18. Algo que no quiero que sepas, parte 3
holi de nuevo!! owo/ les traigo otro zukulentoso capítulo, espero lo disfruten
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18. Algo que no quiero que sepas, parte 3
Aquella pelea seguía resonando incansable en su cabeza, era como revivirla una y otra vez. El bajar la guardia frente al rubio le había costado muy caro, ahora Sanji no lo miraba ni siquiera por equivocación, y eso realmente le dolía. Aun cuando ya le había pedido disculpas al rubio antes, esta vez no estaba seguro de cómo acercarse a él, pues además de que estaba enfadado, Sanji seguramente le pediría una explicación, y no estaba dispuesto a decirle la verdad y tampoco tenía una buena excusa. Mas ese no era el único problema; el sólo pronunciar el nombre de ese sujeto y todo lo que había sufrido a causa de él le bloqueaba la garganta, impidiéndole hablar del asunto aunque quisiera; ¿acaso así se sentía temerle a alguien?
Un poco de brillo apareció en las pupilas de Roronoa Zoro al ver a su querido rubio deambulando por la prisión, aunque no se notara muy contento. Lo que más anhelaba en ese momento era estrecharle entre sus brazos, sentir su calor, disfrutar su aroma... cualquier cosa que le ayudara a olvidar a ese hombre unos instantes
- Roronoa- le llamó alguien a sus espaldas- no te muevas y escucha atentamente, tengo un mensaje de mi jefe para ti- se quedó en silencio mientras miraba al piso, tratando de reconocer la silueta del sujeto que estaba detrás de él- "Tu juguetito parece muy divertido. Lo tomaré prestado"- tras decir aquello, el hombre comenzó a reír como desquiciado
- no puedes...- pronunció asustado el peliverde, entendiendo perfectamente el mensaje. Quizá el que estaba detrás no era Mihawk, pero sabía que aquellas palabras eran suyas. El sólo pensar que algo pudiera pasarle a Sanji le nubló la razón; se giró con agilidad y golpeó al sujeto tras su espalda, tumbándole rápidamente. Se abalanzó contra él y siguió atacándole con sus puños cerrados; de ninguna manera permitiría que Mihawk le tocara un solo cabello al cocinero. La sangre del oficial salpicaba por todas partes, incluso en el rostro de su atacante. Poco después, algunos guardias lograron detenerle al fin, salvando lo que quedaba de su compañero.
- llévenlo a confinamiento- escuchó la orden del alcaide, haciéndole temblar
- no... allí no... por favor....- si regresaba a ese sitio seguramente ese hombre estaría ahí también. El sólo sentir las esposas sobre sus muñecas aumentó su temor- ¡por favor, no! ¡No me lleven a ese sitio! ¡No!- luchó desesperadamente para liberarse; ¡ese hombre estaba ahí! ¡Mihawk estaba ahí! Antes que regresar a ese lugar prefería morir. Hizo el intento de arrancarse la lengua con los dientes, seguramente la hemorragia sería suficiente para matarlo o al menos podría ahogarse en su propia sangre; sin embargo, al darse cuenta de sus intenciones, los guardias rasgaron un trozo de su ropa y lo colocaron en su boca para evitar que se mordiera antes de aturdirlo con choques eléctricos hasta dejarle inconsciente.
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Momentos después, en la oficina del alcaide...
Lo último que recordaba antes de caer inconsciente fue haber forcejeado con un guardia mientras le cubría la nariz y boca con un pañuelo. La lucidez comenzaba a regresar poco a poco; sus párpados hacían un esfuerzo por abrirse a la vez que sus oídos captaban algunas voces, aunque le era difícil distinguirlas. Intentó levantarse, pero sus brazos estaban inmovilizados sobre su espalda, sin mencionar que su boca también estaba sellada.
Escuchó unos pasos acercarse por lo que levantó la mirada. Pudo distinguir claramente una silueta de un hombre. Mientras aquel sujeto le levantaba, la vista comenzaba a esclarécele; estaba en la oficina del alcaide y quien le sujetaba no era otro que Doflamingo
- bastardo... ¿qué hace Law aquí?- la voz de Kid lo puso en alerta. Frente a él tenía al pelirrojo sujeto a uno de los pilares. No entendía nada, ¿qué se supone que hacían los dos ahí?
- te lo advertí, ¿cierto?- el rubio tiró de sus cabellos, obligándole a levantar la mirada. Sujetó su barbilla y le dio una lengüetada en la cara, estremeciéndolo- si pasaba algo mientras el inspector estaba aquí, habría terribles consecuencias para ti y para Trafalgar
- no te atreverías...
