6. La Bestia que Residía en Impel Down
les he traído un regalo de navidad, espero lo disfruten!!
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6. La bestia que residía en Impel Down
El alcaide de Impel Down era tan peculiar como la prisión que dirigía... un hombre de cabello corto y rubio, cuyos ojos eran una verdadera incógnita, pues nadie hasta ese momento lo había visto sin sus gafas moradas. Su extravagante ropa de colores brillantes resaltaba aún más por el enorme abrigo de plumas rosadas que siempre llevaba puesto. Ése era Donquixote Doflamingo, quien, sin importar la circunstancia, llevaba una sonrisa ladina en su rostro...
Doflamingo subió los pies a su escritorio mientras sujetaba una copa de vino en su mano, la cual agitó suavemente antes de beber de ella, meditando algunos asuntos recién acontecidos en SU prisión. Tenía cuatro asesinatos, tres de las víctimas murieron al instante, pues sus yugulares habían sido cortadas de un tajo y tenían señas de haber sido apuñalados repetidas veces en diferentes puntos de su cuerpo, al igual que severos golpes que destrozaron más de un hueso. El cuarto vivió un poco más, pero eso no era precisamente bueno, pues, mientras se desangraba y sufría los más espantosos dolores, había estado consciente. El rubio sonrió; eran cosas que se veían muy seguido tras esas paredes, y ya que las cintas de seguridad habían desaparecido, no tenía pista alguna del asesino... o quizá sí. Sólo los cuatro jefes de la prisión se molestaban en cubrir sus huellas, pero era mejor no meterse con ellos. Bajó los pies, dejó la copa vacía a un lado y suspiró.
- qué se le va a hacer- dijo despreocupadamente, sacando los cuatro expedientes de los fallecidos. Tomó un sello, lo entintó y grabó en cada papel la palabra "Muerto" y en la parte de abajo escribió "Causas Naturales". Poco después llamaron a su puerta, y tras su orden, entró un grupo de guardias escoltando a uno de los cuatro poderosos de Impel Down. La sonrisa del alcaide se ensanchó aún más al ver a ese hombre- gracias, pueden retirarse- dijo con un ademán. Los oficiales se cuadraron ante su superior, dando a entender que acataban la orden- tú- le dijo a uno- déjame eso- señaló la macana de su mano, la cual el guardia entregó sin preguntar y se retiró junto con sus compañeros, dejando a esos dos solos
- ¿y?- aún con las manos esposadas a su espalda, Crocodile se sentó frente al escritorio del alcaide- ¿para qué querías verme?
- no sé por qué preguntas algo de lo que sabes la respuesta, fufufu- habló con sorna, levantándose de su asiento y caminando hasta donde estaba el pelinegro, haciendo girar la macana en el aire. Sujetó a Crocodile de los cabellos para levantarle el rostro, uniendo salvajemente sus labios con los de él, mordiendo su labio inferior para tener acceso total a su cavidad.
Al principio, y como todas las veces que era llamado a la oficina del alcaide, Crocodile se resistió, pero siempre terminaba cediendo, aunque no completamente. Con la macana que aún tenía en mano, el rubio acarició su torso hasta llegar a su entrepierna, en donde frotó la clava hasta endurecer por completo aquella parte.
- ¿qué tal? Se siente bien, ¿no es cierto?- profirió el alcaide en cuanto sus labios se separaron
- eres un pervertido- dijo con dificultad el otro, pues aún no recuperaba el aire
- y así te gusto más- tiró con fuerza del cabello de Crocodile, logrando levantarlo de la silla en donde estaba para colocarlo sobre su escritorio, con el pecho y rostro pegado al mueble. Se acercó por detrás, frotando su hombría contra el trasero del prisionero- estoy en mi límite...- se apartó un poco y deslizó hacia abajo tanto los pantalones como la ropa interior del sometido- pero tengo que prepararte primero
- espera... qué... ahhh...- gimió al sentir la invasión de un par de dedos en su interior, los cuales se abrían y cerraban como tijeras, abriendo cada vez más la entrada del moreno- hijo de puta...- maldecía entre gemidos, pues no podía hacer otra cosa para defenderse
- eres delicioso- ensalivó la macana que tenía en su mano, y, sacando sus dígitos de Crocodile, introdujo la punta del garrote en su ano
- mhn- se quejó aún más, ahogando su voz. Pronto el rubio comenzó a mover la macana de adentro hacia afuera, haciendo que unos delgados hilos de sangre gotearan por las piernas del sometido- ahhh... esp... te voy a...
