26. Reencuentros Inesperados

perdonen el retraso QAQ!!! he tenido mucho trabajo estos días y cuando llegaba a casa estaba demasiado cansada. Hoy me pude dar una escapadita para traerles otro capi, espero lo disfruten
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26. Reencuentros Inesperados

- Sanji...- el sólo pronunciar su nombre le causó un cosquilleo en sus labios; había cambiado un poco, pero era él... ¿o no? Zoro se acercó hacia aquel rubio, estirando una mano para tocarle. En cuanto su palma hizo contacto con la piel del otro la apartó rápidamente, su piel estaba algo rasposa por la barba, pero era cálida y bastante agradable al tacto. Volvió a acariciar su rostro, como temiendo que, de un momento a otro, aquel rubio de pronto desapareciera ante sus ojos al igual que muchos otros... pero no, estaba ahí... su amado cocinero estaba ahí...- ¡¡SANJI!!- gritó, y repentinamente, el puño de Zoro terminó estampado contra la cara del rubio, lanzándole hacia el piso con toda su fuerza

- ¡¿qué mierda haces maldito marimo?!- protestó el otro mientras se ponía de pie y se sobaba su dolida mejilla

- ¡ESO DEBERÍA PREGUNTARTE YO A TI! ¡¿QUÉ MIERDA HACES EN ESTE LUGAR?!- se gruñían cual animales a la vez que chocaban sus cabezas fuertemente la una con la otra, haciendo que un hilo de sangre bajara por ambas frentes.

Los presentes no hicieron más que retroceder asustados; alguien lo suficientemente idiota estaba retando a uno de los reyes y eso sólo significaba problemas. Los guardias, en tanto, veían divertidos la escena, hace mucho que no tenían un espectáculo como ese; ya les detendrían cuando las cosas se pusieran más feas.

El rubio retrocedió un poco, sacando una cajetilla junto con un encendedor de uno de sus bolsillos. Tomó elegantemente un cigarro con sus labios y le encendió, aspirando profundamente para luego expulsar el humo. Zoro le miraba atento hasta que, inesperadamente, Sanji le lanzó una patada a las costillas, la cual logró interceptar con sus manos, pero la patada llevaba tal fuerza que terminó por arrojarle varios metros, haciéndole estrellarse contra un grupo de presos que estaban cerca.

- hijo de puta, te has vuelto fuerte- pronunció el peliverde al ponerse de pie y sacudir sus entumecidas manos; ese "reencuentro" sería bastante divertido...

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Con una sonrisa en los labios, Ace caminaba de regreso a su celda, cargando a su pequeño hermano profundamente dormido sobre su pecho y con el rostro apoyado en su hombro. El pecoso acariciaba su cabello con una mano mientras la otra se dedicaba a aguantar el peso del menor; se había quedado dormido tras comer todo lo que había podido; al parecer aún estaba cansado de la noche anterior.

Todo parecía relativamente tranquilo en aquella prisión hasta que escuchó un ajetreo no muy lejos de él, pero antes de que pudiera siquiera girarse a ver qué sucedía, algo o alguien lo golpeó y cayó irremediablemente, aunque procuró en todo momento no lastimar a su hermano; su fuerte abrazo le había salvado de sufrir rasguño alguno. Una vez que se recuperó y abrió los ojos, y después que se aseguró que su hermano estuviese bien, miró hacia su costado, encontrando al culpable que acababa de golpearle

- ¿Sanji?- dijo incrédulo sin despegar la mirada del rubio. Se veía bastante agitado y tenía algunas marcas de golpes, mas parecía no importante, pues rápidamente se puso de pie y corrió hacia la multitud

- ¿Sanji?- repitió el menor de los hermanos D. quien había despertado sólo al escuchar el nombre- ¡¡Sanji!!- sin pensarlo siquiera, se levantó de un ágil salto y fue tras el rubio

- ¡espera Luffy!- sin tener más opción, el pecoso le siguió de cerca hasta que se detuvo. Al volver a su vista hacia donde veía su hermano, encontró a Sanji y a Zoro golpeándose ferozmente mientras muchos otros presos disfrutaban el espectáculo- ¿qué demonios pasa aquí?