- ¿por qué? ¿Por ser tu juguete preferido?- escupió con sorna- hay dos cosas que estás olvidando, Eustass. Una, él dejó de ser de tu pertenencia; en segunda, he hecho cosas peores- el alcaide azotó el cuerpo del moreno contra el escritorio, dejándolo boca arriba mientras sus manos rodeaban su cuello.
Presionó fuertemente la garganta de Law con sus dedos, haciéndole toser por la incomodidad y el dolor, mas Law no era de los que dejaban que otros lo pisotearan; al contrario, si Kid no se lo pedía, no tenía por qué someterse ante otro. Aprovechando que sus piernas eran sus únicas extremidades libres, Law empujó al rubio con ellas, encajando sus rodillas en el estómago del contrario... primer error. La mueca burlona de Doflamingo se hizo más siniestra, levantando el cuerpo del pelinegro por el cuello y arrojándolo al suelo.
- parece que no me dejarás las cosas fáciles- abrió uno de los cajones de su escritorio y de él sacó una botellita de cristal. Con paso lento fue hasta donde estaba Law y se inclinó junto a él, destapando la pequeña botella mientras arrancaba con brusquedad la cinta que cubría la boca del moreno. Lo tomó por el mentón, obligándole a abrir la boca, para luego colocar el frasquito entre sus labios, pasando el líquido que contenía a la garganta de Law. Una vez que el líquido pasó hacia el pelinegro, Doflamingo apartó la botellita y le cubrió la boca con las manos hasta que lo escuchó tragar- sabe bien, ¿cierto?- Doflamingo se puso de pie y se quitó el pesado abrigo rosa para luego arrojarlo sobre el escritorio
- maldito cerdo- el pelinegro le miró con odio mientras tosía, intentando en vano expulsar aquel líquido. Un repentino calor comenzó a hormiguearle el cuerpo y su corazón se aceleró violentamente- esto es...- apretó los párpados y encogió el cuerpo, tratando de controlar las repentinas sensaciones que afloraban en su piel
- ya me lo agradecerás, Law- se puso de rodillas en el suelo y acomodó al pelinegro frente a él, levantando sus caderas mientras el rostro permanecía pegado al piso. Los pantalones y ropa interior del moreno terminaron botados en alguna parte de la oficina, dejando a su dueño desnudo de la cintura hacia abajo- que linda vista- la entrada de Law se contraía una y otra vez, invitando al rubio a explorar su interior
- ahhh...- el primer dedo entró, moviéndose en sus entrañas antes de que otros dos le hicieran compañía- no... no lo... ahhh...- aun cuando su mente se negaba a que ese hombre le tocara, aquella droga obligaba a su cuerpo a responder de forma contraria; sentía su cara arder y su cuerpo temblar ante las atenciones del alcaide, sin mencionar su punzante erección que amenazaba con explotar en cualquier momento
- muy estrecho...- los fluidos del moreno comenzaban a empaparle la mano- parece que estás listo para algo más grande- se bajó el cierre del pantalón de un rápido movimiento y sacó su ya prominente erección, introduciéndola en el cuerpo de Law de una sola estocada
- sa... sácalo...- el llanto rodó por su enrojecido rostro hasta llegar a la alfombra que cubría el cuarto- maldito... ahhh...
- se está de maravilla aquí dentro...- sujetó a Law por la cintura y comenzó a embestir con más vigor, abriéndose paso con cada estocada- Eustass te educó bien- fue en ese momento que el alcaide recordó que no estaban solos. Sin dejar de mancillar al pelinegro, Doflamingo levantó la mirada buscando a Kid, quien cerraba los ojos mientras intentaba zafar las esposas de sus manos- míralo Kid...- ordenó el rubio, sujetando a Law por los brazos hasta levantarlo y sentarlo sobre su cadera sin dejar de embestirle, dejando que la espalda y brazos del pelinegro se frotaran contra su pecho- míralo... mira su rostro...- separó las piernas del moreno con una mano, dando una perfecta vista de la entrada de Law siendo profanada- no puedes, ¿verdad?... ¿por qué te niegas a ver mientras otros hombres se follan a Law?- podía notar cierto nerviosismo en el pelirrojo, el cómo rehuía la situación escondiendo su rostro- temes que su expresión no sea la misma que cuando tú lo follas... tienes miedo de ver dolor en su rostro...
- aahh...- una fuerte embestida le hizo soltar los gemidos que tanto luchaba por reprimir- pa... para... no...