- ¿me vas a qué, uh?- sacó la macana del interior del pelinegro y bajó su ropa lo suficiente como para liberar su hombría y dejó que la entrada del pelinegro absorbiera su miembro, comenzando así el intenso vaivén.
Las estocadas eran tan fuertes que el escritorio rechinaba contra el piso, avisando a todos lo que sucedía ahí; en cada movimiento, el placer aumentaba para ambos, liberando sus tensiones en una intensa sesión de sexo. Sin poderse contener más, Crocodile dejó salir su voz, mas pronto fue callado por una de las manos del alcaide. La otra mano se dedicaba a darle placer en su entrepierna, yendo a la par de las embestidas. Unos cuantos minutos después, Crocodile esparció su semilla sobre el escritorio mientras que Doflamingo hacía lo propio en el interior del otro para luego salir bruscamente de él y colocar tanto sus prendas como las del recluso en su sitio.
Crocodile se quedó recostado sobre el mueble unos momentos más para reponerse antes de levantarse. Doflamingo llamó a sus guardias y les ordenó escoltarlo a la enfermería y luego a su celda. Nadie preguntó nada, pues todos sabían de antemano la situación... a cambio de unos momentos a solas en la oficina del alcaide, Crocodile ganaba sus privilegios dentro de la prisión.
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Mientras tanto, en la biblioteca de Impel Down, el mayor de los hermanos D. hojeaba unos cuantos libros sentado frente a una mesa de madera, donde apoyaba sus brazos para hacer más placentera su lectura.
- A-C-E- chilló su hermano menor, colgándose en su espalda- este lugar es muy aburrido- dijo apesadumbrado, meciéndose sobre el mayor- vamos a comer...
- acabamos de comer, Luffy- le reprendió suavemente el mayor- espera a la cena
- pero Ace...- se bajó de la espalda de su hermano y empezó a mover la silla en donde éste se encontraba sentado, tratando de llamar su atención. Al ver que su estrategia no funcionaba, Luffy meció el asiento con más fuerza, logrando que ésta cediera ante el constante ajetreo y se cayera junto con Ace- yo no fui...- dijo con un puchero antes de que su hermano le regañara y se sentó en una silla vacía, pasando sin interés alguno la página de un libro azul.
Ace suspiró para calmarse un poco, se levantó y acomodó su silla para sentarse otra vez y seguir su lectura. Luffy miró a su hermano, asegurándose que no estuviera enfadado, y volvió a sonreír. Tomó el libro que antes ojeaba y lo puso sobre la cabeza de su hermano, buscando el punto de equilibrio... en cuanto el libro quedó en su sitio, el menor tomó otro más, colocándolo encima del primero. Una venita saltó en la frente de Ace, sabía que no era bueno traer a su hermano a la biblioteca, y ahora estaba pagando las consecuencias...
- oi, Luffy...- intentó ponerse de pie, más la cercanía de su hermanito le hizo perder el equilibrio, cayendo, nuevamente, de espaldas contra el suelo, esta vez con el menor encima de él
- perdona, shishishi- se sentó sobre el vientre del mayor, ignorando lo que su cercana presencia provocaba en su hermano. Ace tragó saliva, desde aquella noche en que se masturbó mientras tocaba al menor, apenas y podía controlarse cuando su hermanito estaba juna a él. Quería abrazarlo, quería besarlo y hacerlo suyo en ese instante... pero se negaba a ceder, tenía que contenerse. Apretó fuertemente sus puños y se quedó estático, esperando- ¿Ace?- el menor, preocupado por su hermano, acercó más a su rostro, quedando ambos apenas separados por unos cuantos centímetros
- mierda...- estaba en su límite. Con la mente segada por el deseo, Ace levantó sus brazos, rodeando el cuello de su hermanito, y lo besó. Sus labios sólo se rozaron unos cuantos segundos hasta que el mayor reaccionó. Soltó a Luffy y lo apartó de él- bájate- pidió, desviando la mirada, no quería ni imaginar la expresión del menor- perdona Luffy...- Ace se puso de pie tan rápido como pudo y salió de la biblioteca sin atreverse siquiera a ver a su hermanito.
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Gracias a que realizaban diferentes actividades, Ace pudo esquivar a su hermanito el resto de la tarde, pues aún no sabía cómo explicarle el beso. Cada vez que recordaba el asunto, no hacía más que suspirar, incluso cuando trabajaba... Zoro le preguntó más de una vez qué le ocurría, pero el pecoso se limitaba a mantener la boca cerrada.
