Cleavon sentía la cabeza palpitar, pero no podía llevar sus manos a sus sienes. Algo había... Lo recordaba. Se había desplomado en el bosque, pero esa ya no era su situación. Cleavon sentía la rigidez de la madera bajo su trasero, y cuando por fin fue capaz de abrir los ojos, había tres pares de estos devolviéndole la mirada.
Estaba atado, y vestido. Pero una estúpida cuerda no podía detenerle, y fue en ese momento, en el que iba a destrozar las cuerdas, cuando ojos grises detuvo sobre su cuello una espada. El hierro empezó a quemar su piel. Su rostro estaba enmarcado con una sonrisa, pero vio detrás de ésta la incomodidad, el miedo. No sabía qué esperar de él. Seguramente fuera el primer fae que veía.
Cleavon intentó pensar un plan rápidamente, cómo matarlos silenciosamente sin alertar a nadie cercano, y fue ahí cuando se preguntó, ¿qué demonios hacía tan cerca de los humanos?
No había podido pensar incluso antes de esa visión, algo, alguien lo había atraído hasta allí. La chica de la visión.
—Pero mirad quién está despierto —Alguien nuevo entró por la puerta, una cuarta persona. Su voz de júbilo lo hizo gruñir antes siquiera de mirar su rostro, y se sintió un tonto por no haber reconocido su voz. Sin embargo, no toda la culpa era suya, ya que hacía años que no la había visto—. Hola, peque.
—Alyssa —soltó su voz en un tono de extrañeza.
Cleavon volvió a evaluar la situación. Estaba atado a una silla, sí, con tres humanos, por lo menos el muchacho y la anciana, con sus obvias orejas redonditas y sin una pizca de magia en su interior. Había una tercera persona, y aunque sus movimientos eran humanos, incluso su manera de mirarle lo era, su abrumadora belleza, y esos azules ojos brillantes lo hicieron dudar, ¿una mestiza? Podía sentir la magia dentro de ella, aunque aún se sentía aturdido.
—Por dios, Rob, quítale eso de encima, por favor —No le ordenó, sino que le pidió ella, lo que lo desconcertó. No parecía estar bajo el dominio de ninguno de ellos, de hecho, parecía muy libre. Él le hizo caso con un bufido, y se guardó la espada al cinto.
Alyssa se colocó al lado del chico, Rob, creyó haber escuchado Cleavon, y apoyó su codo en su hombro, en una pose muy familiar, como si estuvieran acostumbrados a la presencia del otro. Toda la situación le hizo fruncir el ceño, no se sentía correcto. ¿Alyssa los había traicionado?
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué estoy atado? ¿Quién me ha vestido? ¿Qué va-
Ella lo detuvo elevando su mano libre, pidiéndole que guardara silencio, y tal vez había sido por el hábito, pero lo hizo en un acto reflejo. Gruñó y ella le puso mala cara, y hasta eso se detuvo.
—Cleavon, ¿puedo soltarte, cariño? —Los apelativos cariñosos le dieron un mal augurio, pero se lo tragó y asintió—. No nos ataques, ¿sí? Ya sabes de lo que soy capaz.
Claro que sabía de lo que era capaz, había sido testigo de ello, aunque no de todo. Alyssa había participado en la guerra de los mundos, hacía ya cientos de años, lo que casi la había matado, pero en donde había aprendido más que en los otros cientos de años de vida en los que estuvo respirando. Su control sobre el fuego era... era como si ella fuese él, y esa imagen le hizo caer en la visión. Debía de haber sido ella... No, cambió rápidamente de opinión. Aunque esa magia de fuego era poderosa, la chica era inexperta. No era ella.
Sus ojos se desviaron hacia una de las desconocidas. Ojos azules no apartaba la mirada de él, pero Cleavon sabía que lo hacía porque no se fiaba ni un pelo. Cleavon compartía lo mismo, pero era diferente. Sus ojos lo atravesaban como dagas, buscando respuestas, pero sentía que algo reptaba a su alrededor, se adhería a él, se enroscaba a su cuerpo, lo examinaba.
Un ruido lo despertó de la ensoñación, el ruido que produjeron los dedos de Alyssa al chaquear. Cleavon se dio cuenta de que estaba hablándole, pero que distraído por ojos azules, no la había escuchado.
Anciana bufó, y Rob se acercó a Alyssa para susurrarle algo al oído para que él no lo oyese. «¿Es de fiar?» Le escuchó igualmente preguntarle. Alyssa sonrió, casi riendo, mirándolo a los ojos.
