24. Rompiendo la Rutina
holo de nuevo owo les traigo capi nuevo, que lo disfruten!!
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24. Rompiendo la rutina
Con pasos aletargados, el alcaide de Impel Down Donquixote Doflamingo entró a su oficina, estirando sus brazos en el aire mientras bostezaba. El guardia que le acompañaba cerró la puerta de la habitación y siguió a su jefe de cerca
- ¿hubo algo durante la noche?- preguntó el rubio mientras se dejaba caer sobre su silla
- no señor, todo tranquilo- respondió el hombre
- eso me temía...
- ¿señor?
- nada- con una mano tomó el montoncito de papeles que estaban botados en su escritorio y comenzó a revisarlos
- ¿quiere que abra la cortina?- preguntó, refiriéndose al gran manto que cubría el ventanal situado detrás del rubio
- no es necesario, no hay nada interesante que ver allá afuera- firmó uno de los papeles, lo guardó en un sobre y siguió leyendo- lo único que me entretiene ahora es Croco~chan...
- ¿quiere que lo llame?
- aún no. Debe descansar un poco después de lo de anoche, fufufu~
- bueno, si no necesita nada más...- el guardia hizo una reverencia y se dispuso a marcharse cuando alguien llamó a la puerta
- adelante- indicó el alcaide. Poco después, su bella secretaria entró y saludó de forma marcial a su jefe- ¿qué sucede, Califa?
- ha llegado una orden de transferencia de un preso- explicó la mujer dejando un sobre amarillo sobre el escritorio- al parecer, una prisión normal no es suficiente para detenerle. Llegará aquí mañana por la mañana- el rubio enarcó una ceja y tomó el llamativo sobre, lo abrió y comenzó a leer el expediente. De pronto el alcaide comenzó a reír escandalosamente, confundiendo a los dos presentes- ¿qué le causa tanta gracia, señor?
- no es nada, preciosa- respondió levantándose las gafas para retirar unas cuantas lágrimas que habían escapado a causa de las carcajadas
- eso es acoso sexual
- tú- habló dirigiéndose al guardia- liberen a Portgas...
- ¡pero señor, la masacre de la última vez...!
- eso fue culpa enteramente suya por hablar de más. Aunque aun no entiendo cómo hizo ese chiquillo para esconderse durante el motín- el alcaide meditó unos instantes- como sea, mientras esté cerca de su hermano, Portgas D. Ace es inofensivo; así que asegúrense de ponerlos en la misma celda...
- pero Monkey D. Luffy comparte celda con Akagami Shanks
- ¡pues cámbialo, joder!- gruñó molesto- ¡ahora fuera de aquí los dos, tengo mucho que hacer!- la chica y el guardia se miraron unos momentos, volvieron a cuadrarse y salieron de la oficina. En cuanto estuvo solo, miró nuevamente el expediente que recién le habían entregado y volvió a sonreír- no será divertido para ti ni para mí si Ace está encerrado, ¿cierto, Mihi~chan?
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Llevaba más de una hora despierto cuando el guardia le llamó y lo llevó al comedor. Como todos los días, y sin mirar o hablar con alguien, Roronoa Zoro desayunó con toda la calma del mundo y esperó a ser llevado al área de trabajos forzados. Al terminar su jornada, y después de comer nuevamente, le dejaron deambular por Impel Down; pero él, en vez de pasearse de un lado a otro, prefería ejercitarse.
El peliverde se recostó sobre la plancha de metal y comenzó a levantar unas tremendas pesas a la vez que su único ojo sano mirara hacia el cielo, aquel precioso azul que le recordaba tanto a Sanji. Dejó las pesas sobre su base, cruzó sus brazos tras la nuca y se dedicó a mirar hacia arriba. Hace ya quinientos ocho días (N/A un año, cuatro meses y veintiún días según yo) desde que Sanji había salido de aquella prisión; y no los contaba por una situación obsesiva, más bien, al irse Sanji, su vida se había vuelto tan mortalmente rutinaria que contar los días era lo único que cambiaba.