El sol se ocultó, y todos los presos fueron llevados al comedor para su último alimento del día. Se sirvieron los platos y cada uno tomó se acomodó en el lugar de costumbre, menos Ace, que prefirió quedarse solo por esa noche. No muy lejos de la mesa del pelinegro, estaban Kid y Law, rodeados por los subordinados del primero.
- ¿está listo?- le dijo discretamente el pelirrojo a su acompañante
- sí- respondió Law- hoy a las 8:30pm. Tienes unos 10 minutos antes de que enciendan el transformador - Kid sonrió ligeramente, dando una silenciosa señal a los que le rodeaban...
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La cena terminó y los reclusos fueron llevados al área de celdas para el pase de lista antes de ir a dormir. Con las manos esposadas, los reos se colocaron frente a su celda correspondiente; al confirmar que el reo estaba presente, los oficiales le quitaban las esposas y la puerta se cerraba electrónicamente... así era la rutina de todos los días hasta que el último recluso entraba a su celda y se apagaban las luces. Pero esa noche, algo interrumpió la luz antes de tiempo.
Apenas y habían encerrado a la poco más de la mitad de los reos cuando ocurrió un apagón. Las cámaras dejaron de funcionar, la visibilidad se perdió y las puertas electrónicas se abrieron automáticamente, desatando un verdadero caos. En cuanto se supieron cubiertos por la oscuridad, los reos empezaron a rebelarse; los más hábiles lograron tumbar a los guardias, quitarles las armas e incluso los tomaron como rehenes. Los menos afortunados fueron subyugados e inmovilizados con aturdidores, y otros más prefirieron quedarse resguardados en su celda hasta que todo acabase.
Entre los que decidieron quedarse, estaba Roronoa Zoro y su compañero de celda, quien, en cuanto sintió el peligro, se pegó a la pared, sujetándose la ropa. El rostro de Sanji palideció al ver al peliverde deslizándose cual felino, tomándolo de los brazos y apoyándolo en la cama para luego colocar sus piernas a cada lado suyo mientras se deshacía de su camisa.
- es... espera, marimo...- con sus manos, el rubio mantuvo a distancia al otro tanto como le fue posible- apenas lo hicimos hace unas horas, no puedo más...
- ¿uh? ¿En serio?- sus ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad, por lo que el cocinero podía ver aunque sea un poco. Zoro se relamió los labios, saboreando a su presa- porque yo estoy listo para dos o tres rondas más
- ¡porque tú eres un maldito animal en celo!- gritó enfadado- ¡ninguna persona normal aguanta tanto! ¡Necesito descanso, joder!- mas su pequeña discusión se detuvo momentáneamente cuando el escándalo de afuera llegó a sus oídos. Se escuchaban disparos y gritos de los reos- ¿qué estará pasando?
- algo no está bien- al ver una luz acercándose, Zoro se levantó de "su víctima" y se aproximó a la salida. En cuanto el guardia se asomó, le dio un cabezazo, dejándolo inconsciente enseguida. Zoro buscó entre las ropas del oficial, quitándole un aturdidor y la lámpara con la que se alumbraba- ten esto- le arrojó el aturdidor al rubio, quien apenas y consiguió atraparlo- quédate aquí y usa eso si es necesario
- ¿a dónde vas?
- Ace y Luffy... tengo un mal presentimiento- al escuchar el nombre de los hermanos D., Sanji se levantó de la cama
- voy contigo- dijo firme, pues su convivencia constante con Luffy había hecho que le tomara cariño
- no puedes. Es muy peligroso
- ¿crees que no puedo defenderme solo?
- pues ya te violaron una vez
- ¡eso fue porque un imbécil cabeza de marimo me rompió el pie!- su mirada decía que no se iba rendir hasta obtener la afirmativa; incluso si no la conseguía, igualmente iría tras él
- está bien, pero no te apartes de mí- para sorpresa del rubio, lo sujetó de la mano y salió con él.
El rostro de Sanji enrojeció considerablemente, era la primera vez que el marimo le trataba con tanta dulzura; sintió su corazón agitarse, mas no supo si era por el nerviosismo o porque llevaban un rato corriendo. Se reprendió mentalmente para concentrarse en lo sucedía a su alrededor; mientras avanzaban no dejaban de escucharse los gritos y golpes e incluso disparos. Tropezó varias veces con algún caído que se retorcía de dolor en el en suelo. Pero algo de lo que decía Zoro llevaba la razón, algo extraño pasaba en esa penumbra; con la visibilidad que ofrecía la lámpara que llevaba el peliverde, parecía como si hubiera un camino de heridos yendo hacia alguna parte.