—Puede escucharte idiota, no olvides lo que es —Él arqueó las cejas sorprendido, y lo miró. Cleavon se limitó a encogerse de hombros.
—Está bien —dijo de manera brusca poniéndose serio, o intentándolo—. Entonces-
—Rob —Lo llamó Alyssa tomándolo del brazo para que la mirase. Él suspiró resignado y se quedó callado.
Cleavon ya sabía lo que pasaba. Habían acordado que ella hablara. Cleavon sabía que lo habían hecho quizás para que se sintiera más cómodo, a pesar de estar atado, para que a lo mejor, bajase la guardia. Ojos azules le clavó los ojos y frunció los labios. Su expresión se veía tan clara como la de un humano.
—Cleavon —Alyssa atrajo su atención. Ahora la miraba a ella con atención. Llevaba ropa humana, tejido humano, parecía que se adaptaba a ésta de maravilla, como si ya estuviera habituada. Pero Cleavon no conseguía deshacerse de otro pensamiento, algo que no comprendía, ¿por qué le había atado? Ella era capaz de someterle con una mirada, sabía cuál era su fuerza, sabía lo que podía hacerle, así que, ¿por qué? Ella pareció leerle el pensamiento, porque dijo—. Voy a desatarte, es una tontería que estés así. Además, confío en ti.
Se sacó una daga de la bota, lo que también le hizo desconfiar. Ella no necesitaba armas, ¿era para no llamar la atención? Después de todo, de no ser por sus ojos, nada en su aspecto delataba que no era humana. Dio un giro a la daga con la muñeca, y rompió la cuerda. Cleavon se deshizo de ella, y estiró el cuello, moviéndolo de derecha a izquierda. Soltó un quejido, y se tocó el cuello, haciendo que sus dedos se manchasen de sangre. Sabía que le habría quemado. Pero no era para tanto, en nada se curaría.
—Taissa —la llamó Alyssa.
"Así que ojos azules se llama Taissa", pensó.
Ésta se acercó y aunque Cleavon se apartó cuando alzó su mano, con sus ojos ella le pidió confianza, y aunque no era algo que le diese de buena gana a una desconocida, aceptó a regañadientes.
Su toque encendió su magia. No era humana. La miró a los ojos, y sintió una conexión, pero ella miró la herida, apenas prestándole atención a él, y cuando retiró la mano y se alejó, Cleavon se tocó el cuello. Curado. Taissa se bajó la capucha, suponiendo que ya no hacía falta ocultar su identidad.
Se colocó un mechón de cabello lapislázuli tras su oreja, lo que lo dejó tan sorprendido como la oreja puntiaguda que exhibía. Puntiaguda, pero no alargada todavía. Cleavon comprendió que era ella, era su magia la que había estado evaluándole.
Ahora la sentía, intentando enlazarse con la suya, lo usual, pero sin experiencia. No se sentía natural, parecía reticente, asustada, lo que era algo extraño. No estaba acostumbrada, y Cleavon sabía que lo había notado, porque apartó la mirada, y se abrazó avergonzada.
—Cleavon, estos son mis amigos, Rob y Taissa, y ésta es Shera, quien nos está ayudando —Escuchó sus palabras con atención, ya sabía todos sus nombres. Ojos grises era Rob, ojos azules Taissa y anciana Shera—. Necesitamos tu ayuda.
—Mi ayuda —pronunció lentamente—, ¿para qué? ¿Qué haces aquí, Alyssa?
No entendía nada, no conocía a la mitad de los que estaban ahí, y dos de ellos eran humanos. Además de que a la única a quien conocía no la había visto desde hacía años, por lo que ya no se podía fiar de ella tampoco.
—Sabes que mi clan se marchó a la sierra Inova cuando perdimos la guerra, ¿no? A nuestro hogar —Cleavon asintió.
Sabía que ella había sido una de las últimas en irse a casa, que había estado en primera línea hasta que no había quedado ni un alma. A diferencia de sus compañeros, que pensaban que no debían involucrarse en guerras con las especies menores, ella había luchado a su lado.
La madre de Cleavon, que había estado luchando con ella cuando las Cortes seguían enfrentadas, les había contado a su hermana y a él, con emoción en su voz, cómo Alyssa, en forma de fenix, como un enorme pájaro que desprendía fuego de sus plumas y que emitía una estela de luz a su paso, prendía fuego a sus enemigos, hasta que todo se convertía en cenizas y humo.
—Pero ya me conoces —Ella sonrió, pero era una sonrisa triste. Miró hacia abajo—. Soy un pájaro, un ave. No podía encerrarme en las montañas y dejar de volar, como tú no puedes evitar cambiar.