¿A caso había vivido así antes de que Sanji llegara a su vida? Ni siquiera lo recordaba, del único tiempo que era consciente era del que había pasado con el rubio, y lo que vino después de que éste se fuera. Algo en esa prisión se había vuelto más "oscuro" a su perspectiva, pero no porque pasara algo malo, al contrario, todo era mucho más tranquilo; pero la falta de Sanji y también de Ace le estaban consumiendo la voluntad de vivir. Ahora simplemente se dedicaba a existir, como un fantasma vagando entre las lóbregas paredes de Impel Down.
- ¡aniki, aniki!- le llamó una voz, sacándole de sus pensamientos
- ¡Zoro aniki!- habló otra. Con un suspiro, el peliverde se levantó y secó el sudor de su frente con uno de sus antebrazos, mirando cómo un par de hombres se acercaban rápidamente a él- Zoro aniki... lo escuchamos de unos guardias...
- primero cálmate y después habla, Josaku- le indicó Zoro
- sí, sí... lo siento- Josaku tomó una bocanada de aire para recuperarse antes de seguir hablando- se trata de Ace aniki...
- ¿qué sucede con él?
- hoy será liberado de su confinamiento...
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Unas cuantas horas más tarde...
Los pasos de varios hombres llamaron su atención. Ace abrió lentamente los ojos y miró hacia el frente, viendo cómo un grupo de siluetas se dibujaban en el piso y se hacían más grandes conforme se acercaban a su celda. Pronto tuvo a seis guardias del otro lado del cristal, cuatro de ellos armados hasta los dientes, temblando mientras lo veían.
- hazlo tú- murmuró uno, empujando a uno de sus compañeros hacia enfrente
- yo no voy a entrar ahí, hazlo tú- se quejó el otro, retrocediendo un par de pasos
- pues alguien debe entrar, ¿y si lo dejamos a la suerte?- sugirió un tercero, a lo que los demás asintieron. Los seis formaron un círculo y comenzaron una competencia de "piedra, papel o tijera"; el reto era sencillo, el primero en perder sería el que entraría.
Uno de ellos dio un respingo de susto cuando perdió, los demás sólo suspiraron aliviados. El tembloroso hombre se paró frente a la puerta de la celda y esperó hasta que ésta se abriera automáticamente. Entró sigilosamente y miró unos momentos a aquel muchacho, quien, sin poder decir algo debido a las condiciones en las que lo tenían encarcelado, también le miró.
- P... Portgas D. Ace...- el sólo pronunciar su nombre le daba escalofríos- el alcaide... el alcaide ha decidido revocar tu castigo, así que voy a liberarte. Cualquier comportamiento agresivo ameritará tu ejecución inmediata...- el guardia miró una última vez a sus compañeros y se acercó más al pelinegro.
Lo primero que hizo fue quitarle la pesada máscara que cubría su rostro; no parecía estar alterado, así que prosiguió. Sacó un juego de llaves de su bolsillo y comenzó a abrir uno por uno los grilletes de metal, causando un rechinido que le erizó la piel a los presentes. Una vez retirados los grilletes, los cinturones que lo detenían contra la plancha de metal fueron desatados, y por fin, después de casi año y medio, Ace pudo volver a tocar el piso. El guardia hizo una señal a sus compañeros, y en cuento dieron su afirmativa, prosiguió a quitar la camisa de fuerza.
Ace sintió cómo su cuerpo se destensaba lentamente en cuanto la tela fue desatada. Al sentir sus brazos libres, él mismo se quitó aquella prenda y la arrojó a alguna parte de la habitación; comenzó a mirar su cuerpo mientras se estiraba un poco, se sentía entumecido y algo torpe, seguramente por todo el tiempo que pasó en esa incómoda posición. Lo ajustado de la camisa de fuerza le había dejado algunas marcas sobre su piel, tenía la garganta seca y le costaba un poco mantenerse en pie, pero la sensación de libertad era maravillosa.
- te... tengo que ponerte las esposas...- le habló el guardia que estaba con él- vamos a llevarte a las duchas, luego a la enfermería y a comer, ¿de acuerdo?- Ace lo miró unos momentos antes de poner sus manos tras la espalda y dejarse esposar, era mejor no resistirse.
