27. Otra Forma de Decir Te Amo


27. Otra forma de decir "Te Amo"

Donquixote Doflamingo hizo una mueca burlona al ver los exquisitos y finos platillos servidos frente a él; aquella comida no encajaba con el aire lúgubre de la prisión, pero era el alcaide, ¿no? Podía darse el lujo de usar el dinero de un día completo de abastecimiento para todos los reos de Impel Down tan sólo para un desayuno personal; podía hacer prácticamente lo que quisiera, pero en esos momentos lo que menos quería hacer era comer. Soltó los cubiertos que sostenía en ambas manos y se puso de pie. Caminó lentamente hacia el ventanal de su oficina, sosteniendo en todo momento sus caderas con una mano

- fufufu~ ya me las pagarás Croco-chan...- murmuró para sí mientras veía hacía afuera, recordando el salvajismo con el que el recién nombrado le había penetrado el día anterior. Coincidentemente, Crocodile pasó debajo de su ventana justo en ese momento y por inercia miró hacia arriba, encontrándose con aquel rubio. El hombre sonrió ladino antes de enseñarle su dedo corazón y seguir andando- fufufu~ así Croco-chan~ provócame... así me dan más ganas de partirte en dos~

- alcaide- le llamó la voz de uno de sus hombres a sus espaldas, obligándole a girarse hacia él

- ¿qué quieres?- preguntó molesto el rubio tras chasquear la lengua

- Kuroashi Sanji desea verle

- ¿Kuroashi?- el rubio no pudo evitar su sorpresa al escuchar el nombre; no podía negar que le causaba curiosidad- bien, que pase entonces- el guardia sólo asintió y desapareció tras la puerta para luego dejar pasar al otro y retirarse- vaya, es una sorpresa tenerte por aquí Sanji-chan~. Anda, toma asiento- le invitó con un pequeño gesto con la mano, a lo que el otro rubio aceptó sin responder verbalmente- y bien Sanji-chan, ¿a qué debo tu agradable visita?

-...- el mencionado sacó un cigarrillo de uno de sus bolsillos, y sin importarle que estuviera en la oficina del alcaide, lo encendió. Aspiró profundamente hasta volver el extremo contrario del tabaco en un tono rojizo antes de expulsar el humo por sus labios- he venido a ofrecerle mis servicios, alcaide

- ¿servicios?- el hombre enarcó una ceja antes de reír- lo siento Sanji-chan, pero no me van los rubios, mucho menos si son casi tan guapos como yo~

- para desgracia suya y fortuna mía, no me refería a ese tipo de servicios- le dio otra calada a su cigarro- quiero ofrecerme como su informante dentro de la prisión. Le avisaré personalmente de todo movimiento que realice cada uno de los presos, o al menos de los que le afecten directamente

- ¿un delator? Fufufu~ no creo que te convenga echarte ese tipo de soga al cuello, Sanji-chan

- quizá no, pero a usted le conviene, ¿cierto? Sobre todo si se trata de información sobre motines y fugas

- es cierto que saber eso sería de mucha ayuda- de pronto se hizo un incómodo silencio antes de que el alcaide volviera a hablar- ¿estás insinuando que esas ratas están planeando algo?

- tal vez, pero creo que no le interesa...- se alzó de hombros mientras sonreía divertido- bien, no tengo nada más que hacer aquí, hasta pronto alcaide- dijo burlonamente mientras se ponía de pie y le daba la espalda, dirigiéndose a la salida

- espera Kuroashi

- [[te tengo]]- una sonrisa triunfal se delineó en los labios del rubio, mas no duró mucho, pues tuvo que borrarla antes de girarse de nuevo hacia el otro- ¿sucede algo alcaide Doflamingo?

- supongo que puedo darte al menos una oportunidad, Kuroashi- se acercó a largos pasos hacia el otro y rodeó su cuello con uno de sus brazos, atrayéndolo a él mientras le quitaba el cigarro de la boca y lo apagaba con un par de sus dedos, sin mostrar ninguna señal de dolor- dime qué es lo que sabes

- primero hablemos de negocios, alcaide

- como quieras. Dime cuál es tu precio; dinero, drogas, sexo, prestigio... puedo darte prácticamente todo lo que me pidas- dijo mientras una de sus manos se paseaba de arriba hacia abajo por su cintura

- la protección de mis amigos durante el motín- soltó de forma contundente- quiero que Roronoa Zoro, Portgas D. Ace y Monkey D. Luffy estén a salvo mientras todo sucede. Y también... unos cigarrillos...

