Sábanas de Terciopelo


Un cortito LincolnxAgnes que tiene rato que quería escribir. El trabajo no me da para más. Seguirán detenidos los fics unos días más.

Esto es:

- Sábanas de Terciopelo -

¿Se puede contar con que el destino nos juegue a veces cartas increíbles?

-No lo sé.- Me has dicho mientras me volvías a abrazar debajo de las sábanas mullidas por aquel extraño terciopelo. Sábanas que me dieron pena la primera vez que las viste, pues eran de mi madre. Viejas, demasiado.

Tú, todo un caballero, me dijiste que te recordaban a las de la abuela Myrtle y luego te pusiste tan avergonzado que quería comerte a besos. Eras como un bombón ardiendo al calor de una fogata, te dije. Y te abochornaste aún más.

Paso mi mano por tu pecho juvenil y sigo hasta tu pecoso rostro. Otrora hubiera sido no solo imposible, si no innecesario y profundamente escandaloso.

Me miras. Tus ojos brillan entrecerrados. Te giras, me abrazas y me besas y te correspondo mientras respiramos con dificultad por la intensidad del deseo que se mueve entre nuestros cuerpos desnudos. Tu aroma a niño malo, travieso, me enloquece.

Me he quedado encima de ti. Ambos, debajo de las sábanas mullidas; no dejamos el lento jugueteo de nuestras piernas, ese que da placer esporádico, el que hace que arda en la piel.

Te siento tensarte cerca de mi muslo nuevamente; joven como eres, no te cansas nunca.

-¿Por qué estás aquí, Lincoln? Déjame y ve a la playa con tus amigos, la vida es una y tu juventud es tu tesoro. – Te dije mientras acariciaba tu blanco cabello.

-Quiero estar aquí contigo, Agnes. Es lo que quiero, de verdad.-

-¿Y tus hermanas? ¿Qué pensaran si se enteran?-

-Lo que ellas digan, no me importa.-

-¿Y tu madre?-

Tu expresión cambió por un segundo. No es la opinión de tus hermanas, es la opinión de tu madre. Como mujer, puedo entender que me aborrecería. No quisieras esto para tu joven hijo.

-Sea quien sea, Agnes, no me importa.- Has dicho. Me tomas de la cintura y acaricias mi espalda mientras lo repites.

-Me encantas.- Me susurras al oído mientras atrapas mis nalgas descaradamente tomándolas con suavidad. Luego aprietas un poco. Eres un perverso.

Y mientras me degustas como nunca soñaste me relatas nuevamente que te gusta verme con el cabello suelto por que, cuando eras un niño, nunca me lo miraste así.

Que me veo más joven que antes, que tu recuerdo es algo borroso porque el ahora lo es todo.

Que soy la más hermosa mujer y que no has estado con nadie como yo.

-¿Y con cuantas has estado, galán?-

-Con algunas.- Contestas discreto. Lynn Loud te ha criado bien, tus hermanas te han formado como un caballero.

Cualquier mujer será feliz contigo, mi niño. De veras.

Pero, aunque tú lo desees, o puedas llegar a desearlo, no me correspondes.

No te amarraré a mí.

Tienes una vida completa y yo ya usé parte de la mía. Por más bello que me parezca y aunque sea tan hechizante el pensamiento romántico de las novelas que he leído desde niña, en la realidad, sería cruel hacerte esto.

No eres mío, mi joven amante. Eres libre.

Te beso nuevamente mientras me estrechas de la cintura.

Afuera son apenas las dos de la tarde. Siendo sábado tus padres creen que estas con tus amigos, con tu gente. No aquí con tu ex maestra de la primaria, repasando anatomía funcional.

-¿Cómo te metiste en mi cama, Lincoln Loud?- Estúpida que soy...lo pensé en voz alta. Ahora tendré alguna incomoda respuesta a algo que solo era una reflexión.

Pero tú me sonríes con una extraña expresión.

-No lo sé, Agnes. Pero es lo mejor que me ha pasado el haber venido ese día a ayudarte con tu cambio de casa. Después de no haberte reconocido en el parque, fue una gran sorpresa saber que eras tú. Te descubrí muy diferente, la verdad.-

-Mas vieja.-

-No empieces, sabes a lo que me refiero. Yo lo que vi fue a una mujer, mayor que yo, si, pero muy hermosa. Con su cabello suelto y rojizo y que leía apasionada relatos sucios de Bukowsky.

-Tengo otros libros, no solo ese. También tengo novelas románticas y cursis para las viejitas de mi edad. – Me he reído. Frunció la nariz como un conejo en cuanto dije eso. Como me divierto cuando estoy con él.

-Pues hace un rato yo vi a esa viejita haciendo un movimiento de caderas como solo una diosa puede...-

Le jalo el pelo. Una reacción más defensiva de lo que parece pues ha hecho que me abochorne.

-¡Ush! No me puedes dejar ganar una vez.- Le digo, y él se ríe.

-¿Te da pena que te diga que eres muy apasionada? No debería. Te entregas completa y te dejas ir. Eso me encanta. Sin contar que salgo ganando porque me hiciste agarrarme de las sábanas hace rato.-

-Que ya te calles.- Le digo jugando y me abrazo a él, completamente roja. Como lo quiero, demonios...

Lo quiero mucho, demasiado. En el punto del abismo donde juré no asomarme. Y sé que esa es mi señal.

-Hazme el amor, Lincoln. Hazme el amor una vez más.- Le he dicho completamente perdida.

Debajo de aquellas sábanas mullidas de terciopelo viejo, él se ha metido entre mis piernas y me ha penetrado con suavidad y ternura, mientras me besa como nunca me han besado en la vida.

Como va ser difícil dejarte ir, mi niño. Como me va a costar el olvidarte. Como desearía el poder existir en un lugar donde yo no me convierta en alguien que te frene y te ancle.

Y aunque podría aferrarme a los pensamientos idealistas que de buena voluntad dicen que no hay que temer, que el amor lo puede todo, que no se debe condenar al destino, que no hay peor lucha que la que no se hace...

Soy la adulta, y yo decido.

No te amarrare a mí, amor mío. Tienes toda la vida por delante.

Y yo...yo ya he gastado parte de la mía.

*****************

Espero pronto poder actualizar algo.

Un saludo a todos.

Gendo Uribe

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top