5. Prohibido Enamorarse
5. Prohibido enamorarse
Miró el plato que acababan de servirle. Ciertamente la comida había mejorado desde que él se hacía cargo de prepararla, y todos agradecían por ello; no todos en Impel Down eran despreciables, había unos pocos que realmente estaban arrepentidos de lo que hicieron, o como él, estaban encerrados injustamente ahí; y por ello se merecían, al menos, una comida decente. Lamentablemente, para Roronoa Zoro era un poco tarde, pues hace mucho que su corazón se había corrompido tras esas paredes...
Caminó entre las mesas mientras los demás reclusos se alejaban de él, realmente había pocos que se le acercaban, hasta sus subordinados mantenían la distancia. Zoro se acomodó en una solitaria mesa, sujetando sus cubiertos para empezar a comer en silencio, como siempre lo hacía. Pero no se quedó solo mucho tiempo, pues un pelinegro se acercó a su mesa, dejando su charola en ella para poderse sentar.
- los han encontrado...- mencionó el recién llegado lo más bajo posible, tomando la manzana de su charola para luego darle un gran mordisco- a los desaparecidos de la semana pasada en "La Caja"- tragó el bocado y siguió comiendo- nadie se había dado cuenta ya que por lo regular ese sitio apesta, pero el nauseabundo olor se hizo más notorio, y al abrirla, encontraron tres de los cuerpos pudriéndose... el cuarto tenía apenas dos días de haber fallecido...
- ese bastardo era muy resistente- comentó el peliverde
- debes tener cuidado. Si lo hubieran encontrado antes te habría delatado...
- no lo habría hecho- aseguró con una sonrisa- le arranqué la lengua, le destrocé la tráquea y le rompí las articulaciones de manos y pies; lo hubiese matado de haber tenido suficiente tiempo...
- eres un maldito sádico...
- eso le pasa a quien desobedece mis órdenes y toca mi propiedad
- ¿qué hay de los otros cuatro?
- no hablarán- bebió un poco de agua- ellos mismos se ofrecieron para cubrir nuestras huellas ese día, ¿o cómo crees que terminé tan rápido?
- estás jugando con fuego, Zoro. No siempre podrás salirte con la tuya
- ¿sólo viniste aquí a sermonearme?- encajó su tenedor en la carne y se la llevó a la boca- te recuerdo que las contadas veces que he terminado en confinamiento solitario han sido por salvarte el trasero... ¿acaso olvidaste lo que pasó hace unos meses?- el otro bajó la mirada- fuiste tan imprudente como para cargarte al quinto, a sus pocos seguidores y herir a los guardias que estaban de su parte...
- ¿por qué lo hiciste?- preguntó su acompañante- ¿por qué te culpaste por lo sucedido?
- yo no hago actos de beneficencia, Portgas- se levantó, con su charola ya vacía en las manos- prefiero tenerte de amigo que de enemigo, es todo- dijo pasando junto al pecoso, dejando a éste pensativo en la mesa...
***********************
Algunas horas más tarde, en las duchas...
Sanji trataba por todos los medios posibles no mirar a un lado suyo y concentrarse en su aseo, pero no podía. Y la razón era que sus "vecinos" no habían ido precisamente a ducharse... uno sostenía su peso contra la pared, gimiendo sin control mientras que el otro le penetraba y masturbaba al mismo tiempo. Quizá hubiera sido más fácil para el rubio ignorarlos si no se tratara de alguien conocido
- ahhh... ahí... Kid...- el agua aún caía sobre ellos, dándole un aspecto más erótico a los dos cuerpos; de alguna forma, le recordaba a la escena de una película porno. El rubio negó enérgicamente, intentando borrar sus retorcidos pensamientos. Miró a su alrededor; contrario a lo que esperaba, nadie le prestaba atención a la pareja, es más, parecía que tuviesen miedo de ver.