- oi, marimo, ¿a dónde se supone que vamos?- preguntó jadeante debido al cansancio
- ya te dije, a buscar a Ace- un rato más tarde, se detuvieron en una de las celdas. Con la lámpara, Zoro alumbró en su interior, encontrando un desorden considerable, pero lo que no encontró fue a sus residentes- [definitivamente no está bien]- pensó mientras chasqueaba la lengua antes de retomar su búsqueda.
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Un par de minutos antes, en otro lado de Impel Down...
Tenía a su hermanito parado junto a él, mas no se dignaba aún a verle a la cara. En cuanto apagaran las luces, Ace había decidido hablar con él, quizá inventando que se dejó llevar, que no era su intención... aunque no estaba seguro si su mentira fuera suficiente para convencer a Luffy. El guardia los vio momentáneamente, les quitó las esposas y los metió a su celda, la cual se cerró poco después. El pequeño quiso acercársele, mas se quedó atrás, temeroso. Ace se maldijo por lo bajo, si tan sólo no se hubiera entregado a sus instintos, todo seguiría igual que siempre. Sin embargo, antes de que siquiera pudieran decirse algo, las luces se apagaron y la puerta se abrió...
- la electricidad...- dijo en voz baja, tratando de acostumbrarse a la luz
- Portgas D. Ace- le llamó el guardia que momentos antes los había encerrado, apuntándole al rostro con la lámpara- de espaldas y manos a la cabeza- el pelinegro obedeció, cuestionándose un poco el método del policía.
Un fuerte dolor le acalambró el cuerpo de pies a cabeza. La fuerza se le fue poco a poco y la vista se le nubló... el ruido dejó de llegarle a sus oídos y todo se volvió oscuro en un instante. Fueron apenas unos segundos, pero en cuanto recobró la conciencia, se levantó y miró hacia todos lados... no estaba. Alguien se había llevado a su hermano.
- Luffy...- pronunció su nombre, esperando tontamente que el menor le respondiera- Luffy...- sus ojos iban de un lado a otro en la habitación... no estaba- Luffy...- desesperado, comenzó a arrojar todo lo que había en la celda. No, no podía estar pasando- ¡LUFFY!- salió a toda prisa de ahí, buscando a su hermano menor con la poca visibilidad que tenía.
No supo quién, pero acaban de golpearle el rostro. Se detuvo en seco, agarrando por la ropa a algún desafortunado y le regresó el golpe con diez veces más fuerza, haciendo que los dientes se le cayeran por el impacto. Otros dos lo sujetaron de los brazos, mas, con la furia corriendo por sus venas, los apartó de sí de un movimiento, descargando su furia en contra de ellos. Sacó un fragmento de vidrio parecido a una navaja que sostenía de un extremo cubierto con tela, el cual tenía escondido entre sus ropas, y se lo clavó en el ojo a uno; la sangre le salpicó el rostro, pero parecía no importarle. El segundo, al ver lo que le había hecho a su compañero, quiso retroceder, pero Ace rápidamente lo tiró en el suelo, colocándole el filo de su arma en el cuello
- mi hermano...- su mirada irradiaba ira descontrolada- ¡¿en dónde está Luffy?!
- ¡no sé nada! ¡Yo no sé nada!- gritaba el tembloroso hombre- ¡déjame ir! ¡Por favor!
- ¡devuélveme a Luffy!
- ¡yo no sé...!- sin dejar que terminara de rogar por su vida, Ace le cortó la garganta. Vio al hombre convulsionarse unos instantes antes de morir.
Otro más se le acercó por la espalda... no logró tomarlo por sorpresa; el pelinegro dio una rápida vuelta, incrustando su improvisado cuchillo en su pierna. Y sus acciones se hicieron más violentas conforme avanzaba. Le arrebató una macana a un guardia y con ella golpeaba a todo y todos los que se cruzaban en su camino; clavó su cuchillo en sin fin de personas,... quebró huesos y desgarró carne... estaba hecho un verdadero demonio. Todo sobre él se tiñó de un intenso carmesí. Lo único que tenía en la mente era encontrar a Luffy, no importando por sobre quién tuviera que pasar.
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Zoro y Sanji seguían recorriendo Impel Down sin saber muy bien a dónde dirigirse. Unas huellas rojizas en el piso les indicaron qué camino tomar; las siguieron hasta que encontraron al autor de las mismas. Delante de ellos tenían a Ace, halando a uno de los presos por el brazo. El rehén no dejaba de gritar, suplicando piedad... escucharon un crujido, viendo cómo la muñeca del sujeto se doblaba hacia el otro lado. El hombre se desmayó por el dolor y pronto Ace lo soltó, virándose hacia los recién llegados. Su imagen era simplemente aterradora, bufaba cual animal salvaje y les miraba fijamente, asechando... y con toda esa sangre impregnada en su ser... Sanji se estremeció y, por instinto, se ocultó tras el marimo.