- se están saludando- habló una alegre voz a su lado. Al igual que muchos otros, Shanks también veía la escena; hace tiempo que no había visto una pelea tan reñida e impredecible- hace mucho que no se veían- continuó el pelirrojo

- ¿saludando?- el pecoso miró un momento al mayor antes de regresar su vista hacia el frente

"¿podrías ayudarme para que me quedara en este lugar? ¿Me ayudarías a... a matar a alguien?"

Recordó de pronto Ace al ver al rubio de nuevo en Impel Down; en verdad no esperaba que regresara, pero ahí estaba, engarzado en una pelea contra el peliverde. Lo curioso de la forma de pelear de Sanji era que sólo usaba las piernas como arma; cuando no estaban dentro de sus bolsillos, sus manos se apoyaban en el suelo para sostenerse y girar, haciendo que sus patadas cobraran fuerza. Era bastante rápido, el peliverde apenas y podía frenar sus golpes, pero no por eso dejaba de atacar; sus subordinados le alcanzaron tres cuchillas que los presos solían fabricar en la cárcel; eran tres trozos largos de vidrio con un extremo envuelto en tela y atado con agujetas para evitar el filo cuando se sostenían en las manos. Zoro también tenía una forma única de pelear; llevaba dos de sus improvisadas armas en las manos mientras que la tercera la sostenía con la boca, e increíblemente, podía atacar así; hace mucho que no se veía a Zoro pelear en serio en prisión.

Los cortes y las patadas volaban por todo el lugar, alcanzando a más de uno, incluidos los luchadores. Aun con las heridas, que eran relativamente inofensivas, los otros dos seguían peleando hasta que un fuerte sonido hizo parar todo en un instante, incluso el ruido. Los guardias de las torres habían disparado al cielo a la vez, era la mejor forma de llamar su atención.

- ¡¡AL SUELO!!- habló alguien en un potente grito a través de la bocina ¡¡MANOS TRAS LA CABEZA, AHORA!!- se escucharon más disparos, esta vez dirigidos a los reclusos, quienes apenas y habían alcanzado a esquivar el impacto de la bala cuando se tiraron al piso.

Sanji no supo qué fue lo que ocurrió después, simplemente, cuando abrió los ojos, estaba tirado en el suelo, con el marimo encima suyo, cubriéndole. Miró rápidamente a su alrededor; los demás presos estaban boca abajo y con las manos tras la cabeza, siendo vigilados por unos cuantos guardias mientras que otros se encargaban de regresarlos a sus celdas.

- no te muevas, cejillas- le susurró Zoro al oído- si ven un movimiento sospechoso, te llenarán de plomo- el rubio sólo sonrió y atrapó su cabeza por atrás de la nuca- ¿qué haces? ¡Te dije que te mantuv..!- mas no alcanzó a terminar su frase, pues los inquietos labios de Sanji le habían callado.

Y ahí estaban los dos, devorándose en un ardiente beso mientras los guardias se encargaban de poner orden al lugar. Para su pesar, los guardias les separaron pronto antes de llevarlos a confinamiento solitario; era cierto que habían lastimado a unos cuantos, mas no habían causado tanto alboroto y tampoco había guardias afectados, por lo que su castigo sería de apenas 24 horas.

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Pensó que Law se sorprendería de verle ahí de nuevo, y más cuando fue a parar a la enfermería, pero en vez de eso, el moreno le trató tranquilamente, como si fuese de lo más normal verle ahí...

- te enamoraste, ¿no es así?- le habló el pelinegro, al parecer no estaba tan indiferente a su regreso como creyó- eres un idiota, Kuroashi. Te dije que no lo hicieras- el rubio sólo se alzó de hombros y le dejó seguir con el tratamiento.