- baja la voz- le susurró el pelirrojo al oído, introduciendo dos de sus dedos en la boca del contrario- no quiero que esos bastardos escuchen esa sexy voz tuya- mordió su cuello y hombros sin dejar ninguna de sus tareas anteriores
- [por Dios Law, hazle caso y cierra la boca]- pensaba un sonrojado Sanji, cerrando la llave caliente del agua; si tenía que ducharse con agua fría para sofocar su libido, así sería. Fue en ese momento que sintió una mano golpeándole el trasero; asustado, se viró hacia el otro lado, mas al comprobar que se trataba de Zoro, su expresión endureció- ¿qué crees que haces cabeza de alga?
- revisando a mi perra- dijo el peliverde, enjabonándose el cuerpo- ¿cómo está tu culo?- el rubio le miró con saña; no le agradaba en lo más mínimo los calificativos que usaba el marimo para referirse a él ni la forma en que le hablaba, pero en su posición no podía ni siquiera quejarse. Sanji le contempló unos momentos, aún no podía creer que ese moreno y bien trabajado cuerpo hubiera estado encima de él las últimas noches, incluso el recordarlo le causó un placentero escalofrío. Puso especial atención a su pecho, el cual estaba adornado con una enorme cicatriz que le atravesaba por completo; subió su vista al cuello, de donde colgaban un par de placas de una cadena- [esas son placas de identificación militar]- hace mucho que las había visto, pero le costaba creer que un soldado estuviera encerrado en Impel Down
- m...más Kid... ahhh- otro gemido por parte de Law hizo que el rubio regresara su mirada al otro lado; el pelirrojo recargaba su cabeza en la espalda del otro mientras que sus dos manos subían y bajaban por el pene del moreno al ritmo de las embestidas.
- si sigues mirándolo así, Eustass te sacará los ojos- le advirtió el peliverde al oído. El cocinero hizo caso del comentario de Zoro y desvió la mirada.
Pero, de vez en cuando, Sanji miraba de reojo a Law, analizando sus expresiones. Un rostro sonrojado, la boca entreabierta, la cual no paraba de gemir,... y esa mirada cargada de placer; realmente lo estaba disfrutando, no había duda alguna. Sin embargo, el rubio podía leer en ese rostro algo mucho más profundo, pues no parecía que lo que sentía Law era sólo placer físico, estaba seguro que había algo más; ¿qué era?
- [me pregunto... ¿cómo es que luzco yo?]- en cuanto se dio cuenta de lo que pasaba por su mente, sacudió la cabeza e intentó, una vez más, ignorar a los otros dos. Mas los gemidos de Law lo hacían imposible, se sorprendió más de una vez observándolos. Fue en una de tantas ocasiones que su mirada se cruzó con la del moreno
- [¿por qué me mira así?]- los ojos del pelinegro seguían fijos en los de Sanji. No era asco ni morbo lo que veía en ellos, era más bien, ¿vergüenza?- ahhh...- una potente embestida le sacó de sus pensamientos- no... Kid...
- ¿a dónde crees que estás mirando?- con una mano, Kid sujetó la cadera del moreno mientras que la otra levantaba una de sus piernas, buscando entrar aún más en él- ¿qué hay de ti?- preguntó, esta vez dirigiéndose al rubio- ¿quieres un poco de esto?- le sonrió con lujuria sin dejar de mancillar a Law
- yo...- los colores se le subieron al rostro
- por supuesto que no quiere- intervino Zoro, colocando sus brazos alrededor del rubio- él es mío- dijo para luego lamer el cuello del otro desde el hombro hasta la oreja, en donde se detuvo a jugar con el lóbulo antes de morderlo
- eso me recuerda, aún no me cobro lo del otro día- el pelirrojo soltó la pierna de Law y se dedicó a masajear la hombría de éste- aunque parece que esa putita rubia tuya no es la gran cosa
- ¿eso piensas?- Zoro rió con malicia, moviendo ligeramente su cadera de atrás hacia adelante, haciendo que su semi despierta hombría rozara el trasero del rubio
- ahh- suspiró el cocinero al sentir el movimiento- espera...- con sus manos, trató de zafarse del brazo que lo sostenía por la cintura- aún no me recupero de la última vez- sus mejillas enrojecieron al decir esto último y su respiración se agitaba; ¿acaso tendría la misma expresión que Law?