Caminó lentamente por el extenso pasillo, con los guardias rodeándole en todo momento, y al abrirse la última puerta no pudo evitar cerrar los ojos; la luz del sol era demasiado intensa, le estaba lastimando. Al ver su condición, uno de los guardias lo tomó del brazo, guiándole a ciegas hasta las duchas de la prisión. En cuanto le indicaron que habían llegado, Ace abrió los ojos, viendo que era el único en el lugar. Al indicarle que tenía diez minutos, el pecoso se quitó la ropa y se metió bajo el chorro del agua, que para fortuna suya estaba caliente. Mientras se duchaba se dio cuenta que el cabello le llegaba hasta los hombros y que sus patillas, al igual que su barba, habían crecido, por lo que pidió una navaja para afeitarse, pero a falta de espejo, tuvo que hacerlo a ciegas.
El tiempo corrió rápidamente, y tras darle una muda de ropa limpia, Ace se vistió e inmediatamente fue llevado a la enfermería. Se sorprendió un poco al saber que ahora Trafalgar Law fungía como ayudante en la enfermería como parte de trabajos forzados, pero no le dio importancia al asunto y se dejó atender por el moreno.
- ¿tienes un espejo?- su voz sonaba carrasposa, cosa que no le sorprendía, hace mucho que no hablaba
- no te esfuerces mucho o te lastimarás la garganta- le indicó el médico mientras le examinaba.
- aquí tienes, Portgas- Law le alcanzó un espejo, y con curiosidad, miró su rostro; definitivamente el cabello largo le daba un aspecto diferente y sus facciones se notaban un poco más maduras
- sujeta tu cabello con esto- le pidió el médico, entregándole una cinta roja. Ace la miró unos instantes antes de hacerse una coleta; algunos mechones eran demasiado cortos, por lo que caían sobre su rostro, pero eso no le molestó- te queda bien...- le halagó el médico con una sonrisa antes de seguir examinándole.
Lo único que le habían aconsejado el par de doctores era tiempo... sólo era cuestión de volver a acostumbrarse a lo que hacía y estaría bien. Después de eso, Ace fue llevado al comedor de la prisión; todo era demasiado ruidoso para su gusto... otro precio más que pagar por su libertad. Tomó una charola para que le sirvieran su ración de comida, y con la mirada, buscó dónde sentarse... Zoro estaba solo como de costumbre, perfecto. Al caminar a la mesa del peliverde notó cómo los demás presos se alejaban de él, como si fuera una especie de monstruo; no le sorprendía.
- hola, Zoro- saludó al sentarse frente a él
- vaya, Jonny y Josaku tenían razón- el peliverde le examinó con la mirada y siguió comiendo- ¿qué tal el confinamiento?
- incómodo y aburrido, como siempre- dijo alzándose de hombros y comenzando a comer también
- luces diferente
- lo mismo digo, ¿cómo te hiciste esa cicatriz en el ojo?
- una pelea
- debí suponerlo. Aunque no me imagino quién tuvo los cojones para lastimar al gran Roronoa Zoro. En toda mi vida, sólo he conocido a una persona capaz de dejarte una cicatriz- aunque ronca, su voz sonaba bastante seria
- el hijo de puta no vivió para contarlo- mintió y se apresuró a cambiar de tema- Luffy sigue cocinando mierda...
- tienes razón- dijo con una sonrisa- pero al menos se puede comer. Es una lástima que Sanji no esté aquí- y de nuevo volvió a mirar a Zoro- Luffy me contó que lo liberaron...
- "¿Luffy te contó?"- analizó de pronto el peliverde- en confinamiento especial no hay forma que tuvieras contacto con el exterior, no deberías saber eso
- digamos que... alguien le ayudó a Luffy a entrar un par de veces- ambos se miraron unos instantes antes de seguir comiendo- en todo caso, estábamos hablando de Sanji...
- él no pertenecía aquí en primer lugar
- pero te ama y tú a él. Quizá si te visita de vez en cuando, podrían...
- no- le interrumpió tajante- es mejor que Sanji olvide todo lo que pasó... y después cómo le traté la última vez, no me extrañaría que así sea. Seguramente ya está casado con una linda chica y en espera de su primer hijo
- ¿quieres saber qué fue lo que me pidió poco antes del motín de aquel día?- el silencio del otro le otorgó la palabra- me dijo que le ayudara a matar a alguien para poder quedarse contigo
- es una estupidez. No tiene los cojones para hacerlo, además, nadie haría eso por permanecer junto a alguien como yo...