Una vez atendidas sus heridas, fue llevado al área de confinamiento solitario. El rubio sintió un escalofrío en la nuca al recordar el tipo de alimañas que podían encontrarse en su celda; toda clase de bichos reptando por el suelo con sus cientos de patitas dejando huella en el asqueroso piso; qué bueno que no había comido aun. Los guardias le quitaron las esposas que inmovilizaban sus muñecas y le empujaron a lo que sería su residencia por un día completo; en cuanto se cerró la puerta se dio cuenta de que ese lugar seguía siendo exactamente el mismo... con la misma oscuridad, con los mismos bichos merodeando por el suelo, el mismo mugriento colchón viejo como cama, el nauseabundo aroma y el sanitario tan sucio que nadie sabía cuál era su color original.

- al menos deberían limpiar de vez en cuando- dijo el rubio mientras sacaba uno de sus cigarrillos de su caja y lo encendía tranquilamente. Suspiró con resignación a la vez que expulsaba el humo de su boca y regresó a la puerta de metal, abriendo la pequeña rendija por donde los guardias solían asomarse para vigilarle.

- oi, marimo- dijo el rubio a través de la ventana- ¿estás ahí?- asomó su ojo visible por la rendija, buscando cualquier indicio de movimiento en las otras celdas- marimo, ¿estás ahí?

- Sí, pero tú no deberías estarlo- habló finalmente el peliverde desde alguna parte, pero el rubio no alcanzaba a verle- ¿ya vas a decirme por qué estás aquí?

- ah, eso. Pues estaba flirteando a una bella señorita, pero ella dijo que fue acoso, así que me encerraron de nuevo- el humo que salía de su boca cubría muy bien el asqueroso aroma de la celda; prefería ahogarse en humo de cigarro que en aquella peste

- lo hiciste a propósito- su tono era bastante serio; el rubio le volvió a buscar con la mirada, pero era inútil, no alcanzaba a verle- tú no eres un criminal, sigues limpio, pude verlo en tus ojos hace unos momentos... ¿qué haces aquí, Sanji?- insistió

- eres un imbécil, marimo. Es bastante claro para todos, menos para ti... es una ironía que la causa de la que esté aquí no entienda por qué estoy aquí- todo se quedó en silencio, al parecer Zoro seguía sin comprender- ¡regrese por ti, idiota!- dijo alzando la voz, esperando que con eso lograra comprenderlo- quería verte de nuevo...

- si querías verme sólo tenías que hacer una visita, estúpido cocinero. No era necesario que te hicieras arrestar para entrar de nuevo. Me esforcé mucho para que lograras salir, ¿sabías?

- así que lo que pasó ese día en verdad fue actuación- aun recordaba el día en que había salido de prisión; el cómo Zoro le había golpeado y humillado tanto que él mismo había deseado salir de ahí... pero, una vez fuera, se dio cuenta que el marimo no quería que se fuera, y que inclusive había llorado por su partida- eres más imbécil de lo que creí

- sólo quería sacarte de este infierno, que tuvieras una vida allá afuera... que encontraras a alguien y formaras una familia... que te convirtieras en uno de los mejores chefs del mundo... que fueras feliz... que vivieras por mí...

- ¿para qué vivir por ti allá afuera si puedo pasar el resto de mis días aquí, viviendo mi vida contigo?

- idiota

- te sonrojaste- se rio un poco-

- claro que no

- sí, lo hiciste

- de todas formas, si sintieras algo por mí, hubieras venido a visitarme

- si hubiera venido a visitarte igual no hubieras ido a verme. Además, tenía unos asuntos que cerrar allá afuera antes de regresar a Impel Down

- ¿por qué deberías arreglar tus asuntos? Sólo estarás aquí unos cuantos años...- y de pronto volvió a reinar el silencio; en ese momento notó que había algo extraño en todas esas palabras cursis, ¿pasar el resto de sus días en prisión con él?... - Sanji, ¿qué es lo que estás...?

- oi marimo... ¿te has masturbado pensando en mí?