Zoro lo soltó para recargarlo contra la pared. Se pegó tanto como pudo a su cuerpo, rozando constantemente sus hombrías en un intenso vaivén, despertándolas completamente. El rubio se asió de la espalda del otro, hundiendo su rostro en la comisura de su cuello. Observó rápidamente a su alrededor, y como sucedía con Kid y Law, nadie les prestaba atención, sin embargo, seguía siendo vergonzoso para él. Procuraba gemir despacio para evitar que los demás lo escucharan, en especial el par que tenían al lado. Aún no estaba acostumbrado, aquella situación todavía le parecía de lo más extraña y humillante, pero su cuerpo reaccionaba por sí solo. Levantó una de sus piernas y la enganchó en la cadera del peliverde, buscando aumentar el contacto... besó efímeramente los labios de su amante, provocándolo para subir el nivel, cosa que Zoro no dudó ni un instante.
Introdujo su lengua en la cavidad del otro mientras sus caderas seguían moviéndose rítmicamente, como si estuviera penetrándole. El rubio no pudo resistirlo por mucho, deshizo el beso en busca de aire para luego dejar libre aquellos gemidos que había estado reprimiendo, no quería admitirlo, pero le gustaba esa descarga de electrizantes sensaciones que el marimo le provocaba cada vez que juntaban sus cuerpos...
"Mira de lo que te pierdes" le dijo silenciosamente Zoro a Kid con una mirada triunfante. El pelirrojo no quiso quedarse atrás, por lo que aumentó el ritmo tanto de sus embestidas como del movimiento de su mano, haciendo que el moreno se corriera entre sus dedos justo unos segundos antes que él lo hiciera en el interior del otro. Mas el peliverde no le prestó ni la más mínima atención pues estaba muy concentrado en lo que hacía; el peliverde tomó la pierna de Sanji y la levantó hasta sus hombros, dando una perfecta visión de su entrada, sin mencionar que hacía alarde de la increíble flexibilidad del cocinero.
Ensalivó dos de sus dedos y los introdujo en el recto del rubio de una sola vez, entrando y saliendo constantemente, aumentando el volumen de los gemidos de Sanji. Kid le miró unos instantes antes de salir del moreno y levantarlo por las piernas desde atrás, separándolas mientras el peso de Law descansaba en el cuerpo del mismo pelirrojo. Aquella visión era realmente exquisita, Law jadeante por la reciente actividad, con su entrada totalmente expuesta todavía escurriendo semen, el cual poco a poco era llevado por el agua...
- ¿qué te parece un intercambio por una noche, Roronoa?- sugirió Kid por encima del hombro de su amante- aquí aún se siente tan apretado como el primer día...- en vez de responder verbalmente, Zoro le levantó el dedo medio con su mano libre y siguió en lo suyo.
- ¡ustedes cuatro!- les llamó uno de los guardias- ¡a sus celdas!- ordenó. Estaban tan concentrados en lo que hacían que ninguno de ellos se percató que la hora de las duchas había terminado. Con miradas asesinas hacia el mencionado guardia, Kid y Zoro se separaron de los otros dos y les dejaron secarse y vestirse para poder ser guiados a sus respectivas celdas.
**************************
En cuanto los guardias cerraron las rejas, Zoro se abalanzó sobre Sanji cual león sobre su presa, tumbándolo boca abajo en la cama. Se acostó sobre el rubio, restringiendo sus movimientos con su peso mientras colocaba sus brazos a cada costado suyo para apoyarse.
- déjame en paz marimo- se quejó Sanji- acabo de ducharme
- no esperarás que me quedé así, ¿verdad?- el peliverde se movió un poco, haciéndole sentir su erección en su pierna
- b... bien. Pero que sea rápido- con los ojos cerrados y el rostro acalorado, Sanji se dejó hacer, sintiendo las caricias del peliverde en todo su cuerpo.
