2. Las Reglas del Juego
hola!! perdón la tardanza, me fui de vacaciones y no llevaba el archivo. En fin, espero estén disfrutando la historia
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2. Las reglas del juego
Sanji se detuvo en seco, mirando a aquel hombre que, por el aspecto de su cabello, le recordó a un marimo... se le escapó una pequeña risita, haciendo que el otro recluso le mirara... casi podía jurar que trataba de matarlo con sólo verlo, lo que le heló la sangre.
- camina- le ordenó el guardia al rubio, obligándole a seguir su camino. Fue guiado hasta el comedor, en donde se notaban claramente los grupos que había dentro de la prisión. Se formó en la fila para recibir su alimento del día, una masa extraña de color gris, un vaso de agua y una hogaza de pan.
En esas condiciones, Sanji dudaba mucho poder sobrevivir los veinte años que había dictado el juez. Tomó su charola y caminó entre las mesas, buscando un lugar desocupado, mas los demás reclusos prácticamente lo violaban con la mirada, asiéndole sentir asqueado y sucio. Uno de los presos le llamó con un ademán, a pesar de su aspecto, era de los pocos que no le miraban lujuriosamente, así que se acercó a él, sentándose en la mesa.
- así que tú eres el nuevo- el rubio lo observó bien mientras le hablaba; un hombre moreno de cabello negro, patillas un tanto largas y una barba que adornaba su rostro junto con un par de arracadas doradas en cada oreja. Pero lo más destacable eran sus tatuajes en brazos y manos, y la palabra "Deth" escrita en los nudillos de su mano izquierda- Trafalgar Law- se presentó, extendiéndole la mano
- Kuroashi Sanji- correspondió el saludo antes de empezar a comer
- eso lo sé- habló el otro mientras tomaba la cuchara- eres el de hace un rato en la ducha- el rubio se congeló... ¿lo había visto?- sé lo que piensas, "esos tipos son unos cerdos", "¿por qué nadie me ayudó?"... ¿no es cierto? pues te lo diré de una vez, aquí cada quien cuida de sí mismo, así que no esperes benevolencia de otros...
- ¿entonces por qué me cuentas esto?
- hay muchas personas interesadas en ti- afirmó con malicia- en este sitio, si no le perteneces a uno de los poderosos, estás destinado a padecer cosas mucho peores que lo que te ocurrió en la ducha
- ¿per... pertencer?- Sanji tragó saliva- ¿qué quieres decir?
- ¿a caso eres monja o qué? Con pertenecer me refiero exactamente a eso; Impel Down se rige por pequeños grupos, muchos ellos sin importancia, mas hay 5 personas a las que nadie se atreve siquiera a mirar a la cara, ni siquiera los guardias... aunque hay 2 de ellos de los cuales no debes preocuparte, uno de ellos fue mandado a confinamiento solitario hace unos meses por asesinar a varios reclusos y herir algunos guardias; en cuanto al otro, bueno, digamos que fue una de las víctimas del primero- hace mucho que el rubio había dejado de comer, sólo se dedicaba a escuchar atentamente a Law- los otros tres están por ahí...- empezó a señalar uno a uno con la mirada- ese tipo es Crocodile, el que más privilegios tiene en esta prisión, pues está bajo protección del director de Impel Down, Donquixote Doflamingo...- dirigió su vista a otro lado- el de allá es Portgas D. Ace, a simple vista puede parecer débil e incluso torpe, pero cuando se trata de su hermano, puede hacer cosas horribles- hizo una pequeña pausa antes de mirar la mesa que estaba al fondo de la sala- y por último, Eustass Kidd. Puede dejar medio muerto a un hombre con un solo golpe... y si quieres que los demás internos te dejen en paz, tienes que estar con alguno de ellos... y para ser de su banda, la regla es simple, debes entregarle tu culo al jefe...
- ¡¿qué?!- gritó alarmado el rubio- ¡¿no sería exactamente lo mismo?!
- claro que no. El jefe lo haría solamente una vez, a menos, claro, que te vuelvas su "perra" preferida; y en el caso de mi jefe, Eustass Kidd, el puesto ya está ocupado
- ¿por quién?