- ¡no hagas preguntas idiotas!

- je, volviste a sonrojarte

- no es verdad, deja de decir eso

- yo sí lo he hecho... todas las noches, desde que salí...

- pervertido

- pero aun así me amas

- cállate

- ¿sabes cómo lo hacía? Me imaginaba de nuevo aquí... en la celda, en la ducha, la biblioteca, bajo las gradas; cualquier lugar estaba bien. Lo único que siempre era constante eras tú; me acariciabas, me besabas y me hacías el amor hasta dejarnos secos...

- dije que te callaras

- parece que la falta de actividad te ha puesto más gruñón de lo normal... Zoro, déjame tocarte con mis palabras...

- deja de decir cosas sin sentido, degenerado

- Zoro...- murmuró el rubio en tono sensual antes de comenzar a gemir despacio, como si su voz se derritiera por el calor- mghh... Zoro... no... no toques ahí... ah...- al peliverde se le erizaron todos y cada uno de los bellos de su cuerpo al escucharle

- de... deja eso...- su temblorosa voz lo delataba, comenzaba a excitarse.

- mghh... esta oscuridad sólo favorece mi imaginación... puedo verte... puedo sentirte Zoro... ahh... con tus toscas manos recorriéndome completo, acariciándome...- él también se estaba excitando, así que apagó el cigarro contra la suela de su zapato y lentamente se fue deslizando por la puerta hasta quedar sentado en el mugriento piso- Zoro, tus manos están muy frías, haces que se me erice la piel- todo estaba en completo silencio- Zoro, ¿sigues ahí?

- joder... tu piel sigue igual de suave...- el rubio sonrió, al parecer Zoro le seguiría el juego- mnn... y éstos comienzan a ponerse duros...

- ahhh...- Sanji pellizcó ambos pezones con sus manos, poniéndolos duros al instante- no seas tan brusco, estúpido marimo...

- es lo que más te gusta- el peliverde igual terminó en el suelo de su celda, siendo esas dos pequeñas rendijas en cada una de las puertas las que les permitían escucharse el uno al otro- sí que están duras...

- ¡ahh!- podía jurar que justo acababa de morderle el cuello; no creyó que su imaginación fuera así de nítida- como vuelvas a hacerlo te pateo el culo...

- mnn... ya lo veremos...- se abrió los pantalones y comenzó a acariciar su miembro por encima de la ropa- déjame probarte otra vez...

- ahh... marimo... eres un bruto, vas a arrancarme un trozo de seguir así...

- sólo es un pequeño obsequio, para que a todos les quede claro que eres sólo mío

- tan posesivo como siempre

- tks... malditos botones...

- posesivo e idiota... déjame ayudarte...- se abrió la camisa botón por botón, notando hasta ese momento lo agitada que estaba su respiración- me desharé de los pantalones también...

- no, yo lo hago...- podía verlo; podía ver a Sanji con esa arrogante expresión suya, esperando el siguiente movimiento. Prácticamente le arrancó los pantalones para inmediatamente bajarle la ropa interior, dejándole desnudo de la cintura hacia abajo- parece que ya está animado por aquí... tu ropa está húmeda, y eso que no hemos pasado a lo mejor...

- mnn... no estás en condiciones de juzgar a otros, marimo. El tuyo está más ansioso... mira cómo palpita...

- ya no puedo esperar para metértela hasta el fondo...

- no te atrevas- una de sus manos se deslizó por su trasero, buscando su entrada, mientras la otra se encargaba de atender su miembro- si me metes esa cosa enorme así nada más vas a partirme en dos...

- eso es lo que quieres, ¿cierto?- su mano se frotaba insistente contra su erección mientras se relamía los labios- ni siquiera pusiste resistencia cuando te abrí las piernas, ¿con cuántos te has acostado allá afuera, Sanji?

- no seas ridículo, no he estado con nadie... te lo dije antes, ¿cierto? No hacía más que masturbarme día y noche pensando en ti...

