15. Me lo merezco
holi!!! lamento la tardanza, andaba de vacaciones owo pero ya les he traído un par de capítulos que espero que disfruten
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15. Me lo merezco
POV Zoro
- quítate la ropa- me ordenó en cuanto llegamos a las duchas mientras me quitaba las esposas. Pensaba gritarle mil una sandeces, pero...- ¿a qué esperas?- aun cuando odiaba admitirlo, los hechos eran innegables; esa mirada suya me intimidaba. Esos ojos dorados siempre me observaban desde la oscuridad, asechando, buscando el momento perfecto para colarse dentro de mí y hacerme más miserable de lo que era, o al menos eso era lo que veía al cerrar los ojos, después de lo que ese hombre me hizo.
Tragué saliva y le di la espalda, comenzando a desvestirme mientras me dirigía hacia las regaderas, entre menos tuviera que verle a la cara, mejor. Al quedar completamente desnudo, abrí el grifo, metiéndome bajo el chorro de agua; con la pequeña barra de jabón comencé a lavarme, yendo despacio en las zonas que tenía lastimadas. No era prudente relajarme demasiado ante la presencia de ese tipo, por lo que me mantuve alerta hasta que terminé de ducharme y finalmente me vestí. Volvió a esposarme y me llevó a la enfermería, en donde se encargaron de atenderme como era debido. Después de eso, Mihawk me condujo hacia el área de confinamiento.
Nos detuvimos frente a la puerta ya abierta. Siguiendo el procedimiento habitual, esperé a que me quitara las esposas para así poder entrar a la celda, pero eso jamás ocurrió. Lo único que escuché fue una especie de corriente eléctrica antes de sentir un punzante dolor que me aturdió, dejándome de rodillas en el piso, apenas manteniendo la consciencia. Aquel me introdujo a la celda a la fuerza y luego me levantó por el cuello; me miró con sorna mientras que con la macana que sostenía en su otra mano recorría mi pecho.
- serás cabrón...- alcancé a decir antes de que me golpeara en la cara con la macana; un sabor metálico nació en mi boca junto con un escozor en mi mejilla
- sigues igual de insolente, Roronoa- volvió a bajar la macana, esta vez metiéndola entre mis piernas, frotándola insistentemente contra aquella zona.
- hijo de...- mi cuerpo se estremecía con cada roce; su mirada, más penetrante que antes, permanecía sobre la mía, analizando cada una de mis reacciones- aahh- quitó la macana de improviso, presionando mi entrepierna con más fuerza.
Me tomó esta vez por las esposas y me estrelló contra la pared, colocándose detrás de mí. Una de sus manos sujetaban las mías sobre mi cabeza y la otra me acariciaba el vientre, subiendo por mi piel hasta mis pezones. Apresó uno de ellos con sus dedos con tal fuerza que me hizo gritar, pero era más que evidente que nadie me escucharía. Su lengua se paseó desde mi cuello hasta la oreja, introduciéndose en ella antes de morderla. Otro gemido mío y su mano bajó de mi abdomen hasta mi hombría, tomándola reciamente antes de desabrocharme los pantalones, los cuales terminaron en mis rodillas junto a mi ropa interior.
Con su mano volvió a apresar mi entrepierna, estimulándola lentamente hasta que la hizo despertar; ¿cómo es que sus asquerosas manos podían provocarme eso? Pasó de mi hombría a mi cintura, y de ahí hasta un poco más atrás. Sostuvo por un momento mis nalgas antes de introducir dos de sus dedos en mí, haciéndome gritar de tal manera que creí que la garganta se me desgarraba. Sus dedos empezaron a moverse con rapidez antes de introducir un tercero, expandiéndolos mientras entraban y salían. Tuve que morderme los labios para no rogar piedad, no le permitiría denigrarme más. Pero, aun así, el cuerpo me traicionaba, haciéndome reaccionar ante las atenciones de ese bastardo. Pude escuchar su risa entre mis ahogados gemidos, cómo lamía mi mejilla mientras esperaba que llegara al final. Sacó sus dedos de mi interior y volvió a colocar su mano en mi hombría, sacudiéndola hasta hacerme llegar en sus manos
Me soltó, dejándome caer al suelo cansado, humillado... sucio. No me atreví a levantar la vista, lo único que podía ver era la mancha de mi propia esencia contra la pared, mi cuerpo temblaba de miedo y coraje; ¿por qué me hacía eso? ¿Qué tenía en contra mía?