-...- el alcaide no pudo evitar soltar una sonora carcajada ante semejante petición; era la primera vez que un preso pedía algo que no fuera para sí mismo; a excepción, claro, de los cigarrillos- no te preocupes pequeño rubio, esos tres no se verán involucrados en lo que suceda. Tan sólo necesito saber de qué se supone que voy a protegerlos

- hoy, después de la hora libre de la tarde, justo cuando se acabe la luz del sol, los reos planean una fuga- explicaba el cocinero- piensan atacar cuando las camionetas de lavandería vengan por el cargamento

- fufufu~ he de admitir que es una buena estrategia, aunque no le ha funcionado a nadie hasta ahora

- pues esta fuga tendrá algo que seguramente no ha visto

- ¿y qué puede ser eso?

- aún no tengo los detalles, pero los presos parecían muy confiados, estoy seguro que planean algo grande

-será mejor que no quieras pasarte de listo o no serás capaz de soportar las consecuencias- amenazó el alcaide mientras sacaba una cajetilla de cigarros "King Ground", la mejor y más cara marca de cigarrillos, y colocaba uno en los labios del rubio- una cosa más, Kuroashi -Doflamingo sacó también un mechero con el que encendió el cigarrillo del otro- ¿por qué has regresado a Impel Down?

- ...- Sanji se limitó a encender el cigarrillo con el fuego que le ofrecía el otro para luego expulsar suavemente el humo y darle la espalda- nos veremos luego alcaide -dijo antes de salir de aquella oficina, caminando tranquilamente por los pasillos de las celdas.

¿Que por qué había regresado? el lugar era simplemente asqueroso; con peleas, abusos y muertes solapadas por un extravagante hombre de abrigo rosado. Los colores opacos y las extenuantes horas de trabajo, sumados a la compleja red de corrupción del sitio, bastaba para quitarle la voluntad de vivir a cualquiera; sólo un demente querría permanecer en ese sitio. Tal vez, en algún punto de su estancia, Sanji había sido víctima de la locura; ya no anhelaba la luz del sol, el fragante aroma de la libertad, ni siquiera a sus bellísimas mujeres... ¿quién diría que encontraría su verdadera locura entre las grisáceas paredes de una prisión?

**********************

Ni siquiera entendía por qué estaba haciendo aquello. No le importaba en lo absoluto lo que Akagami estuviese planeando, no obtenía ningún beneficio con aquello y, como si fuera poco, odiaba al tipo. Entonces, ¿por qué estaba haciendo exactamente lo que le había pedido? Quizá porque tampoco perdía nada al hacerlo, tampoco era algo complicado, además, no podía negar que tenía un ligero interés por ver qué se traía entre manos el pelirrojo.

Tal y como se lo había pedido Shanks, Law comenzó a divulgar la frase le había dicho, sin omitir siquiera una coma y asegurándose de que un par de guardias lo escuchasen:

"Habrá una fuga hoy. Media hora después de ser llevados a nuestras celdas, las celdas se abrirán y tendremos que ir a la entrada para abordar los camiones de lavandería"

Para el moreno no tenía ningún sentido; las órdenes carecían de detalles, sin mencionar que era un plan que ya se había intentado cientos de veces en el pasado; pero con tal de salir de sus celdas y causar un alboroto que les brindara la más mínima diversión, los presos harían prácticamente cualquier cosa.

Pronto el mensaje corrió por todo Impel Down, llegando, una vez más, a oídos del alcaide. Al parecer Kuroashi Sanji había dicho la verdad, y si todo marchaba bien, se llevaría una compensación especial además de las peticiones que ya había hecho.

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Algunas horas más tarde...

Tras pasar lista, los guardias llevaron a los prisioneros a sus respectivas celdas. Ambos bandos se aseguraban de no delatarse ante el enemigo; unos escondiendo lo que planeaban, los otros fingiendo ignorar lo que sabían que planeaban. Con movimientos y ruidos discretos, los presos comenzaron a prepararse; buscaban sus armas hechas con sus propias manos, calentaban un poco los músculos... buscaban a su potencial víctima con la mirada.

Mas en una de esas celdas, había un par de presos que lucían completamente ajenos a lo que sucedería, a pesar de ser ellos quienes habían armado todo aquello...

