23. Porque Te Amo

holi owo al fin les traigo conti, espero la disfruten

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23. Porque Te Amo

"Tu hermano está vivo"

Esas cuatro sencillas palabras se volvieron un eco interminable en la mente de Ace, como si lo que acababa de escuchar fuera un sueño. Involuntariamente dejó escapar algunas lágrimas de su incrédula mirada, y al ver al pelirrojo que acababa de darle la noticia, su expresión volvió a endurecerse...

- ¿no me crees, verdad?- habló Akagami soltando un suspiro. Ya se había planteado esa posibilidad- sé que tienes muchas razones para desconfiar de mí, pero esta vez tienes que creerme

- Akagami, dos minutos- le llamó una voz al final del corredor

- demonios- el pelirrojo se mordió el labio inferior, su tiempo se estaba agotando- Ace, el ejército te quiere de vuelta- había decidido que era mejor ir sin rodeos- lo del motín fue sólo una excusa para matar a Luffy... para que yo matara a Luffy... pero no pude hacerlo, o mejor dicho, me negué a hacerlo. Mañana por la noche te demostraré que lo que digo no es una mentira- y después de decir aquello, Shanks se marchó.

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En la enfermería...

Law dejó escapar su aliento contra sus manos y las frotó enérgicamente, la noche era más fría de lo que había esperado. Se envolvió lo mejor posible con la cobija que llevaba sobre la espalda y se sentó en la cama desocupada de la enfermería, mirando al pelirrojo que estaba en la cama contraria; su pecho subía y bajaba pausadamente mientras su respiración escapaba de su nariz en forma de un fino y casi imperceptible vaho

- también debe tener frío- Law volvió a levantarse y comenzó a buscar en cada uno de los muebles de la enfermería hasta que encontró un par extra de cobijas. Con una ligera sonrisa, el moreno se giró hacia donde la cama del pelirrojo, encontrando a éste sentado sobre la cama, mirándole fijamente- Kid...- las cobijas que recién había tomado terminaron en el suelo de la impresión; no esperaba ver al pelirrojo despierto. Tras algunos minutos de mirarse a los ojos, Kid se quitó la delgada sábana que tenía encima y bajó sus piernas al piso, listo para ponerse de pie- ¡espera, tus heridas!- sin pensarlo dos veces, Law fue al lado del pelirrojo y lo empujó suavemente, intentando acostarle de nuevo. Pero la increíble resistencia del otro le impidió moverlo al menos un poco, quizá lo mejor era, como le había ordenado Doflamingo, sedarlo. El pelinegro estiró una mano para alcanzar la jeringa, mas la fuerte y pálida mano de Kid lo sujetó por la muñeca, y antes de poder hacer algo, la otra mano se dirigió hacia su nuca, obligándole a acortar la distancia hasta que sus bocas chocaron una contra la otra.

Aun cuando sabía que no era el lugar ni el momento, Law comenzó a ceder poco a poco, dejando que la impaciente lengua del pelirrojo lamiera sus labios antes de colarse entre ellos. Los párpados del moreno se cerraron lentamente y sus brazos rodearon el musculoso cuello del contrario, entregándose al impetuoso y casi violento beso que le ofrecía su acompañante. Sus agitadas respiraciones se mezclaban con el inconfundible sonido de dos amantes al besarse; sus cuerpos se juntaron más, dejándole sentir a Law la prominente erección del pelirrojo, aumentando la excitación de ambos.

Las manos de Kid bajaron ágilmente hacia las nalgas del pelinegro, levantándolo del suelo para tumbarlo sobre la cama. Sus labios se separaron de los de Law, permitiendo que sus pulmones se llenaran del aire que les hacía falta mientras que, literalmente, arrancaba las prendas inferiores del otro; los pantalones bajaron junto a la ropa interior, zafando los zapatos en el proceso, lo único que le quedó al moreno fue el par de calcetines mal puestos y la camisa sobre su pecho. Kid separó sus piernas violentamente y se colocó entre ellas; con una de sus manos inmovilizó los brazos del moreno sobre su cabeza mientras que la segunda se dedicaba a bajar el cierre de su pantalón, liberando su hombría.