- Zoro...
- los guardias están por irse, será mejor que vayas a buscar a Luffy- el peliverde tomó su charola ya vacía y se levantó de su sitio. Ace sólo le miró alejarse entre el grupo de presos que también comenzaban a moverse; pronto los guardias desaparecieron, dejando a los reclusos un rato de libertad antes de regresar a sus celdas.
Con un suspiro cansado, Ace también se puso de pie, dejó su charola vacía junto a las demás y caminó hacia la afuera, pero como le venía ocurriendo desde que salió de confinamiento, se vio obligado a cerrar los párpados pues la luz del sol seguía siendo una molestia para su vista.
- ¡¡Ace!!- apenas había avanzado un par de metros por el patio de la prisión cuando la escandalosa voz de su hermano lo llamó, y antes de poder girarse a buscarlo, Luffy lo tacleó con tal fuerza que ambos quedaron en el piso, con el menor encima del otro- ¡Ace! ¡en verdad eres Ace! Shishishi
- Luffy...- en cuanto pudo abrir los ojos, el pecoso se encontró con el rostro de su hermano, iluminado por su brillante mirada y enorme sonrisa
- Ace, tu cabello está largo
- puedo cortarlo si quieres
- no, me gusta así. Te ves muy guapo, shishishi
- ¿ah, sí?- lo analizó rápidamente, el pequeño también había cambiado un poco, aun cuando le visitaba de vez en cuando, no se había dado cuenta de ello hasta que lo tuvo a esa distancia. Portando aún un rostro sereno e infantil, su cuerpo se veía más desarrollado, los músculos, aunque tenuemente, se alcanzaban a distinguir a través de su ropa, incluso había ganado algo de estatura.
Sin poderlo evitar, e ignorando el dolor de sus ojos debido a la luz, Ace estiró un brazo y atrapó el rostro de su hermanito sólo para acercarlo a él y besarle con toda la pasión que había estado acumulando todo ese tiempo. Su lengua lo saboreó lentamente mientras sus temblorosas manos despeinaban sus cabellos, paseaban por su espalda y lo atraían más hacia él. Se concentró en tomar todo del menor con sus cinco sentidos; temía que todo fuese uno de sus tantos sueños, y que de un momento a otro, el pequeño se desvaneciera entre sus brazos, justo como lo hacía en aquellas noches en su solitaria celda. Pero no, Luffy seguía sobre él, besándole con la misma ansiedad, no importándole que varias miradas curiosas estuvieran pendientes de ellos.
- ummm...- un pequeño quejido seguido de una molesta tos les obligó a separar sus labios, sólo para encontrarse que uno de esos curiosos no era otro sino Shanks- lamento interrumpir su encuentro, pero...
- está bien- el pecoso apartó suavemente a su hermano y éste se puso de pie, ayudándole a él a hacer lo mismo- gracias por cuidar de Luffy- habló haciendo una reverencia ante el pelirrojo
- te lo prometí, ¿no es así?
- es verdad, pero aun no entiendo por qué lo hiciste- de pronto la mirada de Ace se había puesto seria- ¿por qué nos ayudaste?
- los dos son aún muy jóvenes, Ace... y también son buenos chicos. Después de todo lo que han pasado, merecen un poco de felicidad, ¿no crees?
- "¡Atención!"- llamó una voz por los altavoces- "Los siguientes presos deben presentarse en el área de visitas: Akagami, Atsushi, Kowabara..."- y la voz siguió enlistando nombres por un rato, hasta que finalmente el altavoz se apagó
- bueno, parece que debo irme- habló el pelirrojo, y despidiéndose con un ademán, se marchó hacia el área de visitas.
- me pregunto quién habrá venido a verle...- habló Ace sin darse cuenta de que lo había hecho en voz alta
- ¡es una chica muy guapa!- le respondió Luffy- logré verla una vez cuando pasaba junto al edificio. Siempre viene a ver a Shanks cuando hay visitas, shishishi...