- lo estás mirando- dijo despreocupadamente sin dejar su comida. Sanji quedó con la boca abierta, ¿cómo podía decir todo eso con tanta naturalidad?- así que, como vez, sólo tienes tres opciones, volverte uno de los jefes; dejarte follar por uno de los poderosos o volverte la puta comunitaria de Impel Down... ¿qué decides?
- ...- Sanji se quedó sin habla... era imposible que pudiera volverse uno de los importantes en esa prisión, sólo bastaba con ver a aquellos tipos... mas al mirar el lugar detenidamente, cayó en cuenta de algo- ¿en dónde está?- susurró para sí mismo
- ¿buscas a alguien?- inquirió de pronto Law, pues había logrado escucharlo
- algo así... cuando me traían hacia acá había un tipo de cabello verde que...- mas paró su narración al ver la expresión del otro- oi, Law...
- Roronoa Zoro...- dijo en voz baja- tengo que irme- se puso de pie y tomó su charola de comida- piensa en nuestra oferta- concluyó con media sonrisa antes de marcharse.
El rubio miró cómo se alejaba y regresó su vista a su comida; no lucía precisamente comestible y tampoco tenía mucho apetito debido a lo que pasó en el baño, pero si quería sobrevivir en ese sitio, no tenía más que adaptarse. Mientras comía, repasaba las palabras de Law en su mente, si había de ser sincero, la propuesta del moreno era la mejor opción... suspiró derrotado y terminó sus alimentos para luego ser llevado a su celda.
No hacía más que dar vueltas en su cama, tratando de conciliar el sueño... apenas cerraba los párpados y las caras de aquellos hombres regresaban a su mente, obligándole a abrirlos nuevamente. Se sentó en la cama, mirando cada pared de su celda, aunque con la oscuridad, no había mucho que ver. Una pequeña luz apareció en el pasillo, la cual se fue haciendo más intensa... alguien se acercaba. Escuchó pasos aproximándose, y de pronto, la luz le dio directo en la cara, cegándolo momentáneamente; un chirrido metálico le indicó que su celda había sido abierta...
- hey, Kuroashi- le llamó el guardia, quitándole la luz de la linterna de la cara- saluda a tu nuevo amiguito, Roronoa Zoro- el rubio abrió lentamente a los ojos, encontrándose con el mismo hombre de pelo verde que vio entrar en las duchas- yo en tu lugar, tendría mucho cuidado con él, jajaja- se mofó el guardia, quitándole las esposas al recién llegado y metiéndolo a la celda- no por nada estuvo en confinamiento solitario estos últimos meses...- el guardia cerró la celda y, a paso lento, se alejó.
- soy Sanji- sonrió nerviosamente en señal de saludo, mas el otro sólo le miraba fijamente, con ningún tipo de emoción reflejada en su rostro. El peliverde se deslizó silenciosamente en la celda, recostándose en la cama de abajo sin decir nada más. Sanji se asomó desde arriba; su nuevo compañero estaba de espaldas a él, aparentemente dormido; el rubio decidió no darle importancia al asunto y, nuevamente, hizo el intento de dormir un poco...
A primera hora de la mañana, los reclusos fueron llevados al comedor para el desayuno. Al contrario del día anterior, todo estaba en extremo silencio, sobre todo cuando los reos vieron al llamado Roronoa Zoro... todos se alejaban de él en acto reflejo, como si portara alguna especie de virus mortal... el peliverde, en cambio, no ponía atención a su alrededor, sólo tomó su charola de comida y se fue a la mesa más alejada. Por alguna razón que no entendía muy bien, Sanji sintió la necesidad de ir a comer junto a él, mas una mano en su hombro lo detuvo.
- buenos días, Kuroashi- le saludó Law, obligándole mirarlo- escuché por ahí que pusieron a Roronoa en tu celda...
- ¿el marimo?- preguntó señalando al peliverde. Law sólo asintió- sí, ¿por qué?
- vaya, entonces debes empezar a preocuparte...
- ¿de qué?
- ¿recuerdas lo que te conté ayer? Sobre los 5 jefes en esta prisión... Roronoa es uno de ellos...