Law contuvo la respiración al sentir la punta del miembro del pelirrojo apoyándose sobre su entrada; si "eso" entraba de golpe seguramente le desgarraría por dentro, pero si era Kid, no le importaba... aun si estaba haciendo aquello para saciar sus necesidades, no le importaba. Resignado, el pelinegro cerró los ojos y esperó a que llegase aquel dolor inevitable; sin embargo, la fuerza con la que sostenían sus muñecas fue menguando lentamente hasta que Kid le soltó. Sintió el peso del pelirrojo recargarse sobre su pecho mientras sus brazos quedaban a cada costado de su cabeza, dejando espacio suficiente entre ellos para no aplastar con su cuerpo al que tenía debajo. Lo primero que captaron los ojos de Law al abrirse fue el escandaloso tono rojizo de la alborotada cabellera de su acompañante, quien, en esos momentos, permanecía con el rostro hundido en la curvatura de su cuello, rozando ligeramente la punta de su nariz contra su piel junto con su cálido aliento.

- Law...- la lengua del pelirrojo se paseó libremente por el cuello del pelinegro, susurrando sensualmente su nombre mientras una de sus manos se introducía por debajo de la camisa, erizando su piel con cada roce de la yema de sus dedos.

Con aquel delicado tacto, Kid recorrió el pecho y vientre de su amante, poniendo especial atención en aquellas zonas que no eran tan suaves como las demás. El pelirrojo se irguió ligeramente y levantó prenda que cubría la parte superior del moreno, curioso por saber qué eran aquellas ásperas porciones de piel que atravesaban el cuerpo de Law... cicatrices. Lo que sentía entre sus dedos no eran más que las cicatrices que él mismo había dejado sobre esa deliciosa piel. Kid se inclinó a besar cada una de esas marcas en el cuerpo debajo de él; su lengua delineaba cada cicatriz que se encontraba, deslizándose de arriba hacia abajo, hasta que, finalmente, sus labios se encontraron con la erección del pelinegro. Sosteniéndolo de la parte posterior de sus rodillas, el pelirrojo levantó las piernas del moreno y colocó cada una en sus propios hombros, sosteniéndolo de las caderas fuertemente.

El primer gemido escapó de la garganta de Law al sentir una mordida en sus muslos; pronto, la lengua del pelirrojo dejó su húmeda marca sobre toda porción de piel que tocaba hasta que llegó a la entrada del moreno, donde se introdujo sorpresivamente, moviéndose en círculos, entrando y saliendo rítmicamente, robándole gemidos cada vez más fuertes.

No recordaba cuándo había sido la última vez que Kid había sido tan cuidadoso con él durante el sexo, y el estar recibiendo ese tipo de atenciones de la persona que amaba lo estaba matando del placer. Los dedos de los pies del pelinegro se contrajeron involuntariamente al sentir el orgasmo cerca; una embestida más de la lengua de Kid y Law se corrió sobre su cuerpo, salpicándose desde el vientre hasta donde comenzaba la base del cuello. Kid bajó las piernas del moreno y las colocó sobre su cadera, preparándose para embestirle; fue en ese momento que Law notó unas manchas carmesíes sobre las vendas del pelirrojo

- esp... espera... Kid- como había temido, las heridas de Kid comenzaban a abrirse; su cuerpo estaba muy débil e incluso el más mínimo movimiento terminaría por lastimarlo- detente... vas a.... ahhh...- sin aviso previo, el pelirrojo hundió su miembro en las entrañas del pelinegro, comenzando a moverse casi inmediatamente, acallando las advertencias de Law y reemplazándolas con jadeos de verdadero goce- [tan terco como siempre]- pensaba Law, llevando sus manos a la espalda del pelirrojo, sintiendo la sangre empapar sus palmas; en cuanto terminaran, tendría que atender sus heridas nuevamente.