- ¿una novia?... espera un poco- el pecoso frunció el ceño- Luffy, ¿cómo que una chica guapa?
- shishishi- sin proponérselo, acababa de poner celoso a su hermano
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Shanks se acomodó el cabello con sus manos, y portando una sonrisa, entró una de las habitaciones para visitas. Buscó con la mirada a la chica, y al localizarla, caminó y se sentó frente a ella; los separaba una especie de módulo con un cristal en el frente. La chica tomó el teléfono que tenía de su lado, y Shanks hizo lo mismo...
- hola belleza, te extrañé- dijo burlón el pelirrojo a través del aparato
- cállate idiota- le reprendió la chica
- vamos Nami, no tienes que ser así cada vez que vienes a verme
- me costó mucho sacarlo de aquí, ¿sabes?
- pero también accediste a ayudarle
- es una locura...- la chica sonaba frustrada- sólo vine a darte un mensaje de su parte...- se quedaron en silencio unos momentos antes de que Nami prosiguiera- "Sólo dos días más..."
- por supuesto. Yo me hago cargo
- contamos contigo- y sin decir más, la chica dejó el teléfono en su sitio, se puso de pie y se fue. Akagami miró unos momentos el cristal antes de marcharse también mientras una triste sonrisa aparecía en sus labios; aún no podía creer que, dentro de dos días, todo terminaría...
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El resto de la tarde, Luffy se dedicó a contarle a Ace todo lo que había visto y hecho durante su ausencia; el pecoso sólo se dedicaba a escucharle atento, interrumpiéndole de vez en cuando para robarle un beso. Al llegar la noche, los presos fueron puestos en sus respectivas celdas, Luffy entristeció un poco al saber que ya no compartiría celda con Shanks, pero ahora podía tener a su hermano cerca, y eso lo alegraba más de lo que entristecía.
Ace cayó dormido en cuanto su cuerpo tocó el colchón; aun cuando las camas de la prisión eran tan duras como las piedras, esa mugrienta cama era lo más cómodo en lo que el pecoso había dormido desde hace mucho. Su sueño era tan profundo que ni siquiera notó cuando su hermano bajó de la litera y se metió a la cama con él. El cálido cuerpo del pequeño le hizo esbozar una sonrisa, le alegraba tanto estar junto a su preciado hermanito otra vez...
- Luffy...- murmuró entre sueños- mmnnn...- gimió ligeramente, su cuerpo se sentía caliente. Algo le estaba incomodando, y al abrir los ojos, se dio cuenta de lo que era; su hermano se las había ingeniado para abrirle los pantalones y liberar su hombría, y ahora tenía al pequeño entre sus piernas, lamiendo parsimoniosamente su semi despierta hombría mientras le estimulaba con las manos- ¿Lu... Luffy?- su corazón se aceleró considerablemente al ver el sonrojado rostro de su hermanito lamiendo ávidamente sus genitales- Luffy, ¿qué estás...?... ahhh... ¿dó... dónde aprendiste eso?- el pequeño se había vuelto más ágil con sus labios y lengua; sabía exactamente cómo provocarle sin hacerle llegar al orgasmo, cómo enloquecerle sin llegar a satisfacerle por completo
- Shanks me enseñó, shishishi...- respondió inocente el menor
- ¿cómo que te enseñó?- de pronto, la excitación le había bajado a los suelos- ¿ese maldito anciano te tocó?
- claro que no...- reclamó con un puchero- sólo dejo que una persona me haga cosas pervertidas, y esa persona es Ace...- y para demostrarle que lo decía era verdad, Luffy engulló de una sola vez la hombría de su hermano hasta donde se lo permitió su garganta
- aghh... Lu... mmnn...- su hermano había comenzado una felación que le borró la memoria en un instante. La pequeña y ágil lengua del menor envolvía su hombría cada vez que su boca bajaba, y sus labios succionaban cada vez que subía. Instintivamente embistió contra la cavidad del menor, provocando que el pequeño casi se ahogase con aquel pedazo de carne- lo siento...- Luffy sólo sonrió ampliamente y retomó su labor. Sin apartar la vista del pequeño, el pecoso siguió moviéndose, esta vez más suavemente. Su respiración comenzaba a agitarse y sus mejillas se pusieron igual de rojas que las de su hermano- mmgh... espera Luffy...