- ¿fue el que...?- un asentimiento por parte del otro lo dejó sin aliento; no podía negar que, en algún modo, ese hombre se veía feroz, pero, ¿asesino? Y no había asesinado a cualquiera, sino a uno de los cinco grandes de Impel Down, eso explicaba el por qué todos parecían evitarlo-... así que, me temo que tendremos que acelerar las cosas. Dime, ¿qué decidiste?
- ¿no tengo otra opción, o sí?- sonrió con tristeza
- eres muy listo- el moreno lo soltó- Kidd te verá en cuanto los guardias se vayan
- ¿se van?- enarcó una ceja, confundido- ¿cómo que se van?
- algunas veces, los guardias nos dejan andar por ahí un rato, como una especie de recreo. Sólo nos vigilan a través de cámaras... en fin, nos vemos en un rato- dijo Law antes de regresar con su jefe. Sanji sólo suspiró y se sentó en la única mesa vacía que quedaba par poder desayunar... ahora que ponía un poco de atención, los demás reos habían dejado de atosigarlo desde que Law se le había acercado
- [[quizá... no sea tan malo]]- pensó el rubio, derrotado. Entregarle su virginidad a ese hombre era un precio bajo considerando lo que las demás bestias de la prisión podrían hacerle.
En cuanto el desayuno terminó, los guardias fueron desapareciendo lentamente hasta dejar solos a los reos. Todos los reclusos se dispersaron en cuestión de segundos, por lo que Sanji se levantó de su sitio y fue a caminar un rato por ahí. Involuntariamente, el rubio siguió los pasos de Zoro hasta el patio donde había canchas de diferentes deportes, algunas pesas y un par de gradas. Nada más al llegar, el peliverde se tumbó cerca de una reja, cruzó sus brazos tras su nuca y se quedó instantáneamente dormido.
- ¿pero qué le pasa a ese cabeza de alga?- decía molesto, observando al susodicho. A pesar de que compartían celda, no habían cruzado palabra alguna, y eso, por algún motivo, le hacía enfurecer.
Decidió no darle importancia y siguió recorriendo el patio; algunos reos jugaban baloncesto, otros levantaban las enormes pesas, y el resto sólo vagaba por ahí y fumaba un poco... ¡momento! ¿Fumaba? ¿De dónde habían sacado cigarrillos? Debía averiguarlo a como diera lugar, pues ese ya era su tercer día sin nicotina y comenzaba a hacerle falta. Al ver que uno de los que fumaban era Law, se acercó cauteloso al grupo, llamando la atención del moreno. Law sonrió de medio lado y se acercó al rubio, ofreciéndole un tabaco que el otro no dudó en tomar. Antes que Sanji pudiera encender el preciado cigarrillo, Trafalgar lo haló del brazo y comenzó a caminar con él, alejándose de los demás.
- escucha atentamente, Sanji- le habló serio el otro- lo único que tienes que hacer es guardar silencio y hacer todo lo que Kidd diga- esas palabras... ahora sabía a dónde lo llevaba- estarás bien- fue conducido hasta un estrecho espacio entre dos de los edificios de la prisión, en donde ya lo esperaba el pelirrojo. Law lo puso frente a su jefe y se alejó lo suficiente
- vaya- Eustass le miró de arriba a abajo, relamiéndose los labios- se ve más apetitoso de cerca- tomó a Sanji del brazo y lo azotó contra la pared, acorralándolo entre ésta y su fornido cuerpo. Sujetó al rubio por la barbilla, tirándole el cigarrillo de la boca y obligándolo a levantar la mirada; lo único que Sanji veía en ese rostro era lascivia pura. Desvió su mirada de aquel sujeto, conteniendo sus ganas de golpearlo... El otro se inclinó un poco más hacia el rubio, paseando su lengua por toda su cara, haciéndole estremecer- estás temblando... ¿es tu primera vez con un hombre?- Sanji no supo si contestar o no, así que permaneció en silencio. El pelirrojo dio una lamida más en su mejilla antes de besar a su víctima, adentrando su lengua en la cavidad del rubio.