Kid rodeó el delgado cuerpo con sus brazos, buscando sostenerse de algo mientras las embestidas se volvían más profundas y frecuentes. Los jadeos no tardaron en inundar la estancia, los cuales eran callados de vez en vez cuando sus labios se unían tan desesperadamente que la saliva resbalaba por su rostro, perdiendo su rastro en algún punto del cuello. El nuevamente erecto miembro del moreno se restregaba deliciosamente contra el sudado cuerpo de Kid, incitándole a llegar al éxtasis una vez más.

- no te vayas...- le murmuró al oído el pelirrojo a Law sin detener el vaivén de sus caderas- no vuelvas a alejarte de mí. Aun cuando yo te lo pida, no vuelvas a dejarme solo... eres nuestro- aquellas palabras le causaron una extraña incomodidad a Law, mas el placer se encargaba de ocultar a la perfección ese sentimiento- cállate... Law es sólo mío... es mío...- ignorando el terror que le causaba escuchar a Kid discutir consigo mismo, el moreno comenzó a besar y succionar la pálida piel del otro mientras le abrazaba con más fuerza, tratando de que se concentrara solamente en él. Sus esfuerzos parecieron dar fruto, pues el pelirrojo dejó de hablar, y en cambio, golpeó los tímpanos de Law con profundos gemidos hasta que eyaculó en su interior, provocando que Law se corriera por segunda ocasión, esta vez entre ambos cuerpos.

En cuanto perdió rigidez, Kid salió con cuidado del cuerpo del moreno y le besó calmadamente mientras sujetaba una de las manos de Law entre la suya, murmurando dos palabras que Law creyó jamás saldrían de sus labios. Con una débil pero bella sonrisa, Law le besó la frente y le acarició los cabellos con su mano libre para arrullarle, mas el pelirrojo se había quedado dormido más rápido de lo que había imaginado. No, era la pérdida de sangre la que le había hecho perder la consciencia...

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En otra parte de Impel Down...

Sus puños impactaban furiosamente contra la pared de la habitación; el estruendoso ruido llamó la atención de más de un guardia, pero nadie se atrevía a entrar a la celda pues corrían el riesgo de convertirse en el siguiente blanco de aquellos golpes.

Las manos de Zoro temblaban por el daño recibido; su sangre goteaba por entre sus dedos, manchando el piso donde estaba parado. La pared se agrietaba cada vez más por cada golpe recibido, y aunque también había sido marcada con la sangre de Zoro, éste no se detuvo. Algunas lágrimas descendieron por sus mejillas, no por el dolor de sus nudillos, sino por lo que había presenciado la noche anterior...

—Zoro Flash Back—

- ¿en dónde te metiste cocinerucho?- la desesperación de Roronoa Zoro se hacía cada vez más grande. Ya había recorrido las partes de la prisión donde posiblemente estaría el rubio, incluida la cocina, mas no logró encontrar siquiera una pista de dónde podría estar en esos momentos.

El mirar hacia el piso sólo lo ponía más nervioso, pues en él se retorcían los presos y guardias que luchaban por su última bocanada de aire antes de perder la vida; los que tenían la fortuna de seguir vivos rogaban porque los dejasen morir, pues en esas circunstancias, morir era un alivio. Lo único que el peliverde esperaba al ver hacia abajo era no encontrar a Sanji ahí, y hasta ese momento, la ausencia del rubio entre la pila de cadáveres y heridos le dio la esperanza de encontrarlo a salvo.

Justo pasaba frente a una de las bodegas cuando algo llamó su atención; aun cuando los guardias eran estrictos con la vigilancia del lugar puesto que ahí se resguardaban los objetos que se confiscaban a los presos, no había nadie vigilando la estancia; es más, la puerta se encontraba semi abierta. Un presentimiento le hizo caminar hasta el almacén; la luz era muy poca, por lo que apenas y distinguía las siluetas de los objetos, pero lo que sí notó con claridad fueron unos ruidos, gemidos para ser exacto. Cualquiera en su situación hubiese ignorado aquel sonido y hubiera seguido su camino, pero Zoro lo conocía perfectamente... llevaba escuchando ese repugnante jadeo por mucho tiempo.