- ¿por qué?- dije en débil murmullo- ¿por qué yo?
- agradécelo a tu padre- escuché sus pasos resonar por todo el lugar- será mejor que te acostumbres mocoso, voy a hacerte pedazos- y con una última carcajada, abandonó la celda y cerró la puerta. Apreté mis puños y comencé a golpear el piso con rabia mientras mi rostro se humedecía por las lágrimas...
Pensé que el estar dentro de este maldito infierno me habría hecho lo suficientemente fuerte, pero me equivoqué; aun cuando ese hombre se había marchado, mi cuerpo no dejaba de temblar, dejando que la impotencia se apoderara de mí. La farsa del hombre despiadado que he ostentado hasta ahora se desmoronó en cuanto escuché su voz, en cuanto vi esos ojos. Lo único que deseé en esos momentos fue desaparecer, justo como aquel día...
Sin embargo sabía que todo eso era mi culpa. El destino no deja cabos sueltos, y yo estaba por pagar por todas las atrocidades que había cometido desde que me encerraron en este infierno. Todas las personas que lastimé, aquellas que destrocé con mis propias manos; la humillación que le hice pasar a él estaba por sentirla en carne propia. Aun cuando tenía miedo, estaba dispuesto a cargar con todo eso, después de todo...
- me lo merezco...
End POV Zoro
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- ¡déjenme pasar, joder!- demandaba un furioso Kid fuera de la enfermería de Impel Down al par de guardias bloqueaban la puerta
- conoces las reglas, Eustass- se aventuró a decir uno de ellos- no se permiten visitas. Por esta puerta sólo pasan doctores, enfermos y heridos. Además, el alcaide dio órdenes de no dejarte pasar
- ese cabrón- maldijo mientras sujetaba a uno de los oficiales por el uniforme, levantándolo del suelo- ¡quítate de mi camino, tengo que verlo!
- ¡suéltalo, Eustass!- dijo el otro oficial amenazándolo con el aturdidor entre sus manos temblorosas
- tks- soltó al guardia, dejándolo caer en el piso. Con una mirada amenazante, Kid pateó la pared y dio la vuelta, pero no se había rendido aún.
Sabía que ni sus hombres ni ningún otro prisionero era capaz de hacer lo que quería pedirles, es más, estaba seguro que no tendrían los cojones para intentarlo, los únicos que podrían serían los jefes, y al único que quería pedirle ese favor estaba encerrado, así que decidió que lo mejor era hacerlo él mismo. Sin pensarlo siquiera dos veces, Kid se detuvo de pronto, apoyó sus manos en una pared y comenzó a golpearse la cabeza furiosamente contra ella; la sangre no tardó en resbalar por su frente, y pronto se vio rodeado de curiosos, pero nadie se atrevió a detenerlo. Después de un rato, Eustass comenzaba a marearse en respuesta de los golpes y la sangre perdida, mas su ataque contra sí mismo no se detuvo, es más, sus golpes se volvían cada vez más salvajes. Tuvieron que inmovilizarlo entre varios guardias y a rastras le llevaron a la enfermería; aun cuando el alcaide había ordenado no dejarle pasar, las heridas parecían graves.
Al borde de la inconsciencia, el pelirrojo fue atendido con rapidez por los médicos de la prisión; después de asegurarse que todo estuviese bien por dentro, se dedicaron a curar las heridas externas. En cuanto Eustass estuvo fuera de peligro, los médicos salieron para dejarle descansar a él y al otro paciente. Nada más al saberse solo, Kid se levantó de su cama y caminó a la que estaba justo al lado suyo y en donde Law dormía profundamente, producto, quizá, de alguna droga.