Aquello le causaba náuseas, pero tenía que resistir... Sanji cerró sus ojos con fuerza mientras se dejaba hacer; Kidd se pegó más a su cuerpo, dejándole sentir el duro bulto entre sus pantalones. El pelirrojo soltó sus labios y se dirigió al cuello, concentrándose en marcar esa zona con sus dientes mientras sus manos recorrían su cuerpo.
En tanto, Law, quien se suponía que vigilaba que nadie se acercara, miraba con desprecio la escena... no podía aceptar que ese hombre ocupara el sitio que le correspondía, aunque fuera sólo un momento. Apretó los nudillos e intentó desviar la mirada, mas los pequeños gemidos del rubio le hicieron mirar otra vez; Kidd masajeaba la hombría de Sanji por encima de la ropa, robándole no sólo suspiros, sino también unas cuantas lágrimas. Las ganas de ir y apartar al rubio de un golpe se estaba apoderando de él; sin embargo, un golpe en su nuca lo dejó inconsciente en un instante, sin darle la oportunidad de reaccionar.
Kidd estaba tan entretenido en lo que hacía que no vio que había alguien más en el estrecho callejón hasta que alguien lo haló por el hombro y le soltó un puñetazo en la cara, tirándolo al suelo.
- ¿qué crees que le haces a mi propiedad, Eustass?- la desconocida voz obligó al rubio a abrir los ojos... no podía creerlo, ¡era el marimo! Pero, ¿por qué le ayudaba?- como vuelva a ver tu asquerosa presencia cerca de él, juro que te castro con mis propias manos- y sin decir más, levantó al rubio y lo cargó cual costal de papas sobre su hombro, sacándolo del callejón.
Los demás reclusos sólo veían cómo Sanji era llevado por el peliverde de regreso a la celda que compartían. En cuanto llegaron, Zoro cerró la celda y arrojó al rubio en la cama de abajo
- te agradezco- dijo el rubio, suspirando aliviado
- ¿agradecerme el qué?
- el que me salvaras de ese tipo
- ¿quién te salvó?- Sanji le miró confundido- ¿no escuchaste?- Zoro se trepó en la cama, colocándose sobre el rubio y sujetándole las muñecas contra el colchón- eres mío...- le dedicó una mueca lujuriosa antes de devorar sus labios con vehemencia.
El rubio hacia el esfuerzo por soltarse, después de todo, lo único que había cambiado de su situación era el sujeto que tenía encima. La lengua del contrario recorría su cavidad con increíble maestría, haciéndole sentir a Sanji un agradable calor que lo recorrió completo. Mas ambos necesitaban un respiro, así que Zoro deshizo el beso para respirar un poco antes de bajar sus labios al cuello del rubio.
- suéltame marimo pervertido... ahhh- reclamaba el rubio aún intentando soltarse, pues el hecho de que aquello se sintiera tan bien comenzaba a asustarlo. De pronto sintió un intenso dolor en su cuello, el peliverde mordía su piel con tal intensidad que comenzaba a sangrar- ¡serás cabrón!
- ¿no pensabas hacer lo mismo con Kidd?- dijo el peliverde apartándose un poco de su cuello, saboreando la sangre ajena que escurría por sus labios- soy mucho mejor que él, ¿sabías?- le susurró al oído- así que todo depende de ti... puedo subirte al cielo... o arrastrarte al infierno...- lamió la oreja de Sanji antes de regresar a su cuello, mordiéndolo repetidas veces, justo en donde habían estado anteriormente los labios del pelirrojo, intentando borrar su sucia marca de la piel del rubio.
Y mientras marcaba su propiedad, Zoro movía lentamente sus caderas, frotando su hombría con la del contrario, logrando subirle el calor al cuerpo debajo de él. En cuanto se hartó del cuello, soltó momentáneamente uno de los brazos de Sanji para desabrochar la camisa y subir la playera hasta que ésta quedó detrás de su cabeza, impidiéndole al rubio mover sus brazos libremente y dejando su níveo torso a merced del otro.