Zoro se quedó estático en la entrada hasta que, repentinamente, los gemidos dejaron de escucharse. Abrió la puerta de golpe para iluminar mejor la estancia; podía ver lo que estaba frente a él, pero el fondo de la habitación seguía estando en penumbras. Fue en esa porción oscura que el peliverde alcanzó a distinguir dos siluetas en el suelo, una irguiéndose frente a la otra. El eco de las pisadas de una persona comenzó a escucharse, y de entre las penumbras, Dracule Mihawk se mostró con una mirada arrogante.

- ya era hora, Roronoa- habló el pelinegro con burla mientras avanzaba hacia Zoro- debo felicitarte, escogiste un culo muy bueno- el corazón del peliverde se encogió, y con miedo, miró hacia el segundo bulto que aún permanecía en el suelo mientras avanzaba hacia éste, pasando junto a Mihawk sin prestarle mayor atención.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo distinguir la figura de un hombre tendido en el suelo con un serio golpe en su cabeza y desnudo de la cintura hacia abajo, con unas pequeñas marcas rojizas, golpes y rasguños marcando la nívea piel, y entre sus piernas, rastros de semen y sangre bajaban por su cuerpo, derramándose en el piso. Era mentira, ¿verdad?... ese no era Sanji, no podía ser Sanji... pero la rubia cabellera, en ese momento teñida en su mayor parte del color de la sangre, le indicaba que lo que había intentado evitar acababa de suceder.

- ¡cabrón de mierda!- con la razón cegada por la ira, Zoro se abalanzó contra Mihawk, mas éste respondió rápidamente al ataque; se llevó la mano a la cruz dorada que colgaba de su pecho y de alguna forma la abrió, revelando un pequeño cuchillo en su interior. El peliverde retrocedió un par de pasos, alcanzando apenas a esquivar el ataque del mayor

- aun eres demasiado lento- el pelinegro lanzó otra rápida tajada a su contrincante, alcanzando a herir su ojo izquierdo. La sangre comenzó a brotar, pero Zoro no se detuvo. Una ráfaga de golpes cayó sobre el pelinegro, de los cuales sólo uno alcanzó su objetivo. Mihawk retiró el hilo de sangre de su labio inferior y regresó el golpe, dejando al menor de rodillas en el suelo, sosteniéndose el abdomen y tratando de recobrar el aliento. Cuando el peliverde logró reponerse, el ex coronel ya se había marchado.

Zoro se vio tentado a perseguirle y darle lo que se merecía, pero ayudar a Sanji era su prioridad en esos momentos. Sus manos se pasearon por el rostro del rubio antes de vestirlo y cargarlo en brazos; debía llevarlo a la enfermería antes de que su condición empeorara.

—End Flash Back—

- no pude protegerle, soy demasiado débil- se repetía Zoro mientras seguía descargando su rabia contra la pared- esto no hubiera pasado si Sanji no estuviera aquí en primer lugar...

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Al día siguiente...

Una ligera risita escapó de los labios de Doflamingo cuando entró a la enfermería; su médico temporal yacía dormido sentado sobre una silla, recargando su cabeza en el brazo de Kid. Junto a la cama donde los dos dormían, el cesto de basura rebosaba en papel higiénico y vendas impregnadas con sangre. El rubio se acercó silenciosamente hacia Law y estiró uno de sus brazos para acariciar su cabello, mas se detuvo en seco cuando el moreno despertó, lo sujetó de la muñeca y apuntó la aguja de una jeringa hacia el dorso de su mano, todo en una milésima de segundo.