- ¿qué pasa?- preguntó en voz apenada- ¿no lo hago bien?
- no es eso pequeño. Es sólo que... yo también quiero jugar...
- shishishi- con una amplia sonrisa, Luffy se irguió y se sacó la camisa, dejando su exquisita piel expuesta ante la mirada del pecoso. Dejó que su hermano le tumbara en la cama y cambiaran posiciones; sintió las manos del mayor paseándose por su estómago hasta subir a sus pezones, los cuales apretó entre sus dedos hasta ponerlos duros. El menor no pudo reprimir sus gemidos y pronto empezó a retorcerse entre las manos del pecoso, buscando aumentar el contacto. Al ver lo impaciente que estaba, Ace levantó las caderas de su hermanito y retiró lo que le quedaba de ropa para dejarle desnudo y vulnerable - no mires, Ace...- murmuró con una sonrisa traviesa, ocultando parte de su sonrojado rostro tras sus manos y cerrando las piernas- me da vergüenza...
- mentiroso...- Ace le devoró con la mirada antes de comenzar a acariciar la parte interna de sus muslos, separando sus piernas para colocarse entre ellas. Sujetó ambas erecciones con una mano y comenzó a masturbarlas ante la curiosa mirada de su hermanito.
Sin dejar su labor, Ace se inclinó sobre el otro hasta alcanzar sus labios, lo cuales le recibieron gustosos apenas estuvieron cerca. Los suspiros morían entre la boca de ambos mientras sus cuerpos se rozaban insistentes el uno contra el otro. Al ver que sus prendas se estaban volviendo una molestia, el pecoso detuvo unos momentos la actividad para desnudarse, dejando caer sus prendas en alguna parte de la celda. En cuanto estuvieron en las mismas condiciones, el mayor volvió a tomar ambas erecciones y movió su mano de arriba hacia abajo, viendo cómo las primeras gotas de semen comenzaban a escapar.
- Ace...- el menor mordió su mano cuando sintió aquel placentero calambre recorrer su espalda- A... Ace... mmnnn...- sin poder contenerse más, Luffy se corrió entre la mano del pecoso, quien hizo lo mismo segundos después. El caliente líquido bajó por el cuerpo de ambos hasta llegar al colchón- Ace... más...- pidió el menor con una sonrisa mientras abría más el ángulo entre sus piernas, dejando expuesta su entrada, la cual se contraía impaciente en busca de placer.
Sin pensarlo dos veces, el pecoso tomó un poco del semen esparcido sobre el vientre de su hermano, y usándolo como lubricante, introdujo uno de sus dedos en Luffy. Al primer dígito se unieron dos más, moviéndose dentro de su hermanito, abriéndose y cerrándose hasta dilatarle lo suficiente. En cuanto sintió que estaba listo, Ace retiró su mano y la sustituyó por su pene, enterrándose lentamente entre las piernas del menor, procurando no lastimarle. Los músculos alrededor de su miembro se contrajeron, robándole un sonoro jadeo que le dejó sin aliento; aquella estrechez envolviendo su miembro, el calor derritiendo su cuerpo... era delicioso. Ace se apresuró a moverse dentro del pequeño, lo hizo despacio, conteniendo su ansiedad, buscando primero el placer de Luffy antes que el propio.
Luffy se mordió el antebrazo para evitar gritar, la primera embestida había sido dolorosa, pero conforme su hermano se movía en su interior, el dolor pasó a convertirse en placer, y el placer en deseo. Sus piernas se aferraron con más fuerza a las caderas del mayor y sus manos se sujetaron de las sábanas; sus gemidos se mezclaban en el aire, haciendo eco en las paredes... estaban seguros que al menos sus vecinos podían escucharles, pero no les importó. Al sentir el orgasmo cerca, el pecoso apoyó sus manos contra el colchón para sostener su peso y embistió con más fuerza, logrando tocar un punto dentro de su hermanito que le hizo gemir con más fuerza.