- te odio...- habló Sanji mirándole con desprecio mezclado en placer, estaba demasiado excitado como para pensar claramente- ahh... maldito...- Zoro lamió uno de sus pezones, succionando fuertemente antes de pasar al siguiente, mientras sus manos acariciaban su vientre, descendiendo poco a poco hasta llegar al límite del pantalón, el cual bajó de un solo tirón junto con la ropa interior, arrojando las molestas prendas a alguna parte de su celda- ¡no me mires, marimo de mierda!- le lanzó una patada dándole de lleno en el rostro.
- bastardo- Zoro tomó el pie que tenía en la cara y lo sujetó del tobillo, apretándolo con fuerza hasta que algo dentro de él tronó. El rubio gritó al sentir un insoportable dolor... algo se había roto o al menos lastimado, estaba seguro. Las lágrimas al fin corrieron por su rostro, prueba infalible de lo que estaba sintiendo en esos momentos.
El peliverde aprovechó el descuido de Sanji para acariciar sus piernas y hundirse entre ellas, recorriendo parsimoniosamente sus muslos, dejando su huella en cada porción de piel que tocaban sus labios. El rubio ya no pudo oponer resistencia, dejó que Zoro engullera su hombría por completo, estimulándola con pequeños mordiscos y lengüetadas... inconscientemente, los gemidos empezaron a brotar de sus labios, ¿qué parte de ese morboso juego le parecía excitante? ¿El dolor, la humillación o el simple hecho de que su amante de turno era un hombre?... no estaba seguro y tampoco le importó averiguarlo, lo único que deseaba el rubio en esos momentos era...
- métela de una maldita vez...- habló entre suspiros. Zoro le miró sin dejar de saborear su miembro; sonriendo malicioso mientras se bajaba los pantalones.
Roronoa se levantó un poco, apuntando su excitado miembro a la entrada del rubio con una mano mientras que la otra levantaba su pierna herida. Introdujo su virilidad de un solo golpe, arrancándole otro desgarrador grito a la garganta de Sanji antes de empezar a moverse. Primero lo hizo lentamente, introduciéndose lo más que podía para luego salir completamente y repetir el acto otra vez; mas el ritmo aumentaba de a poco, destrozando todo a su paso.
- que mojado está aquí dentro- decía Zoro sin detener el frenético vaivén
- aahhh... du... duele... ahhh... imbécil...- después de tanto movimiento, al fin había logrado quitarse la camisa, pero en lugar de apartar al peliverde, lo atrajo con sus brazos, aferrándose desesperadamente a su espalda- ahhh... para... vas... vas a matarme...
- ¿te gusta que te den fuerte, perra?- dio una embestida más enérgica que los anteriores, tocando algún punto sensible del otro, haciéndole perderse en la lujuria- déjame decirte algo... si dejas que alguien más te ponga una mano encima... realmente voy a matarte...
- desgraciado... ahhh... de nuevo... justo ahí...- ya no sabía ni siquiera lo que decía, el placer lo tenía totalmente segado. La mano del otro sujetó su hombría, masajeándola al compás de de sus caderas- esp... ahhh... me... me... ahhh...- mas Zoro detuvo todo movimiento- maldito marimo...- se quejó el rubio
- ¿quieres que siga, putita?
- s... sí... fóllame duro, marimo...- ante sus palabras, el peliverde continuó profanando y masturbando a Sanji gustoso hasta que éste se corrió en su mano. Zoro quitó todo rastro de aquella sustancia de sus dedos con su legua, saboreando hasta la última gota; unos momentos después, Zoro se vino dentro del rubio, llenando todo en su interior con su semilla, la cual se mezclaba con la sangre que emanaba del cuerpo del otro. Sanji dejó caer sus brazos en la cama, totalmente exhausto.
Zoro salió sin cuidado alguno del cuerpo de Sanji, respirando agitadamente y con el cuerpo bañado en sudor. Se acercó a los labios del otro, besándolos vorazmente para luego apartarse de él.
- no estuvo tan mal para ser tu primera vez- le habló al rubio, quien parecía estar más inconsciente que despierto- será mejor que te acostumbres... no voy a soltarte tan fácilmente...- sonrió para sí, viendo cómo el otro, lentamente, cerraba los ojos...
Continued...
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