- aparta, Roronoa- dijo un guardia, golpeando los barrotes con su macana. Además de él había otros dos guardias, quienes les miraban asqueados- el alcaide quiere verte
- tsk- de mala gana, Zoro se levantó del rubio y caminó hacia la puerta. El oficial abrió, esposó sus manos tras la espalda y se lo llevó. Los otros dos guardias entraron a la celda
- Kuroashi- le llamó uno, haciéndole una señal para que se acercara. El cocinero obedeció y se paró junto a ellos; los guardias colocaron sus brazos entre los barrotes y luego colocaron las esposas del otro lado, de tal forma que no se pudiera zafar- vamos a hacer una inspección- explicó, comenzando a rebuscar en la celda, quitando colchones y mantas para inspeccionar cada centímetro del pequeño cuarto. El otro le separó las piernas con la macana y le esculcó por encima de sus ropas, verificando que no tuviera nada sospechoso encima. Una vez que se aseguraron que todo estaba en orden, le quitaron las esposas al rubio, cerraron la celda y se marcharon.
Sanji se lavó la cara para luego recostarse en la cama de abajo, pues desde la semana pasada el marimo se había adueñado de su anterior cama. Se estiró un poco, dejando sus extremidades estiradas en el colchón, suspirando pesadamente antes de quedarse dormido.
***************************
Lo despertó un extraño sonido. Las luces ya estaban apagadas, por lo que apenas y podía ver, pero lo que sí pudo notar fue que la cama se mecía... el rubio puso un poco más de atención, lo que había escuchado anteriormente era el rechinido de los metales de la litera... seguramente era el marimo, pero...
- [¿qué hace ese idiota a esta hora?]- se quedó mirando la cama de arriba, tratando de imaginar lo que hacía al otro, hasta que se dio cuenta de lo obvia que era la respuesta- [¿acaso está...?]- Sanji se levantó y, aún con cierta duda, se asomó a la cama de arriba- ¡deja eso!- gritó abochornado al ver al marimo con los pantalones y ropa interior abajo, pajeándose sin recato alguno
- ¿no prefieres... ayudarme un poco...?- habló el peliverde en tono sugestivo sin apartar sus manos de su hombría
- ¡claro que no! ¡Déjame dormir!- regresó a su cama, tratando de ignorar al otro. Pero Zoro tenía otros planes; se bajó de la litera y se metió a la cama del rubio
- no te lo estoy pidiendo- se relamió los labios, sentándose en las caderas del otro- es una orden...
*************************
El sonido de la macana del guardia chocando contra los barrotes le indicó que ya era hora de despertar. Después de la cesión de anoche, Sanji no tenía fuerzas ni para abrir los párpados, mas no tenía opción, por lo que se levantó su cama para iniciar el día. Zoro, por otra parte, estaba como si nada hubiese pasado... el rubio le miró con odio, ¿cómo era que tenía tanta energía? Era alguna especie de monstruo, no tenía duda...
Ambos fueron llevados a sus respectivos lugares de trabajo, en donde se pasaron gran parte de la mañana hasta la hora de comer. Como era su rutina desde hace una semana, Sanji comió en la cocina junto con Luffy, y en cuanto terminaron, se les dejó andar libres un rato antes de regresar a trabajos forzados. El pelinegro corrió en busca de su hermano, mientras que el cocinero prefirió deambular por ahí, en busca de cigarrillos. Ya que no tenía ganas de verle la cara al marimo, se le ocurrió que la mejor opción para obtener su preciado tabaco era a través de Law.
Buscó a Trafalgar un largo rato hasta que lo encontró sentado en las gradas, mirando un partido de basquetbol. No sabía exactamente cómo pedirle lo que quería, así que, de momento, se limitó a sentarse muy cerca de él, pensando en cómo abordarle. Lo miró detenidamente; tenía moratones en el cuello perfectamente visibles, y aunque su rostro lucía indiferente, su mirada mostraba más bien tristeza... casi podría jurar que estaba a punto de llorar...
- ¿se te ofrece algo?- la palabras del moreno le sacaron de su ensimismamiento
- ehh... yo...- la voz le tembló un poco- me preguntaba si tienes cigarrillos
- no, pero puedo conseguirte algunos. Sígueme- se puso de pie junto con el rubio y caminaron con dirección a las celdas- ¿tienes con qué pagar?
- ¿qué?
