Pantymonium II


Para los extraviados, hace muchas lunas subí un one-shot llamado Pantymonium donde Clyde le roba una panty a Lori, ésta lo descubre y lo va a buscar. Todo termina en paz y un leve beso en los labios. (Se encuentra en ésta recopilación, solo búsquenlo en los caps por si desean saber que pasó).

Esta es la continuación de eso y para dejar claro, una cosa nomás:

-Está escrito en tipo verso como los cuentos navideños (esos del Grinch) ¿Por que? Ni perra idea, solo así lo comencé y lo terminé.

Gracias por leer. Ojala les guste.

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- Pantymonium II -

El Aroma de la Victoria

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La alarma expandía su liberador sonido, y los niños escapaban por las puertas de la escuela. Que vendimia resultaba el saber que las clases por hoy, eran finalizadas.

Tomando los tirantes de su mochila de fina marca, Clyde sonreía rebosante de una paz impertérrita. Los recuerdos maravillosos de los labios de su amada, eran la corazonada de un futuro rebosante de miel, frutos y deliciosas cosas aún sin nombre.

La había besado. ¡Es que la había besado! ¡Carajo! Era digno de la vestimenta de Don Juan, y su pecho se ensanchaba al recordar el dulce aroma, de la prenda que se robaba su niñez, su mente, sus sueños. Su todo.

Era la prueba viva de que, del infierno, existen escaleras para subir a respirar el aire celestial de tela y encajes. Del aroma dulzón que le embriagaba la mente. Y es que, cuando estaba con el cuello bajo el yugo; su ángel, su verdugo, la vida le perdonó.

Y de los labios rosados, conoció el sabor.

Que bello era el respirar sin culpa alguna, que pletórica caía esa tarde, que perfecta era la acera en la que andaba; que delicia era, pues, estar vivo.

-Jamás creí que robar la panty de Lori fuera lo mejor que me pasaría en la vida.-

Entonces; de la oscuridad de un callejón sintió de pronto lo tomaban con ligereza, estirando su camiseta de 200 dólares la pieza. Su vista era un visaje ante el violento empellón, y sintió la desazón de su enclenque cuerpo, al estrellarse contra la fría y húmeda red de mohosos ladrillos.

Estaba en los adentros de un callejón sin salida. Ocultos tras la sombra de un viejo frigorífico. Ese día, podía decir, que temía por su vida.

¿Quién era? ¿A quién le debía? Se preguntaba asustado.

Sintió a la bestia tomarle del cuello mientras lo aprisionaba en la pared, apretó los dientes ante la sensación de asfixia. Intentó librarse, pero era imposible, era un ente de fuerza irascible que clavó sus dedos sin pudor. Él gimió de dolor.

-Toma... mi... dinero...- Dijo sin ver siquiera al agresor.

La fuerza de la mano se cerraba cual candado y el chico tuvo miedo de verdad. En contra de la experiencia y ante el susto e impotencia; lanzó desesperado, un golpe hacía el costado que, de fuerza, pereció.

Luego, de repente, un puño se hundió en su vientre y el aire de su cuerpo, se esfumó. Se derrumbó derrotado, totalmente a sí abrazado, sobre el repulsivo suelo del lugar.

El sollozo de un niño indefenso, fue naciente.

-¿Por...- exclamó antes de ahogarse, para luego completar- ...que?-

El silencio y la penumbra fueron testigos impávidos, y de la lengua del captor, por fin voz, apareció.

-Supe lo que hiciste. - Se escuchó como sentencia, y la sangre del Mcbride se detuvo tres segundos. No era lo que decía, si no a quien pertenecía, ese conocido timbre de la voz de su captor.

-Lo escuché ayer por casualidad, al acercarme al cuarto de Lori.- Sonó duro como el concreto, mientras; con el terror por dentro, un endeble aliento regresaba al joven Clyde.

-Yo... no...- Se escuchó muy débilmente desde el suelo.

- ¡¿Tú qué?!- Gritó la interpelada- ¡Maldito pervertido!- Aseveró enojada. Y en un arranque de furia iracunda, se fue sobre el chico, lo tomó del cuello de la ropa y lo estrelló en la pared de nueva cuenta.

-P-por favor... Lynn... yo... Lori... ella.... me perdonó...- Apenas lograba balbucear el joven, mientras estiraba sus pies para tocar el suelo, la fuerza de la Loud era de miedo.

-Te robaste la ropa interior de mi her-ma-na.- Dijo apretando los dientes muy duro. Lo azotó de nueva cuenta contra el muro.

-Ella... ella, ¡ella ya me perdonó, Lynn!-Exclamó Clyde buscando salir ileso- Se las devolví, ¡incluso me dio un beso!-

La pecosa sonrió, incrédula.

-Tu cobardía no tiene límites, mira que semejante mentira. Tú como yo sabes que Lori ¡jamás te besaría!-

-Está bien si no me crees, de verdad que no te culpo; pero pregúntale y sabrás que no te miento.- Y con la vista baja, agregó.- créeme si te digo que ella, mi buen ángel, me perdonó...-

-Puede que ella te haya perdonado. - Dijo Lynn hablándole de frente.- Pero nuestro honor fue mancillado. Y como el pervertido que eres, te daré trato especial; te vas a arrepentir, Clyde, de jugar con nuestra honra, ¡que me cambio el nombre! Si no clamas por piedad. –

Haciendo un tosco movimiento, Lynn Jr. Loud derribó a Mcbride; quien, sabiéndose perdido, aceptó su cruel destino. Era hoja arrastrada por un mar embravecido; pagaría sus pecados... el karma lo había alcanzado.