- vaya, estás muy diferente hoy, Law~chan- habló el alcaide, mirando el líquido de una extraña tonalidad verdosa contenida dentro de la jeringa- ¿acaso te pasó algo bueno? Según los guardias, estuviste muy ocupado anoche, fufufu~

- ¿qué quieres?- preguntó sin más el pelinegro al ponerse de pie, soltando al rubio y regresando su atención a Kid. Dejó la jeringa a un lado y en su lugar tomó otra de contenido color ámbar, la cual aplicó en la vena del brazo del pelirrojo

- debes realizar una revisión de rutina a tus pacientes. Pero ya que ellos no pueden salir, irás a visitar a todos y cada uno de ellos, yo mismo te acompañaré- el rubio intentó abrazarle, pero Law lo retrocedió- por cierto, sobre nuestra charla de ayer... algunos de los presos que lideraban el motín han confesado, así que espero por tu bien y el de Eustass que tu historia concuerde con la de ellos- esta vez el moreno dejó que el brazo del alcaide lo rodeara por la cintura, atrayéndolo más hacia sí- no me estás mintiendo, ¿cierto, monada?- el pelinegro negó con la cabeza y desvió la mirada- entonces, vayamos a revisar a tus pacientes. Todos los guardias están custodiando, así que te será fácil identificar al que te dio la orden... ¿cuánto tiempo dormirá ese monstruito tuyo?- preguntó refiriéndose a Kid

- acabo de inyectarle un sedante, estará así unas 6 o 7 horas

- en ese caso debemos darnos prisa, hay mucho trabajo que hacer- el rubio salió de la enfermería, dejando que Law preparara lo que necesitaba para atender a las víctimas del motín.

Un rato más tarde, Law salió con un enorme botiquín en mano, y junto con el alcaide y un par de guardias, comenzaron a recorrer Impel Down, atendiendo a los heridos. Primero se atendió a los guardias y luego a los presos; los que estaban en estado crítico tenían preferencia sobre los que todavía podían ponerse de pie por su cuenta. Gracias al impecable trabajo de Law no se había presentado ni una baja, por el contrario, todos parecían estar sanando más rápido de lo normal. Al cabo de algunas horas, Law y compañía llegaron a la zona de confinamiento para revisar al único preso que había logrado escapar durante el motín y que estaba herido... Roronoa Zoro.

Fue en ese lugar donde Law levantó una de sus manos, señalando a uno de los guardias encargados de custodiar esa sección; un hombre alto de cabello negro y ojos dorados, quien permanecía de pie frente al área de celdas. La celda de Zoro fue abierta para Law, quien enseguida entró junto con los guardias para inmovilizarlo y curar las heridas que él mismo se había provocado mientras que el alcaide permanecía afuera, con la mirada fija en aquel guardia...

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Horas más tarde, en la oficina del alcaide...

Doflamingo leía con atención los papeles entre sus manos mientras sus piernas descansaban sobre su escritorio. De vez en cuando, cruzaba las piernas, se acomodaba en su silla y seguía leyendo. Pasó un rato antes de que alguien llamara a la puerta, por lo que dio la afirmativa para que su visitante pudiera pasar.

- ¿me llamó, alcaide?- preguntó el guardia desde el umbral, atrayendo la atención de Doflamingo. El rubio levantó la mirada hacia el recién llegado, y con una señal silenciosa, le indicó que pasara y tomara asiento frente al escritorio. El guardia así lo hizo, cerró la puerta al entrar y se acomodó frente a su superior, quedándose en silencio un par de minutos antes de que el alcaide dejara los papeles que sostenía sobre el escritorio

- ¿no cree que se ha divertido bastante, señor Dracule?- habló desafiante el alcaide, apoyando los codos sobre el escritorio y recargando su mentón en sus manos entrelazadas

- ¿disculpe?

- le he preguntado que si no se ha divertido lo suficiente, Coronel- el pelinegro seguía sin enterarse de qué iban sus palabras, o al menos eso aparentaba- le dejé entrar a Impel Down porque tenía curiosidad por saber qué quería en este lugar, pero después del motín, todo me queda muy claro...

- ¿quiere ir directo al grano, alcaide?