- ¿Cómo te ha ido Shanks?- preguntó Sanji mientras se tiraba en la cama, mirando los retorcidos resortes de la cama de arriba, donde el recién nombrado estaba

- bastante bien- le respondió el otro mientras se asomaba desde la cama superior, haciendo que su rojizo cabello se encrespara hacia abajo- todo va de acuerdo lo planeado

- ¿y ese golpe?- le preguntó al ver su mejilla izquierda tan hinchada y rojiza que casi le cierra el ojo

- ah, esto. Law me dijo que me fuera a la mierda y luego me golpeó; pero al final de cuentas terminó haciendo lo que queríamos

- a pesar de todo, Law es buena persona. Espero que Kid y él se salven de todo esto

- no te preocupes, yo me encargaré de ello- aseguró para después volver a subir a su cama, escapando de la vista del rubio- no hay forma de que alguien más salga perjudicado, pero... ¿estás seguro de querer seguir? Aun puedes retractarte

- tomé mi decisión hace mucho tiempo, no me voy a acobardar ahora

- ya veo- el mayor le sonrió aun cuando Sanji no podía verle

- ¿y qué hay de ti Shanks? ¿Estarás bien con esto?

- descuida, al igual que tú, llevo preparándome para esto durante más de un año, estaré bien. Estoy haciendo esto por la persona que amo

- no lo digas así, se escucha demasiado cursi

- quizá sea una nueva forma de cursilería- rio un poco ante su comentario- es normal hacer algo cursi por la persona que amas, ¿cierto?

- supongo que sí. Solo espero que tu amor sea realmente correspondido...- en ese momento se escuchó la puerta de la celda abrirse

- bien, hora del espectáculo- Shanks bajó de la cama de un salto, y junto con Sanji, salió de su encierro

- aun no entiendo cómo lograste burlar la seguridad sin ayuda de Law

- me ofendes Sanji; cuando se trata de burlar seguridad y abrir puertas, no encontrarás a nadie que lo haga mejor que yo

- ¿por qué no lo hiciste la última vez?

- porque en ese momento, estaba del lado equivocado...

**************************

En cuanto se cortó la energía y el sistema de seguridad dejó de funcionar, Doflamingo soltó una sonora carcajada; al parecer Sanji hacía un buen trabajo como delator. Miró a través del ventanal tras su escritorio; la trampa estaba puesta... en cualquier momento los presos saldrían de sus celdas hacia los patios cual animales recién liberados, pero lo que no sabían es que la seguridad de todo Impel Down les esperaba afuera. Las armas fueron cargadas y, junto a las luces de las lámparas, dirigidas a todas las entradas de los edificios, esperando el más mínimo movimiento para disparar...

Un minuto...

Dos minutos...

Cuatro minutos...

Diez minutos...

...y absolutamente nada pasaba.

¿Qué podría estar retrasando a aquella jauría de bestias salvajes? ¿A caso el cazador estaba a punto de ser cazado por sus presas? No, estaba seguro que era otra cosa.

- abran las puertas- ordenó el alcaide por el intercomunicador

- entendido- el jefe de guardias hizo una señal y se acercó con cortos pasos a una de las puertas mientras sus oficiales le cubrían la espalda. Dirigió su temblorosa mano hacia la puerta y la empujó con todas sus fuerzas... pero ésta no se abrió. Extrañado y un poco más confiado, volvió a empujar la puerta, esta vez pidiendo ayuda de dos hombres más, pero el resultado fue el mismo- no se abre... -murmuró por el aparato- ¡alcaide, la puerta no se abre!

- ¿qué?- rápidamente dio la misma orden a los guardias que custodiaban las otras puertas, obteniendo el mismo resultado- ¿qué demonios está pasando?- se dirigió a su escritorio y llamó por el intercomunicador a la sala de vigilancia- ¡¿qué mierda ocurre adentro?- mas nadie respondió- joder... -volvió a llamar por el intercomunicador- ¡tiren esas malditas puertas!

*************************

- puertas aseguradas- se dijo Shanks victorioso, con una pila de guardias noqueados a sus pies. Una vez que las puertas eran aseguradas desde el interior por el sistema de seguridad, no había nada que pudiese abrirlas desde afuera. Haló una silla y, con el único monitor que funcionaba frente a él, se sentó a esperar...

*************************

El rumor de un motín esa noche llegó rápidamente hasta los oídos de Dracule Mihawk. Se sentó tranquilamente en la orilla de su cama a esperar a que la puerta se abriera; pero a diferencia de los demás presos, él no iría tras el camión de lavandería en un vano intento de recuperar su libertad, no, él tenía planes mucho más interesantes. Después de todo, lo que menos deseaba en esos momentos era salir de prisión, no cuando lo que deseaba estaba dentro. Apenas se abriera esa puerta iría a las celdas de confinamiento; por lo que había escuchado, Roronoa había sido liberado esa mañana, pero fue encerrado de nuevo por razones desconocidas.