- estas cosas empiezan a estorbar- escuchó Kid decir a Doflamingo seguido de un sonido metálico chocar contra el suelo- así está mejor, ¿no crees?- el chapotear de sus caderas resonaba en los oídos del pelirrojo con más insistencia, al igual que los gemidos de esos dos- tu piel es deliciosa...
- ahhh... no mires Kid...- un escalofrío recorrió la espalda del recién nombrado. Abrió los ojos con sorpresa, y sin ser consiente siquiera, se giró a ver a quien le había llamado. Las esposas de Law yacían en el suelo, justo al lado de la ropa que el alcaide recién le había quitado- no mires... no mires...- suplicaba entre jadeos y sollozos el pelinegro
- parece que falta un poco de atención aquí- una de sus manos sujetó el miembro del pelinegro, subiendo y bajando por él mientras la otra se concentraba en darle atención a sus pezones con bruscas caricias, subiendo lentamente hasta llegar al rostro. Introdujo dos de sus dedos en la boca de Law, manteniéndola abierta a la vez que sujetaba su lengua, dejando que la saliva bajara por la comisura de sus labios- eres demasiado bueno- se inclinó sobre su rostro y, retirando sus dedos, unió ambas bocas con un salvaje beso, mordiendo y succionando su lengua y labios. Los movimientos del pelinegro estaban entorpecidos por la droga, por lo que no podía oponerse. Un último jadeo y Law terminó por correrse entre la mano del rubio, salpicando su estómago y pecho de su propia semilla.
- no más....- Doflamingo le dejó caer al piso, presionando su cabeza contra el suelo con una mano mientras la otra se encargaba de llevar el ritmo de sus caderas- ahhh... adentro no... por... mmnnn... no...
- déjalo...- murmuró Kid mientras observaba la desgarradora escena, tironeando de sus brazos cada vez con más fuerza, pues aquel rostro triste y asustado parecía estar llamándole- ¡Déjalo!- ¿esas cicatrices en la morena piel de Law siempre habían estado ahí? ¿Quién se habría atrevido a marcar tan exquisita piel?
"Fuiste tú, ¿no lo recuerdas, Kid?" una voz dentro de su cabeza hacía eco con burla "Y disfrutaste hacerle cada una de esas cicatrices..."
- déjalo ir, por favor- su voz comenzaba a quebrarse. Era la primera vez que sentía tanta desesperación; como pudo, apoyó sus piernas en el pilar, empujando su cuerpo hasta hacer crujir los huesos de sus brazos- maldición... no lo toques...a él no... Law...- algunas lágrimas escaparon de sus ojos al decir el nombre del pelinegro- Law... Law...- comenzó a golpearse la cabeza frenéticamente contra la columna de piedra, tratando de ahogar los lastimosos gritos que el moreno soltaba con el estruendoso golpe- Law...
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Después de un largo rato, la puerta de la oficina del alcaide se abrió y de ella salió el director de Impel Down, llamando a sus subordinados con un ademán. Seis oficiales entraron a la habitación, viendo horrorizados el cruel castigo que su superior le había preparado a esos dos. Por un lado estaba Law, desnudo en el piso, con el cuerpo manchado de semen y a punto de caer en la inconsciencia por el cansancio. Por otro lado estaba Kid, esposado a uno de los pilares de la oficina, con la sangre cayendo por su rostro y las muñecas lastimadas de tanto forcejear.
- lleven a Trafalgar a la enfermería y luego a su celda. A Eustass déjenlo en la enfermería- dictó el alcaide mientras se ponía de nuevo el abrigo- creo que se dislocó los hombros
- ¿también quiere que vayamos por Crocodile?- preguntó uno de los oficiales mientras sus compañeros se hacían cargo de los dos prisioneros
- no, he tenido suficiente diversión por hoy- una amplia sonrisa apareció en su rostro, causándole escalofríos incluso a los oficiales. Al terminar el trabajo, los guardias se cuadraron en señal de despedida y salieron de la oficina del rubio- tendré que decirle a alguien que limpie aquí- pensó preocupado al ver su preciosa alfombra manchada- en tanto...- caminó hasta su escritorio y llamó por el intercomunicador- Califa- llamó a su secretaria- necesito el expediente del recluso 157, Eustass Kid...
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En otra parte de Impel Down...