Se detuvo unos segundos para observar al moreno; su expresión serena, el lento sube y baja de su pecho al respirar... esa venda cubriéndole el cuello. Sintió un ligero escalofrío antes de la necesidad por rozar su piel que, aun lastimada, debería ser tan exquisita como lucía. Estiró uno de sus brazos, mas al estar cerca de hacer contacto con Law, la retiraba, como temiendo que se fuera a romper. Hizo algunos intentos más hasta que sus dedos tocaron el torso de la mano del pelinegro; cuando se dio cuenta, ya tenía la mano de Law entre la suya, sosteniéndola tiernamente.
- eres un estúpido, ¿sabías?- murmuró Kid en ronca voz, sujetando la mano del otro- ¿por qué no te alejaste igual que los demás?- por un momento, sus pensamientos se perdieron en algún recuerdo lejano, hasta que la puerta se abrió de improviso
- ¿ahh?- Doflamingo hizo una mueca extraña al ver al pelirrojo- ¿qué hace él aquí?- reclamó al doctor que le acompañaba
- b... bueno, Eustass estaba herido, señor- respondió temeroso el pobre médico
- di órdenes de no dejarlo pasar
- pero señor, teníamos que atenderlo
- ¿está bien ahora, no?- el médico asintió- entonces sáquenlo de aquí
- ¿y qué haces tú aquí?- reclamó Kid con una burlona expresión- ¿no deberías estar follándote a esa zorra tuya?
- vine a llevarme a Trafalgar- la sonrisa que tenía el pelirrojo hace unos instantes desapareció tras esas palabras- será transferido a otra prisión
- no puedes...- murmuró débilmente Kid, sujetando aun más fuerte la mano del moreno
- claro que puedo. Quizá ustedes sean los reyes de este lugar, pero yo, en cambio, soy un Dios- la sonrisa del rubio se volvió macabramente amplia- pero los dioses son benevolentes a veces, así que te propongo algo- después de un corto silencio, el alcaide siguió con su explicación- Trafalgar Law podrá quedarse en Impel Down, siempre y cuando aceptes mis condiciones
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Una semana más tarde...
Sentado junto a uno de los edificios estaba el mayor de los hermanos D, con su hermanito frente a él. Un bufido escapó de los fruncidos labios del más pequeño; cruzó los brazos y se sentó frente a su hermano, incriminándolo con la mirada; el otro trató de ignorarle, mas su hermano podía ser realmente molesto cuando se lo proponía. Sus miradas se encontraron, tratándole de ganar a la otra, pero unos ojos cristalinos bastaron para que el mayor se rindiera.
- vamos Luffy, no te pongas así- trató de hacer razonar al pequeño, pero éste no parecía ceder- puedes hacer otra cosa
- ¡quiero ver a Shanks y que me cuente sus aventuras!- se quejaba el menor, inflando aún más sus mejillas
- te he dicho que no- sentenció el pecoso, tratando de hacerse el rudo con él- ve a jugar por ahí
- ¡pero no hay nadie con quién jugar! Todos parecen tenerme miedo- su voz se hacía cada vez más baja- y Sanji todavía no regresa
- supongo que es culpa mía- meditaba Ace para sí, pero tras escuchar sus palabras, su hermano le miró confundido- como sea, Sanji es liberado hoy de confinamiento, podrás verlo entonces- Luffy no parecía muy convencido pues desvió la mirada sin desaparecer su puchero. Tras un largo suspiro, Ace lo tomó por el rostro y pegó sus labios a los de él, causando en su hermanito un ligero sonrojo acompañado de un gesto de sorpresa.