Se relamió sus labios al pensar en su presa; ver a Zoro sufrir se había vuelto una adictiva droga que ahora era tan necesaria para él y para sus dorados ojos como el aire que respiraba. Tan sólo tenía que esperar a que la multitud de presos se adelantara para que entretuvieran a los guardias; entrar al área de confinamiento sería pan comido.

La puerta se abrió lenta y escandalosamente, haciendo eco por todo el lugar. El pelinegro se acomodó la ropa y el peinado y salió calmadamente de ahí, dirigiéndose a la puerta principal. Mas al ir avanzando Mihawk se dio cuenta de que algo inusual pasaba en el lugar. No había ni un preso en los pasillos, pero podía escucharles gritar mientras sacudían y golpeaban violentamente los barrotes de sus celdas

- ¡¿Qué mierda ocurre?! ¡Abran las puertas!

- ¡Abran de una vez!

¿Sería que el alcaide había descubierto lo que tramaban? Pero eso no explicaba por qué su puerta se había abierto; quizá el mecanismo de las celdas había fallado

De pronto, las luces comenzaron a encenderse una a una, dejándole ver que, efectivamente, los presos seguían encerrados en sus celdas. Mas lo que realmente llamó su atención fue lo que la última luz reveló; aquel rubio mirándole prepotente, fumando tranquilamente un cigarro justo enfrente de la puerta principal del edificio

- has tardado demasiado- el rubio tiró su cigarro al piso y lo apagó de un pisotón sin despegar la vista del que tenía enfrente

- Kuroashi- pronunció indiferente ojos de halcón, ganándose la mirada del otro- así que realmente haz vuelto, ¿vas a vengarte porque te la metí aquel día?- preguntó con evidente tono de burla

- la venganza es una estupidez- metió sus manos a los bolsillos de sus pantalones- no me interesa lo que me hayas hecho aquel día, pero cuando se trata de lo que le has hecho o vas a hacerle a Zoro, es otra historia...

- ¿ahora me vendrás con el cuento de que vienes a salvar a tu amado?- tras recibir la sonrisa de Sanji, el pelinegro soltó una carcajada- eso sí que es una estupidez. No puedes hacer nada para salvar a un criminal

- ¡Zoro no es un criminal, tú le has hecho parecer uno!

- es un criminal ante el juez, así que lo que tu pienses no tiene relevancia. Además, no creo que quieras meterte con un...

- ¿un oficial del ejército?- completó antes de que Mihawk lo hiciera- no me hagas reír. Estuve investigando un poco cuando estuve afuera; fuiste destituido del ejército cuando te encerraron en la prisión de Ennies Lobby. Perdiste tu credibilidad al no poder completar tu misión y es por eso que tus superiores se negaron a ayudarte a salir; decidieron que era mejor que un inútil como tú terminara la sentencia que se le había impuesto, ¿no es así?- la mueca de fastidio que puso el otro, sumada a su silencio, le dieron la afirmativa- y no es eso todo lo que escondes, ¿cierto ex Coronel Dracule Mihawk?

- parece que alguien se divirtió jugando al detective

- sí, fue bastante divertido. Y también ayudó a que mis deseos de patearte el culo se hicieran más grandes

- ¿patearme el culo?- apretó sus labios en una delgada sonrisa curvilínea; tantas veces había escuchado que le vencerían en batalla que comenzaba a ser ofensivo- no digas sandeces, Kuroashi. Tú no podrías ni siquiera hacerme sudar

- ¿quieres apostar?

- te habré dejado noqueado incluso antes de que termines tu oferta

- inténtalo entonces, vénceme. De lo contrario, no podrás atravesar esta puerta...

Era demasiado aburrido con tan sólo mirarle. Aun cuando Sanji se había entrenado mientras estuvo afuera, una vida de experiencia en batalla respaldaba la fuerza de Mihawk. Ambos se miraron con intensidad, sin moverse al menos un poco, esperando a que el otro diera el primer golpe... pero el pelinegro no tenía más tiempo para desperdiciar.