-...- una sonrisa de satisfacción apareció en los labios del peliverde- Sanji, voy a meterla...

- esp... espera... ¡Ahhh!- dos de sus dedos entraron de una sola vez, haciéndole soltar un grito- animal... mgghh... es muy grande y yo...

- joder, sigues igual de estrecho...- su mano apretó con más fuerza- está muy caliente también... no puedo más, voy a moverme...

- mggh... aghh... ahhh... ahhh...- comenzó a mover sus dedos, embistiendo con la misma fuerza que usaría Zoro contra su cuerpo. Pronto dos dedos no fueron suficientes, por lo que se les unió un tercero, abriéndole cada vez más mientras entraban más profundo- ahhh... el pene de Zoro... es tan grande y se siente tan bien... ahhh...- presionó la punta de su miembro para evitar correrse, ese momento era tan excitante como estarlo haciendo en verdad. La saliva escapaba de su boca, bajando por su rostro hasta su cuello- ahh... Zo... Zoro...

- Sanji...- sus caderas comenzaron a moverse contra su mano, cada vez más fuerte, logrando que el semen comenzara a gotear de su miembro. Mordía su lengua de vez en cuando, intentando acallar sus gemidos lo más posible; no sabía si había un guardia cerca o si había otros presos en el área de confinamiento. Pero qué importaba que los demás escuchasen, es más, deseaba que lo hicieran, quería que todos supieran que el rubio le pertenecía- Sanji... te amo...

- ...- aquellas palabras... Zoro jamás le había dicho abiertamente lo que sentía por él; y ahora lo decía así, tan de repente. Su cuerpo tembló completo, obligándole a arquear la espalda y apartar el par de dedos que evitaba que eyaculara- Zoro... mghh... yo te... te amo también...- no creyó que pudiera meter tanto su mano y menos que su propio cuerpo apretara tanto; se sentía tan bien aquello, aunque no se comparaba con hacerlo con su marimo. La mano que se encargaba de atender su miembro aumentó velocidad- Zoro... mghh... ya no aguanto... me corro...

- ¿puedo correrme dentro?

- idiota, sabes que sí... ahhh... no tienes que preguntar...

- mghhh... un poco más... ahhh...- terminó en su mano con profundo gemido, logrando que el rubio en la otra celda se corriera al mismo tiempo. Su grito resonó entre las paredes, causándoles un último agradable escalofrío antes de dejar caer sus brazos a cada costado suyo, completamente exhaustos- qué bien ha estado eso... aun recuerdas cómo complacerme...

- no olvidaría algo así...- la voz de Sanji se escuchaba igual de agitada que la suya

- hemos ensuciado más el piso

- no creo que alguien lo note. Todo este lugar es una pocilga

- Sanji...- habló después de calmar un poco su cuerpo, limpiando su mano con lo único que tenía a su alcance, un trozo de su camisa que él mismo arrancó con sus dientes- no creo que estés satisfecho con estar aquí sólo unos cuantos años... ¿qué es lo que planeas?- pero no obtuvo respuesta- sé que estás ahí Sanji, responde...- pero la respuesta jamás llegó, y eso era lo que le preocupaba...

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A la mañana del día siguiente...

Después del desayuno, y ya que no había mucho trabajo en la enfermería, Law tomó el libro que el médico de la prisión le había prestado y se fue directo a su habitación; podía ser un lugar bastante agradable cuando se intentaba estar a solas para leer. Abrió entonces su libro, se tiró boca abajo en la cama inferior de la litera y comenzó a devorar página tras página como sólo él podía hacerlo.

Como siempre sucedía cuando leía, se concentró tanto en el libro que no vio cuando el guardia llevó Kid a su celda. Al saberse solos, el pelirrojo caminó hacia Law y le arrebató el libro antes de tirarse encima de él.