Poco a poco, Luffy suavizó sus facciones; se inclinó hacia adelante, abrazándose al cuello de su hermano mientras se acomodaba entre sus piernas. Cerró los ojos lentamente al mismo tiempo que sus labios se separaban, permitiéndole a Ace ingresar más allá de éstos. El pecoso sonrió internamente; no sólo había logrado que el menor se olvidara del tema del pelirrojo, también tenía la satisfacción de poder deleitarse con el sabor de los labios de su hermanito. Rodeó la cintura del pequeño con sus fuertes brazos, atrayéndolo más hacia sí. Se dejó llevar por los inocentes pero provocadores movimientos de Luffy, chocando sus lenguas cada vez que tenía la oportunidad; estaba tan concentrado en sus caricias que no notó una mano traviesa bajando por su pecho hasta que sintió cómo ésta estrujaba su miembro por encima de sus prendas, obligándole a romper el beso
- Lu...- un intenso carmín acompañado de un gesto de incredulidad adornaron su rostro- ¿qué hac...? ahhh...
- shishishi- Luffy apretó la hombría del pecoso un poco más, lográndole robar otro suspiro- Ace, estás muy rojo, shishishi
- Luffy...- ese chiquillo gustaba de provocarle, pero lo más provocador era que no se daba cuenta que lo hacía. Ace no soportaría mucho tiempo, su corazón golpeaba salvaje su pecho y el calor comenzaba a hacer de las suyas. Se puso de pie de un salto y cargó al menor por la cintura, llevándolo bajo uno de sus brazos, alejándose para buscar un sitio más privado
- ¡¡SANJI!!- gritó de pronto Luffy, pataleando hasta soltarse del agarre del mayor. Ace cayó de sentón al piso y vio cómo Luffy corrió velozmente hacia el rubio, tacleándolo en el proceso. Ambos terminaron rodando por el patio, hasta que el pecoso se acercó a ellos- ¡mira Ace, es Sanji!- dijo sonriente el pelinegro
- eso veo- levantó a su hermanito por la ropa, dejando que el cocinero se pusiera de pie- lo lamento, es sólo que te ha extrañado mucho- explicó
- no hay problema- dijo Sanji, sacudiéndose un poco sus ropas
- ¿qué tal el confinamiento?
- ni me lo recuerdes- dijo el rubio abrazándose a sí mismo; el sólo acordarse de aquel oscuro y frío lugar que compartía con toda clase de alimañas le erizó la piel
- ¿ya te has duchado?- preguntó el pecoso mientras bajaba a Luffy. Éste se abrazó a Sanji como koala a sus pies, murmurando lo mucho que lo había extrañado, o mejor dicho, a su comida
- sí. Ahora mismo estaba buscando al marimo, ¿lo has visto?
- Zoro no sale aun, le han dado 10 días
- entiendo- dijo el rubio con pesadez
- ¿ya se lo has dicho?- al ver la cara confundida de Sanji, el pelinegro prosiguió- que si le has dicho a Zoro que lo amas
- ¿ah? ¡Yo no....!- el rubio pudo sentir el calor subirle hasta las orejas- ¡él no...!
- eso no es lo que dice tu rostro- sonrió malicioso- el rostro habla por sí mismo, ¿sabías? Y ahora el tuyo me está diciendo que estás perdidamente enamorado de Zoro- Sanji se quedó de piedra- además, con el escándalo que armaron el otro día en la noche...
- ¿lo... lo escuchaste?
- todos lo escucharon- afirmó el pecoso, viendo cómo la cara de Sanji pasaba de rojo a un pálido blanco- estaban muy animados
- ¡es que el marimo...!- trató de excusarse, mas no logró hallar las palabras adecuadas- él estaba... yo sólo...
- no te preocupes, estoy seguro que siente lo mismo por ti. Hace mucho que no lo veía tan contento
- ¿Contento?- Sanji volvió a entristecer; para él era muy difícil saber el estado de ánimo del peliverde- lo conoces muy bien, ¿cierto?