- ¡fuiste tú!- el rubio se levantó violentamente del asiento, golpeando el escritorio con sus puños y enfrentando cara a cara a su subordinado- hemos interrogado a los presos que causaron los mayores disturbios durante el reciente motín, y todos nos dijeron lo mismo "El guardia de los ojos dorados nos obligó a hacerlo"

- es obvio que mienten, ¿qué motivo podría tener para organizar un motín?

- el Proyecto H.I.K.E.N.- algo en la mirada de Mihawk cambió al escuchar el nombre- tus superiores quieren su preciada arma de vuelta, ¿no es así?... y el motín fue el instrumento para poder desencadenar a la bestia- el silencio del pelinegro le daba la afirmativa- ¿por qué el repentino interés en ese muchacho después de que ustedes mismos lo encerraron aquí?

- no es asunto suyo, alcaide. Lo único que debe importarle es reformar a cada uno de los prisioneros para que puedan reintegrarse a la sociedad

- eso, quizá, aplique en otras prisiones, pero ésta es una prisión con otra finalidad. Impel Down no se construyó para reintegrar a sus prisioneros a la sociedad sino para encerrar a los monstruos que la sociedad ha creado. Y ya que Ace es un "error" más que debe permanecer en secreto, se quedará en Impel Down

- el interferir con asuntos del ejército y el gobierno...

- interferir con el gobierno me importa una mierda. Aquí soy yo quien hace las reglas, y si digo que Portgas D. Ace se quedará en esta prisión, así será

- en todo caso, ¿por qué está interesado en él?

- porque el ejército está interesado en él- afirmó con una enorme y casi aterradora sonrisa- además, si no está aquí, este lugar sería muy aburrido- el alcaide caminó tranquilamente a la entrada de su oficina y abrió la puerta, dejando pasar a tres de sus guardias- deténganlo- les ordenó, a lo que los oficiales respondieron de inmediato. Sin oponer mayor resistencia, Mihawk se dejó poner las esposas- Dracule Mihawk, quedas destituido como guardia de esta prisión por atentar contra la seguridad de Impel Down. Serás enviado a la prisión de Enies Lobby con una sentencia de 7 años, pero con tus influencias, seguramente ese tiempo se reduce un poco

- estás cometiendo un grave error- hablaba el pelinegro con verdadera ira en su mirada- nunca he fracasado en una misión y definitivamente no empezaré ahora. Regresaré...

- llévenlo a una de las celdas mientras arreglo el papeleo- los guardias arrastraron al pelinegro fuera de la oficina del alcaide. Doflamingo volvió a sentarse junto a su escritorio, estirando sus brazos antes de tomar unos documentos- te estaré esperando, Mihi-chan~

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Esa noche...

Dentro de esa celda, Ace no podía hacer más que mirar hacia la nada, perdiéndose en sus recuerdos. Estar en ese sitio le recordaba aquella habitación donde estuvo recluido con su hermano y los demás niños del orfanato, sólo que había dos grandes diferencias a su situación actual; en primera, estaba imposibilitado para mover algo más que no fuesen sus párpados o los músculos de su rostro, y en segunda, estaba completamente solo.

Lo único que le indicaba cuánto tiempo había pasado era la visita de los guardias 8 veces al día, con intervalos de 3 horas según había contado... ¿Cuánto tiempo podría resistir en ese sitio sin enloquecer? ¿Un mes, un año, diez años? Si había que ser sincero, esperaba que su tiempo no fuera más de una semana, después de todo ya no tenía motivos para seguir con vida. Ace estaba por quedarse dormido cuando escuchó la puerta del lugar abrirse. Era extraño, hace menos de una hora que el guardia había hecho su ronda, ¿o acaso ya no era consciente del transcurrir del tiempo?

- hola Ace- le saludó una voz que le era odiosamente familiar. Akagami lo contemplaba desde fuera de la celda con una expresión serena a pesar de que Ace demostraba en su mirada la ansiedad por molerlo a golpes- alguien ha venido a visitarte...- hizo una seña con la mano, llamando a alguien que no entraba en el campo de visión del pecoso; mas al escuchar los apresurados pasos de unos ligeros pies, supo enseguida quién era...- tengo algunos amigos entre los guardias, ellos me ayudaron a esconderlo durante el motín...