Ojos de halcón, como solían apodarle en el ejército, se llevó una mano al pecho y tiró de la cadena que rodeaba su cuello, sacando una cruz dorada por debajo de su camisa. Haló la parte inferior del crucifijo, revelando la verdadera naturaleza de su colgante... una pequeña daga. Al parecer había logrado pasar desapercibida debido a su inocente apariencia. Mas aquella arma no intimidó al rubio en lo más mínimo, al contrario, su porte había cobrado un poco de fuerza al ver al otro armado.

- no necesito más para acabar contigo- aseguró el ex comandante caminando tranquilamente hacia Sanji mientras llevaba su mano libre a su espalda, al parecer estaba empeñado en humillarle.

Los ojos de Sanji apenas y pudieron seguirle; de pronto estaba frente a él, apuntando su arma contra su pecho... quizá no era más veloz, pero al menos había logrado esquivarlo por poco, quedando con un corte limpio en la manga de su uniforme. Antes de que pudiera hacer un gesto al menos, el ex coronel volvió a atarle, alcanzando esta vez su mejilla, dejando una marca carmesí sobre su blanca piel. Los ataques siguieron cayendo uno tras otro sobre el rubio, alcanzándole en su mayoría, pero sin hacerle ningún daño serio. Pronto su cuerpo estuvo cubierto de cortes y ropa rasgada, mas la expresión decida de su rostro jamás cambió.

Harto de estar a la defensiva, Sanji al fin se decidió a atacar. Levantó una pierna y comenzó a repartir patada tras patada contra el pelinegro, pero no llegó siquiera hacerle un rasguño, al contrario de lo que había hecho con él; la diferencia de fuerzas era evidente. Pero no dejó de atacarle. Apoyó sus manos en el piso, y usando los brazos como soporte, Sanji giró una y otra vez, dándole más fuerza a sus golpes. Aun así, sus ataques no surtían efecto en su contrincante; tal y como lo había predicho éste, ni siquiera estaba sudando.

Mihawk detuvo todos y cada uno de sus ataques con el mismo brazo que sostenía la daga, paralizándole los músculos en cuanto sus extremidades hacían contacto. Poco a poco, los ataques del rubio fueron perdiendo intensidad, y en cuanto se volvieron tan sólo una caricia, ojos de halcón usó su mano libre para sujetar al otro por el tobillo y levantarle en el aire.

- ja... te hice usar tu otro brazo...- decía el rubio en voz entrecortada por el esfuerzo, como si hubiera conseguido hacer la mayor hazaña del mundo

- no me hiciste usarlo, yo decidí hacerlo. Esto comienza a tornarse aburrido, quiero ir a por mi verdadera diversión- al escuchar esas palabras, Sanji comenzó a removerse hasta que logró que el otro le soltase, y sosteniéndose sobre sus brazos, le lanzó una última patada... patada que no sólo fue fácilmente esquivada, sino que le dejó vulnerable ante su enemigo. Mihawk sonrió triunfante, el chico había bajado la guardia; lanzó una patada a los brazos que tenía como apoyo, y mientras caía, clavó su daga lo más profundo posible en uno de sus costados y le dio un puñetazo en esa misma zona, arrojándole varios metros lejos de él.

Al ver al rubio retorcerse de dolor en el piso, supo que había ganado el patético encuentro, y con pasos seguros, Dracule Mihawk se dirigió a la puerta del edificio...

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- perdóname Mihawk...- fue lo único que el pelirrojo alcanzó a pronunciar entre sollozos y abundantes lágrimas rodando por sus mejillas, justo antes de presionar los botones necesarios...

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Se escuchó el mecanismo de la puerta justo cuando Mihawk la empujó, abriéndola con facilidad. Una intensa luz cegó sus dorados ojos por unos instantes, pero cuando los abrió, se llevó una gran sorpresa...Tanto las luces como todas las armas de Impel Down estaban sobre él, vigilando cada movimiento suyo.

- Dracule Mihawk, tira tus armas y levanta las manos. Si no lo haces, será interpretado como una señal de insubordinación- habló una voz por el altoparlante. El preso se quedó quieto unos instantes antes de correr hacia afuera, dispuesto a cortar a todo el que se le pusiera enfrente. El hombre tras el altoparlante suspiró, hubiese sido mejor que se rindiera, casi sentía lástima por él- ¡¡FUEGO!!- se escuchó la orden justo antes de que el eco de las armas de fuego siendo disparadas a la vez, retumbara entre las gruesas paredes de la prisión...

Continued...

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bien peques, éste fue el penúltimo episodio de esta historia. El siguiente capítulo será el final.... aaaaunque hay un par de extras, si quieren leerlos no se olviden de darle mucho amor a la historia <3


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