- lo conocí unos años, en el ejército- el rubio levantó la mirada con verdadero interés. Ace hizo un ademán con la cabeza, invitando al cocinero a seguirle. Con Luffy aun pegado a su pierna, Sanji se sentó junto al pecoso en el suelo, recargándose en una pared cercana- aun con esa cara de malhumorado que tiene, Zoro siempre ha sido buena persona, aun hace tres años, cuando lo vi por vez primera- esta vez la curiosidad de Luffy despertó, por lo que soltó al rubio y se sentó en el piso con las piernas cruzadas, mirando atentamente a su hermano- venía de una familia prodigiosa, todos esperaban mucho de él. Pero algo pasó... Zoro asesinó a cinco de sus compañeros de una forma realmente despiadada, sin embargo, nunca me dijo la razón. Un par de años después, cuando Luffy y yo llegamos a Impel Down, volví a encontrar a Zoro, pero no era el mismo Zoro que conocía; algo en este lugar lo había cambiado. No lo culpo, tenía que sobrevivir de alguna manera, después de todo, pasará el resto de sus días aquí...
- ¿qué quieres decir?- en el fondo lo sabía, mas Sanji se negaba a creerlo
- ¿sabes por qué Zoro se convirtió en uno de los jefes?- el rubio negó en silencio- aun cuando lo hizo por sobrevivir, realmente no tenía otra opción. Si hay algo que los jefes de Impel Down tienen en común, es que...- estiró sus brazos y cubrió los oídos de Luffy al mismo tiempo que giraba su cabeza hacia el lado contrario, asegurándose que su hermanito no pudiera verlo- es que ninguno puede salir de aquí- a Sanji se le estrujó el pecho- si tienes una buena conducta puedes reducir una sentencia, incluso ganar unos cuantos privilegios, pero esa regla no aplica para los reyes ni para sus seguidores. No importa cuántos años les reduzcan, no podrán escapar de este infierno, es por eso que dominan fácilmente a los otros; es por eso que pueden romper las reglas, por lo que pueden golpear, violar y asesinar a cuantas personas quieran... no tienen nada que perder...
- Zoro no puede...- las palabras se atoraban en su garganta- ¿entonces por qué ese día...? [[No tiene sentido...]]- pensó el rubio- [[si no le teme a nada, ¿por qué dejó que ese sujeto...?]]
- aun así, Zoro parece realmente feliz después de tanto tiempo- comentó Ace al ver al cocinero tan preocupado- y es gracias a ti, cuídalo mucho- pidió con una leve reverencia mientras quitaba sus manos de los oídos del menor
- pero yo no he hecho nada...
- con sólo estar a su lado es más que suficiente- el pecoso se levantó del piso junto con los otros dos- creo que es hora de que tú y Luffy vayan a preparar el almuerzo- dijo el pelinegro, cambiando totalmente de tema
- ¡¡LA COMIDA DE SANJI!!- gritó alegre el menor, desapareciendo en una nube de polvo mientras corría con dirección a la cocina. El rubio le miró alejarse con una gota de sudor en la frente. Segundos después, fue tras el pequeño, no sin antes recibir una silenciosa petición por parte de Ace...
"No se lo cuentes a Luffy"
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Mientras, en otra parte de Impel Down...
Las gruesas paredes se encargaban de acallar los morbosos sonidos que salían de sus labios cada vez que el mayor arremetía contra su boca. El otro no podía siquiera defenderse, pues a base de insultantes palabras y unas esposas inmovilizando sus brazos tras su espalda, su agresor lo sometía con facilidad
- déjame ver tu rostro, Roronoa- habló el ojimiel, sujetando al nombrado por los cabellos, obligándole a mirarle. Aun cuando tenía el miembro del mayor dentro de su boca y el semen bajaba por la comisura de sus labios, sus ojos se resistían a él, pues todavía conservaban todo el desprecio que le tenía a ese hombre. Con una mueca de fastidio, Mihawk chasqueó la lengua antes de sonreír- me encargaré de borrarte ese estúpido orgullo tuyo- empujó al menor contra el suelo, colocándose rápidamente sobre él mientras desgarraba sus ropas. Lo puso de espaldas a él, con el rostro pegado al suelo, y le penetró sin miramientos. Zoro dejó escapar un ahogado grito antes de que el pelinegro comenzara a moverse en su interior, y pronto, sus lágrimas tocaron el suelo de aquella sucia celda...
Continued...
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