Por primera vez, y sin poder evitarlo, Cleavon sonrió. Ella lo sabía, aunque la última vez que se habían visto era cuando todavía había sido un niño, pequeño, ingenuo e indefenso, y no habían sabido que heredaría los poderes metamórficos de su madre. Aunque también era evidente al verlo inconsciente, y sobre todo, desnudo sobre la hierba. Cleavon supuso que a su madre también le debió de pasar alguna vez.
—Estaba surcando el cielo, lo suficientemente alto para que no me vieran o por lo menos para que no supieran lo que veían, cuando algo me arrastró en contra de mi voluntad —Ella suspiró—. Fue entonces cuando conocí a estos dos. Hace ya unos meses.
—¿Meses? —preguntó—. No lo sabía.
—En el peor de los casos, bueno, probablemente en el mejor de los casos, piensen que estoy muerta —admitió—. Mejor que ser torturada...
—Supongo que me alegro que no acabaras torturada —dijo con una sonrisa, que ella le devolvió.
—Ya somos dos.
—Y conmigo tres. Sí, bueno, ahora vayamos al grano —dijo Rob. Cleavon frunció el ceño, hombres como él habían sido los que habían matado a su familia, a su familia y a miles de familias más—. Queremos que nos hagas de guía.
Cleavon ignoró sus palabras. No hablaría con uno de esos monstruos que habían destruido su pueblo. No le importaba que apenas pareciera alcanzar los veinte años, por lo que apenas habría sido un niño cuando ya todo había acabado o que a pesar de amenazarle con un arma, no pareciera una mala persona. Y aunque Alyssa confíaba en él, lo que era obvio ante sus ojos, él no era ella. Rob bufó al notar que ni le miraba ni le contestaba ni lo iba a hacer.
—Ya habrás notado que ella no es humana —le dijo Alyssa. Él la miró y asintió.
—La mayoría de la gente me conoce por el nombre de Taissa —le contestó la susodicha—, aunque no es el que mis padres biológicos me pusieron. Cuando tenía dos años más o menos, todo se fue a la mierda, como bien sabes. Mis padres, antes de morir, decidieron que en pos de mi seguridad, me camuflarían y me llevarían al epicentro del enemigo, fingiendo ser humana con padres humanos, ya que allí nadie me buscaría, eso sí, sin yo recordar nada de esto.
—Está bien... —dijo Cleavon lentamente sin saber qué quería decirle con todo eso.
—Mi verdadero nombre es Deanna Dawnborn.
No, pensó. Tiene que ser una mentira. ¿Pero cómo? Ella no era humana, no lo parecía ni una pizca, no debería poder mentir. Sin embargo... Con un grito, Cleavon notó que le ardía el costado. Sabía lo que era, su madre le había enseñado su marca. Ahora había aparecido la suya.
—Así que ya la tienes —Cleavon intentó respirar profundamente, por lo que no contestó a Alyssa.
—¿Tener qué? —preguntó Taissa.
—La marca. Pertenece a una de las familias más antiguas de Annwyn, a quienes solían conocer como la espada del rey oscuro. Eran los encargados de protegerlo, de proteger a su sangre, a la sangre de Meave —Ella levantó la camisa de Cleavon y éste no ofreció resistencia—. Están juramentados desde hace siglos, y pasa de generación en generación, casi como una maldición. Nadie sabe por qué, o por lo menos nadie fuera de la familia real o de los Cadoret lo sabe, pero lo único que sé es que es... una deuda de sangre.
—¿Una deuda de sangre? —El ceño de Cleavon se hundió.
Alyssa se encogió de hombros —Una que adquirió tu familia, y que no parece... muy saldable, a juzgar por la longevidad de ésta.
—¿Por qué ahora?
—Porque vuestras magias os han elegido, un guardián Cadoret para un descendiente Dawnborn o Nightfall, ¿cuándo ha sido? ¿Fue por el espectáculo de hace unos días? —Cleavon se asustó, si ya habían pasado días, estarían preocupados.
—La cosa es que necesitamos que nos guíes hasta Wir'Iuhm. Con toda la familia real muerta, Deanna es la única que puede reinar.
Cleavon pensó que la princesa parecía extrañarse al escuchar su propio nombre, pero a él le extrañó más otra cosa —¿Qué? —preguntó—. ¿Y qué hay del rey? Mientras él sigue vivo, quien reina es él.
Y fue ahí cuando se hizo el silencio.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top