Pasada la conmoción durante la visita del inspector Kuma, los presos fueron llevados a las duchas. El estar en ese sitio solo no hacía más que incomodar a Sanji; sentía como si todos a su alrededor lo mirasen, aun sabiendo que cualquiera que se atreviese a verlo tendría que sufrir las consecuencias a manos de Zoro. Después de dar un rápido vistazo al lugar, se percató que los hermanos D. no estaban bañándose juntos como de costumbre; el más joven de ellos estaba en la regadera de siempre mientras el otro le vigilaba a tres regaderas de distancia. Con algo de curiosidad, Sanji se acercó a donde estaba Ace y se puso en la regadera de junto.
- es extraño no verlos juntos- comentó inocente el cocinero, frotando el jabón en sus cabellos hasta formar espuma- ¿pasó algo entre ustedes?- al girarse a ver hacia el pecoso, accidentalmente miró hacia abajo, sonrojándose al instante- [es enorme...]- pensó avergonzado para luego levantar la vista, notando la expresión enfadada del otro- y... yo no...
- ¿has hablado con Luffy?- la llama de la ira ardía en los ojos de Ace, intimidando al rubio- no le habrás dicho algo que no debías, ¿verdad?
- ¿decirle qué cosa?
- ah, olvídalo. Parece que tú no fuiste- el pelinegro suspiró y suavizó sus facciones antes de seguir en lo suyo- entonces fue ese hombre...
- ¿qué hombre?
- no es nada. Sólo olvídalo, ¿quieres?
- lo odio- soltó de pronto el rubio, logrando atraer la atención de Ace- odio que el marimo y tú me mantengan al margen de lo que sucede aquí, siempre guardando secretos. Seguramente por eso te metiste en problemas con Luffy- sin darse cuenta Sanji acababa de dar en el clavo pero no se percató de ello hasta que el pecoso habló
- tienes razón. El único que tiene la culpa de que Luffy esté molesto soy yo... debí decirle yo mismo- se llevó una mano a la cara y se cubrió los ojos- al menos así estaría lejos de él..- el rubio volvió a mirarle, esperando a que continuara- Akagami le dijo a Luffy sobre mi sentencia...- a pesar de no estar solos, parecía que nadie les escuchaba, quizá por el bullicio de sus propias pláticas y el caer del agua- lo único que quería era mantener la sonrisa de Luffy, pero...
- era inevitable- trató de consolarle Sanji- tendría que enterarse en algún momento; las mentiras no duran por siempre... ni para ti... ni para ese idiota...
- viste las marcas en el cuello de Zoro, ¿verdad?- dijo Ace, adivinando quién era el "idiota" que mencionaba. El silencio del cocinero le dio a entender que sí- sé lo que parece, pero no es así. Conozco a Zoro y estoy seguro que no arruinaría su relación con la persona que ama por un placer temporal
- yo no le veo otra explicación
- claro que la hay, sólo tienes que hacer memoria- las palabras de Ace le desconcertaron un poco, ¿qué se supone que debía recordar?- esas marcas no son tu única pista... ¿hay algo extraño que notaras en Zoro?
- ¿algo extraño?- era una pregunta tonta, el marimo llevaba actuando extraño desde su último confinamiento. Un momento de lucidez llegó a la mente de Sanji, ¿y si su comportamiento era la pista? Ahora que se detenía a pensar, Zoro se comportaba distante e incluso asustado desde aquella vez... ¿asustado? Recordaba ese tipo de temor de alguna parte...
--Sanji Flash Back--
El silencio reinó en el lugar; ninguno decía o hacía nada, sólo se miraban fijamente. Después de un rato, el peliverde se decidió a levantarse, a lo que el otro, por acto reflejo, retrocedió, hasta que su espalda chocó con los barrotes. Mientras más se acercaba el peliverde, Sanji se pegaba más a las rejas, como queriéndolas traspasar para alejarse... ese miedo tan impropio de él lo estaba dominando...
***
- oi, marimo- le llamó de nuevo al no obtener respuesta del otro. Zoro le seguía observando desde su sitio, indiferente- oi, marimo, no me ignores...- se levantó del colchón y caminó hasta el peliverde- Zoro...- lo tomó de la mano para llamar su atención, pero lo que sucedió al hacerlo lo sorprendió. En cuanto el peliverde sintió el contacto sobre su piel, apartó la mano de Sanji con violencia y retrocedió hasta chocar contra los barrotes de su celda, completamente agitado, tembloroso y con una ira inexplicable en su mirada...- ¿qué pasa?
- n... nada...
--End Flash Back—
La reacción del peliverde había sido exactamente igual a la suya cuando el marimo le había tomado a la fuerza; eso significaba que...