Sintió la cruel rodilla de la joven en su pecho, y aunque le faltó el aire, su inhalador no fue a buscar. Miró a su verdugo con seriedad infinita, no había miedo, solo culpa, era su culpa y nada más. Extendió sus brazos, el castigo ha de llegar.

-Dame con lo que tengas, cruel alma vengativa. Las acciones que he hecho, el precio me pasarán. -

Lynn lo miró altiva y buscó de entre su ropa, un objeto extraño y pardo; que en su mano colocó. Luego miró a su presa, y un puño amenazante levantó. –

Clyde cerró los ojos al ver el puño en alto, sabía lo que venía; dos semanas en agonía, nariz rota, labios mal. Quizá un ojo morado, o un diente bien quebrado, sea como fuera, acabaría en cama de hospital.

Lynn dejó caer el golpe, pero no fue un puño cerrado, fue una palma abierta que en su cara se estrelló.

-A ver si esto te gusta, idiota.- La villana, exclamó.

Con la rodilla en el pecho, y aprisionándole una mano por la muñeca, Lynn Jr. frotaba con fuerza en la cara de aquel ladrón; ese viejo suspensorio que usaba en el deporte, y que no había conocido mucha agua y jabón.

-Esto es lo que te gusta, ¿verdad, pervertido? – Dijo frotando aún más fuerte, aquel objeto prohibido. -¡A ver si soportas este y te quedan ganas de volver!- Le gritó envuelta en saña una y otra vez.

-Ly...Lynn...q-que- ¿ha-ces?- Era la voz de Clyde entre los pliegues de la prenda.

-Es tu castigo por robar algo tan íntimo de una Loud. No volverás a tener olfato en esta vida ni en otra. -

Clyde movía la cabeza intentando liberarse, pero en ese sometimiento, no había forma de zafarse.

De pronto Lynn centro el objeto en la nariz y la boca, y sonriendo con malicia, con fuerza presionó. Esperó entonces con ansias, las súplicas del condenado; que rogase por su pasado, que rogase por su perdón. Pero contra de lo esperado, solo se elevó el silencio, y aquel ataque severo, de pronto tono cambió. Un leve aire fresco en la mano de Lynn se extendió.

-¿Que...? ¿Qué es lo crees que haces?- Preguntó anonadada, al sentir de pronto que el pecho de su cautivo, se acrecentaba.

-¡¿Qué rayos?!- Exclamó al sentir que entre sus dedos, aire fluía y el pecho bajaba; para luego sentir de nuevo, una profunda inhalación.

Entonces al darse cuenta que su aroma era robado y que en contra de lo pensado tortura no consiguió. Se le vino una vergüenza como nunca había sentido, algo definido, quizá, como pudor.

Y es que, ante la furia de enterarse del gran robo, castigarlo de esa forma, gran idea le aconteció. De pronto sonó un suspiro de parte de Mcbride y toda la ira ciega, de pronto se evaporó.

Retiró a prisa la mano, quitando así la prenda, dijo –esto no es posible- pues claramente alcanzó a ver; en el rostro de aquel chico una extraña sonrisa.

–¿Qué te es tan gracioso? ¿Acaso estás loco? - Dijo con más nervios que fuerza.

El chico abrió los ojos, ella retrocedió.

Al sentirse libre de peso, Clyde se incorporó en el suelo, se frotó un poco el pecho por el fuerte dolor. Luego levantó la vista, para ver a su captor.

Le regaló una sonrisa, al verla tan extraviada, y aunque el cuerpo le dolía, rápido perdonó.

-No estoy loco, Lynn, no aún. - Dijo llevándose una mano al pecho, luego inhaló profundo.

Lynn sintió claramente, como, ante esa acción, le estaban robando de nuevo algo más íntimo que el corazón.

- Lo que pasa es, que, bueno, tu... tu hueles... mejor que Lori, Lynn... mucho, mucho mejor... tu aroma es muy... rico...- Y se sonrojó el tipo.

La castaña sintió tal pena, al escuchar las palabras, que el bochorno de pronto la sofocó. Se dio cuenta de que lo que había hecho, acercaba a Clyde mucho trecho, a lo que jamás nadie, hasta ahora, le conoció.

-Oh por Dios- Exclamó acalorada.

-¡Oh por Dios!- Se tapó con las manos la cara. El ardor en sus orejas podía sacar vapor.

Su cara se puso tan roja, que su furia ya tan remota, de pronto le regresó.

¡ERES UN IDIOTA!- Le gritó.

Y con fuerza al rostro del chico, lo primero que vio, lanzó. Luego pegó un sprint, y del callejón desapareció.

Clyde sintió que algo en los ojos se le estampaba, cuando lo retiró, su captora ya no estaba. Se puso de pie confundido, ¡vaya día que había sido! Se salvó por casi nada.

Miró de pronto su mano, ¿qué era lo que Lynn le había lanzado?

Y vaya cuento, cruel destino, paradoja. En su ceguera nerviosa, la castaña le lanzó; aquel viejo suspensorio, que fue arma de tortura, Clyde sonrió con dulzura y al bolsillo la guardo.

-Quien diría que hueles tan bien, Lynn Loud, quien lo diría.- Pensó.

Y se retiró caminando triunfante, como el más grande Don Juan del mundo, sin saber a ciencia cierta; si esta historia tendría otro rumbo.

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Y bueno, jeje esto fue lo que salió en esta ocasión. Quizá tenga tercera parte porque Lynn va a notar que arrojó la prenda y quiere ir por ella. Interesante sería ver que van a hacer ahora que se conocen tan bien jajaja.

Saludos a todos los que leen. Gracias por sus comentarios.


Gendou Uribe.


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