- Luffy...- murmuró el pelinegro, caminando lentamente hacia ellos. Zoro empujó a Sanji, recibiendo el primer golpe que por suerte logró detener con ambas manos.
La lámpara que sostenía el peliverde rodó por el suelo, impidiéndole ver a Sanji qué ocurría con los otros dos. Tanteó por el piso hasta dar con una lámpara, y al apuntarla hacia Ace y Zoro, todo había acabado... el peliverde estaba sobre la espalda del pecoso, inmovilizándole los brazos.
- si no te calmas no voy a soltarte- le dijo Zoro al pelinegro, ejerciendo un poco más de presión en sus brazos. Ace se quejó un poco antes de suspirar.
- Luffy... se han llevado a Luffy...- pronunció al borde de las lágrimas- si algo llega a pasarle...
- no va a pasarle nada- se bajó del pecoso, dejando que se pusiera de pie- vamos a buscarlo
Ace sólo asintió y comenzó a caminar junto con el marimo; Sanji los seguía a una distancia prudente, pues temía que el pelinegro se desquiciara otra vez. Apenas y habían dado unos cuantos pasos cuando una voz resonó en el lugar...
"¡¡ACE!!"
El nombrado se adelantó apenas escuchó el grito, dejando a los otros muy atrás, haciéndoles casi imposible seguirle. La luz se encendió repentinamente, cegándolos por un momento. En cuanto abrieron los ojos, pudieron ver el infierno que había desatado Ace... todo el piso estaba cubierto de sangre mientras reclusos y algunos guardias se retorcían en él; otros desafortunados no volverían a moverse.
Zoro haló al rubio, esquivando a los guardias que aún seguían en pie para buscar a Ace. Guiándose por su buen oído, Roronoa tomó rumbo hacia donde creyó que provenía el grito de Luffy, la lavandería de la prisión. Al llegar a la zona, encontraron a Ace y a Kid peleándose en el suelo y al pequeño Luffy desnudo y tembloroso en una esquina, mirando la escena. Los guardias no tardaron en aparecer, sometiendo a los presos a base de fuerza bruta. Los heridos fueron llevados a la enfermería y los que no habían logrado sobrevivir fueron arrojados a la fosa común de la prisión...
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En uno de los edificios que conformaban Impel Down, alejado del resto de los prisioneros, estaban las celdas de confinamiento solitario. Consistían en un cuarto completamente cerrado, con una puerta de metal y una pequeña ventana protegida por un resistente vidrio, haciendo imposible el contacto auditivo con el exterior; como las demás celdas, sólo constaba de una cama y una letrina. Después del pequeño motín, los presos que causaron más alboroto fueron llevados a esa zona, y entre todos ellos estaban tres de los cuatro jefes de Impel Down, pues para los guardias fue más que notorio su participación en la revuelta
- otra vez a maldito agujero- se quejó Zoro mientras caminaban a las celdas- ya no sé qué tan beneficioso sea ayudarte, Ace...
- lo lamento- dijo cabizbajo el pecoso, emparejando sus pasos con los del peliverde- realmente lo lamento, sólo quería a mi hermano de vuelta...
- ¿qué pasó con Luffy? ¿A caso Eustass...?
- no... Luffy se defendió como pudo. No hizo más que desnudarlo, pero verlo así...- bajó aún más la mirada- no pude controlarme... él... Luffy me vio. Vio esa parte de mí que he estado ocultándole todo este tiempo. Se asustó al verme, pero no pude dejar de golpear a ese bastardo...
- lo que pasó hoy lo demuestra, no puedes proteger a tu hermano a menos que...
- oi, Zoro...- profirió interrumpiendo al mencionado- lo más probable es que no lo hayas dicho en serio, pero...
- ¿qué pasa?
- hay un favor que quisiera pedirte. Sé que has hecho mucho por mí, pero yo no puedo...
- ¿qué es lo que quieres?
- en cuanto salgamos podrías... tú y Luffy...- se detuvieron frente a sus celdas, las cuales se abrieron al instante- sobre tu oferta...- antes de terminara de hablar, fue empujado dentro de la celda y encerrado ahí; mas Zoro no necesitó escuchar el resto de su oración, su petición era clara para él...
Continued...
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