- imposible...- el terror apareció en la mirada de Sanji, ¡tenía que ser una mentira!- ¿quién podría...?
- parece que llegaste a la misma conclusión que yo- el pelinegro acercó su rostro al de Sanji- alguien... abusó de Zoro...- murmuró para asegurarse de ser escuchado únicamente por el rubio- eso explicaría muchas más cosas que otro amante, ¿no crees?
- pero Zoro es fuerte, ¿cómo es que...?... maldición...
- yo también lo he estado pensando y noté que, desde que cierta persona apareció, Zoro se ha comportado diferente...
- ¡muy bien bastardos, la ducha terminó!- gritó de pronto uno de los guardias; con gruñidos e insultos, los presos comenzaron a cerrar las llaves del agua. Ace le hizo una señal silenciosa de "hablamos más tarde" a Sanji y se separaron.
Después de secarse y vestirse, los presos fueron llevados a sus respectivas celdas. Ace se llevó una sorpresa cuando, al entrar a su celda, encontró a Law dormido en la cama que usaba su hermanito
- guardia...- el hombre que le había escoltado hacia la celda se dio media vuelta y lo miró- ¿qué hace este hombre aquí? ¿Dónde está mi hermano?
- el prisionero Monkey D. Luffy pidió un cambio de celda. De ahora en adelante, Trafalgar se quedará contigo y tu hermano con Akagami...
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Mientras, en otra celda...
- vamos pequeño, no pongas esa cara- le decía Shanks a un desanimado Luffy, quien se mantenía boca abajo en la cama superior de la litera- estarás bien conmigo
- extraño a Ace- dijo el pelinegro al borde de las lágrimas
- pero él te lastimó, ¿recuerdas? Te mintió sobre su sentencia- levantó al menor por el brazo y lo bajó a la otra cama- seguramente te ha mentido en otras cosas- Luffy cerró los ojos y dejó que el mayor se acostara a su lado mientras le acariciaba el cabello, justo como solía hacer su hermano cuando no podía conciliar el sueño- descansa, Luffy...
Todo quedó en penumbras al apagarse las luces. Akagami abrazó al pequeño por la cintura y lo pegó más a su cuerpo, sintiendo el tan agradable calor que desprendía. Tenía que admitir que ese chiquillo era muy dulce; era difícil creer que aún había personas así en un lugar como Impel Down. Quizá había estado buscando en el lugar equivocado, si quería una "mascota" para ser oficialmente el quinto rey de ese lugar, ahora tenía a Luffy servido en bandeja de plata. Sujetó la cabeza de Luffy y acercó sus labios a los propios hasta que hicieron contacto; agradecía que el pelinegro tuviera la increíble habilidad de quedarse dormido en cuanto tocaba el colchón, pero seguramente terminaría despertando cuando sus caricias fueran más íntimas. Recorrió suavemente el cuello de Luffy con la yema de sus dedos, deslizándose por sus brazos hasta llegar a su vientre; estaba por introducir su mano por debajo de su camisa cuando una luz le encegueció.
Al levantarse y mirar al frente, Shanks se encontró a un muy conocido guardia apuntándole con una linterna. Con un bufido, el pelirrojo se levantó, asegurándose de no despertar a Luffy, y fue hasta donde Mihawk le esperaba. Al tenerlo cerca, el pelinegro tiró del brazo de Akagami y le robó un beso a través de los barrotes; sin embargo, la incómoda posición le obligó a separarse poco después.
- cínico- soltó el pelirrojo enfadado- me ignoras desde hace días ¿y ahora te apareces en mi celda sólo para esto?
- me encantaría hacerte otras cosas- posó su intensa mirada en la del contrario mientras su mano bajaba hasta el trasero del pelirrojo y lo apretaba con fuerza- pero no tengo mucho tiempo
- ¿por qué? ¿es por Roronoa?- Shanks sonaba cada vez más molesto- ¿qué clase de tortura estás usando en él?- la verdad es que lo sospechaba, pero se negaba a creer que eso estuviera pasando
- no importa. He venido a hablar de otra cosa contigo. Es sobre el otro asunto que tenemos pendiente en este lugar
- encontrar a Portgas, ¿cierto? No veo cuál es el problema, ya informaste a tus superiores
- las cosas cambiaron, tengo nuevas órdenes. Al parecer el ejército quiere de regreso a su preciada arma; pero no podrá ser el arma perfecta hasta que se deshagan del pequeño estorbo que lo arruinó en primer lugar...- el pelinegro levantó nuevamente la linterna, apuntando la luz a la cama donde descansaba Luffy...
Continued...
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