- ¡¡ACE!!- no podía creerlo, su pequeño hermano estaba ahí, frente a él, llamándole- ¡¡ACE, ACE!!- volvió a decir, golpeando el cristal con sus manos- ¿puede escucharme?- preguntó inocentemente al pelirrojo, pues su hermano mayor no había dicho nada, o más bien, no podía... sus sentimientos chocaban unos contra otros, agolpándose en su garganta

- claro que puede escucharte, es sólo que está tan contento de verte que no puede ni hablar- respondió el mayor

- Ace...- la amplia sonrisa de Luffy se dibujó en su rostro, desmoronando a su hermano; sin poder evitarlo, Ace comenzó a llorar, Luffy realmente estaba a salvo; su amado Luffy estaba bien- Shanks, tienes que sacarlo de ahí...

- lo siento Luffy, pero ni siquiera yo puedo burlar la seguridad de esta celda- el pequeño pareció desanimarse, por lo que el pelirrojo lo sujetó de los hombros y le sonrió- no te preocupes, tu hermano y tú pueden volver a estar juntos, pero eso depende totalmente de Ace. Si los guardias consideran que ya no representa una amenaza, el alcaide lo liberará. Así que, Ace...- habló, esta vez dirigiéndose al mayor de los hermanos D- procura ser un buen chico y pronto podrás estar con tu hermanito de nuevo. Mientras tanto, yo puedo cuidar de Luffy en tu ausencia... tienes que confiar en mí- con las lágrimas aun bajando por sus ojos, Ace asintió como pudo- es una promesa...- con una suave caricia, Shanks despeinó los cabellos del pequeño Luffy antes de caminar hacia la puerta principal- aún nos quedan unos minutos, los dejaré solos- al llegar a la puerta de metal, recargó su espalda sobre ella y se dedicó a observar de lejos a Luffy- me pregunto si Law ya habrá hecho lo que le pedí- meditaba el pelirrojo, con una dolorosa opresión en su pecho

¿Estaba bien? Acababa de traicionar a su amado Mihawk para proteger a esos dos hermanos, pero de alguna forma, sabía que era lo mejor. Aquella venganza dejó de tener sentido cuando se involucraron personas inocentes; no tenía por qué sentirse culpable, seguía ayudando a Mihawk, aunque de diferente manera... si Mihawk se alejaba de Zoro, cabía la posibilidad que olvidara su resentimiento hacia él. Aun así, sabía lo persistente que era el pelinegro, seguramente buscaría la forma de llegar a Zoro una vez más... y cuando eso pasara, estaría listo...

Los pasos de Luffy le indicaron que ya era hora de marcharse. En cuanto tuvo al pelinegro enfrente, lo tomó de la mano y juntos salieron de la celda, prometiéndole que lo llevaría a visitar a Ace nuevamente en cuanto tuviera oportunidad.

En tanto, Ace miraba con ternura aquella marca que Luffy había dejado sobre el cristal cuando colocó sus labios sobre éste antes de marcharse... si algún día lo liberaban, lo primero que haría sería probar esos deliciosos labios...

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La mañana siguiente...

Los guardias comenzaron su rutina matinal en cuanto dieron las 7am. Despertaron a cada uno de los presos y atendieron a aquellos heridos que lo necesitaban. Al asegurarse que todo estaba en orden, el desayuno comenzó a repartirse; éste consistía en un plato de sopa de vegetales, un trozo de pan duro y un vaso con agua

- Kuroashi, el desayuno- llamó uno de ellos al rubio, quien seguía recostado en su cama. Sanji se levantó perezosamente y caminó hacia al guardia encontrándose que, no sólo la puerta se encontraba abierta, sino que el guardia llevaba dos bandejas de comida

- disculpe, ¿por qué...?- pero antes de que el cocinero pudiera preguntar, apareció otro guardia escoltando al preso que compartía celda con él- marimo...

