedir.
Pongo una mueca de disgusto y asiento con la cabeza mientras vuelvo a quitarme el delantal.
—Entonces sé lo que tengo que hacer —digo con amargura.
Doy media vuelta rápidamente y salgo por la puerta. Obviamente, me respeto a mí mismo y no pienso dejar que me pisoteen. Mi hermano tenía razón, no sirvo para trabajar bajo dependencia.
—¡Andrés, esperá! —me llama la morocha cuando estoy por la esquina. No puedo evitar sonreír, pero escondo el gesto con la bufanda. Me detengo y la miro, sale abrazándose a sí misma a causa del frío y se acerca tiritando—. Perdón, tenés razón, no soy nadie y no merecés que te trate mal... —Suspira—. Volvé, apenas es tu segundo día, ya vas a aprender. Tuve una mala noche, perdón.
Hago de cuenta que pienso la posibilidad y asiento con la cabeza.
—Está bien, vuelvo, pero te digo desde ya que yo me quiero a mí mismo y no dejo que me falten el respeto —le advierto. Ella esboza una pequeña sonrisa y no puedo evitar mirar sus labios rellenos y rosados. Me encantaría besarla ahora mismo—. Vamos, sino te vas a morir de hipotermia —agrego al notar que no deja de temblar.
Volvemos al negocio rápidamente y noto al instante el cambio de temperatura. ¿O será que soy yo el que se pone caliente solo por mirar a la belleza que tengo frente a mí? Hoy tiene puesto una blusa blanca que le queda pegada al cuerpo, y una calza negra que parece abrigada. Realmente me encanta.
—¿Tengo algo raro? —me pregunta con incomodidad al ver que la estoy mirando. Aparto mis ojos con mucha fuerza de voluntad y niego con la cabeza.
—Para nada, estás divina —contesto sonriendo. Ella esconde una sonrisa y vuelve a relajarse.
Comienzo a atender a los primeros clientes que van llegando junto con Celeste. Como todavía no sé usar la máquina, prefiero anotar lo que piden y llevarles las cosas a las mesas, mientras mis compañeras hacen todo lo demás. Por el momento, no me mandaron a limpiar el baño y creo que eso es bueno. ¿O será que ayer lo limpié mal y ya saben que eso no es lo mío?
—Andrés —me llama Celeste. La miro con interés y me hace un gesto para que me acerque a ella—. Intentá no hacer nada malo, mi prima está de mal humor y hasta el vuelo de una mosca le molesta.
Hago una mueca de desinterés y resoplo.
—¿Qué culpa tengo yo si le vino? —cuestiono. Mi compañera rueda los ojos, pero no puede contener una carcajada.
—No creo que sea eso.
—¡Ah, no le vino! Uy, eso sí que es algo muy malo... —murmuro.
—¿Qué están cuchicheando ahí? —interroga la morena apareciendo de la nada. Me giro y la miro con expresión inocente.
—De cafés. Creo que el café negro es el mejor, pero a veces prefiero un cortado —replico esbozando una pequeña sonrisa. Me observa con incredulidad y suspira—. Ese suspiro me lo dijo todo, mejor sigo trabajando —expreso con nerviosismo.
Celeste suelta una breve risita y niega con la cabeza.
El día se me pasa volando. Entre clientes, barrer, lavar, volver a atender y otras cosas, al final de la jornada no doy más. Solo quiero irme a casa y dormir durante tres días seguidos, nadie me dijo que trabajar sería tan difícil y agotador, pero ahora comprendo a mi hermano cuando llega del trabajo y se va directo a dormir...
Bueno, antes hacía eso, ahora solo va a visitar a Merlina o ella viene a casa. En fin, al menos Emanuel está de muchísimo mejor humor que antes.
—Andrés, vení —dice mi jefa acercándose a la cafetera luego de cerrar el negocio con llave.
Me encanta eso. Nuestra compañera ya se fue, así que estamos solos, encerrados y, al menos yo, con un calor que me siento arder. Me coloco al lado de ella e intento rozar su cuerpo lo máximo que puedo, pero ella no se da cuenta o le hace caso omiso.
—Te voy a enseñar a usar la máquina. Prestá atención, por favor, es la última vez que te explico.