El rostro de Luffy era una delicia; con tono carmín hasta las orejas, la boca abierta en busca de un poco más de aire, sus mirada llena de lujuria y la saliva bajando despacio por su cuello en un hilillo hasta tocar la cama. El sudado pecho del pequeño subía y bajaba con violencia, y tras un fuerte suspiro, Luffy se corrió en la mano del mayor. Involuntariamente contrajo su interior, exprimiendo el miembro de su hermano hasta que vacío cada gota de su esperma dentro de él.
- te amo Ace- confesó el pequeño con una amplia sonrisa, colgándose al cuello de su hermano
- no más de lo que yo te amo a ti...- se inclinó hacia él y besó con ternura su frente
- Ace... juguemos una vez más...
- travieso...- el pecoso juntó su frente con la de su hermano y le sonrió de la misma forma que él lo hacía antes de besarle...
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La mañana siguiente...
El par de guardias se quedó de pie frente a la celda, dudoso de despertar a los dos hermanos. Los demás presos comenzaban a salir de sus celdas con dirección a las duchas, los únicos que faltaban eran los hermanos D.
- deberíamos moverlos o algo- sugirió uno de ellos, viendo el cuerpo desnudo de ambos, durmiendo uno sobre otro.
- hazlo tú. Yo no quiero que Portgas me mate- respondió el otro
- cobardes- un tercer guardia entró a la celda y con su macana golpeó la litera, haciendo un estruendoso sonido metálico- ¡Portgas, Monkey, levanten sus traseros de la cama y vístanse! ¡tienen dos minutos!- cuando el mayor abrió los ojos, los otros dos guardias retrocedieron.
Ace miró a los guardias uno por uno y movió a su hermanito hasta que éste despertó también. Sin decir nada se vistieron y se dejaron esposar para salir junto con los guardias hacia las duchas
- Portgas- le llamó el único guardia que parecía no temerle al pecoso- el alcaide quiere verte después de las duchas- el pecoso sólo asintió como respuesta y se metió a los baños junto con Luffy.
Al cabo de un rato, los presos salieron de las duchas para ser llevados al comedor; Ace tuvo que saltarse el desayuno e ir a visitar al alcaide. Al llegar a la oficina, el guardia llamó a la puerta, y tras recibir la aprobación del alcaide, entró junto con el pecoso.
- hola Ace~chan- saludó el rubio, mirándole con prepotencia desde su escritorio- déjenos solos...
- estaré afuera por si se le ofrece algo- indicó el guardia con una reverencia y se retiró
- ven aquí muchacho- le indicó con una mano, por lo que el pelinegro se acercó a él. Doflamingo se puso de pie, encontrándose de frente con el menor para luego pasar uno de sus brazos alrededor de su cuello- los guardias me contaron que tuviste un encuentro muy "efusivo" con tu hermanito anoche, fufufu~ -el pecoso no respondió- pero no te traje aquí para hablar de eso
- ¿entonces qué quiere?
- sólo quería hablar contigo- comenzó a caminar con Ace, dirigiéndose al ventanal detrás de su escritorio- ¿no te has preguntado cómo es que tu hermano sobrevivió al motín de aquel día?
- no me importa cómo lo haya hecho mientras esté bien
- pero sé que sí será de tu interés saber que aquel motín fue organizado específicamente para deshacerse de tu hermano- Ace se sorprendió al escucharlo; él ya sabía esa información, pero no esperaba que el rubio lo supiera- y el que organizó ese motín, llegó a Impel Down hace poco...- abrió la pesada cortina que cubría la ventana, dejándole al pecoso admirar la vista que pocos presos habían tenido la fortuna de ver; era la prisión de Impel Down en todo su esplendor... desde arriba, incluso aquel infierno se veía maravilloso.
Algo en uno de los patios llamó su atención; los presos formaban un círculo alrededor de lo que parecía una pelea. Los guardias se apresuraron a deshacer la multitud y detener la pelea; cuál fue la sorpresa de ambos hombres cuando vieron que los causantes del ajetreo habían sido Eustass Kid y el mismísimo Dracule Mihawk. El alcaide sonrió macabramente; tenía razón, la llegada del pelinegro era el inicio de su nuevo entretenimiento...
Continued...
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bueeeno, aun quedan unos cuantos capítulos para el final de esta historia, pero no está de más preguntar qué les gustaría leer
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