- entra Roronoa- le ordenó el segundo guardia tras quitarle las esposas. Cabizbajo, Zoro tomó una de las bandejas y entró a la celda, sentándose a la orilla de la cama inferior.

- tienen media hora para comer- el otro guardia le entregó su desayuno a Sanji y, tan pronto la puerta de la celda se cerró, el par de guardias se marcharon.

El rubio se detuvo unos instantes a mirar su comida antes de regresar su vista al marimo; ahora que lo observaba con más detalle, notó que estaba herido... llevaba un parche hecho de gasas sobre su ojo izquierdo y ambas manos iban vendadas. Cuando el peliverde tomó la cuchara, pudo ver cómo sus dedos temblaban, como si el simple hecho de levantar el cubierto fuera la tarea más difícil. Sanji colocó su bandeja en el piso y caminó hasta el peliverde, poniéndose de cuclillas frente a él

- déjame ayudarte- el rubio estiró su mano para tomar la cuchara de manos de Zoro; pero antes de que siquiera alcanzase a tocarlo, Zoro le dio un fuerte manotazo al otro, obligándole a retroceder- ¿qué demonios te pasa estúpido marimo?

- no necesito tu ayuda

- no seas necio, al menos...

- ¡déjame tranquilo, joder!- su bandeja de comida terminó impactándose contra la pared cuando el peliverde la arrojó- no quiero verte... aléjate de mí...

- oh, ya veo- una sonrisa pícara apareció en el rostro del cocinero- ¿no será que quieres saltarte la comida e ir directo al postre?- dijo provocativamente mientras paseaba una de sus manos por su pecho. Su plan era simple, seducir al marimo para calmar su enojo, quizá así volvería ser el mismo. Sin embargo, contrario a lo que pronosticó, Zoro se levantó de la cama más enfadado que al principio, y lo sujetó por el cuello de la ropa, levantándolo del piso y estrellándolo contra los barrotes de la celda

- no hay nada que me joda más que una puta fácil. Si no quieres que te destroce esa cara de niño bonito que tienes, no te acerques a mí- amenazó, dándole un nuevo golpe contra los barrotes

- no entiendo...- su cuerpo había comenzado a temblar, ¿por qué Zoro lo estaba tratando de esa manera?- creí que...

- ¿qué sentía algo por ti? No me hagas reír, putita. El único interés que tenía por ti era follarte, pero ya que dejaste que un desconocido te diera por el culo, no quiero que vuelvas a tocarme. Me das asco...- el peliverde lo lanzó con violencia al piso, haciendo crujir sus huesos con el impacto- ya no me sirves más...

- pero... yo te...- mas antes de que pudiese terminar de hablar, Zoro se arrojó sobre él, tomó un trozo del vaso que estaba en el piso y apuntó su filo hacia la garganta del rubio, quien no pudo hacer más que cerrar los ojos

- ¡¡Roronoa!!- ni siquiera se había dado cuenta en qué momento habían entrado los guardias, quienes sometieron al peliverde con extraña facilidad- ¿lo llevamos de nuevo a confinamiento?

- no, sólo basta con cambiarlo de celda- dijo el otro mientras se llevaban a Zoro del lugar.

Mientras tanto, Sanji no lograba reaccionar, las palabras de Zoro le habían herido demasiado. De pronto, sintió algo cálido recorrer una de sus mejillas, y al llevarse una mano hacia el rostro, pudo sentirlo... eran lágrimas, pero... él no estaba llorando, al menos no todavía; esas no eran sus lágrimas, ¿acaso Zoro...?

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Unos días más tarde, el jurado volvió a procesar el caso de Kuroashi Sanji, y a la luz de nuevas evidencias, le exoneraron de todos sus cargos y, con un simple "lo sentimos", fue liberado de Impel Down...

Continued...

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chan chan chhaaaaan!!!! D:

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