- supongo que no. Escucha, en este lugar nada es gratis, y si no tienes buenos contactos, con lo único que puedes pagar es con tu cuerpo- el rubio tragó saliva- esta vez los invito yo, pero tienes que pensar en qué harás de ahora en adelante- se detuvieron en una de las celdas, en la cual encontraron a un hombre de cabello negro y con una cicatriz cruzándole la cara, sentado cómodamente en su cama, con un puro en la boca.
- hoy llegas temprano, Trafalgar- habló el hombre, a quien Sanji reconoció enseguida como uno de los cuatro grandes; el único que gozaba de privilegios en Impel Down... Crocodile- ¿qué buscas?
- sólo cigarros- explicó el moreno, llevándose la mano dentro de la bolsa de su pantalón y sacando unos cuantos billetes. Le entregó el dinero a Crocodile, quien lo tomó enseguida y lo guardó entre sus ropas. Se agachó un poco, sacando una especie de maleta de debajo de la cama y la abrió. En ella había varios paquetes extraños, y entre ellos, unas cuantas cajetillas de tabaco. Crocodile tomó una y se la arrojó a Law, quien la tomó en el aire.
- Crocodile- aparecieron de pronto varios guardias- el alcaide quiere verte- con una mueca de fastidio, el nombrado salió de su celda, siendo escoltado por los guardias a la oficina del director de Impel Down. Sanji y Law miraron cómo se lo llevaban antes de marcharse.
- si necesitas algo... alcohol, tabaco, droga, lo que sea, sólo tienes que buscarlo a él- le dijo Trafalgar al rubio, dándole la cajetilla junto con un paquete de fósforos- claro, si tienes con qué pagarlo.
- gracias- el moreno paró en seco al escucharlo
- se nota que eres un novato- comentó sin mirarle- aún mantienes esa limpia esencia típica del exterior. Pero no te durará mucho- se giró para mirarlo de frente- en cuanto conozcas al verdadero Roronoa Zoro
- ¿qué?
- en Impel Down, tu peor enemigo es la monotonía. En cuanto se aburra de ti, no dudará en reemplazarte
- imposible. El marimo no...
- ...no tiene corazón- completó el moreno, cambiando la intención de su frase- de nada te sirven los sentimientos en este sitio, a menos, claro, que quieras convertir tu encierro en un verdadero infierno- aseguró, dándole la espalda- sólo recuerda una cosa, Kuroashi. Está prohibido enamorarse...
- ...- la sorpresa lo dejó sin palabras... ¿enamorarse? ¿Él? ¿De otro hombre? ¡Era completamente ridículo! A pesar de que no vería a ninguna mujer en un largo tiempo, aunque dejara que el marimo hiciera lo que quisiera con su cuerpo, Sanji aún se consideraba amante de las mujeres. En cuanto saliera, lo primero que haría sería buscar alguna linda chica y gozaría con ella como nunca en su vida, ¿por qué tendría, entonces, que amar a otra persona del mismo sexo?- no digas tonterías- se mofó el cocinero
- te crees inmune, que enamorarte de otro hombre es una estupidez. Pero, sin darte cuenta comienzas a caer en su juego hasta que esa persona se vuelve tan necesaria como el aire que respiras, y cuando menos te lo esperes, estarás prendado de esa bestia. Le adorarás, le buscarás y te entregarás gustoso a él, dejando que te devore poco a poco...- suspiró antes de seguir hablando- te deja pensar que eres tan vital en su vida como él en la tuya; sin embargo, cuando ya no le seas útil, te desechará como basura. Porque, después de todo, sólo somos sus juguetes- parecía que Law sabía a la perfección de que hablaba; ¿acaso lo que vio en sus ojos el día anterior era amor?- recuérdalo bien Sanji. Si te enamoras de él, estás perdido- el moreno se alejó de él, sin dirigirle otra mirada
- eso no me sucederá a mí- se auto convenció el rubio, encendiendo uno de sus recién adquiridos cigarros. Caminó sin rumbo fijo por los pasillos de Impel Down, aún con las palabras de Law latentes en su cabeza...
Continued...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top