Contengo una risa sarcástica. Es la primera vez que ella se dispone a enseñarme cómo funciona esto.
Luego de hablarme casi media hora de la que no presté nada de atención porque estaba distraído viendo cómo movía sus labios, cómo sus rulos danzaban al mover su cabeza, sus manos moviéndose con rapidez y sus pequeñas sonrisas.
—Tu turno de hacer una taza —me dice.
Aprieto los dientes en un gesto nervioso y asiento.
Comienzo a prepararlo, pero la máquina se queda trabada, así que ella bufa y decide darle un leve golpe para que vuelva a funcionar. Para mí, eso siempre sirve, pero esta vez no lo hizo. Con un suspiro, lo golpeo yo un poco más fuerte, aunque continúa igual.
Mi compañera hace una mueca de enfado y la desenchufa durante diez segundos.
—A veces se vuelve loca —expresa ella intentando sonar con tranquilidad.
—Sí, las máquinas son traicioneras —comento. Me doy cuenta de lo que acabo de decir y no puedo creerlo, habré sonado como un idiota. ¿Máquinas traicioneras?
Ella vuelva a conectar la cafetera, pero empieza la tormenta.
Varios potentes chorros de café salen disparados directamente hacia su pecho, manchando su ropa con el líquido oscuro. Protesta mientras yo intento ayudarla, pasándole un trapo y secándola, pero no me concentro al notar cómo su blusa se vuelve transparente debido a que está mojada. Me dan ganas de sacarle todo.
—Si está caliente tenés que sacarte lo que tenés puesto —le digo tratando de sonar lo más normal posible. Ella rueda los ojos y niega con la cabeza.
—Estaba en modo frío, por suerte.
Me ubico frente a ella para tapar los chorros que siguen saliendo sin parar, haciendo que se sientan como latigazos en mi espalda. Lo único que se me ocurre hacer es seguir golpeando el objeto hasta que decida apagarse o terminar de romperse.
—Dejá, Andrés, ya va a parar —manifiesta alejándose y caminando hacia el baño.
Estoy por responder, pero la máquina me interrumpe cuando emite un sonido extraño y comienza a largar crema por el orificio correspondiente. ¿Qué está pasando?
Todo es un lío, el café siendo disparado hacia todos lados, la crema desperdiciada por el suelo y mi jefa desesperada. Sin saber qué hacer, me meto debajo de la máquina y abro la boca para que la crema caiga dentro de ella, pero es demasiada y empiezo a atragantarme, me sigo ensuciando y cada vez es peor.
Agarramos varios vasos de plástico y comenzamos a juntar lo que podemos. A toda velocidad, la morocha agarra servilletas de papel que están a su alcance para tapar los agujeros de donde sale la crema. En un momento se agacha, abre la boca y la crema cae sobre sus labios, provocando que mi cuerpo se vuelva un revuelo de hormonas. La escena más sexy que vi en mi vida.
—Está rica —dice encogiéndose de hombros. Respiro hondo, tengo que controlar mis impulsos, mis ganas de tomarla de las caderas y poseerla ya mismo—. ¡Ay, si somos idiotas! ¿Por qué no la desenchufamos? —interroga sacando el cable del enchufe.
No puedo evitar estallar en carcajadas al terminar de caer en la situación. Ambos sucios, mojados, despeinados, agitados y desesperados por una maldita máquina de café, y al final la solución era rapidísima.
Ella me mira, primero con seriedad, pero luego su sonrisa se va ampliando y termina riendo conmigo.
La verdad, su risa me encanta y es una excelente manera de terminar el día. De repente, en un ataque de locura y sin poder controlar mi cuerpo, la atraigo hacia mí y en menos de un segundo callo sus risas con un beso. No sé qué hice, pero nunca me quedo con las ganas de nada.
Y esta no va a ser la excepción.
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¡Holaaaa! Aparecí jajaja
Perdón por no haberlo subido el martes, esta semana fue una locura. No sé si vieron que El cupcake de Cupido entró al programa de Paid Stories, estuve a full editando esa historia y apenas tuve tiempo para escribir el capítulo!
¿Qué creen que va a pasar en el siguiente? ¿Hizo bien Andrés al besarla?
Gracias por leer <3
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