- ¿me has extrañado?- le murmuró Kid sensualmente al oído antes de lamerlo con calma

- sólo han sido un par de días, Kid- se quejó un tanto pues le había quitado su libro cuando leía algo bastante interesante- aunque igual te he extrañado

- mnnn... me alegra saber eso, es una lástima que te estés equivocando de persona...- el moreno abrió los ojos de la impresión y le miró fijamente por encima de su hombro- sorpresa, zorrita...

- joder...- se levantó rápidamente para quitárselo de encima y literalmente corrió fuera de la celda hacia la enfermería; ahí había dejado la droga para suprimir al "otro Kid" que se manifestaba de vez en cuando.

Pero no había recorrido ni la mitad de su camino cuando el pelirrojo le tacleó, cayendo al piso encima de él. Aprovechando que el otro había caído boca abajo, Kid sujetó sus manos sobre su cabeza y contra el piso con una sola mano mientras la otra presionaba fuerte su cabeza y se sentaba sobre sus muslos

- sabía que serías un dolor en el culo cuando te vi la primera vez, zorrita- comenzaba a desvestirle tirando de su ropa hasta destrozarla; dejando su exquisita piel morena a merced del pelirrojo- te ves más apetitoso que antes... con mucho más carne...-dio una lengüetada sobre la espalda del pelinegro, quien se esforzaba por soltarse del agarre del otro- ¿qué ocurre, zorrita? Sigo siendo Kid...

- podrás tener la misma apariencia, pero tú no eres Kid...- dijo eso sin pensar en lo caro de esas palabras

- veamos si Kid se presenta cuando te escuche gritar- sonrió con malicia mientras se abría los pantalones, sacando su prominente miembro de éste. Con su pene semi despierto, el pelirrojo le bajó los pantalones de un tirón- parece que no te atienden bien por aquí- habló separando un poco sus nalgas para ver su entrada y apuntar su miembro hacia ella- veamos si resistes como en los viejos tiempos...- Law sólo cerró sus ojos, preparándose para el dolor que sabría que vendría.

Sin embargo, el cuerpo del pelirrojo cayó pesadamente sobre él a la vez que el agarre de sus manos perdía fuerza. El pelinegro abrió lentamente los ojos, encontrándose con un par de pies frente a él. Cuando levantó la mirada, vio a otro pelirrojo sonriéndole amablemente

- parece que volvió a pasar- dijo Shanks sin intenciones de sonar burlón u ofensivo

- ¿qué le has hecho?- se apresuró a preguntar Law mientras se quitaba suavemente al pelirrojo encima de él

- sólo le dejé inconsciente, descuida- dijo mostrándole el paralizador que llevaba en sus manos. Al ver que el moreno no podía cubrirse del todo con los trozos de ropa, se quitó la camisa y se la ofreció

- gracias- le quedaba un poco grande, pero le ayudaría a cubrirse- ayúdame a llevarlo a la enfermería...- el pelirrojo sólo asintió y lo tomó de un brazo mientras Law se encargaba del otro.

Después de batallar un rato lograron llegar a la enfermería y lo dejaron sobre la fría cama de hospital. Enseguida, Law le suministró una droga en uno de sus brazos para luego atender las heridas menores que había sufrido Kid.

- Law...- le llamó Shanks mientras le miraba atender al pelirrojo- no quisiera ser oportunista, pero hay un favor que quiero que me hagas

- tks, ya sabía que ibas a decir algo así- dijo con fastidio sin siquiera mirarle

- pero es algo que te beneficiará

- si quieres que te ayude a organizar otro motín, olvídalo, en nada me beneficia un desorden en la prisión

- no, no. Lo que quiero es justo lo contrario; en vez de liberar a los presos en un motín, hay que asegurarnos de que no salgan...

- ¿por qué quieres hacer eso?

- no puedo decírtelo

- como sea, no me interesa. No veo el beneficio para mí en esto

- parece que no tienes sentido de compañerismo, Law- a pesar de todo, sonrió- pero si quieres algo a cambio, puedo decirte quién fue el que lastimó a Kid durante el último motín... si es que te interesa...

Continued...

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ojalá lo hayan disfrutado owo nos vemos pronto... creo xD


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